Archivo de junio, 2015

¿Qué opináis de los regalos de fin de curso para los profesores?

Jaime cambia de colegio este año. Hasta la fecha todos los colegios específicos para niños con autismo (todos concertados o privados) están en la capital o en el norte de la comunidad de Madrid. Colegios pequeños, en lo que es raro que haya ruta y si la hay recoge a los niños en puntos como Atocha. No había ningún colegio en el sur especializados en niños con autismo, así que la gente del sur estaba obligada a optar por colegios especiales (públicos, enormes, con niños que tienen todo tipo de discapacidad) cuando la vía de la integración se cerraba por el motivo que fuera. He visto padres que vienen de Seseña, Aranjuez e incluso pueblos de Toledo, trasladarse a diario a colegios en Ventas, Hortaleza o Majadahonda. El próximo curso va a abrir el primero en la zona sur: en Getafe. Y hemos tenido la suerte de que Jaime haya sido aceptado. Ya no tendrá que sufrir un atasco matutino diario en la M-30, facilitara la intendencia en muchos sentidos. Y la asociación que está detrás es solvente y nos gusta su proyecto. Tenemos suerte en cualquier caso de vivir en Madrid, esto de los colegios específicos para niños con autismo directamente no existe en la mayoría de las provincias españolas.
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Hoy Jaime lleva en la mochila un pequeño detalle que queremos hacer a título personal a su profesor, por estos tres años de cariño y dedicación. Un libro con una dedicatoria. Algo pequeño y voluntario para una persona cuya entrega es incuestionable con los cinco niños que tiene en su clase.

Julia acaba Infantil este año. Aquel bebé cuyo embarazo os anunciaba aquí hace siete años, ya tiene seis y va a pasar a Primaria. Cambia de pabellón, cambia de ciclo, cambia de tutora. Hoy tenemos una fiesta de despedida, pensada para que los niños disfruten y no como la típica función infantil, que terminará con ellos durmiendo en sacos de dormir en su clase con su profe. Mañana iremos a buscarles con churros y chocolate.

Con el cambio de ciclo también se hará algún regalito a los profes, esta vez conjunto, toda la clase participa. Lo principal, lo más bonito, es un libro que hemos elaborado entre todos: cada niño ha elegido una cartulina del color que quería, la ha dibujado, añadido un dibujo y escrito algo para su maestra. Lo que ellos han querido. Y todos esos dibujos encuadernados serán un bonito recuerdo, al menos eso creemos. Si os soy sincera no sé qué harán muchos profesores con todos esos «bonitos recuerdos» tras varios añor recibiéndolos y copando sus estanterías.

Hablando con otros padres veo que el tema de los regalos a los profesores no es tan sencillo y trae mucha más polémica.

Hay un padre reciente que me ha contado que en su colegio se hace regalo al profesor todos los años y que le llevan los demonios «a mí no me regalan nada cuando me voy de vacaciones, por bien que lo haya hecho. Está haciendo su trabajo y punto«. Le ha valido alguna bronca con su mujer, me dice que si fuera por él, se negaría a participar.

Otra madre me comenta que en su colegio, al terminar infantil, el regalo era excesivo «un iPad el año pasado, este año cosméticos que costaban un pastizal y una pulsera de oro. No es normal y no deberían aceptar regalos así». Se trata de un colegio privado, no sé si será relevante, pero ahí lo dejo.

Hay profesores que no admiten este tipo regalos. Me consta porque conozco a uno de los que se niega a recibir nada salvo alguna manualidad elaborada por los niños.

«Nosotros hacemos algún regalito, nada excesivo. Cuando mi hija pasó a Primaria, fue una sesión para un spa del barrio y un libro. En el colegio hay familias que lo están pasando mal y no pusimos más que tres euros por cabeza», me dice otra madre. «Es cierto que están haciendo su trabajo, pero es un detalle voluntario para agradecerles su labor, que a todos nos agradan esos reconocimientos».

La última madre a la que pregunté me contaba que sí por ella hubiera sido, no habría participado en el regalo cuando hace dos años su hijo cambio de ciclo «nos creamos obligaciones absurdas. La tutora que tenían no era nada cariñosa con los niños y unos cuantos padres estábamos encantados de perderla de vista, pero había que hacer el regalito y poner buena cara el día de la graduación de Infantil por narices. Yo me estuve pensando el no participar, pero al final por unos pocos euros no vas ser el que da la nota».

