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El big data del alma

Terror inesperado en «Siempre quiero ser lo que no soy» de Aloma Rodríguez

El último libro de cuentos de Aloma Rodríguez se titula Siempre quiero ser lo que no soy  (Milenio) y el título es exacto como la ecuación de Einstein o el teorema de Pitágoras. Va todo bien dentro de lo cotidiano pero siempre falla algo. Algo normal, algo de la mera vida. Los recuerdos, las relaciones, el absurdo viviente humano.

La prota y sus hijos pequeños, uno, dos y tres… va todo bien pero la prota, a veces narradora a veces en tercera persona, siempre detecta algo a veces indefinible que crea un malestar superficial profundísimo que al final lo impregna todo y lo invalida dentro de un desorden normalizado de los días en el primer mundo.

Se encuentra a una amiga de hace años, a un amigo de su hermano, novios, flirts, ilusiones, historias que pudieron ser o no ser, humanos intermitentes como todo… ¡la realidad es intermitente a ratos..! y siempre salta la alarma de no estar donde quieres estar, o donde deberías, o una mezcla de las cinco cosas… brrr.

Hay cuentos de infancia y adolescencia brutales dentro de la normalidad. Lo brutal no se sabe qué es ni de donde viene (aparte del salvajismo natural rural), una insatisfacción cosmológica, quizá la mera sensibilidad para captar que todo está un poco a punto de la gran aniquilación y al mismo tiempo puede tardar un millón de años y todo está bien. La vida levemente desubicada.

La prota abomina del mundo rural del pueblo, de los pueblos de sus infancias, esto es muy original en la época bucolística de adoración de aldea. Esto es muy bueno y se agradece mucho, igual que el malestar incipiente… que va creciendo tan despacio que ni se nota… ayayay.

El colofón a este estado de angustia extrañamiento-alien ocurre en un congreso de escritores en un hotel en una isla (CUIDADO TODO ES SPOILER, pero no es La isla del doctor Moreau): la narradora escritora acude con su niña de pecho y todo va bien desde el primer momento todo está mal por milímetros, nada ni nadie está en su sitio, todo levísimamente al filo del error 404… Y esta ajenidad difusa se agrava al sentirse en un ámbito en principio ideal, idílico (aunque hay pinos) y confortable… es un poco lluvia fina microkafkiana que al final crea una angustia que es ya puro TERROR. Magníficas piezas de terror indefinible, que es el que más miedo da… y no te abandona pasadas las semanas.

Entonces, cuando acaba el congreso te das cuenta de que los cuentos anteriores ya no son tan beatíficos preangustiosos como parecían sino que iban in crescendo imperceptible inapreciabilísimo y el mal rollo se iba apoderando hasta que te das cuenta de que has caído en la trampa esperancista pero no puedes salir. Es un Kafka-Tomeo (al que cita en el trembundo cuanto del congreso) que no se nota hasta que te la clava (la estaca, daga… lo que sea).

Hay muchas cosas/personas más pero mejor no contarlo todo. Hay vidas hiperreales de personas que ya han salido en otros cuentos y/o que quieren salir en los siguientes y algunas se quejan de cómo salieron reflejadas y una reconoce que cuando la autora le dio el original para que diera el ok le dijo que ok pero ¡no lo leyó! Sublime terrible. Magníficos cuentos inolvidables.

 

Aquí está la prodigiosa peli Montecarlo, de Lubitsch! 1930. Qué grande. VOSE!

Gráficos de un vistazo 1960-2020 China primera potencia comercial etc… y la decadencia de Europa.

 

 

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