El martes día 17 de enero anula ya el año anterior, año emocional/fiscal. Lo emocional es fiscal y viceversa, como se ve en Shakira & Bizarrak e influencers.
El solemne sellado del año anterior es una ceremonia íntima inconsciente que, misteriosamente, se sincroniza en cada hemisferio.
Siempre hay un día de enero en que se cancela el año anterior y pasa al improbable archivo.
Archivo insondable.
Cada Cual y el Estado en general (es lo mismo*) decreta sin pensarlo mucho o nada qué asuntos quedan clasificados, o sea, son declarados secretos. Secretos Oficiales Personales de Estado.
O simplemente se olvidan. (Vid Cabeza borradora, Jim Jarmush)
Trump & Biden se llevaron papeles oficiales a sus casas, garajes, oficinas. Esto no viene a cuento pero resuena.
El caso es que en occidente el año 22 ha desaparecido o está desapareciendo del incipiente 2023, de su Conciencia Colectiva Individual Estatal, aun sin emoticono.
Es época ambigua, por eso. La erradicación de la filosofía de los planes de estudio no va acompañada de una asignatura práctica, por ejemplo fontanería, arreglos caseros, equitación o esgrima.
El año anterior, ya apilado en la cadena de bloques, es inalterable al filo del martes 17 o 18, según creencias (para el terraplanismo no existen los días, ni –en rigor–, la tercera dimensión: sin duda es un alivio).
El año archivado y cerrado ya no se puede retocar o modificar, equivale al blockchain si está bien hecho, sellado.
El año sellado es un concepto posmoderno, o sea, antiquísimo, mágico, del animismo imperante y del bamboleo cuántico, que a veces coinciden o se rozarían si pudieran.
El animismo mágico estándar sintoniza con la electricidad, el hidrógeno o el viento, el emblemático fluir, mientras que el petróleo, más material, más denso, corresponde al fragor de maquinorrios, el bombear de pistones y el poder duro. El blockchain, por la palabra que lo define, pertenece al poder duro antiguo, aunque su nacimiento es reciente: el blockchain que triunfe deberá ser ligero, de bajísimo consumo (por eso llamaron a uno de sus derivados Ethereum, precisamento porque no lo es).
Notas sueltas sobre el sellado del año santo del 22, del que ya nadie se acuerda.
El año se cancela cuando ya no se puede decir impunemente Feliz Año Nuevo.
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Es propio de estos días hablar dos o tres personas a la vez. El Índice Mundial de Solapamiento de Conversaciones registra un aumento del barullo. Continuará.
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* Asterisco vacío.