No sé cómo es el tema de los regalos a los profesores en vuestro caso, me encantaría conocerlo si os apetece contarlo.

Hace dos años os lanzaba una pregunta: ¿nos estamos excediendo con los cumpleaños infantiles? Y ahora os planteo otra ¿también nos estamos pasando con estos regalos de fin de curso a los profesores?

Baños de flúor en los niños para intentar regatear a las caries

El lunes fue uno de esos días intensos. Llegamos de trabajar a las cinco de la tarde y nos dio el tiempo justo de cantarle Cumpleaños feliz a mi santo, darle su regalo y salir pitando a la piscina.

Julia ha tenido la suerte de que le toque piscina todos los días de junio, que está genial porque se divierte y se suelta aún más en el agua (está empezando a meter la cabeza con gusto, que era lo que más le costaba), pero que complica bastante la intendencia por las tardes.

Total que el lunes a las cinco y media pusimos rumbo a la piscina, estuvo a remojo tres cuartos de hora y luego nos fuimos derechos al dentista para sellar una caries pequeñita que tiene.

Una niña en pleno proceso de desensibilización con el dentista (GTRES).

Una niña en el dentista (GTRES).

Y ahora la anécdota: dos horas estuvimos para hacer un empaste que no llevó más de quince minutos de trabajo. ¿Qué pasó? Pues que a mi niña le entró el hipo según le inyectaron la anestesia. Claro, había que esperar a que aquello pasara para poder seguir. Y no se iba.

Julia hipando y la dentista partiéndose de la risa viéndola. Y la auxiliar y yo esperando.
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Si es poco accesible la ciudad cuando vais empujando un carrito de bebé, imaginad en silla de ruedas

La mayoría de nosotros, hasta que no nos ponemos a empujar el carrito de un bebé no nos damos cuenta de todos los problemas de accesibilidad existentes en las ciudades. Durante dos o tres años nos hacemos muy conscientes de que hay pocos bordillos rebajados, que algunas aceras son ridículamente estrechas, que hay mucha gente incívica que deja coches encaramados en tu trayecto o disperas las terrazas de manera que es imposible pasar, que no cabes por el hueco de la caja del supermercado, que hay edificios en los que es imposible entrar, rutas y monumentos turísticos inalcanzables….

Podría seguir, la lista es larga por desgracia.

Y nosotros, los padres recientes, no podemos quejarnos. En caso de escalera insalvable, bordillo monumental o tramo de arena podemos sacar al bebé, que pesa poco, y plegar el carro. O pedir ayuda a cualquiera que pase por ahí para que nos ayude a sostener carrito y bebé para salvar obstáculos. Además, es una etapa que dura poco. Dos o tres años como os decía, y lo peor son los primeros meses en los que empujamos carritos mastodónticos. Muchos pasamos en cuanto podamos a sillas de paseo más livianas. De hecho muchos acabamos prefiriendo y usando más otros sistemas de porteo, como fulares o mochilas con los que llevamos al bebé pegado a nuestro cuerpo, claro que esa es otra historia.

Con una pesada silla de ruedas en la que va un adulto encima, la película es muy distinta, a veces un drama o directamente de terror. Yo he acompañado paseando a algún amigo en silla de ruedas e incluso lugares que creías accesibles en modo bípedo, descubres que no lo eran tanto, teniendo que dar enormes rodeos, pasando por superficies que hacen traquetear la silla que parece que se va a desmontar, haciéndote ver que aquel sitio que apreciabas y creías conocer bien se ha convertido en un lugar antipático y desconocido.

Un adulto en una silla de ruedas puede suponer doscientos kilos que difícilmente se van a poder mover a pulso, por mucho que haya a mano personas bienintencionadas, dispuestas a ayudar.
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Libros Únicos, cuentos personalizados para uno o varios niños

Conozco Libros Únicos gracias a una madre del colegio de Julia que sabía de ellos y que propuso hacer uno para la clase. Acepté sin saber muy bien en qué consistiría y al poco tenía en casa, al igual que muchos otros compañeros de la clase, un cuento sobre unos marcianos bienintencionados en el que todos los niños aparecían nombrados. A Julia le encantó leer una historia en la que ella tenía una línea y también. Sus amigos Héctor, Alejandro, Blanca o Marina hacían o decían cosas.
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He visto otros cuentos personalizados antes y siempre me ha parecido una buena idea para hacer un regalo original (ya sea colectivo o individual) y para que los niños se vinculen más con la historia, aunque creo que no es imprescindible para que una historia emocione a un pequeño lector. Es un añadido, sí, pero lo realmente importante es que el argumento y las ilustraciones tengan calidad y que se establezca una conexión con el niño, que por eso el libro que para uno será una maravilla otro lo recibirá con indiferencia.

