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Los instrumentos musicales más extravagantes

Algunos extravagantes, otros desfasados e incluso uno de ellos inhumano. Estos artilugios escapan de las formaciones tradicionales, tienen apariencias y sonidos extraños. El Cotilleando a… de esta semana reúne cinco instrumentos musicales muy diferentes, diseminados en el tiempo, que no atienden a clasificaciones.

Douglas Yeo, uno de los mejores intérpretes de serpentón

Douglas Yeo, uno de los mejores intérpretes de serpentón

1. El serpentón. Parece ser que lo inventó Edmé Guillaume, un canónigo francés en 1590, cuando apenas había instrumentos de viento que funcionaran como bajos. Los coros tenían poca presencia en las notas más graves y en el entorno de la Iglesia no estaba bien visto introducir instrumentos de ambientes seculares. El clérigo tomó parte en la construcción del serpentón o bien lo encargó a un artesano al que describió las características que debía tener el nuevo sonido. Comenzó acompañando a las voces masculinas de las coros religiosos y después se introdujo en la música militar. Se convirtió también en el sustituto ideal del órgano para las pequeñas parroquias rurales que no tenían uno y aunque encontró su lugar en las orquestas del siglo XIX, pronto fue reemplazado por versiones más cómodas de tocar y de matices más sofisticados, como el figle o la tuba. Tras mucho tiempo en el olvido, en el siglo XX fue recuperado por Christopher Monk (1921-1991), un entusiasta de los instrumentos extintos que comenzó a hacer reproducciones de serpentones y cornetas. Se convirtió en un gran intérprete y en un estudioso en la materia. El jazz y las bandas sonoras siguen teniendo hueco para la gran tuba sinuosa, de profundo sonido de madera y aspecto prehistórico.

El arpa láser

El arpa láser

2. El arpa láser. Con una apabullante aura ochentera, sus rayos pueden ser de colores y alargarse varios metros, creando el efecto de ciencia ficción que acompaña a la perfección al sonido que produce. Aunque el término fue acuñado por Geoffrey Rose a mediados de los años setenta, fue el compositor francés de música electrónica Bernard Szajner quien la patentó en 1981. También pintor y amante de la luz, Szajner vio en el invento el vehículo ideal para unir música y espectáculo. El arpa retro-futurista tiene ,en lugar de cuerdas, rayos láser que producen notas cuando se bloquean con la mano cada una de sus ondas. Un sintetizador o un ordenador conectados al instrumento reproducen el sonido. El contacto con la piel y los ojos no es recomendable y los intérpretes suelen llevar gafas y guantes protectores. Hay cierta controversia en cuanto a la veracidad del invento: Jean Michel Jarre -compositor de bandas sonoras épicas- lo ha utilizado en muchos de sus conciertos y ha levantado sospechas sobre si realmente los rayos producían notas o era todo una parafernalia circense. Por otro lado, hay aficionados a la electrónica que proporcionan instrucciones en Internet sobre cómo fabricar un arpa láser y los ejemplos parecen demasiado numerosos como para que se trate de un engaño.

Léon Theremin con su invento

Léon Theremin con su invento

3. El theremín. El ruso Léon Theremin (1896-1993) se convirtió en un pionero de la música electrónica con un instrumento que a primera vista parece mágico, que no hace falta tocar físicamente para que suene. El intérprete parece una especie de director de orquesta, el sonido es vibrante y sinuoso. Dos antenas de metal, una para el volumen y otra para las oscilaciones de frecuencias, crean un campo electromagnético que puede ser manipulado con las manos para crear sonidos. El instrumento tuvo una gran repercusión en la Unión Soviética, interesada en nuevas aplicaciones para la electricidad: el inventor incluso mostró su creación a Lenin, que tras la actuación le pidió probarla y se mostró entusiasmado con los resultados. Más tarde, Léon Theremin fue acusado de espía por el régimen y escapó a Estados Unidos, donde incluso tocó el instrumento que lleva su nombre con la Filarmónica de Nueva York en 1928. El sonido misterioso que emite se aprovechó en los años cincuenta en las bandas sonoras de películas de terror y ciencia ficción, como Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951). Aunque cayó en el abandono cuando llegaron los sintetizadores, su encanto innato ha seducido a los Beach Boys, Led Zeppelin, los Rolling Stones y a Pink Floyd.

