Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

El tirachinas de Emanuel contra los talibanes

Antes de partir hacia Afganistán escribí en estas páginas que sería interesante retratar la guerra a través de los amuletos que usan los soldados. Una forma indirecta – aprovechando la libertad narrativa que da un blog – de hablar de un elemento siempre presente cuando es la violencia la que prevalece: el miedo.

Gabriel, en la torreta del MRAP del 33 Batallón de Montaña Posada del Ejército de Rumanía, mientras patrulla el sur de Afganistán (Foto: Hernan Zin)

En la semana que llevamos aquí en el sur de Afganistán he retratado a numerosos militares junto a los objetos que emplean para tratar de mantener la templanza en los momentos difíciles. Objetos que, en la mayoría de los casos, están relacionados con gente a la que quieren.

Un resabio de ese pensamiento mágico que pervive en cada uno de nosotros, pero también una manera de tratar de hacer aflorar la propia entereza a través del recuerdo de aquellas personas para que las sabemos que somos importantes.

Los buenos soldados

Un amuleto destaca sobre todos los que he conocido en estos días: el que Gabriel lleva consigo en la torreta situada en lo alto de un vehículo blindado MRAP, junto a la ametralladora con la que espera enfrentarse a los talibanes de ser necesario.

Grabriel, de 32 años, pertenece al 33 Batallón de Montaña Posada, del ejército de Rumanía, que estuvo ya desplegado en Irak y en Afganistán en diversas misiones.

(Foto: Hernan Zin)

Un batallón de tipos duros, curtidos, disciplinados, que acompañan a los desactivadores de explosivos del Ejército de EEUU como escolta y protección en la zona norte de la provincia de Zabul, desde la base Bullard.

Amuleto compartido

Es la segunda jornada en la que salimos a rodar la desactivación de explosivos caseros. Pero hoy, a diferencia de ayer, me siento francamente mal.

No sé si es la falta de sueño, el frío polar con el que a los soldados estadounidenses les gusta programar el aire acondicionado de la tienda, el desayuno de prisa y corriendo en el comedor de campaña, la presión del chaleco antibalas sobre el pecho, el calor asfixiante del desierto… lo que sé es que apenas se cierra a mis espaldas la puerta del vehículo blindado MRAP, comienzo a sentir nauseas.

Como detener un convoy compuesto por medio centenar de soldados de EEUU, Rumanía y Afganistán que se dirige raudamente para tratar de neutralizar un explosivo colocado junto a la ruta – que podría matar a civiles -, no parece la mejor idea posible, el comandante me da la opción de subir a la torreta de la ametralladora y tomar un poco de aire hasta que me sienta mejor.

Es allí arriba, en ese momento tan lamentable de claudicación ante el malestar físico, donde conozco a Gabriel, que, para ser sincero, no me recibió con gesto compasivo, con un «uy, te sientes mal, qué putada, ponte aquí que te va a hacer bien». No, me miró con evidente indiferencia, que podría rayar en cierto velado y comprensible desprecio. Después de todo, si tenía que entrar en combate yo iba a ser un incordio.

En el nombre del hijo

Para no extenderme demasiado, sólo puedo decir que la misión sí se extendió demasiado, más de seis horas, pues después de desactivar el primer explosivo apareció otro, que estaba a mayor distancia aún de la base Bullard. Seis horas que se me hicieron eternas y en las que el malestar físico siguió agravándose.

Seis horas en la que Gabriel me terminó por contar, aprovechando las similitudes que hay entre el español y el rumano, que aquel tirachinas pertenece a su hijo, Emanuel, de nueve años de edad.

Un objeto que logró dar cierta humanidad a aquella situación tan terrible y tan delirante en la que docenas de personas estaban ahora jugándose la vida porque un tarado había colocado la noche anterior una bomba casera. Otra escena absurda de una guerra absurda con fecha de caducidad: 2014.

Un objeto que, si bien no hizo que dejara de sentirme mal físicamente, sí me abstrajo de esa realidad y me dio cierta paz de espíritu. Traté de imaginarme a Emanuel: la relación con su padre, la ausencia, los recuerdos, el instante en el que le dio el tirachinas. Y al menos por un rato, aquel amuleto también fue mío.

8 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    ¡Buen post ! Muy interesante y cu
    rioso

    Clica sobre mi nombre

    20 agosto 2012 | 23:27

  2. Dice ser Cecilio Lago

    Muy emocionante y humano el relato. Quines estuvimos por el desierto, aunque fuera otro, y vestidos de soldados, te entendemos perfectamente.
    Enhorabuena y un abrazo.

    21 agosto 2012 | 00:24

  3. Dice ser Uno mas...

    Te escribo desde ese mismo lugar que visitaste, queria decirte que es la primera vez que leo algo que describe tan de cerca esa vida cotidiana de alguno de los compañerosy de los que vivimos in situ esa guerra, que como bien has dicho, tiene fecha de caducidad.

    Darte como no las felicitaciones por tu articulo

    21 agosto 2012 | 06:04

  4. Dice ser SARA CABRONEO

    el amuleto de grabriel no s el tirachinas de su hijito, sino la ametralladora con la que tiene relaciones. Ese tío no es padre sino un señor de la guerra: afganistán, irak y otra vez afganistán.

    Ese tío vive para matar y lo del tirachinas es enfermizo.

    21 agosto 2012 | 09:57

  5. Dice ser lafilistea

    Agradezco la confianza para contarnos como te sentías de la ‘panza’ que digo, íba más allá de un simple malestar. No soy la abuelita que receta medicinas caseras pero yo que padezco de náuseas cada vez que estoy en un lugar muy encerrado te recomiendo si podés conseguir (o sino para la próxima no olvidés llevar) té de jengibre. Lo que te dió se puede volver a repetir o quizá simplemente se te bajó la presión o subió? Que te sintás mejor!

    Eso que vos le llamás tirachinas en mi país le decimos «honda» . Me enternecí con eso, cuantás veces uno desposita la confianza en un objeto que es de alguien que uno ama y curiosamente esto lo salva de muchas cosas, es como tener un pedacito del amor de esa persona y más cuando es un hijo.

    Y si es seguro que esa guerra se termina en el 2014?

    Saludos Hernán. . .

    21 agosto 2012 | 15:00

  6. Dice ser delpeche

    Muy bonito relato.

    ++ BAJAR DE PESO rápido ya NO ES UN SECRETO para nadie ++ : http://sn.im/24o49vt

    22 agosto 2012 | 18:35

  7. Dice ser Laura

    Muy buen post.

    25 agosto 2012 | 10:02

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