Por eso probablemente me gusta Libros Únicos, porque son cuentos de calidad que se disfrutarían igual independientemente de su grado de personalización con un equipo detrás que sabe lo que se hace. Aviso que en estos cuentos la personalización se paga, rondan los treinta euros, aunque siempre hay promociones (por ejemplo, ahora tienen un dos por uno en tapa dura) y si se van a comprar muchos libros a la vez siempre se puede negociar.
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¿Tienes un bebé? ¿Tienes un gemelo idéntico? Tienes un vídeo viral

¿Tienes un bebé? ¿Tienes un gemelo idéntico al que hace tiempo que no ves? Pues tienes todas las herramientas a tu alcance para elaborar un vídeo viral de esos que se difunden como la canción del verano, que me pregunto cuál será este año. Tengo que preguntárselo a mi compañero de Dando la nota.

Volviendo al tema: hace pocos días un vídeo de un bebé de lo más expresivo que se encuentra por primera vez con su tía, hermana gemela de su madre que también está presente, ya se acerca a los cinco millones de reproducciones.

Pobre niño, se le nota que es incapaz de gestionar lo que está pasando en ese momento espacio temporal. Es como Marty McFly encontrándose a sí mismo en el futuro. Como dice uno en los comentarios, tiene cara de blue screen of death (la pantalla azul de la muerte que nos regalan los ordenadores con sistema operativo Windows cuando les saltan los plomos).

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Al menos con lo que han obtenido en concepto de publicidad por los millones de visionados, podrán pagarle una buena guardería.

El vídeo es de finales de mayo y el mas exitoso de los que te voy a mostrar. Porque hay más. Teniendo en cuenta en cuenta que está grabado de una manera deplorable, a poco decente que lo hagas si tienes un bebé y un gemelo al que no ves mucho, puedes lograr batirlo.

En enero hubo otro que rondó el medio millón.

Este otro, de hace un año, se quedó en los casi tres millones y medio.

Pero el primero que he visto es este de 2012. No tuvo tanto éxito con apenas 175.000 reproducciones.

Los bebés y los gatos, siempre estrellas fulgurantes de Youtube (con permisos de El Rubious y El pollito pio).

¡Buen sábado!

PD- Me iba apeteciendo escribir algo ligerito en el blog.

No poner vacunas no sólo puede afectar a nuestros hijos, también a los de los demás

Mi madre tuvo dos hermanos mayores que murieron siendo muy pequeños, casi con toda seguridad por enfermedades por las que ahora no hay que preocuparse gracias a las vacunas pero que eran intratables en un pueblecito extremeño. Los dos se llamaron José Luis, aún hubo un tercer José Luis que sobrevivió. Parece obvio que mi abuela una mujer poco dada a las supersticiones.

Mi padre estuvo bastante mal de pequeño, también de una enfermedad que a día de hoy nos evoca novelas como Mujercitas pero que en la Asturias de hace sesenta años aún no era tan rara.

Si mis dos abuelas hubiera tenido a su disposición vacunas como las que tenemos hoy día en España para poner a sus hijos seguro que lo se las habrían puesto. ¿En qué cabeza cabe negar algo que puede preservar la salud, incluso salvar la vida de tus hijos? Algo así me habrían dicho ambas, cada una con su acento del norte y del sur.
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Mi hijo tiene ocho años y autismo, sobre todo los primeros años pero aún ahora todavía me preguntan por las vacunas como supuestas causantes del autismo. Es algo que se ha demostrado tan equivocado como peligroso, pero la creencia, que fue alentada por algunas celebrities irresponsables, aún perdura.

Acaba de ser noticia que un niño de seis años, la misma edad que tiene mi hija, está hospitalizado grave. Tiene difteria, el primer caso en España en veinte años. No le habían vacunado.