El 'katzenklavier' en una ilustración de 1883

El 'katzenklavier' (1883)

4. Katzenklavier (piano de gatos). Afortunadamente no se sabe de ningún ejemplar físico. Se supone que el instrumento consistía en un teclado con pequeñas celdas que contenían gatos. Las colas de los animales se unían a las teclas, de tal manera que al apretarlas se estiraba del rabo al gato, que emitía un maullido quejumbroso. Existen testimonios escritos: el primero es de un texto del siglo XVII que narra un anécdota del rey Felipe II cuando visitó en 1549 a su padre -el Emperador Carlos V- en Bruselas. Ambos se deleitaron con una procesión de carrozas que incluía una con un piano de unos 20 gatos, organizados por el tono de sus maullidos.  El jesuita alemán Athanasius Kircher (1601-1680) y el médico Johann Christian Reil (1759-1813) también hablan del invento con detalle, pero esta vez aplicado al campo de la medicina: se suponía que podía ayudar a los pacientes con déficit de atención a concentrarse.

El 'waterphone'

El 'waterphone'

5. El Waterphone. Inventado y patentado por Richard Waters en los años setenta, el waterphone (que podría traducirse por aguáfono) está inspirado en el cuenco tibetano y se puede tocar con las manos, con arco y con baquetas. El sonido, ambiental y new age, varía según la posición del agua y la cantidad de líquido que haya en el interior. El waterphone se ha empleado en bandas sonoras de películas como Poltergeist (Tobe Hooper, 1982), Matrix (Andy y Lana Wachowski, 1999) y Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000). Miles Davis lo utilizó en Tutu (1986) y Aurora (1989), dos de sus últimos discos. Tom Waits también coqueteó con el invento. Waters los fabrica desde hace cuarenta años y asegura que el instrumento incluso ha sido utilizado con éxito para captar la atención de ballenas y otros cetáceos.

Helena Celdrán

La Incredible String Band, el grupo-comuna de la psicodelia inglesa

"The 5000 Spirits Or The Layers Of The Onion" - The Incredible String Band, 1967

"The 5000 Spirits Or The Layers Of The Onion" - The Incredible String Band, 1967

En julio de 1967, un mes después de la edición de Sgt Pepper’s Lonely Heart Club Band, el disco casi temático sobre la expansión de conciencias con el que los Beatles [advertencia: este vínculo dirige a la web oficial del grupo, es decir, a otro anuncio publicitario de Apple] nos mostraban lo que el LSD hacía en sus cabezas (excepto en la de Ringo, donde no había cambio perceptible), apareció el primero de los dos discos de la Incredible String Band que rescato hoy de mi baúl emocional, The 5000 Spirits Or The Layers Of The Onion.

Los dos músicos del grupo eran entonces Mike Heron y Robin Williamson. Ambos habían nacido en Edimburgo y tenían 25 años. La procedencia geográfica les aseguraba entender el idioma de los bosques. En 1967, la edad no podía conducir a otra cosa que al viaje.

Cuando grabaron el disco -bajo la producción del mago Joe Boyd, el yanqui que hizo flotar el sonido visionario inglés y que describió su experiencia en la bonita crónica Blancas bicicletas-, Williamson todavía retenía la pulsión embelesada de los cuatro meses que había pasado vagando por Marruecos con su novia, Christina McKechnie, a la que todos pronto conoceríamos por su seudónimo, Licorice (regaliz), una de las musas de la sicodelia británica.

La Incredible String Band fecundó el disco en una casa de campo de Balmore, no lejos de Glasgow. Al igual que los poetas del romanticismo tardío inglés, el grupo intentaba sincronizarse con el ritmo de la naturaleza. También jugaban al chamanismo panteista e introducían en las fórmulas del folk estructuras más dúctiles y, sobre todo, una visión sicodélica del mundo.

