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«El padre de tus hijos»: para leerlo tres veces y no parar de disfrutar

Todo en este libro de cuentos es de un altísimo impacto emocional, al menos para mí, que conozco a los personajes y al protagonista narrador, Daniel Gascón, del que soy becario y amigo y cuyo libro anterior, «Fake news», con viñetas y chistes, es uno más de la familia del Hipster 1 y 2 y mía.

El padre de tus hijos alude a una cita de Pinker, algo antropológico: quien se hace cargo de los hijos de otro hombre es un fracasado, «el paradigma del perdedor», un concepto que planea sobre algunos cuentos y sobre el mundo en general.

Son 16 relatos ya publicados, y bien releídos pero… puestos en fila, juntos, con tapas comunes, cogen vida propia, ese misterio (vida propia ¿?), se crecen y se apoderan de sí mismos o se autoempoderan, forman un bloque motor compacto, indestructible. Como una novela o una(s) vida(s) en marcha. Las colaterales, a veces tan fuertes como la principal, esos hilos raros que se enredan. Los sempiternos demás.

El padre de tus hijos funciona cual novela pero sin las pegas de una novela. O sea, vuela ligero, a lomos del bionarrador veloz: cuando llegas ya se ha ido al cuento siguiente.

Que se complica como la vida misma/o.

Los cuentos van con el tiempo y por eso el arranque es simpático y juvenil, adolescente, infantil, feliz con ironía fina y el triple escrutinio irónico:

-autoexamen

-los demás

-el mundo

A veces todo en una frase. Apenas son ficción, son vidas colaterales, todas las vidas son colaterales.

Luego va pasando el tiempo, los erasmus, la vida real, siempre tan variada/aburrida. Avanza la autobiografía por la raya a veces difuminada de la ficción, corre el tiempo, pero queda tiempo. Eso es lo mejor del principio, es un libro inaugural, el depósito a tres cuartos, casi lleno… luego se van haciendo mayores, jóvenes, adultos, los cuentos y los personajes, el juego se vuelve serio, llegan los cónyuges, hijos, tanteos, tonteos, trabajos… alguien muy cercano muere, y marca el resto de la historia. Es un anticipo, la información aquella de Amis (a su vez ripeado)… la cosa se complica. La ausencia del finado ocupa más que la presencia, lo ocupa casi todo siempre… si se lo ha merecido, como es el caso.

Pero aparte de ese anticipo decisivo pero inverosímil (la muerte es abstracta hasta que la ves de cerca, eso dicen), los cuentos no llegan a ese tramo final, el autobiopic es espléndido también por eso, está aquí, en plana vidalife, cuando lo otro no existe o es abstracto.

 

«Sólo me faltaba gustarle a la chica que me gustara a mí».

Siempre con humor, o sea, penetración e inteligencia, visión amplia y micro en la misma frase, inapreciable a simple vista, directo al fondo de la in-consciencia. Escenas cómicas sin pretenderlo (o sí), escenas del natural, escenas reales con personas de verdad que, si las conoces, las ves en el acto. Si no, también y aun mejor.

En medio, la vida, lo que pasa, los trabajos, la industria cultural, el mundo clavado en una frase, son cuentos hiperrealistas (en cuanto a los demás), documentadísimos, comprimidos, rigurosos, dan el mundo en su fórmula cabal. El vecino que amenaza con matar al perro que ladra en la casa ailada de vacaciones, esa preocupación, la excursionista francesa desaparecida en el Pirineo que reaparece a las dos semanas cuando su familia ya se ha ido, lo que puede estar pasando entre los que cubren esa primicia…

Las terceras personas son fundamentales, siempre hay alguien más rondando. Y si no, se inventa (hay un cuento de eso).

«Y me sentía tacaña emocionalmente, quizá la peor forma de ser tacaña».

«El tiempo, parecían saberlo, estaba para eso No había otro sitio donde estar. En cambio, daba igual lo que él estuviera haciendo: la vida siempre estaba en otra parte.»

O el simple título de algunos cuentos:

«A veces en la piscina pienso en la muerte de mi marido».

A la vida enjueguecida infantil y juvenil le llega el ciclo adulto, no enterarse de nada, hijos, divorcios, cónyuges, trabajos, pisos que reparar, comunidades de vecinos, terceras personas… ¡sesgos vitalicios!

En fin, para leerlo tres veces y no parar de disfrutar en la cuarta.

