De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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«Siempre que podemos conectarnos a otros, podemos cambiar cosas»

Imagem: André Lemos

«Tal vez estemos viendo el surgimiento de una sociedad comunicacional planetaria y no apenas informativa». El sociólogo brasileño André Lemos conoció  «las viejas comunidades virtuales en el comienzo de la década de 1990, anónimas, temáticas, abiertas, sin empresas comerciales detrás». Tal vez por eso en su discurso abundan conceptos como «serendipia», «empoderamiento ciudadano» o «conversación». André Lemos, autor  del blog Carnet de Notes y director del GPC – Grupo de Pesquisa em Cibercidade de la Universidad Federal de Bahia, recela de las etiquetas que intentan definir el nuevo mundo. No le gustan conceptos como ‘social media’ («los medios siempre son sociales») o Revolución 2.0. También prefiere no abusar de conceptos como ‘Ciudades P2P’ o ‘Ciudad Open Source’ («debemos usarlos sólo para ilustrar pero no para comprender los fenómenos»). André Lemos, fundador del Centro Internacional de Estudos Avançados e Pesquisa em Cibercultura da UFBA, prefiere sugerir una nueva unión de objetos y personas conectados, en la línea de la Teoría del Actor Red de Bruno Latour. André Lemos es uno de los pioneros en la investigación de la denominada Locative media: comunicación multimedia a través de dispositivos móviles y tecnologías GPS, Wi-Fi, GIS, RFID…

El cuestionario fue enviado por correo electrónico. Algunas preguntas no fueron respondidas, porque André Lemos consideró haberlas respondido anteriormente. Mantengo todas las preguntas originales, para enriquecer el contexto. Envié a André Lemos la entrevista antes de publicarla, para incentivar la máxima transparencia y rigor en el proceso.

El Centro Internacional de Estudos Avançados e Pesquisa en Cibercultura (Ciberpesquisa) nació cuando la ‘cibercultura’ era un término para definir todo lo que pasaba en el ciberespacio. ¿Cómo ha evolucionado el Centro en las últimas mutaciones de Internet? ¿Puedes hablar de algunos de los proyectos más recientes?

El Centro Internacional de Estudos Avançados e Pesquisa en Cibercultura fue creado en 1996, siendo pionero en los estudios sobre cibercultura en Brasil. Hoy el centro se ha transformado en grupos de investigación divididos en líneas de investigación: periodismo online, democracia e Internet, interacciones sociales online y ciberciudades. Los grupos son autónomos y actúan en el borde de sus respectivas discusiones, produciendo investigaciones y formando investigadores. Mi grupo (GPC – Grupo de Pesquisa em Cibercidade ) está estudiando ‘mídias locativas’ (locative media),  internet de las cosas y las Smart Cities. Lo que nos interesa es la discusión sobre los procesos de espacialización en juego con los nuevos medios digitales, las transformaciones de las prácticas sociocomunicativas en el espacio urbano.

Todavía hay muchos que piensan que el mundo virtual es una cosa radicalmente diferente al mundo real. Sin embargo, cada vez tenemos más puentes entre el mundo ‘on’ y ‘off’, entre redes y territorios. ¿Qué  cambios has observado en los últimos 3 años de Internet en esta dirección?

No se puede pensar en esta separación. Nuestras acciones toman diversas direcciones y apenas con un raciocinio muy simplista y forzado podemos separar esas dimensiones de la realidad. Las relaciones dependen cada vez más de lo que hacemos con las tecnologías digitales – email, Twitter, Facebook, YouTube, blogs… Todas esas herramientas hacen parte de nuestro día a día. No podemos pensar en la separación de la vida en internet y de la vida fuera de internet. Sólo hay una vida e Internet es un concepto muy abstrato. No existe sin los lugares que la componen. Y los lugares están siempre compuestos por cruces de flujos, son siempre híbridos, constituidos por dimensiones materiales, imaginarias, comunicativas. Lo actual y lo virtual siempre se entrelazan en los lugares. Y  eso desde siempre. Pero cuando hablamos de Internet, hablamos de un “espacio” abstracto; en realidad de conexión de redes telemáticas alrededor del planeta ofreciendo informaciones y los servicios más diversos. Pero lo que Internet es efectivamente va a depender de las  actualizaciones de las acciones de humanos, objetos, máquinas, softwares, datos… Lo que hacemos, cuando nos conectamos a uno de los “lugares” de Internet, es interconectar diversos territorios: informacionales (sobre el concepto de “territorio informacional” ver mi post—Mass Media Functions, Locative Media, and Informational Territories: New Ways of Thinking About Territory, Place, and Mobility in Contemporary Society.), culturales, identitarios, políticos…) usando, por ejemplo, el teléfono móvil en la panaderia,  Twitter en la fila del supermercado, buscando una dirección en mapas digitales, actualizando los softwares de redes sociales con los amigos, enviando un vídeo de un evento para otras personas… En todos los casos, hay interrelación entre las dimensiones sociales, imaginarias e infocomunicacionales. Los ejemplos son innúmeros. Lo difícil es encontrar la división pura, encontrar algún lugar en el que el entrelazamiento de estas dimensiones territoriales (simbólica, informativa, subjetiva, corporal, identitaria, geográfica) se deshaga, evitando lo híbrido, lo online separado de lo offline. Transitamos por lugares que están siempre interconectados.