El objetivo era musical y, por causa-efecto, vital. La banda estaba planteada como una familia abierta y nómada, de la que formaban parte, según reglas nada precisas, amigos, novias e hijos. Les gustaba alardear de que eran una «comuna vital antes que un grupo musical».

Incredible String Band - The Hangman's Beautiful Daughter, 1968

Incredible String Band - The Hangman's Beautiful Daughter, 1968

El siguiente disco, The Hangman’s Beautiful Daughter, editado en marzo de 1968, era más radical que el anterior en complejidad, texturas musicales, uso de instrumentos de culturas exóticas -entonces no se usaba el término étnico– y alcance de la fusión.

Los Beatles dijeron en esos días que la Incredible String Band era su grupo favorito y Robin Williamson, que siempre ha sido un poco bocazas, respondió que no le extrañaba, porque Sgt Pepper’s … era una «copia».

En 1969 actuaron en el festival de Woodstock -fueron la única banda de folk inglés invitada- y sus muchos y cambiantes participantes se establecieron, entre caballos y ceremonias druídicas, en una granja de Gales.

Siguieron grabando discos durante décadas -se reunieron  por última vez en 2006- y fueron pioneros en el uso del teatro y las proyecciones multi-media. El eco de su huella, que está muy presente en la vena folk de Led Zeppelin, llega hasta nuestros días (Devendra Banhart y sus colegas imitan bastante bien a la Incredible), pero nunca lograron superar la frescura de estos dos discos para rituales pagano-siderales.

Ánxel Grove

Regresa Wilco, el grupo más importante tras los Beatles

A finales de este mes publican The Whole Love, el octavo disco en estudio de Wilco, el grupo más importante de rock desde los Beatles (superan a estos, por goleada, en las letras, que en el caso de los británicos eran pura melaza).

Entre el 1 y el 4 de noviembre tocan en directo en Madrid (entradas agotadas), Barcelona, San Sebastián y Vigo. Si quieren ustedes saber cómo se siente el impacto de una descarga eléctrica, intenten acudir. No hay nadie sobre el planeta -nadie, repito, ni abuelos bocazas como Tom Waits- que pueda con Wilco en intensidad. Es el mejor espectáculo músical que el dinero puede comprar.

Vean y juzguen: de este dulce marasmo son capaces.

Con doble motivo, el disco y la gira española, afronto un breve Cotilleando a… Wilco:

Jeff Tweedy

Jeff Tweedy

1. J.T. Wilco es una banda que pivota en torno a una persona, Jeff Tweedy (1967), hijo de un empleado de ferrocarriles y una diseñadora de cocinas. Lo intentó en varias universidades pero le gustataban demasiado los Ramones como para respetar los anacrónicos protocolos académicos. Montó varios grupos juveniles antes de fundar, con el gran Jay Farrar, Uncle Tupelo (1987-1994).  Al principio eran incendiarios [su primera aparición en televisión, aquí], pero con el tiempo se atrevieron a hacer lo que nadie había intentado: maridar el country doliente de los hillbillies con la desvergüenza punk. Fundaron lo que se llamó americana. No fueron ellos los responsables de la absurda etiqueta.

2. La tropa. Pero Wilco no es una one man band sino una máquina engrasada de rock and roll. El sexteto actual -en el que sólo Tweedy y el bajista John Stirratt se mantienen de la formación inicial de 1994- es un equipo de virtuosos que ha dejado la egolatría en casa para contribuir al instrumento único, el grupo. El batería Glenn Kotche es invitado a dar seminarios sobre percusión [su prodigiosa improvisación Monkey Chant, aquí] y el guitarrista Nels Cline, con una carrera profusa en el jazz y la vanguardia, está entre los mejores de las últimas décadas.

Desde la izquierda, Stirratt, Cline, Jorgensen, Tweedy, Kotche y Sansone

Desde la izquierda, Stirratt, Cline, Jorgensen, Tweedy, Kotche y Sansone

3. Marasmo. Tweedy gusta de extender sobre la mesa su santoral. Es un fanático del coleccionismo de discos y trabajó durante años, en horario nocturno, en una tienda de vinilos. En la discografía del grupo hay tamizadas referencias, homenajes en sordina y desvergonzadas citas a los Beatles, Velvet Underground, Kiss, The Who, el pub rock inglés, The Beach Boys, Gram Parsons, The Byrds, Black Sabath, Led Zeppelin, el soul de Stax y una larga estela de luminarias o estrellas ocultas… En el último disco samplean una canción de Iggy & The Stooges.