 

 

Kundera en el postmundo

Ha muerto Kundera que tanta vida ha traído al mundo. Vida civil, democrática, respeto por los demás y literatura, reflexión sobre la importancia de la novela. Daniel Gascón recogió algunas frases de Milan Kundera en 2020 cuando le dieron el Premio Kafka.

Por lo demás siguen las guerras, la más próxima la invasión de Ucrania y su contrataque. La rutina. La OTAN y sus cosas, Turquía. Putin, que se sepa, aguanta.

Sigue el debate aquel y sigue el long tail de la boda. Apenas el Tour.

El verano se ha muerto antes de empezar. La última jugada de SXX ha sido abolir el verano con su anticipo, un periodo que él decretó para hablar de él, de sus cosas, de cómo le va y cómo se siente, etc. De momento ha conseguido eso, abolir el verano banal, con sus calores climáticos y sus nadas rituales.

Kundera explicó y tal vez revitalizó la novela, un género en quiebra, un mundo posible en medio del postmundo IA, que ya no reconoce el ser humano, ni aunque sea cliente. La IA opera con abstracciones que se extraen a fuerza bruta de cada pelo analizado y escaneado, y ya no es fácil ni difícil que las ideas de Kundera, tan necesarias, funcionen en ese posmundo posthumano.

Quedan piscinas, quizá no quede agua.

 

 

‘Chéljelon’, de Marcelo Donadello, cuentos que al vibrar levantan una novela

Un gaucho sigue a una virgen de plástico que vuela colgada de un manojo de globos. Este relato, que ha ganado el premio Ignacio Aldecoa, forma parte del libro titulado Chéljelon, de Marcelo Donadello.

Chéljelon quiere decir «mariposa» en lengua tehuelche, propia de los nativos de la Patagonia argentina. Esa mariposa puntea la forma de la constelación de Orión y el título representa bien a toda la novela (los cuentos forman una novela), que trasciende el realismo y apela a ratos a lo desconocido, lo misterioso y lo que antes pudo ser magia y hoy es física.

El cuento La virgen de tergopol remite al poliextireno expandido, que es el material con que ha sido fabricada la virgen que vuela sobre la pampa hasta que los globos agotan el helio.

Borges está por todo como una sombra remota, aunque eso pasa en el mundo en general: uno de los méritos de este libro podría ser diluir o amerar esa presencia.

Los cuentos llevan una indicación de fecha y lugar y el paso de las hojas favorece una especie de jueguito fácil que consiste en empalmarlos, relacionar los personajes, los tiempos, las historias.

El cuento o capítulo que abre y casi cierra el libro –primorosamente editado por Fulgencio Pimentel– es inolvidable, fulgurante en su normalidad. Ese cuento, que son dos, me recuerda a El cielo sobre Berlín (Wim Wenders, 1987), y a cierto anuncio de electrodomésticos Balay. Ese cuento, que son dos, bastaría para darle un lugar a su autor y a sus personajes en el Olimpo literario si aun existiera. Sale un Dios inútil empuñando un saxo, una pistola. Vida misma.

La prosa es cuchillera, magnífica, radial. Lírica secante irreversible.

En Chéljelon cada frase mueve el mundo.

Tres amigos, sus mujeres, en el fin del mundo de cada día.

Leer un adelanto.

Me recuerda a ratos al libro de Octavio, El imperio de las luces, también novela de cuentos con entrelazamiento cuántico.

«Puro glamour» de Aloma Rodríguez es puro glamour

Aloma Rodríguez se sale del mapa con Puro glamour, corriente de conciencia divertidísima, la vida, su vida, en medio de las otras vidas, hijos, padres, tíos, familia, amigos, amigas, trabajo… ¡mundo!

Escritura.

Fragmentos que son cuentos empalmables, funcionan sueltos y juntos, sin título, separados por tres asteriscos, que son signos de separación pero también dudas y notas y declaración de intenciones.

Título: ***

Fragmentos sin título, separados por tres astericos y un return ***, maravilla continua, código vitalista, flujo de conciencia superintenso ligero: agenda, prisas, agobios, HUMOR en cada coma, trabajo, límites propios y reírse de ellos. Ironía al cubo, fina y cáustica (como ha escrito Octavio Gómez Milián), todo mezclado, en orden ascendente.