No conozco el motivo por el que ese niño no estaba vacunado. No voy a culpabilizar a nadie, lo único que deseo es que se restablezca pronto y sin secuelas.

Os miento, hay algo más que también quiero y es recordar aquí que las vacunas son uno de los grandes logros del ser humano, a ver si nos vamos dando cuenta todos. No ponerlas no sólo puede afectar a nuestros hijos, también a los hijos de los demás.

Os recomiendo el encuentro digital que hubo el 30 de abril en 20minutos con la Dra. María J. Cilleruelo, experta en vacunas.

No vacunar a los hijos puede ser una actitud en cierto modo egoísta, ya que se están beneficiando de la inmunidad colectiva que se genera gracias a la vacunación a gran escala. La vacunación de una parte de una parte muy importante de la población hace que los gérmenes no circulen y los niños no vacunados se benefician de eso. Es cierto que en los brotes que estamos teniendo de sarampión y rubeola la mayor parte de los niños que enferman son niños no vacunados.

Y también este post de mi compañero del blog Ciencias Mixtas, escrito tras el reciente brote de casos de sarampión en Estados Unidos. Yo os ahorro el clic dejando aquí la carta que el escritor Roald Dahl, conocido mundialmente por Charlie y la fábrica de chocolate, escribió tras perder a su hija animando a vacunar a los niños y que yo descubrí gracias a Javi Yanes.

El sarampión: una enfermedad peligrosa, por Roald Dahl (1988)

Olivia, mi hija mayor, cogió el sarampión cuando tenía siete años. Mientras la enfermedad seguía su curso habitual, recuerdo que a menudo le leía en la cama y no me sentía particularmente alarmado sobre ello. Entonces, una mañana, cuando ella estaba ya en el camino de la recuperación, yo estaba sentado en su cama mostrándole cómo fabricar pequeños animales con limpiapipas coloreados, y cuando llegó su turno de hacer uno, noté que sus dedos y su mente no estaban trabajando juntos y no podía hacer nada.

“¿Te encuentras bien?”, le pregunté.

“Tengo mucho sueño”, dijo.

En una hora, estaba inconsciente. En doce horas había muerto.

El sarampión se había convertido en una cosa horrible llamada encefalitis del sarampión y los médicos no pudieron hacer nada para salvarla. Aquello fue hace 24 años, en 1962, pero incluso ahora, si un niño con sarampión llegara a desarrollar la misma reacción letal que Olivia, aún no habría nada que los médicos pudieran hacer para ayudarle.

Por otra parte, hay algo que hoy los padres pueden hacer para asegurarse de que una tragedia como esta no les ocurra a sus hijos. Pueden insistir en que sus hijos sean inmunizados contra el sarampión. Yo no pude hacerlo con Olivia en 1962 porque en aquellos días no se había descubierto una vacuna fiable. Hoy existe una vacuna buena y segura disponible para todas las familias, y todo lo que ustedes deben hacer es pedir a su médico que se la administre.

No está generalmente aceptado que el sarampión sea una enfermedad peligrosa. Créanme, lo es. En mi opinión, los padres que ahora rehúsan inmunizar a sus hijos están poniendo en riesgo las vidas de esos niños. En Estados Unidos, donde la vacunación contra el sarampión es obligatoria, tanto el sarampión como la viruela han sido virtualmente erradicadas.

Aquí en Gran Bretaña, donde muchos padres se niegan, ya sea por obstinación, ignorancia o miedo, a que sus hijos sean inmunizados, aún tenemos 100.000 casos de sarampión al año. De estos, más de 10.000 sufrirán efectos secundarios de un tipo u otro. Al menos 10.000 desarrollarán infecciones de oído o de pecho. Unos 20 morirán.

QUE ESTO SE ENTIENDA BIEN.

Cada año, en torno a 20 niños mueren de sarampión en Gran Bretaña.

¿Y qué hay de los riesgos que corren sus hijos con la inmunización?

Son prácticamente inexistentes. Escuchen esto. En un distrito de unas 300.000 personas, ¡habrá solo un niño cada 250 años que desarrollará efectos secundarios graves de la inmunización contra el sarampión! Es aproximadamente una posibilidad entre un millón. Pienso que su niño tiene más riesgo de atragantarse mortalmente con una barra de chocolate que de enfermar gravemente por la inmunización contra el sarampión.

