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“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

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El lujo veraniego de Cibeles de Cine

El viernes pasado se inauguró Cibeles de Cine, cuarto año consecutivo de una iniciativa de Madrid que ojalá pudiera ser exportada a muchas otras ciudades. Si tenemos en cuenta que incluso en algunas capitales de provincia ya no hay salas de cine y en muchas de ellas el cine en versión original subtitulada es un lujo inaccesible esto no deja de ser en un desiderátum; pero qué haríamos si perdiéramos el aliento idealista. Lo de aquí se desarrolla en un escenario suntuoso y a un precio razonable, entre cinco y seis euros: la espléndida Galería de Cristal de CentroCentro (Palacio de Cibeles).

El beso, de Jacques Feyder (1929), uno de los fundadores del realismo poético en el cine francés, autor de la conocida La kermesse heroica (de 1935, se reestrenó en España en los 80 con gran éxito), abrió la programación a las 22:00 horas. Protagonizado por ese monstruo de belleza andrógina, tanto da en el cine silente que en el hablado, que fue Greta Garbo, la proyección se enriqueció con un acompañamiento musical al piano de la mano del especialista en proyecciones-concierto de films de cine mudo Ricardo Casas. Y la entrada fue libre, con lo que el éxito de asistencia estaba cantado, ¿quién dijo que el cine mudo no interesa?

Además de la amplísima y variada oferta cinematográfica en Cibeles de Cine, que se extiende hasta el 7 de septiembre, tienen lugar numerosas actividades paralelas vinculadas con la música, la literatura y la ciencia y se completa con una oferta gastronómica basada en el asunto temático de las películas. Hay también charlas, debates y actuaciones musicales para desbordar el concepto de sesión de cine al uso, algo que destierra el fantasma del disfrute masturbatorio y solitario en la pantalla de casa. Ayuda mucho a ese fin la zona de bar-terraza, para comentar al fresco los previos o los post al visionado.

Todo esto está muy bien, pero sería música celestial que se desvanece en el éter si no se acompaña de buenas películas. Veamos.

En los ciclos se proyectarán películas de cineastas consagrados como Aki Kaurismaki, Bruno Dumont, James Gray, Jim Jarmusch, Naomi Kawase, Paolo Virzi y Robert Zemeckis, entre otros. Súmenles títulos como la entrañable Yo, Daniel Blake, de Ken Loach (2016),  la perturbadora Elle, de Paul Verhoeven (2016) o la sorprendente Toni Erdmann, de Maren Ade (2016), que son de lo mejorcito reconocido por la Academia del cine europeo. Por otro lado, la emocionante El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra (2015) y la excelente Paulina, de Santiago Mitre (2015) representarán el palmarés de los Premios Platino del Cine Iberoamericano. No se me ocurre poner ningún pero a los nombres y títulos reseñados.

La sección ‘Panorama’ dará cabida al cine internacional reciente con la firma de cineastas consolidados y se verán títulos tan premiados como La La Land, Tarde para la ira o Un monstruo viene a verme. De este sugerente trío yo recomendaría todas; aunque la primera de ellas, el oscarizado musical que a mí me gustó pero sin tantas alharacas, lo haría con la boca un poquito más pequeña. En el mismo ciclo de ‘Panorama’, podrán encontrar La alta sociedad, una hilarante comedia de Bruno Dumont (2016), con un repartazo en clave estrambótica: Fabrice Luchini, Juliette Binoche y Valeria Bruni Tedeschi; o Goodbye Berlín, road movie adolescente -que a mí no me hizo ninguna gracia- del alemán de origen turco Fatih Akin (2016).

Otra de las secciones que ofrece un atractivo para la gente de buen comer es ‘Los martes gastronómicos’ en que las proyecciones irán acompañadas de degustaciones de bebidas y tapas del estilo de la temática de films procedentes de diversas cinematografías como Chef (Jon Favreau, 2014); Soul kitchen (Faith Akin, 2009); El festín de Babette (Gabriel Axel, 1987); Una pastelería en Tokio (Naomi Kawase, 2015); Julie and Julia (Nora Ephron, 2009); El somni (Franc Aleu, 2013); 18 comidas (Jorge Coira, 2010); La cocinera del presidente (Christian Vicent, 2012) o Deliciosa Martha (Sandra Nettelbeck, 2001). Yo hubiera añadido El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, de Peter Greenaway (1989), que no debería faltar nunca en un ciclo de estas características para poner la nota de color sarcástica y especialmente, la mejor de todas, La gran comilona, de Marco Ferreri (1973), eso sí que es una obra maestra de la confluencia cocina y celuloide, un manifiesto ácrata-suicida-burgués sobre el arte de comer y follar hasta reventar, literalmente.

