Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

Arremangarse

Como si no existiera el mundo. Hay ratos que mejor pasarlos en soledad, como si no existiera el mundo. Ni una misma/o.

Ratos que hay que cesar de una misma, anacoretamente en silencio/ruido. La película de Paolo Sorrentino La gran belleza, casualmente, ayuda a este abandonismo. O lo propicia.

Dejar descansar la lista de las cosas y las almas (las almas y las cosas), las cuentas y los entes, dejar todo en paz, dejarse el cerebro auxiliar (el del cráneo) en la mesilla de noche, de tarde, de tarde en tarde.

Las cuentas y los entes.

Y descansar del fragor de los mundos. Ahora ya sabemos que hay demasiados y que nunca podremos atender a todos, como el camarero que no llega a las mesas del fondo mientras se arruina la sareb y los clientes llaman en vano y las mesas están cada vez más lejos –Aquiles y la tortuga– en una pesadilla infinita.

A veces hay que dejarlo estar todo, al menos durante die minutos/años, y que se regenere la tundra mientras tanto.

El libro de Thomas Halliday Otros mundos, viaje por los ecosistemas extintos de la tierra (Debate), es muy interesante, te lleva a veinte mil años atrás, a cuatro millones de años… y describe lo que pasa, muy bien escrito/traducido/leído, y cada párrafo apuntalado con notas al final.

Otros mundos te saca de este momentum y te muestra el tamaño del oso de cara corta, el fondo de la estepa y cómo estaban las cosas en diversas eras… Dersu Uzala la goza con este libro.

Encabeza un capítulo con esta cita del periodista científico Diego Arguedas Ortiz (twitter.com/arguedasortiz):

«Solo hay un modo de recuperar la esperanza y consiste en arremangarse».

Al regresar al mundanal y sus átomos vibrantes, lo primero es arremangarse.

 

 

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