#MeNiegoA morir por la causa

Por Eva Moure

“Estoy muy contenta de estar aquí y de estar viva”. Lo dice, sin dramatismos, una mujer que sigue viva porque salió corriendo y pudo huir de quienes querían acabar con ella. Hay quien la ve como una heroína. “Hay que repensar esa idea del activismo del morir por la causa, yo lo que quiero es vivir por ella”. VIVIR.

Nos encontramos en el Congreso Proteger a quien Defiende, organizado por CEAR Euskadi hace pocas semanas, un encuentro en el que participaron mujeres (también hombres) como ella, heroínas anónimas que defienden su territorio, a sus comunidades, sus árboles y a su gente, enfrentándose a Goliat. Son Defensoras de los Derechos Humanos, una manera de nombrarlas que hasta hace pocos años no existía. De hecho, ya tienen hasta un Día Internacional de las Defensoras de los Derechos Humanos. Y ese día es hoy. 

Cuando se habla de Defensoras, una palabra flota en el ambiente, densa, pesada y atemorizante: PODER. Con unas mayúsculas gigantescas. Estados, multinacionales, bandas armadas, paramilitares, dinero, intereses, recursos naturales. Y, en minúsculas, absolutamente humanas y defendiendo lo básico, esas mujeres activistas que, verdaderamente, se la juegan. Berta Cáceres fue una de ellas. Su caso es de los pocos que han trascendido a la esfera internacional y que todavía traen cola.

El asesinato de la hondureña Berta Cáceres es un triste ejemplo de las prácticas de amenaza y violencia que con impunidad se utilizan para contrarrestar a los que defienden sus territorios y recursos en la zona. Foto: Oxfam

¿Qué está ocurriendo para que solo en 2016, 281 personas fuesen asesinadas por defender los derechos humanos en todo el mundo, 125 personas más que el año anterior? El 75% de los homicidios de activistas ocurrieron en América Latina, el continente que registra, además de asesinatos, más agresiones, vulneración de derechos, violaciones e intimidaciones. Guatemala, Colombia, Honduras y México son los países más afectados.

Ser defensora y mujer: doble estigma

A las defensoras se le suma que, como mujeres, sufren además otros tipos de violencias por desafiar normas sociales y culturales incrustadas en la médula de lo patriarcal. Las agresiones sexuales se agravan cuando deciden defender activamente su territorio. La estigmatización social y el reproche. El cuestionamiento. La desintegración del núcleo familiar. “Me llaman bruja, lianta, terrorista…”. BRUJA. El poder del lenguaje. Otra de las palabras clave es criminalización. Otra, impunidad. Tienen comprobado que hay patrones de los ataques: primero son las intimidaciones, los hostigamientos, la judicialización, luego empiezan las agresiones, los ataques, y así en un crescendo que en muchos casos acaba en lo peor. Esto funciona igual para mujeres que para hombres.

Es la disputa encarnizada entre dos modelos o dos maneras de entender el mundo: el respeto por el medio ambiente y la economía sostenible contra el neoliberalismo más salvaje. Habrá quien diga que todo esto no es nuevo. Cierto. Lo que ha cambiado es la intensidad, que las cosas han ido a peor. ¿Y qué podemos hacer? Marusia López, de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras, apunta varias propuestas: buscar estrategias de defensa colectiva, contrarrestar las narrativas imperantes, abordar las violencias desde una perspectiva feminista ‘entrando’ a los llamados espacios privados, fortalecer los liderazgos de las defensoras y sus redes, buscar las maneras de que tengan acceso a espacios de poder… Entre otras. “Hay que ir al origen, y el origen está en Occidente, la mayoría de las empresas están en Europa y en Estados Unidos”. Nuestro nivel de vida también tiene que ver con esto.

En 2018, la Declaración de los Derechos Humanos cumplirá 70 años y estamos asistiendo a un momento en que se cuestionan unos principios que hasta ahora se consideraban fundamentales y lo seguirán siendo. La dignidad humana tiene sentido si se pone por encima de cualquier otra cosa, así como el deber de la solidaridad. Así lo afirmó el escritor José Saramago, proféticamente, antes de morir. Ahora, más que nunca, parece la gran tarea para los próximos años.

Este post forma parte de una serie de entradas creadas específicamente por diversas expertas, en el marco de la campaña #MeNiegoA  de Oxfam Intermón.  Tienen como objetivo sensibilizar y generar debate acerca de la gravedad de las violencias machistas en nuestra sociedad durante los 16 Días de Activismo contra la violencia de género.

Eva Moure es periodista y trabaja en Oxfam Intermón

 

1 comentario

  1. Dice ser infoshow

    ninguna causa merece que se muera o luche por ella.

    29 noviembre 2017 | 17:57

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