Ni un párrafo malo, ni una línea de relleno. Todo mola. Cero verborrea. Ideal para ejemplo y modelo en talleres de escritura.

Cada adjetivo es una valoración del mundo, de la autora, del entorno, de la vida.

Misceláneo, veloz, amable furia. Por todo, de fondo, el ímpetu insaciable de Félix Romeo por la escritura, la vida, la alegría.

«Y resuena en mi cabeza un comentario que me hizo Sergio Algora sobre un cuento mío que leyó en 2007: ‘El gag eres tú?». (P 72).

Si entras a leer frases con cuidado, ya no sales:

«nos avisa de que llegamos tarde. Siempre y a lo que sea.» (P 13).

Siempre y a lo que sea.

Hay títulos por todas partes. En donde menos lo esperas, ZAS, un título (o sea, un poema completo). Se puede leer al derecho, al revés, y de lado. Pruebe a empezar por detrás.

Escritura torrencial depuradísima, ¿cómo lo hace, cuándo? ¿de dónde saca el tiempo? Qué envidia, que poderío. Ese llegamos tarde, siempre y a lo que sea. Podría decir Aloma:

Escribir, siempre y a lo que sea.

«Había ido a Madrid a trabajar, cuando explicaba qué tenía que hacer nadie lo entendía muy bien: a grabar un curso, a dar un curso, a hacer un anuncio. Daba igual. En realidad había ido a dormir: (…)».

«De vuelta al hotel llovía y mi amiga y yo caminábamos con las cabezas pegadas debajo de su paraguas. Yo pensaba: espero no tener piojos.»

Me estaría todo el día copiando frases de Aloma Rodríguez.

Cada frase es un juicio a sí misma y al mundo, un chequeo permanente comprimido con humor, o sea, repregunta, cuestionamiento de lo que acaba de decir, burbujeando entre las cosas y las urgencias y las personas.

El glamour de la inteligencia sostenida, surfeando las cosas, escribiendo. Parece que ni siquiera ha tenido que corregir o revisar. Parece flujo directo de conciencia. Qué bueno.

Y eso justifica el título.

 

 

Leer las primeras páginas de Puro glamour.

El libro «El imperio de las luces», de Octavio Gómez Milián, te exige todo y te da más

El imperio de las luces, de Octavio Gómez Milián, es un libro demasiado importante así que esto es una aproximación. Ha ganado el 32 Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal de 2022 que convoca la Diputación Provincial de Zaragoza; consta de 23 cuentos en 157 páginas y se subtitula Historias de un apeadero, lo que me lleva, sin leerlo, a Onetti y a Faulkner, y después de leerlo, también, o más. (Me nombra en los Agradecimientos y en otras partes: muchas gracias).

Octavio –en su blog de esta casa, Hotel Margot, su autobio— es especial, atesora cultura viviente en todos los formatos, es un erudito pop, fanzinero, insaciable, mitómano, romántico, zaragozano, de Ateca y, con su mujer, padre y madre de Román.

El libro es insondable, denso, lleno de referencias con tope sentimiento, sentido, cultura transida de evocaciones y sucesos y personas, algunas son reales, otras fantásticas, otras fantasmas, zombis indetectables.

Es un libro para leerlo siempre, sin prisa, un libro de cabecera en el que los cuentos son unos y trinos y están conectados por tubos ya digo insondables y el autor entra y sale de ellos con naturalidad y a veces coincide consigo mismo y uno seduce a la chica y el otro se queda solo. Es increible, cotidiano, incontrolable.

Por eso es para tenerlo siempre a mano y pluma (o boli): Octavio ha hecho un libro que merezca estar, por supuesto, en su colección, pero también en la de los que con diez libros ya se agobian.

«Usaremos una antena analógica para evitar ser detectados por la realidad».

Voy por la segunda vuelta y aun me falta todo por descifrar, el libro es un enigma que exige atención extrema y si se la entregas te va dando premios, cromos de ciclistas, boxeadores, escritores, antipreceptiva, conceptos ensamblados que son fórmulas matemáticas traducidas a texto plano.

El profesor de matemáticas, padre, marido, sobrino, explorador, fanzinista, llega a todas partes, a sí mismo, a los clones levemente desincronizados de cada cual, de cada día. Sale Félix Romeo en el viaje con Ismael Grasa a Soria buscando a Peter Handke y sus Ensayos del jukebox, sale todo el mundo en todos los formatos, la mitología USA y las glorias locales encarnadas en lo más alto del panteón.