Espectacular Galería de cristal de CentroCentro (Palacio de Cibeles)

Más madera: el jueves será el día dedicado a la música, los viernes se proyectarán cortometrajes después de las películas y los sábados habrá actuación de pinchadiscos cuando finalicen las sesiones. Y si se tienen ganas de oír interesantes –o no- reflexiones se puede asistir a conferencias a cargo de escritores como Lucía Etxebarría, periodistas como Fernando Méndez-Leite y Carlos F. Heredero, o cineastas como Marina Seresesky y Guillermo García, que presentarán sus últimos trabajos.

Suecia será el país invitado para inaugurar una nueva sección que en esta ocasión se llamará: ‘Espacio Suecia’, con la colaboración de la Embajada escandinava, que permitirá ver largometrajes inéditos en España, como Holy mess, de ‘Helena Berström’ (2016); Eternal Summer, de ‘Andreas Óhman’ (2015) o A serious game, de Pernilla August (2016).

En ‘Ecos literarios’, no se pierdan la mordaz comedia de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat  El ciudadano ilustre, (2016), Goya del año pasado a la Mejor película Iberoamericana. En la línea documental, entre otros trabajos, Miguel Hernández, de Francisco Rodríguez y David Lara (2010).

Por último, que ya me va pareciendo un exceso de propuestas tal que Cibeles de Cine terminará pareciéndose al Festival de Sitges, paradigma del gigantismo, también se podrá asistir a la exposición «Mi querido cine español», de la Colección Lucio Romero, compuesta por 25 carteles originales que recogen todas las tendencias y movimientos del cine nacional clásico. No me dirán que no es un auténtico lujazo poder hacer frente a los rigores veraniegos con todo este arsenal. Y aún dicen que el cine es caro.

Cierro con un vídeo homenaje a David Bowie del año pasado.

Sexo, carteles y censura en el cine (1)

Cartel pecaminoso de «Sin City: una dama por la que matar»

Lo más cutre no fue que la MPAA (Motion Pictures Association of America) de los EE.UU. censurase el poster de Sin City: Una dama por la que matar (Robert Rodríguez, Frank Miller, 2014). Todos sabemos que en el país en que las armas se venden como churros y el culto a la violencia es un deporte nacional la belleza física debe someterse a estrictos códigos so pena de prohibiciones o clasificaciones que condenan a las películas a circuitos minoritarios, que en la práctica significan la asfixia económica. Lo peor fue la justificación que dieron: “la curva del seno, la aréola y el pezón son visibles a través del tejido transparente”. ¡Madre mía, casi resulta más excitante la descripción que la fotografía de ese portento llamado Eva Green! La imaginación de los censores es aún más calenturienta que la de los ciudadanos, indefensos ante los siete males causados por la pornografía.

Es cierto que los diseñadores de posters cinematográficos demuestran una perversa habilidad para tratar de colársela a los guardianes de la moral y las buenas costumbres, que aquí, paciente lector, serán zaheridos una y otra vez hasta que me canse. En Francia, sin ir más lejos, país avanzado en libertades civiles –o eso hemos creído siempre- las gastan igual que en el resto del mundo, de nuestro mundo y del otro.

Está aún reciente la polémica provocada por el diario Libération con el cartel oficial de la próxima edición del Festival de Cannes, que se celebra del 17 al 28 de este mes . La cosa estaba entre chusca y borrosa. Yo confieso que no sé a qué carta quedarme. De un lado, los detalles del cambio entre el antes y el después de la fotografía de base eran mínimos. Total, se trataba seguramente de un “aggiornamento”, de Claudia Cardinale, que tenía 21 años en 1959, a la que se ha sometido a una mínima cura de adelgazamiento con fines de puesta al día, unos centímetros de cintura por aquí, un contorno de piernas por allá. Obsérvese que incluso se han modificado los cabellos. Bueno, en este caso quienes se rasgaron las vestiduras fueron los puristas de lo natural, los enemigos furibundos del Photoshop, los aguerridos partisanos de la arruga es bella y los/las feministas hipersensibles. ¡Han retocado a Claudia! Gritaron horrorizados. ¡Censura!

