Mario Villén: «Los clásicos como La Ilíada son la base sobre la que hemos construido nuestra cultura y sociedad»

El escritor Mario Villén

Todos conocemos a los Aquiles, Héctor y Helena, todos conocemos qué es La Ilíada (aunque todos no la hayan leído) y (con más o menos detalle) las líneas generales de la Guerra de Troya que sentó el relato Homérico. Pero en pleno siglo XXI (aunque ya autores como Mary Renault, Gisbert Haefs o Colleen McCullough ya lo hicieron muchos antes) hay una moda de sumarse al retelling de los grandes relatos del Mundo Clásico, a volver a contar las universales tramas de aquellos ciclos con estilos, claves, miradas y perspectivas más cercanas al lector de hoy. Ahí están Pat Barker con la brillante El silencio de las mujeres, Madeline Miller, con La canción de Aquiles o nuestra Irene Vallejo, con El silbido del arquero, entre otros que con mayor o menor exactitud podríamos englobar en esta corriente. El último en sumarse a esta fiesta literaria es el escritor granadino Mario Villén, conocido por novelas anteriores como Nazarí, con Ilión (Edhasa, 2022).

No es que Villén haya querido con esta novela reescribir La Ilíada, de Homero, sino que más bien ha tratado de narrar todos aquellos hechos de una manera historicista, rellenando huecos, ampliando horizontes y tramas y, sobre todo, adentrándose, actualizando y explicando al lector actual, determinados personajes. Dar, en definitiva, una versión personal a aquel mito reconocible y hacerlo nuevo, propio.

¿Recontar el mito de la guerra de Troya no tiene algo de herejía?

Reconozco que la idea me rondaba desde hacía años, pero que no acababa de lanzarme a escribir este libro precisamente por eso, porque consideraba que la Ilíada era algo sagrado que no se debía tocar. Sin embargo, con el tiempo comprendí que es lícito trabajarla y que, de hecho, desde su composición no ha parado el proceso de construcción y reconstrucción de ficciones en torno a ella. El mito nos ha acompañado a lo largo de nuestro camino como civilización en el Mediterráneo occidental, en torno a él nos hemos construido como pueblo. Roma quiso entroncar su pasado con ese mito a través de la Eneida. Es el ejemplo más evidente, pero hay muchos otros, cientos de obras que versionan o desarrollan el mito de la guerra de Troya. Ilión es mi humilde granito de arena a ese proceso.

En realidad, podríamos pensar que la Ilíada es una especie de ficción histórica, porque así la vivían quienes en la Antigüedad la transmitían y la escuchaban…

Sobre la historicidad de lo que nos cuentan la Ilíada y los otros textos de la épica arcaica, se puede decir que no hay una confirmación fehaciente, pero que tampoco hay evidencias claras que lo desmientan. Hasta el siglo XIX se pensaba que Troya era una invención, una ciudad que nunca había existido. Sin embargo, Schliemann encontró sus restos, y parte del mito se hizo realidad. Las investigaciones posteriores han dado lugar a que la historicidad gane terreno al mito. El estrato de la ciudad que se corresponde con la época de la supuesta guerra de Troya, en torno al siglo XII a.C., refleja un gran incendio y una devastación propios de una invasión. Se han encontrado cuerpos insepultos en las calles, lo cual es impensable en una ciudad activa. Esto demuestra que la ciudad sufrió un ataque violento y que fue abandonada durante mucho tiempo, lo cual encaja a la perfección con lo que el mito nos cuenta. Los propios textos de la épica arcaica son una fuente histórica, en la misma medida que las crónicas o romances medievales. Pueden contener exageraciones, incluso deformaciones, pero en el fondo son narraciones de hechos importantes que bien pudieron haber ocurrido en sus líneas generales. De esta manera los he considerado.

Ilión, además, va más allá de La Ilíada y expande sus horizontes cronológicos y argumentales…

Sí. La Ilíada termina de forma abrupta con los funerales de Héctor. Se cree que parte del poema pudo haberse perdido. Los autores de la época de Homero se esmeraron por completar ese vacío, componiendo los poemas del ciclo troyano, o ciclo épico, en los que se cuenta la historia anterior y posterior a lo que nos cuenta La Ilíada. En Ilión consideré necesario contar la historia completa, hasta el saqueo de Troya, tomando de esos poemas los elementos que mejor encajaban en la historia.

Al enfrentarse a esos personajes míticos, ¿uno trata de buscar su esencia o de hacer una relectura actual? ¿O ambas?

Tal vez ambas, pero con un porcentaje mayor de la primera. He intentado no leer ficciones relacionadas con La Ilíada para no dejarme influir por visiones ajenas. Hay que decir que, si lees La Ilíada, en seguida te das cuenta de que los personajes construidos en ficciones contemporáneas se alejan de la esencia original. El problema es que poca gente lee La Ilíada, y la imagen que se tiene de los personajes es la que se recibe de esas ficciones. Mi intención ha sido rescatar a cada personaje tal y como lo sugiere el texto original, siguiendo las impresiones que me transmitió su lectura. A partir de ahí, con un lenguaje actual y una trama más desarrollada en los aspectos personales, les he añadido matices. Para este trabajo fue fundamental una obra maravillosa de Caroline Alexander: La guerra que mató a Aquiles. En ella se hace un profundo estudio de los rasgos psicológicos de los personajes de la obra de Homero.