Martha Gabriel habla de ‘cibridismo’, una nueva esfera donde lo on y lo off se confunden. ¿Cómo están modificando nuestro comportamiento los teléfonos móviles, tablets y dispositivos con conexión a Internet?

La locative media permite que las personas produzcan y distribuyan informaciones, en movilidad, a partir de los lugares del espacio urbano. No es información que llega y va para una ‘Matrix” allá arriba, sino informaciones que tienen sentido aquí abajo y ahora. Las personas están buscando, con estos nuevos medios, lo que siempre buscaron: tener sentido. La relación local, de proximidad, identitaria, de la memoria, la dimensión social y móvil (ver mi manifiesto sobre esta dimensión aquí),  es lo que proporciona un sentido. En el  primer momento de internet, navegar en un mundo de datos y acceder a cosas distantes era la única cosa que hacer. Ahora estamos en la fase de la hiperlocalización de la información, consumiendo, produciendo y distribuyendo información con movilidad, sobre los lugares por donde pasamos o donde vivimos. Pasa por la facilidad de acceso a los dispositivos móviles y a las redes inalámbricas (3G, Wi-Fi). Los medios locativos (tecnologías y servicios informacionales basados en geolocalización) permiten anclar la información y las relaciones sociais en lugares concretos. Salimos de la información genérica de lo abstracto del ciberespacio y pasamos a valorar la información hiperlocalizada, consultada, producida o distribuida en movilidad. El espacio urbano vuelve a ser el palco de este teatro, contrariando a los que pronosticaron el fin de las ciudades, la desterritorializaçión total de la vida en un espacio abstracto, virtual y peligroso. Lo que vemos hoy son personas moviéndose con potencia informacional produciendo discursos multimedia sobre los lugares. De la utopía del ciberespacio pasamos a la “topia” informacional locativa y móvil. Todavía estamos en su fase inicial, pero ya es muy interesante ver cómo los medios locativos y móviles permiten que personas, antes apenas lectoras de sus ciudades, puedan hablar de los problemas urbanos, postear un vídeo de denuncia, producir narrativas sobre su barrio, ejercitar la construcción de cartografías colaborativas, articular manifestaciones para derrumbar regímenes autoritarios… Pero queda mucho por hacer. Podemos ahora leer de otra forma y escribir de forma electrónica sobre el espacio en el que vivimos. Esto es mucho más interesante.

La industria digital, principalmente la cultural, sigue insistiendo sobre el peligro del  download, de las descargas de Internet. Parece que no entendieron que la gran revolución de Internet es el ‘upload’:  muchas personas subiendo, compartiendo y remezclando contenido

Considero que los tres principios fundamentales de las diversas prácticas de la cultura digital son: la posibilidad de emisión abierta y libre, la interconexión de esas voces y la reconfiguración cultural. Siempre que podemos hablar libremente, conectarnos a otros, podemos cambiar cosas. Así es con loa blogs, con YouTube, con cartografías colaborativas, con redes sociales móviles como SMS y Twitter… Sólo hay peligro de “uploads” en regímenes totalitarios. Los regímenes democráticos deben saludar estas posibilidades porque justamente fortalecen la democracia, o lo que los griegos chamaban de isogonia. La posibilidad de conversación se amplió y tal vez estemos viendo el surgimento de una sociedad comunicacional planetaria y no apenas informacional. Creo que los medios de masa son medios de información (un emissor que pasa informaciones para la masa de lectores, oyentes, espectadores). Los nuevos medios permiten la producción y emisión de información sin constreñimiento (en sociedades libres y democráticas, claro), el intercambio bidireccional y más horizontalizad. Permite la conversación, el principio más importante de la comunicación. Gabriel de Tarde llamó la atención sobre la importancia de la conversación en su Opinión y las Masas en el inicio del siglo pasado. Creo que estamos viendo cómo esa esfera comunicacional se expande con Internet (ver mi Nova Esfera Conversational).