Sale un anillo delgado que abre y cierra el mundo, sale la guerra civil como un cuento perdido de Herrumbrosas lanzas y Faulkner. Sale un anillo –otra vez– que atraviesa los cuentos, una casa con la ventana rota que va y viene y la quieres olvidar pero no se deja.

«Como es una fábula, es el narrador quien la controla y es él quien sostiene la historia, aunque esta historia esté desmoronándose conforme avanzan las palabras, las líneas y las reglas, las normas de las historias se están difuminando (…)».

Salen los ángeles de El cielo sobre Berlín y Win Wenders. Almas en pena. «Siempre hay luz en el apeadero de Purroy».

Los consejos de Félix, el propio Félix más vivo que cuando lo estaba, sus frases literales, su forma de exprimir la vida, las vidas, la intensidad, su piso de Las Fuentes que amenaza con hundirse por el peso de los libros.

La fábrica de Huesitos de Ateca, el equipo ciclista. Los ciclistas que atraviesan los relatos, las vidas, Ocaña, Merkx, Perico Fernández.

Desdoblamientos y clonaciones. Varios Octavios que se suceden y a veces coinciden en el mismo piso, en los mismos tiempos, pero cada cual con sus vidas a su vez múltiples, esto es genial.

Y lo mejor:

«Esto esta pasando, es verdad».

El imperio de las luces es para tenerlo siempre a mano, como la Tabla Periódica o las de la Ley, los elementos de Euclides o los Principia de Newton, porque siempre que les das atención –tarea titánica– te la devuelven multiplicada, te hacen un hueco enorme y tu doble empieza a funcionar por los cuentos como un personaje o un objeto más.

Luis Algorri entrevista al autor. El libro se presenta el jueves 16 de marzo en la DPZ, Zaragoza.

Entrevista de Antón Castro en Heraldo de Aragón.

Zizek libro

Zizek es un semicrack porque intenta contar chistes malos, que son mucho más difíciles que los buenos (los buenos hace años que desaparecieron, sería un buen tema saber por qué o a dónde fueron: el objeto o género «chiste» voló. Pero queda el submeme impagable «chiste malo», que es mucho mejor que el bueno porque el bueno se extinguió, etc).

Zizek ha sacado libro —Hegel y el cerebro conectado— y bombea entrevistas, aquí una en Clarín, que es top dejá vu puesto que… al final ves que ya la habías leído/olvidado pues ya salió hace días en La Vanguardia, lo que no deja de ser un chiste malo zizekiano, un matrix reloaded que encaja con sus delirios. Entre Zizek y Houellebecq su majestad escoja.

Aquí hay un resumen del pensamiento de Zizek en diez puntos.

Zizek siempre trae algo del mundo, se mete, rebusca, incluso piensa, si es posible. Lacan de uñans. Chiste peor que malo. El que mejores chistes malos hacía era Eloy, fallecido hace pocos días (y no asumido), Eloy Fernández Clemente: como Zizek, gran lector de cultura popular y de todas las artes, Eloy, san Eluá.

Ay.

Expulsado del concurso de chistes malos por presentar uno demasiado malo.

Los chistes –también los buenos, cuando los hubo (o quizá nunca los hubo)–, combaten o al menos hacen llevaderas las dictaduras, los poderes omnípotens, las plenipotencias.

Si no es Zizek que alguien tenga y ponga una idea, alguna espiral, aire, energía barata sencilla… (ayer leí lo del hidrógeno, madre mía que lío), a ver.

La ciencia lúgubre.

A lo mejor el gob podría aprender algo del anuncio de fuga de Ferrovial. Aprender algo o sacar algo: los mismos votos que entran por un lado salen por otro.

Zizek y los chips de Elon Musk insertados en el brain: nos quieren chupar la poca info que nos queda. ¿Queda algo que no sepan?

Las gallinas ponen motes a sus cuidadores (De una entrevista de hace unos meses).

He traído el guión largo, la raya: – )

A ver si dura.

–– – –

 

El libro que puede abrir un debate: «España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia»

España ha primado la construcción destructiva, el adefesio y el beneficio rápido sobre la conservación del patrimonio, el paisaje y la cultura. Estoy leyendo un clásico recién salido que explica este desastre muy bien: lo ha escrito Andrés Rubio y el título es autodefinitivo: España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia.