Con las protagonistas femeninas de esta historia también se nota un trabajo profundo, por lo menos a la hora de reinterpretar sus motivaciones y emociones, como por ejemplo con Helena…

Los personajes femeninos son muy importantes en esta historia y he intentado potenciarlos como merecen. De hecho, Ilión está dedicada a tres mujeres fuertes importantes en mi vida. La sociedad era patriarcal, pero la mujer libre (insisto en este aspecto: una esclava, como un esclavo, era considerada poco más que un objeto) tenía un importante papel social y era respetada. Es muy potente en este sentido la escena en la que Andrómaca le da un consejo de estrategia a Héctor, y éste, comandante supremo troyano, lo acepta y lo valida. Sobre Helena, siempre controvertida, la he construido en función de lo que nos dice sobre ella La Ilíada. Es una mujer que se siente lo suficientemente libre como para huir de su esposo con otro hombre, llevándose consigo todos los tesoros de su reino. En Troya es bien acogida y se respeta su decisión, pero acaba hastiada en su relación con el hombre del que se enamoró. Desprecia a Paris. Hay pasajes muy crudos en La Ilíada que reflejan ese desprecio, como el episodio de la vieja cardadora. Es fácil deducir que Helena podría serle infiel. Sobre estos pilares he construido al personaje, a mi Helena.

¿Hay que reivindicar más los textos clásicos en esta sociedad actual?

Por supuesto. Son la base sobre la que hemos construido nuestra cultura y nuestra sociedad. Son importantes como objeto de estudio, pero también como productos culturales que se pueden disfrutar. Cuando te acercas a ellos, descubres que están escritos con estilo, y que contienen dilemas éticos y sentimientos que nunca han pasado ni pasarán de moda.

Confiese, ¿le gustó la Troya de Brad Pitt? ¿cuál ha sido la adaptación cinematográfica sobre la guerra de Troya que más le ha convencido?

Voy a ser sincero. La primera vez que vi Troya la disfruté. En aquella época no había leído La Ilíada y no la vi emitiendo juicios. Simplemente vi una ficción con grandes medios que me hizo pasar un buen rato. Ahora bien, hace poco la intenté ver de nuevo y tuve que para a la mitad. El guion es inconsistente y absolutamente irrespetuoso con la historia original.

Como adaptación cinematográfica, creo que la serie de Netflix es la que más me ha gustado.

Y ¿el retelling literario, ahora que están tan de moda?

Como he comentado, he intentado no leer demasiado para no recibir influencias. Hace unos años leí La canción de Troya y me encantó. Una obra de calidad, de la inigualable Colleen McCollough. Tengo pendiente La canción de Aquiles.

Cuando escucha que se están limando textos de Dahl o Agatha Christie a las sensibilidades actuales, ¿no piensa que pronto llegarán a Homero? ¿Qué piensa de esto?

Todo esto me recuerda al Ministerio de la Verdad, de Orwell. Retocamos textos y la historia para adaptarla a nuestros intereses y a las sensibilidades actuales. Creo que es un gran error. Es cierto que los cuentos han sufrido esa evolución, ese retoque para adaptarlo a los niños de hoy. Era necesario, las versiones originales no eran aptas para menores de 18. Eran historias moralizantes, que advertían de peligros y generaban miedos con una función social en sociedades sin demasiada sensibilidad hacia los niños como las medievales. Sin embargo, cuando hablamos de literatura, ese proceso no sólo es innecesario, sino que además es peligroso. La literatura de diferentes épocas nos aporta información sobre otros tiempos que debemos conocer. Si suprimimos el racismo, el machismo o la esclavitud de los libros, corremos el peligro de pensar que nunca han existido, y podemos dejar de señalarlo como algo aberrante y negativo. Por no hablar del desprecio hacia las miles de personas que han luchado a lo largo de la historia para revertir esas situaciones injustas. Como ejemplo: si en novela histórica reflejamos a mujeres empoderadas y respetadas, con poder e igualadas a los hombres, podemos llegar a pensar que la lucha del feminismo ha sido innecesaria, puesto que la mujer no ha estado nunca oprimida. Ojo, otra cosa es destacar los casos excepcionales, que los hubo.

En definitiva, la literatura debe reflejar la realidad, ya sea histórica o actual, y suprimir ese contenido de realidad es altamente peligroso.

Después de haber convertido a Aquiles, Ulises y compañía en personajes propios, ¿hay algún reto literario que se le ponga por delante?

Los retos me motivan, son el motor de mi creatividad. Por supuesto que tengo un par de retos pendientes, pero, por el momento, no puedo dar detalles…

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