Vitoria-Gasteiz, en 1483, por Toti Martínez de Lezea

Plano de Vitoria-Gasteiz en el siglo XV (ilustración de ARITZ ALBAIZAR)

Toti Martínez de Lezea, escritora de gran éxito, es autora de más de viente novelas. Entre ellas, La calle de la judería, ambientada en la Vitoria del siglo XV.

Vitoria, Septiembre del Año de Gracia de 1483

Querida familia, os escribo desde la Villa de Vitoria, fundada en la puebla de Gasteiz por el rey Sancho el Sexto de Navarra como La Nova Victoria. Es una localidad bonita y acogedora, poblada por artesanos, comerciantes, campesinos y leñadores. No hay aquí grandes nobles, pero sí algunas familias muy ricas que poseen hermosas casonas y palacios, aunque solo algunas calles están empedradas, siendo el resto de tierra, que se embarra cuando llueve o nieva. Llevan los nombres de los oficios de sus vecinos: Herrería, Zapatería, Pellejería, Cuchillería y Pintorería. La última de estas seis principales se llama Nueva Adentro, pues fue la última en levantarse en el interior de la muralla, a la que también dicen “de la Judería” por ser el barrio de los judíos vitorianos. Todas disponen de una puerta de entrada que se cierra al anochecer para salvaguarda de sus moradores.

Por mi puesto como Secretario de Doña Isabel, me alojo en la tercera planta de la casa que llaman “del Cordón”, por el cordón franciscano que rodea sus portones. Es la más rica de la Villa, propiedad de los Sánchez de Bilbao, descendientes de judíos por la rama paterna. El padre de nuestro anfitrión es médico, si bien él ha preferido dedicarse al comercio de tejidos, que le proporciona buenas cantidades de maravedíes con los que ha podido transformar en un palacio digno de nuestra reina la antigua torre de los Gauna, su familia materna. Algo más adelante puede verse la torre de Maestu y otras varias casonas con sus escudos sobre los dinteles.

Con motivo de la presencia de nuestra Señora, todos los días se celebra misa en Santa María, una iglesia que se halla situada en lo más alto de la colina, no lejos de nuestro alojamiento. El celebrante es el cardenal de Mendoza, oriundo de estas tierras alavesas. Me han comentado que los ricos señores de la plaza desean que la iglesia sea consagrada como catedral, pues ansían tener su propio obispo y no verse obligados a viajar hasta Calahorra y, menos aún, a pagar el diezmo en aquella localidad. Me temo que tardarán en conseguirlo.

Ayer también asistimos a una justa entre nobles caballeros que tuvo lugar en la gran Plaza del Mercado, donde, además de torneos y venta de hortalizas y ganados, se celebran fiestas, bailes e incluso ejecuciones públicas. Contemplamos la demostración desde lo alto de la muralla, frente a la iglesia de San Miguel en cuyo interior o bajo el pórtico se celebran las reuniones del Concejo y los juicios. En un lateral, se encuentra la Alhondiga de vinos y, asimismo, una pequeña plazuela que llaman “del Machete” En el muro hay un texto labrado, juramento obligado de los procuradores que, de incumplirlo, serán ejecutados con el cuchillo allí colocado, aunque hasta la fecha no se sabe de ninguno que lo haya sido. Allí mismo se alza una hermosa casa-torre, cercana al fuerte de San Vicente, fortaleza defensiva de estos reinos.

Cuando mis obligaciones me lo permiten, suelo pasear por la animada plaza de la Bullería, también mercado de granos y una de las entradas a la Villa. He hecho amistad con el señor de Anda que tiene su torre al pie de la muralla y quien, a menudo, me invita a comer en El Portalón, la casa de postas, donde, entre otras exquisiteces, sirven caracoles en salsa, chuletones de buey y truchas con jamón, todo regado con un vino excelente.

Partimos dentro de unas jornadas, pero espero regresar pronto a la Villa de Vitoria. En dicha ocasión vosotros me acompañaréis, mi querida esposa e hijos. Deseo mostraros esta bonita y animada localidad, a la que apodan “La Almendra”, rodeada de murallas, iglesias y torres; donde las casas de los humildes se mezclan con las de los potentados, y el aire trae el aroma de los campos y bosques cercanos.

Vacaciones en la Historia: postales desde el pasado.

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