 4. Ilustrado. Tampoco le asusta, al contrario que a otros zopencos de pose, mostrarse como una persona con inquietudes culturales. Escribió la letra de una las canciones de The Whole Love, Born Alone, cuyo vídeo encabeza esta entrada, basándose en palabras elegidas al azar de poemas de Emily Dickinson. Tweedy publicó en 2004 un libro de poesía, Adult Head.

Póster de Little Jacket para Wilco

Póster de Little Jacket para Wilco

5. Los mejor ilustrados. No hay en estos momentos ningún grupo que ponga tanto esmero en cultivar una iconografía esmerada y con intención. Los carteles de los conciertos de Wilco son una galería de los mejores ilustradores del momento.

6. Papá Tweedy. Toda esa mandanga de la frontera entre la vida privada y la pública que los famosetes enuncian mientras esperan el próximo talón por exhibir vergüenzas trae bastante sin cuidado al líder de Wilco, un tipo llano que sigue moviéndose sin guardaespaldas y tomado café en el mismo bar de siempre. Ha apoyado la carrera musical de su hijo adolescente, Spencer (15), un chaval que lleva con naturalidad la condición y apunta maneras. Tweedy tiene otro crío, Sam (10). Los tres y los ruidistas Deerhoof acaban de lanzar un disco como The Raccoonists [el vídeo, aquí].

7. Marido Tweedy. Está casado con Sue Miller. Son novios desde que tenían 15 años. Ella fue la propietaria de uno de los clubes más movidos de Chicago durante los años ochenta, el Lounge Ax.

8. Social Tweedy. Es un tipo involucrado. Habla cada semana con su «amigo» Barack Obama, al que apoya años antes de la llegada a la Casa Blanca, se involucra en campañas sociales, ha combatido las prerrogativas abusivas de las discográficas –Wilco cuelga toda su producción en la red: empezaron a hacerlo mucho antes de que los ingleses Radiohead se autoproclamasen patrones de las descargas y The Whole Love está editado por su propia empresa discográfica, la recién nacida dBpm Records– y, cuando viaja a Europa, no deja de pedir disculpas al público de sus conciertos por haber nacido en los Estados Unidos, un país cuya política internacional y social aborrece.

9. Doliente Tweedy. Desde adolescente, padeció migrañas de insoportable intensidad que derivaron en depresión, vértigo, problemas de visión y ataques de pánico. Hastiado de sufrir, se enganchó a los analgésicos. Cuando intentó dejarlos por su cuenta en 2004 estuvo a punto de romperse en pedazos. «Por no sentirme tan miserablemente mal estaba dispuesto a dejarlo todo, incluso la música», ha explicado. Por suerte para él y para la salud cultural de la humanidad, ahora está en forma, ha dejado de fumar compulsivamente, practica la natación y vuelve a sonreir.

10. Analista Tweedy. No se anda por las ramas ni es complaciente con los trendies que van a sus conciertos porque mola hacerlo o para exhibir palmito. En una reciente entrevista dijo: «Estamos más obsesionados con la juventud que ninguna generación precedente. Si hay algo revolucionario acerca de Wilco es la idea de que nos importa una mierda ser maduros. Hay algo sensacional en descubrir que no te embarga la mala hostia de la juventud. Ese todo o nada, esa tendencia a despreciar a la porción de la humanidad que conduce monovolúmenes o escucha a Tom Jones. Además, no encuentro demasiadas bandas jóvenes que se esfuercen en ser honestas. Lamayoría solo suena como una versión chunga de algún artista de los ochenta. Los ves y dices: ‘Esta es la lamentable copia de Human League’ o ‘he aquí a los pálidos Dexys Midnight Runners».

Más allá de este apresurado decálogo, está la música del, repito e insisto, sin ánimo de exagerar, mejor grupo de la historia del rock y el pop tras los Beatles. Escuchen:

Ánxel Grove

¿Quién es la chica que juega al Monopoly con los Beatles?