¿Cómo está modificando, cómo va a modificar, la vida de nuestras ciudades, la computación ubiqua?

Estamos en la fase de los medios locativos y de la hiperlocalización y también en la era de “internet de las cosas” en la que los objetos estarán cada vez más conectados a Internet, tomando decisiones con una mínima participación del agente humano. Estamos caminando para una interconexión global de objetos y de monitoreo de movimentos de cosas y personas. Hoy, existen unos seis objetos conectados para cada humano conectado a la red mundial de ordenadores. Tendremos así dos escenarios a corto plazo. El primero es el del clásico Big Brother, donde esos objetos servirán apenas para la automatización industrial y a la transparencia total (Baudrillard) de la vida cotidiana. Los gadgets van a controlar los procesos infocomunicacionales de nuestras casas y ciudades (la pesadilla es que se transforme un poco como la casa de “Mi tío”, la película de Jacques Tati). El rastreo de personas y objetos servirá para el control, monitoreo y vigilancia comercial, publicitario, mercadológico, político y policial. El segundo escenario es aquel en el que los objetos pueden ser usados para contar historias, de ellos y de sus usos, cambiar informaciones con otros, reforzar la memoria social y colectiva, ayudar en la construcción de una ciudad donde las personas participen más en la vida común, ayudar a saber más sobre los procesos de trabajo en el origen de los objetos y el uso de los recursos del medio ambiente para producir los. Así, la colaboración y la información compartida podrán revelar más sobre las trayectorias de los objetos y sobre nuestras relaciones con ellos. Hay, consecuentemente, una dimensión  política importante aquí, lo que Bruno Latour llama de “parlamento de las cosas”, o sea, traer los objetos, las “cosas” a las “causas”, al debate y a la discusión. El primer escenario es el de la industrialización, automoción y centralización. El segundo es el de la emancipación y construcción de una vida social más consciente de sus problemas (técnicos, ambientales, culturales, sociales…). En realidad, no creo que tengamos un escenario u otro, sino tensiones entre esos dos escenarios en los que se va a decidir el futuro. Todo está abierto. Debemos hazer un esfuerzo para revelar las redes (me refiero a las asociaciones entre los agentes, y no a la estrutura de los computadores) que se esconden en las diversas relaciones entre humanos y no-humanos, como nos enseña la Actor-Network Theory (ANT). Las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a revelar esas redes y a abrir “cajas-negras” (procesos, productos, conceptos, estructuras estabilizadas), pueden ayudar a crear visualizaciones de esas redes que amplíen el debate, produzcan controversias y discusión y , así, enriquecer la dimensión política.

Existe una nueva ola de arquitectos y urbanistas más interesados en los espacios, en las relaciones humanas en los espacios urbanos, que en construcción de edificios. ¿Estamos llegando a la era del ‘space making’ y al final de la arquitectura espectáculo?

No lo sé. Creo que ese siempre fue el trabajo de los arquitectos: pensar en los procesos de espacialización, o sea, en las relaciones entre humanos y no humanos (las cosas y objetos) en la producción de espacio. El lugar sólo existe en la tensión entre lugares y cosas. No es aquello que contiene cosas, si no la red que se forma en la relación entre las cosas fijas y en movimiento. Así, todo lo que ha sido hecho para pensar ese “espacio-red” me interesa pues colocar énfasis en el lugar, única dimensión “real”, como hablé anteriormente. No veo el fin de la arquitectura espectáculo, pero hay iniciativas interesantes que piensan los procesos comunicativos en medio a las constituciones del espacio. Pienso en la arquitectura líquida de Novak, en los trabajos de Koolhaas, en los análisis del geógrafo Nigel Thrift… En Brasil, me gusta el trabajo del arquitecto brasileño Paulo Mendes da Rocha y de sus aberturas para relaciones con el exterior, con comunicación entre los espacios…

Me interesa bastante el concepto de Sentient ID (identidad digital). Más todavía, cómo conectar identidades digitales con espacios físicos concretos. Todavía más: las aplicaciones, redes y nuevas herramientas digitales que buscan relaciones humanas (con conocidos pero también con desconocidos) en los espacios urbanos. ¿Qué experiencias destacarías en esta dirección?