Genoveva Crespo ha escrito una reseña perfecta de este libro supernecesario que, si hay suerte, puede abrir un debate que nunca se ha producido y eso ya indica que nos da igual, que sufrimos eeste estado de fealdad con resignación unánime. El ejemplo de Francia es sonrojante, bastaría con copiarlo para empezar a cambiar.

Es un ensayo periodístico, con testimonios, ejemplos y entrevistas. Cansa ser así durante tantos siglos.

 

Por lo demás estamos en un mix de guerramundi y hedonía desaforada, más ansiosa cuanto más amenazas y aviso del otoño jevi y el invierno letal. Los felices veinte condensados en el verano king size del amor-trap y el tuneo full time (autotune). Para que no nos quiten lo casi-no-bailado. Festivales fiestas viajes expectativas y apurar este milisegundo.

Molan las news sobre la aceleración del giro de la tierra, inapreciable (no te despeinas) al humano, excepto que sea muy altamente sensible, y por tanto conceptual: solo de saber que el planeta gira más rápido ya se autoexplica lo que nos pasa, la aceleración tampoco era por lo digital, ni por el neocap ni por el neolib, no era por nada nuestro, es algo que nos desborda, como las meras vidas, y por eso mola.

En México han detenido a militares, policías y hasta al que era fiscal general cuando «desaparecieron» los 43 normalistas estudiantes de Iguala. En su día, estos 43 garabatos como homenaje (pdf en dropbox) y antiolvido de este crimen.

 

Arremangarse

Como si no existiera el mundo. Hay ratos que mejor pasarlos en soledad, como si no existiera el mundo. Ni una misma/o.

Ratos que hay que cesar de una misma, anacoretamente en silencio/ruido. La película de Paolo Sorrentino La gran belleza, casualmente, ayuda a este abandonismo. O lo propicia.

Dejar descansar la lista de las cosas y las almas (las almas y las cosas), las cuentas y los entes, dejar todo en paz, dejarse el cerebro auxiliar (el del cráneo) en la mesilla de noche, de tarde, de tarde en tarde.

Las cuentas y los entes.

Y descansar del fragor de los mundos. Ahora ya sabemos que hay demasiados y que nunca podremos atender a todos, como el camarero que no llega a las mesas del fondo mientras se arruina la sareb y los clientes llaman en vano y las mesas están cada vez más lejos –Aquiles y la tortuga– en una pesadilla infinita.

A veces hay que dejarlo estar todo, al menos durante die minutos/años, y que se regenere la tundra mientras tanto.

El libro de Thomas Halliday Otros mundos, viaje por los ecosistemas extintos de la tierra (Debate), es muy interesante, te lleva a veinte mil años atrás, a cuatro millones de años… y describe lo que pasa, muy bien escrito/traducido/leído, y cada párrafo apuntalado con notas al final.

Otros mundos te saca de este momentum y te muestra el tamaño del oso de cara corta, el fondo de la estepa y cómo estaban las cosas en diversas eras… Dersu Uzala la goza con este libro.

Encabeza un capítulo con esta cita del periodista científico Diego Arguedas Ortiz (twitter.com/arguedasortiz):

«Solo hay un modo de recuperar la esperanza y consiste en arremangarse».

Al regresar al mundanal y sus átomos vibrantes, lo primero es arremangarse.

 

 

Terror inesperado en «Siempre quiero ser lo que no soy» de Aloma Rodríguez

El último libro de cuentos de Aloma Rodríguez se titula Siempre quiero ser lo que no soy  (Milenio) y el título es exacto como la ecuación de Einstein o el teorema de Pitágoras. Va todo bien dentro de lo cotidiano pero siempre falla algo. Algo normal, algo de la mera vida. Los recuerdos, las relaciones, el absurdo viviente humano.

La prota y sus hijos pequeños, uno, dos y tres… va todo bien pero la prota, a veces narradora a veces en tercera persona, siempre detecta algo a veces indefinible que crea un malestar superficial profundísimo que al final lo impregna todo y lo invalida dentro de un desorden normalizado de los días en el primer mundo.

Se encuentra a una amiga de hace años, a un amigo de su hermano, novios, flirts, ilusiones, historias que pudieron ser o no ser, humanos intermitentes como todo… ¡la realidad es intermitente a ratos..! y siempre salta la alarma de no estar donde quieres estar, o donde deberías, o una mezcla de las cinco cosas… brrr.