Así que, ¿de qué demonios se preocupa? Realmente, es casi un crimen dejar a su hijo sin inmunizar.

Lo ideal es hacerlo a los 13 meses, pero nunca es tarde. Todos los escolares que aún no hayan sido inmunizados contra el sarampión deberían suplicar a sus padres que se les vacune lo antes posible.

Por cierto, dediqué dos de mis libros a Olivia; el primero fue James y el melocotón gigante. Eso fue cuando ella aún vivía. El segundo fue El gran gigante bonachón (The BFG), dedicado a su memoria después de su muerte a causa del sarampión. Verán su nombre al comienzo de esos dos libros. Y sé lo feliz que ella se sentiría si tan solo pudiera saber que su muerte ayudó a ahorrar muchas enfermedades y muertes de otros niños.

¿Cómo comunicar la muerte de un ser querido a un niño?

muertePronto se cumplirán dos meses desde la muerte de mi abuela, la bisabuela de Julia y Jaime. Todo sigue, para unos con más facilidad que para otros eso también es verdad. Las risas y las penas cotidianas continúan y también los recuerdos permanecen. Buenos motivos para no vivir temiendo el inevitable fin, para no temer al segador.

Entonces escribí un par de posts tras tener en la familia la primera muerte que mis hijos conocían directamente. Sí, mi suegro también murió, pero mucho antes que ellos nacieran, pero la de mi abuela fue la primera muerte de una persona cercana y conocida. La segunda imagino que no tardará mucho en llegar, será la de nuestra perra que ahora tiene dieciséis años y que ha sido la compañera de mis niños durante toda su vida. Obviamente no es un ser humano, pero también es un ser querido al que lloraremos mucho.

Hace dos meses me quedé con las ganas de traer un fragmento de la guía Explícame qué ha pasado, de la Fundación Mario Losantos del Campo. Recorrí bastantes enlaces, bastantes textos aquellos día; sin duda esta guía, de la que ya os dejé un extracto, fue la que más me gustó. Os la recomiendo si os véis en la necesidad de afrontar este tema. ¿Y quién no se va a ver en esa necesidad por un motivo u otro? Son 68 páginas llenas de sentido común y con una buena bibliografía al final por si se desea ampliar algún punto.

Aquí lo tenéis:

La noticia de la muerte de un ser querido debe ser transmitida al niño lo antes posible y siempre por medio de una persona en la que confíe y sienta cercana, a ser posible sus propios padres.

Es recomendable hacerlo en un sitio tranquilo y sin interferencias de ningún tipo, así como hablarle con cariño, a los ojos y poniendo en marcha toda la ternura necesaria para ayudar al niño a recibir la noticia con todo el cuidado y el afecto posible.

Debe comunicarse cuanto antes la muerte del pariente del niño a la escuela para que el equipo docente y psicopedagógico tenga en consideración la nueva circunstancia del menor.

Es importante tener en cuenta que ninguna de las explicaciones que se den al niño o al adolescente tienen por qué darse “de golpe”: podemos ir haciéndolo poco a poco y siempre completándolo con las preguntas, dudas y observaciones que él mismo quiera hacer. Debemos dejar que se exprese, que pregunte, que nos cuente lo que ha entendido, lo que se imagina y lo que fantasea tantas veces como sea necesario, porque sólo así podremos ayudarle en el comienzo y elaboración de su propio duelo.

La primera duda que surge cuando nos enfrentamos a un menor que ha perdido a alguien es si debemos o no decirle LA VERDAD. La respuesta a esta duda es clara: TANTO LOS NIÑOS COMO LOS ADOLESCENTES DEBEN SABER SIEMPRE LA VERDAD de lo sucedido, pero esta verdad debe abordarse en función de la capacidad cognitiva y emocional que el niño posea para poder comprenderla e integrarla.

Hay que explicar la muerte en términos reales, atendiendo fundamentalmente a lo que tiene de irreversible, definitiva y de fin de las funciones vitales. Para los niños más pequeños puede ser de gran ayuda explicarles estos conceptos poniendo como ejemplo la muerte de algún animal que ellos mismos hayan presenciado (un pajarito, un ratón, un perro, etc.).