Jackie DeShannon y Paul Harrison, 1964

Jackie DeShannon y George Harrison, 1964

Agosto de 1964. Los reyes del mundo son los Beatles. Acaban de aterrizar en los Estados Unidos para una gira de treinta conciertos. Habían conquistado al país durante la primera visita, en febrero, pero entonces se dedicaron, sobre todo, a aparecer en televisión. Ahora, en verano, la pretensión era llenar estadios con el tirón de la beatlemanía.

La gira, planeada al dedillo por el agente e ideólogo del grupo, Brian Espstein, fue un éxito en términos económicos, con un millón de dólares de ingresos limpios en entradas vendidas, pero un desastre en lo musical.

A Epstein, demasiado pendiente de la caja registradora, le importaba poco el sonido del grupo. Alquiló equipos de amplificación de escasa potencia para recintos abiertos con entre 10 y 20.000 asistentes. Anulada por la algarabía de la fanaticada, la música no se escuchaba.

Aunque los Beatles eran tratados como celebridades en todas las localidades y ningún capricho les era negado, las exigencias del grupo eran escasas. Una de las pocas condiciones de Lennon y Paul McCartney fue elegir a la telonera que abriría los shows de la gira. No lo dudaron: querían a Jackie DeShannon.

Jackie DeShannon, 1967

Jackie DeShannon, 1967

La elección tenía sentido: se trataba de una de las mejores cantantes-compositoras de la época y brillaba. Acababa de editar Needles and Pins, una balada de tono soul que se convertiría en éxito mundial en la versión (mucho más blanda y sin aristas) de los Searchers.

DeShannon acompañó a los Beatles durante el tour. En las actuaciones demostró que tenía rodaje y arrestos. Los ciegos fans del cuarteto inglés no dejaban de chillar reclamando al grupo. En esas incómodas condiciones, la cantante y su grupo interpretaban tres temas. Lennon y McCartney no se perdieron desde el backstage ni una de las actuaciones y felicitaron efusivamente a la telonera.

«No entiendo al público. Tus canciones son mejores que las nuestras«, le dijo McCartney.

Quedaron pocas pruebas de la participación de DeShannon en los eventos. Los ojos mediáticos eran para los Beatles y la telonera no le importaba a casi nadie. Su buena relación con el grupo inglés puede apenas ser comprobada en algunas fotos en las que que aparece, moderna y pop,  jugando al Monopoly con George Harrison en un hotel.

"When You Walk in the Room"

"When You Walk in the Room"

Jackie de Shannon regresa a la música en septiembre con un nuevo disco, When You Walk in the Room, el primero en once años.

Es injusto recordarla por la circunstancial condición de ser telonera de los Beatles en las caóticas actuaciones de  1964.

Sus canciones han sido interpretadas por Bruce Springsteen y Al Green; cantó con Elvis Presley, los Byrds, Randy Newman, Burt Bacharach y Jimmy Page, el líder de Led Zeppelin, que años después le dedicó la más hermosa de las canciones del grupo, Tangerine; editó docenas de canciones intensas e inteligentes (entre ellas Bette Davis Eyes, que sería superventas global en la versión, mucho menos inspirada, de Kim Carnes); superó las trabas de ser una chica en un mundo de hombres; inspiró a Aretha Franklin, Joni Mitchell y Carole King; firmó uno de los mejores discos de los años hippies, Laurel Canyon (1968)…

Escúchenla aquí cantando con alma negra entre tontos blanquitos o aquí y aquí, arrebatada como una hija del gueto.

Hoy dedicamos este Top Secret a una intérprete y compositora que hizo bastante más que jugar al Monopoly con los Beatles.

Ánxel Grove

El blues roto, perdido y descentrado de un amigo del diablo

Robert Johnson (1911-1938)

Robert Johnson (1911-1938)

Ventisiete años sobre el mundo, veintinueve canciones, dos fotografías ciertas (en ambas aparece sonriendo), una presunta (en la que también sonríe), la certeza de que su guitarra era una Kalamazoo KG-14, un certificado de defunción con una nota caligráfica («no doctor») que parece un título de blues esperando desarrollo…

El legado de Robert Leroy Johnson se puede enunciar sin parar para tomar aire. Escueto como un acorde rápido, sí, pero intrincado como la tierra de fiebre del delta del Mississippi.