Hay cuentos de infancia y adolescencia brutales dentro de la normalidad. Lo brutal no se sabe qué es ni de donde viene (aparte del salvajismo natural rural), una insatisfacción cosmológica, quizá la mera sensibilidad para captar que todo está un poco a punto de la gran aniquilación y al mismo tiempo puede tardar un millón de años y todo está bien. La vida levemente desubicada.

La prota abomina del mundo rural del pueblo, de los pueblos de sus infancias, esto es muy original en la época bucolística de adoración de aldea. Esto es muy bueno y se agradece mucho, igual que el malestar incipiente… que va creciendo tan despacio que ni se nota… ayayay.

El colofón a este estado de angustia extrañamiento-alien ocurre en un congreso de escritores en un hotel en una isla (CUIDADO TODO ES SPOILER, pero no es La isla del doctor Moreau): la narradora escritora acude con su niña de pecho y todo va bien desde el primer momento todo está mal por milímetros, nada ni nadie está en su sitio, todo levísimamente al filo del error 404… Y esta ajenidad difusa se agrava al sentirse en un ámbito en principio ideal, idílico (aunque hay pinos) y confortable… es un poco lluvia fina microkafkiana que al final crea una angustia que es ya puro TERROR. Magníficas piezas de terror indefinible, que es el que más miedo da… y no te abandona pasadas las semanas.

Entonces, cuando acaba el congreso te das cuenta de que los cuentos anteriores ya no son tan beatíficos preangustiosos como parecían sino que iban in crescendo imperceptible inapreciabilísimo y el mal rollo se iba apoderando hasta que te das cuenta de que has caído en la trampa esperancista pero no puedes salir. Es un Kafka-Tomeo (al que cita en el trembundo cuanto del congreso) que no se nota hasta que te la clava (la estaca, daga… lo que sea).

Hay muchas cosas/personas más pero mejor no contarlo todo. Hay vidas hiperreales de personas que ya han salido en otros cuentos y/o que quieren salir en los siguientes y algunas se quejan de cómo salieron reflejadas y una reconoce que cuando la autora le dio el original para que diera el ok le dijo que ok pero ¡no lo leyó! Sublime terrible. Magníficos cuentos inolvidables.

 

Aquí está la prodigiosa peli Montecarlo, de Lubitsch! 1930. Qué grande. VOSE!

Gráficos de un vistazo 1960-2020 China primera potencia comercial etc… y la decadencia de Europa.

 

 

Guerras comerciales en la muerte del poeta Ángel Guinda

Como todo, la guerra es cosa de empresas. Hay que abrir mercados, agitar el marketing de contenidos, buum.

En estas horas ucranianas ha muerto el poeta Ángel Guinda, larga luz a sus poemas que son sus vidas.

La peli No mires arriba muestra esta empresización del Estado, que siempre ha existido pero ahora llega al espacio. La guerra es necesaria sobre todo si fabricas o vendes armas. A veces, casi siempre, es suficiente con mencionarla, acercarse al abismo, para venderlo todo.

Si tienes una generación nueva de misiles hipersónicos hay que probarlos antes de ofrecerlos en el catálogo.

Si los clientes no se animan entonces hay que forzar un poco las fronteras, el agitprop, pegar un petardazo inerte, o que muera alguien, como el archiduque aquel de la Primera.

Las armas de Europa son Grecia, Roma, la Ilustración y el Cristianismo, ahora muy mal visto por la conducta de su propia Iglesia. Las armas prácticas de Europa son la Unión, su moneda, el espacio Schengen y el estado del bienestar, que ella misma va desmantelando poco a poco a toda velocidad.

Las empresas, en Europa, no pintan nada. Y esa es su ventaja y su fail.

La gran arma hipersónica y la energía de Europa, incluyendo a todas las Rusias, es la poesía.

Mientras se editan los catálogos de nuevas armas

Ha muerto el querido poeta Ángel Guinda, alegría plena de vivir y escribir.

Semblanza por Antón Castro:, que cita estas palabras del poeta: “el mundo de la poesía es una cosmovisión, un ámbito sagrado, mágico”.

También incluye un poema, que contiene estos versos:

Fue feliz desterrado

de la realidad.

 

No descarta

ser feliz bajo tierra

mientras sigue la vida.