Creo que estas experiencias pueden ser interesantes si son acciones para potenciar el encuentro con aquello que nos puede completar, con lo que nos falta. Puede ser tanto en una relación social íntima, como en una relación comercial o incluso en ambiente de trabajo. No me gustan los sistemas de indexación de gustos que hacen que los usuarios encuentren siempre aquello con lo que están familiarizados, aquello que ya conocen, lo que les gusta o que encuentren siempre personas próximas a sus pensamientos. Esto es bueno, es útil, es objetivo y es eficaz. Esto es lo que hacen Facebook o Twitter. Pero precisamos ir más allá de eso. Necesitamos potenciar la salida de lo que Eli Pariser llama “filtro burbuja”. Como yo conocí las antiguas comunidades virtuales en el comienzo de la década de 1990 (anónimas, temáticas, abiertas, sin empresas comerciales por detrás) siempre quiero que sistemas de perfiles y mineración de datos puedan potenciar la serendipia y que sean menos funcionales. Pero esto tal vez sea imposible, porque es la antítesis de estos sistemas actuales. Vemos aquí más una dimensión política de las identidades digitales, de los perfiles virtuales, del big data y de la mineración de datos.

El concepto de media building de Paul Virilio parece que ahora es casi tangible. Mucha información en tiempo real producida por objetos conectados pero también por usuarios. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo vamos a lidiar con el big data? ¿Será más importante el big data ciudadano empoderante o el big data de Internet de las cosas?

El big data tiene dos dimensiones: la del Big Brother, trazando perfiles comerciales y policiales, monitorando marcas y movimientos de personas, controlando y anticipando acciones, o sea, los estudios de “surveillance society” que vienen a cuento en la discusión sobre visibilidad, datos, personas y objetos. Está también el otro lado. Ese big data permite también ver las conexiones, trazar las relaciones en tiempo real, mostrar cómo las redes, en cuanto asociaciones de humanos y no humanos, se forman y se deformam, aquí y allá. Eso puede ayudarnos a comprender las asociaciones, a conocer mejor lo social y sus cuestiones principales en ese y en otros dominios. En ese sentido, las nuevas tecnologías pueden ser herramientas importantes de visualización inédita de las asociaciones y ayudarnos a revelar los peligros y ventajas de las redes que constituyen las diversas áreas de la vida social. Creo que estamos en medio de este torbellino. Debemos crear condiciones para el empoderamiento ciudadano, como por ejemplo, garantizar que cada uno sea dueño de sus datos, que pueda borrarlos, controlar su movimento, convertirlos en privados o públicos. Talvez esa sea una de las dimensiones políticas más importantes y actuales.

El concepto de Smart City (y la mutación de Smarter City de IBM) ha sido criticado por ser bastante vertical, por controlar datos ciudadanos de una forma centralizada y por no abrir los datos. ¿Qué debería mejorar en la gestión de las llamadas ciudades inteligentes? 

Conocí de cerca la experiencia del mayor proyecto mundial al respecto que es el Centro de Operaciones Río (COR), ligado al Ayuntamiento de Rio de Janeiro. El sistema monitora los principais aspectos de la ciudad en tiempo real. Para los administradores y gestores municipales es mucho más importante tener esa visión global y tener datos en tiempo real para tomar decisiones que puedan hacer que la ciudad funcione (luz, agua, obras, tráfico, accidentes, escuelas, puestos de salud, ambulancias…). No creo que la intención, en ese caso, sea monitorar y controlar a los ciudadanos. El sistema está construido para ayudar a los administradores a mejorar el flujo de cosas, informaciones y de los diversos servicios de la ciudad. Es importante tener esa dimensión en mente. Las críticas son pertinentes ya que no podemos delegar la gestión de la ciudad a sistemas informacionales, no podemos simplemente confiar en su funcionalidad o garantizar que los datos no serán usados contra los ciudadanos, o que los datos secretos no serán utilizados para servir a los interesses políticos o de empresas. Ese sistema permite la producción de datos importantísimos para el control social y debe ser transparente en su dimensión digamos, material (datos disponibles para todos, ya que están generados por todos los que usan la ciudad) y política (qué proyecto está por detrás de esta gestión, cuáles son los intereses en juego…). Así, es fundamental que haya transparencia de los datos y de las políticas que están detrás de esos sistemas de Smarter Cities. De la misma forma que se vuelve todo visible y transparente, también tiene que ser visible y transparente para los ciudadanos. No se trata apenas de una gestión urbana, sino de una política de la información. Por ejemplo, en el caso de Rio, sería mucho más interesante se las personas pudiesen también acceder al sistema y tener conocimiento de los datos generados en esos sistemas. Esto no ocurre. Hay apenas informaciones vía Twitter – forma de diálogo con los ciudadanos – y tres boletines diarios oficiales.