Hace tres días, el 8 de mayo, se cumplieron cien años del nacimiento de Robert Johnson, uno de los bluesmen menos prolíficos pero de huella más profunda.

Es el momento perfecto para presentar un grasiento, diabólico y embriagado Cotilleando a…

1. Nace en 1911 en un pueblucho, Hazlehurst, en el estado de Mississippi. Un cruce de caminos. También un lugar donde si eres negro pueden lincharte por mirar a una blanca a los ojos.

2. Décimo primer hijo de Julia Major Dodds. Ella estaba casada con un granjero que había tenido que poner pies en polvorosa (y cambiarse de nombre) porque sus tierras eran ambicionadas por los terratenientes blancos. Durante su ausencia, la mujer se lía con un tal Noah Johnson. De la aventura extra marital nace Robert, ilegítimo desde el primer momento.

3.De niño aprende a tocar la guitarra esencial, el diddley bow. También toca el birimbao. Entiende que el universo es vibratorio.

4. La anomia es un trastorno del lenguaje que impide llamar a las cosas por su nombre. El joven Robert la ejerció contra sí mismo. Combinó motes: Little Robert Dusty, Robert Moore, Robert Spencer… Algunos sugieren que lo hacía para evitar a los maridos celosos. Otros aseguran que se trataba de simple desarraigo.

5. El gran maestro Son House le dejó tocar en el intermedio de un baile de sábado. Lo hacía tan mal que le sacó la guitarra de las manos. «No hagas eso, Robert. Estás volviendo loca a la gente. No sabes tocar nada».

6. Un año más tarde se repite la escena. Johnson, seguro de sí mismo, de punta en blanco, entra en el garito con la Kalamazoo colgada al hombro, se sube al escenario y empieza a tocar con tal destreza y a tanta velocidad que todos se quedan helados. Toca como si tuviese cuatro manos, veinte dedos.

"Me and the Devil Blues"

"Me and the Devil Blues"

7. Entre uno y otro momento, empiezan a decir, el bluesman hizo un pacto con el diablo. El rito es viejo, los yorubas lo practicaban con el dios-trickster Exu, que habita las encrucijadas. Debes estar en un cruce de caminos a medianoche, solo con tu guitarra, y tocar un tema. Un hombre negro, muy alto, vendrá a escucharte, cogerá tu guitarra, la afinará y tocará el mismo tema, pero mucho mejor, con más alma. Johnson, sostienen, aprendió del Maestro a tocar mejor que nadie.

8. Robert cultiva la imagen de cantante metido en asuntos con Satanás. Compone Hellhound on My Trail (Un perro del Infierno sigue mis pasos), Me and the Devil Blues (Blues del Diablo y yo), Crossroad Blues (El blues del cruce de caminos)… En la primera dice: «Derramaste pólvora caliente, en la puerta de tu padre / Eso hace que pierda la cabeza / En cualquier lugar al que yo». En la segunda: «Yo y el Diablo / Caminamos uno al lado del otro / Voy a pegarle a mi mujer / Hasta que me quede a gusto». En la tercera:»Fui al cruce de caminos / Y me arrodillé / Le pedí a mi Señor: ‘Ten piedad, salva al pobre Robert, por favor».

9. Desde 1932 hasta su muerte, en 1938, practica la itinerancia musical. Viaja con ansia, no puede quedarse quieto. Recorre todo el Delta del Mississippi y recala en cada pueblo, pero también llega a Chicago, Canadá, Nueva York y Texas. La estrategia es siempre la misma: se coloca en una esquina del centro y canta canciones comerciales a cambio de unas monedas. Por la noche va a los juke joints y canta blues a cambio de whisky. En cada ciudad duerme en casa de una mujer. Es irresistible en el juego de la seducción y hay muchos novios y maridos engañados que se la tienen jurada.