La primera verdad que debe saber un niño es que la persona ha muerto y que nunca más volveremos a verla.

No debemos asustarnos por el uso de la palabra “muerto” o “murió”: éste es el comienzo necesario para lograr una buena comprensión de lo sucedido. Además, es importante que le expliquemos al niño lo que le sucede al cuerpo cuando alguien muere, porque éste es el principio que explica el fin de la vida: nuestro cuerpo se detiene y desaparece. Los recuerdos, el amor que sentimos por la persona que hemos perdido, nuestro deseo de no olvidarla nunca y de guardar todo lo que nos mantenga vinculados a ella en nuestro corazón será lo que ponga en marcha el proceso de duelo.
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En nuestra explicación sobre la muerte del ser querido podemos también mencionar lo que creemos que le sucede a la persona que muere -es decir, nuestras creencias religiosas o espirituales-, pero no debemos limitarnos a dar una explicación espiritual o religiosa de la muerte. Los niños necesitan conocer la parte física y real de lo que le ocurre a la persona que fallece:

Debemos decirle que la persona ha muerto y que su cuerpo ya no piensa, ni siente, ni ve. Que ha sido colocada en un ataúd y enterrada o incinerada como se hace en nuestra cultura para despedirnos de las personas, pero que su cuerpo ya no siente nada. Después podemos explicarle, según nuestras creencias religiosas o espirituales, que nosotros pensamos que la persona tiene una parte especial que no vemos ni se puede tocar, llamada alma o espíritu, y que esta parte va a un lugar llamado cielo al que nosotros no podemos ir, ni tocar, ni ver, y que es en nuestro recuerdo donde seguiremos estando con ella.

Si el niño aún no ha sido iniciado en la religión, la muerte de un familiar no es el mejor momento para hacerlo, ya que podría confundirles. En esta línea también es importante evitar expresiones como “Dios quiso que mamá fuese con Él” o “Dios se ha llevado al abuelito”, porque podría crearle miedos.

Los chicos de todas las edades (niños, preadolescentes y adolescentes) pueden preguntarnos sobre el porqué de la muerte de su ser querido: “¿Por qué tuvo que enfermar mamá y morir? ¿Por qué ha tenido papá un accidente? ¿Por qué nos ha pasado a nosotros?”. Estas preguntas son difíciles de responder. No importa si nosotros mismos tampoco tenemos la respuesta o nos hacemos las mismas preguntas. Podemos decirles a nuestros hijos o alumnos que no sabemos por qué ha sucedido, que hay cosas que no podemos controlar y que la muerte es una de ellas.

Por otra parte debemos tener en cuenta que, aunque le ofrezcamos una explicación veraz de lo sucedido, esto no evita que en su interior el niño sienta muchas cosas que hay que aclarar con él.

Siempre que sea conveniente, hay que asegurarse de que el menor tenga claro que no es responsable de la muerte de su pariente: no debemos olvidar la culpa que suelen sentir los niños ante la muerte de un familiar cercano (padre, madre, hermano/a), especialmente entre los más pequeños, en los que aún predomina con fuerza un pensamiento mágico y egocéntrico (hasta los 10 años aproximadamente). Algunos menores pueden pensar que han tenido algo que ver con la muerte de su ser querido, quizá porque se enfadaron con él, sintieron celos, se portaron regular, etc.

Esta autoinculpación por la muerte de un familiar, exista o no responsabilidad real, puede resultar insoportable también para los preadolescentes y adolescentes. En ocasiones, también se preguntan si tuvieron algo que ver, especialmente si la relación era conflictiva. Por ello, es importante ayudarles a expresar esta inquietud ya que, en ocasiones, su personalidad puede verse alterada, dejándoles sumergidos en duelos patológicos o complicados.

Se trata principalmente de ayudar a los niños y adolescentes a comprender que los pensamientos, las emociones y algunas conductas (como estar enfadado, pelearse, mostrarse rebelde) no provocan la muerte.

Otro aspecto a tener en cuenta es el estado de desprotección e inseguridad en el que muchos niños se sienten cuando un pariente (sobre todo si se trata del padre o la madre) muere. Por ello es de vital importancia brindarles seguridad y protección, especialmente a los niños más pequeños, para combatir su temor a que otro familiar cercano pueda morir.

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* Foto: GTRES