¿Qué piensas de la placa/movimiento Arduino, del hardware libre, de los datos ciudadanos distribuidos y de herramientas abiertas de visualización como Pachube?

Suelo decir que así como Internet tomada de los militares por la vida social, necesitamos una “arduinización” de Internet de las cosas. Precisamos salir del M2M (machine to machine) de las grandes empresas e industrias y promover un uso social, una apropiación social de los objetos y dotarlos de capacidades infocomunicacionales de “abajo para arriba”. Sólo así produciremos sentido con los objetos y sobre los usos y los datos generados a partir de estos objetos.

(dos preguntas originales respondidas en una respuesta)

Hablando de medios e información. ¿Los medios de masa han entendido la información geolocalizada, el periodismo ciudadano en tiempo real, la nueva piel de información generada por el enjambre ciudadano?

Henry Jenkins hablaba de storytelling transmedia. Me gusta hablar en los últimos tiempos de la ciudad transmedia. ¿Es exagerado considerar la ciudad física como una nueva plataforma informativa?

La ciudad siempre fue un organismo artificial híbrido resultante de flujos informacionales y comunicacionales. Siempre. En ese sentido,  es desde siempre transmedia. Creo que debemos tener cuidado al adoptar esos términos. Puede ser interesante para ilustrar algunos aspectos, pero no pueden ser vistos como conceptos definitivos y esclarecedores. Hoy tenemos nuevos flujos comunicacionales, nuevas formas de circular, producir y consumir la información, y eso sobre sus más diversas modalidades. Pero las ciudades son ciudades cyborgs desde siempre, artefactos compuestos de flujos de cosas, personas, informaciones. Así como hoy. Lo que veo de nuevo es la posibilidad de resaltar procesos infocomunicacionales y politizar de forma global los destinos locales de los espacios urbanos.

¿Qué importancia tiene el movimento ‘open data’ en el funcionamiento de las ciudades? ¿Vamos a ver visualizaciones con realidad aumentada sobre datos concretos de edificios, barrios, calles y plazas? ¿Datos abiertos geolocalizados?

Creo que la realidad aumentada es interessante pero no debe ser una forma única de narrativa de lo urbano. No puede ser un instrumento que disminuya la complejidad de lo real al revelar toda la verdad sobre objetos, monumentos, plazas, etc. En muchos casos la realidad aumentada disminuye la complejidad de lo vivido. Hay experiencias interesantes de realidade aumentada (artísticas y políticas) y otras bien comerciales, como encontrar puntos comerciales, de metro o autobús, o informaciones turísticas. No creo que eso sea verdaderamente innovador. Es útil, pero necesitamos siempre de algo más que lo útil.

Conceptos como inteligencia colectiva (Pierre Lévy) o enjambre (Kevin Kelly) parecen tener más sentido en la nueva era de Internet móvil. El movimento 15M de España (Indignados) está desarrollando muchas herramientas de real time + inteligencia colectiva. La última, #Voces25S para visualizar en un mapa gracias a hashtags la situación de la policía en la ciudad…

Sí, como dije, son las potencias generadas por tres principios de la cultura digital y que permite la emergencia de voces, su circulación, lo compartido y, por consiguiente, la transformación social, económica, cultural, política.

(dos preguntas originales respondidas en una respuesta)

Por otro lado, las dinámicas del movimento del software libre y de código abierto están contagiando a las ciudades. Colaboración, co-creación, procesos bottom-up… están siendo usadas en procesos de construir ciudades…. ¿Qué otras dinámicas del mundo del software libre (o de las redes en general) están yendo hacia las ciudades físicas?

Los movimentos como el 15M – Occupy han creado nuevos paradigmas de ciudades. Algunos estamos hablando de ciudades P2P, ciudades open source, cidades copyleft…  ¿Cómo vamos a estudiar de aquí a unos años estos movimentos que mezclan ocupaciones de plazas con procesos de redes?