10. Un cazatalentos de la American Record Company le escucha cantar en 1936. La compañía envía a uno de sus ejecutivos para que grabe a Johnson. El hombre le da 45 centavos para el desayuno y le deja en un hotel. A las pocas horas, recibe una llamada del bluesman. «Estoy solo», le dice. «Claro que estás solo, ¿qué quieres decir?», pregunta el tipo. «Que estoy solo con una señora. Ella quiere cincuenta centavos. Me faltan cinco«, responde Johnson.

Dibujo de la cubierta de un disco de Johnson, inspirado en la grabación de San Antonio (Texas)

Dibujo de la cubierta de un disco de Johnson, inspirado en la grabación de San Antonio (Texas)

11. Las primeras sesiones de grabación duran tres días, a partir del el 23 de noviembre de 1936 en la habitación 414 del Hotel Gunter (ha sido despersonalizado por la cadena Sheraton), en San Antonio-Texas. Johnston interpreta 16 canciones. Le graban con un equipo portátil y un sólo micrófono. Canta en una esquina, de cara a la pared. No por timidez, sino para conseguir acrecentar los tonos medios de la guitarra. Al año siguiente graba otras 13 en los estudios Brunswick, en Dallas.

12. Entre 1937 y 1938 se editan y distribuyen 11 discos de Johnston, todos a 78 revoluciones por minutos. Se comercializan en circuitos locales y no alcanzan, entre todos, las tres mil unidades vendidas. Al músico le pagaron con un billete de tren y la estancia durante las sesiones de grabación. Cualquiera de esos discos vale hoy una pequeña fortuna.

13. El 16 de agosto de 1938, a los 27 años, Johnson muere cerca de Greenwood-Mississippi. Las circunstancias son tan opacas como las de la vida. Parece claro que un esposo celoso le envenó con whisky mezclado con estricnina. La agonía fue de dolor severo y convulsiones y duró tres días. Sus últimas palabras, según algunas fuentes, fueron: «Mi Redentor vendrá a llevarme a la tumba».

14. No se sabe dónde está enterrado. Tres lugares de las cercanías de Greenwood se disputan el mérito y lucen placas mortuorias. Cada año hay actividades en honor al bluesman. El centenario del nacimiento ha sido convertido este año por el pueblo en un acontecimiento turístico.

15. El primer álbum con canciones de Johnson no fue editado hasta 1961, King of the Delta Blues Singers. Una segunda parte apareció en 1970 y la discografía completa fue publicada en 1990 (29 canciones y 12 tomas alternativas de algunas). Este año han puesto a la venta una colección en vinilo que reproduce los discos originales.

16. Fascinó, sobre todo, a los bluesmen de piel clara del Reino Unido. Los Rolling Stones, Led Zeppelin y Eric Clapton han versionado a Johnson. Sin excepciones, salen perdiendo.

Robert Johnson

Robert Johnson

17. En 2004 los tribunales fallaron a favor de la demanda del camionero Claud Johnson, que se presentaba como hijo del músico. Ahora es multimillonario gracias a las regalías generadas por la obra de Robert Johnson, que murió con lo puesto.

18. El misterio sigue teniendo carácter mítico. Hay películas, documentales, novelas y ensayos sobre el personaje. Hace poco comenzó a circular un trozo de película muda en la que aparece alguien tocando una guitarra en un pueblo de Mississippi en los años treinta. Dicen que puede ser Johnson.

19. La mejor descripción en palabras de la forma de cantar y tocar de Johnson es del musicólogo Wilfrid Mellers: «Los aullidos y el falsetto no son sólo salvajes y grotescos, también están rotos, perdidos, descentrados. La excitación emocional lunática aumenta con las crudas disonancias de la guitarra, su punzante vibrato tocado con navaja o cuello de botella en reiteradas notas simples; no hay diálogo entre instrumento y voz, ambas se estimulan a través del frenesí».

20. Nadie es el mismo después de escuchar I Believe I’ll Dust My Broom, Ramblin’ On My Mind, Sweet Home Chicago, Stones in My Passway o Love in Vain Blues. Te dejan en jirones.

Ánxel Grove