Debemos evitar esos términos, o usarlos apenas de forma bien caricaturesca, para ilustrar pero no para comprender los fenómenos. No creo que haya “ciudad open source”, “revolución 2.0”, “ciudad P2P” etc. Lo que hay es una relación híbrida entre agentes humanos y no humanos con las nuevas herramientas infocomunicacionales y en red. Y no es poco, y comprendo cuando añades esos términos a conceptos antiguos como “ciudad”, “revolución” etc. Pero necesitamos tener cuidado para cometer errores frequentes de purificación. Escribí recientemente un artículo cuestionando eso (Things (and People) are the Tools of the Revolution), sobre la primavera árabe. Unos decían que era una  revolución 2.0 y otros que no, que eso no era posible, pues era una “revolución de las personas”. Ambos estaban equivocados. No hay una cosa ni otra, sino siempre procesos híbridos. No fue una revolución de Facebook o de Twitter, no fue una revolución de personas: fue una revolución en que la asociación entre Twitter, Facebook, Youtube, y personas fueron fundamentales en ese momento. Esto puede que no pase en el futuro porque no hay esencia revolucionaria en esas redes sociales, así como no hay acción humana sin acoplamiento a los más diversos artefactos (piedras, panfletos, bombas, cuchillos, celulares, computadores, redes sociales…). Depende de nosotros, en cada momento, revelar las asociaciones. En este caso específico las redes sociales fueron agentes importantes en los acontecimientos políticos. Revoluciones, ciudades, siempre fueran movimientos y constituciones híbridas. Devemos reforzar el entendimiento de las características de los nuevos artefactos que difieren mucho de los anteriores por su potencia global infocomunicativa.

Hablando de Brasil, ¿como piensas que los brasileños, creativos y sociales, van a encarar esta nueva era de Internet móvil y de la sociedad conectada?

Pienso que la cultura brasileña, una cultura de la gambiarra (algo así como ‘buscarse la vida’, hacer todo de cualquier forma), de lo improvisado, del “jeitinho” (hace cosas por debajo), tiene todo para sacar provecho de la cultura digital. Pero tenemos que ir más allá del estereotipo del brasileño cordial, creativo, alegre y social. Necesitamos educación, política de la información, de igualdad social que garantice acceso para todos, que entiendan las potencialidades estratégicas para el país de esa era de la información digital en red y que, principalmente, no tenga una posición paternalista que intenta enseñar o adoctrinar a los menos privilegiados. Creo que será de la gambiarra y de la improvisación que nacerá, junto con políticas públicas de comunicación, educación y infraestructura (y de las respectivas inversiones consistentes), una cultura brasileña digital que pueda, en primer lugar, mejorar las condiciones de la vida de la población y, quien sabe, más adelante, impulsar de la cultura digital mundial, desarrollar contenido, softwares, hardwares, incluir y garantizar constitucionalmente la libertad y la autonomía de la red, como pretende el Marco Civil da Internet Brasileira. Tenemos que aprobar ese Marco lo más rapidamente posible. Es único en el mundo y un ejemplo a ser seguido. Nosotros, brasileños, somos hard users de las redes sociais, somos los que pasamos más tiempo conectados a Internet, producimos discusiones interesantes sobre la cultura proprietaria de los bienes simbólicos (copyright), desarrollamos experiencias interesantes con softwares de código abierto, creamos una cultura digital con pocos recursos en las periferias (música, vídeo, literatura…). Pero precisamos potenciar lo que tenemos de más interesante en la constitución del pueblo brasileño con políticas públicas inteligentes, antenadas con el espíritu de la época y que garanticen la libertad de información y el aceso de todos.

Para finalizar. Comenta un posible futuro utópico (hablando de tecnología) del mundo y un futuro distópico.

Ninguno de los dos existe. Sólo existe el presente, y tenemos que hacerlo ahora para que lo que venga de aquí en adelante sea siempre la batalla de visiones sobre lo mejor de los mundos contra el peor de los mundos posibles. Lo que interesa es que tengamos garantizada la libertad del debate y de la justicia en las elecciones resultantes de estos debates. Utopía y distopía son sólo nombres para decir aquello que queremos o no queremos. La discusión viene antes. La multivocalidad, la visibilidad de culturas diferentes, la comunicación global que la cultura digital aporta pueden ayudarnos a construir ese espacio global de conversación y resolver los problemas urgentes del planeta y de la convivencia en los espacios urbanos. Pero lo dejo por aquí porque creo que estoy siendo utópico.