Fotografía original y cartel del 70 Festival de Cannes 2017

La propia Cardinale, bellezón de mujer y sabia entre tanto necio, vino a situar las cosas en su justo término: «quiero responder a la falsa polémica sobre el póster de Cannes y las consideraciones de algunos sobre los retoques de la imagen. No tengo comentarios respecto al trabajo artístico realizado sobre la foto. Se trata de un póster que, más que representarme a mí, representa una danza, un vuelo. La imagen ha sido retocada para destacar ese efecto de ligereza y transportarme hacia un personaje de sueño: es una sublimación. La preocupación por el realismo aquí no tiene sentido y, como feminista convencida, no veo ningún ataque al cuerpo de la mujer. Hay cosas mucho más importantes para debatir en este momento en el mundo. No nos olvidemos de que esto no es más que cine».

Dos fotografías más de la sesión, de autor no conocido

Dicho ésto, me parece que no tenemos “casus belli”, no hay para tanto ruido y tanta gárgara. ¡Con la de casos, para dar y tomar, que se suceden día no, día sí de agresiones auténticas a la libertad en general y en el territorio de la imagen en particular! Por seguir en Francia, con este ligero y jocoso repaso les ofrezco algunos «inocentes» carteles que a alguien parecieron subidos de tono, aunque a ustedes y a mí nos parezcan simplemente divertidos, en el entendido de que allí o en cualquier otro país la lista sería interminable si se pretendiera rigurosa.

El sexo, por supuesto, es el tema preferido para aplicar la tijera. Insinuaciones pecaminosas las justas, que nos enfadamos. Es el caso de la película Los infieles (2012) que presume de una ristra de realizadores: Jean Dujardin , Gilles Lellouche , Emmanuelle Bercot , Fred Cavayé , Michel Hazanavicius , Eric Lartigau , Alexandre Courtes. Una serie de variaciones sobre un tema procaz y divertido le pareció a las autoridades pertinentes extremadamente audaz, o una burla de la dignidad de la mujer, ya sabe, ese tipo de burdos eufemismos que suelen usarse para la ocasión. El lema del primer cartel no tenía desperdicio: “Esto se corta, estoy entrando en un túnel”. La polisemia, que es el enemigo a batir en la publicidad porque va preñada de las peores intenciones. Moralistas en acción, ¡al ataque!

Carteles de «Los infieles». Atención al primer eslógan: «Esto se corta, entro en un túnel»

Sobre obras maestras más antiguas también cayó en su momento la maldición del cartelista insolente: Querelle (1982) del combativo, polifacético y vanguardista alemán Rainer Werner Fassbinder, presentaba a Brad Davis apoyado en su mismidad de piedra y sosteniendo un cuchillo en posición equívoca. Y de El imperio de la pasión (1978) del japonés Nagisa Oshima no está claro si lo que les molestaba era la posición de las piernas o la analogía con el volcán. O más bien las dos cosas. ¡Que les corten la cabeza! hubiera gritado la reina de Alicia en el país de las maravillas.

El cuchillo de Brad Davis y los triángulos virtuosos de «El imperio de la pasión»

Más recientes: la guapísima Isabelle Pasco crucificada en el bellísimo poster de Ave María (Jacques Richard, 1984) se adelantó a la Gala Drag Queen del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria de este año, transmitida en directo por TVE y posteriormente eliminada de su sitio web en escandalosa, arbitraria y ridícula decisión. Los censores franceses debieron tomarse a la tremenda la leyenda sobre la cruz : “Diabólicamente suya…” y señalaron el camino para los puritanos de nuestra televisión pública.

Isabelle Pasco crucificada sin dolor

Y para terminar con este capítulo de fechorías, el cartel francés de la versión norteamericana de David Fincher, Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (2011), que en España mostraba únicamente el rostro de los dos protagonistas, Daniel Craig y Rooney Mara, vio alterada la expresionista fotografía con una fecha de salida del filme que ocultaba un detalle nada banal en la definición psicológica del personaje femenino.

Cartel inicial y cartel readaptado de «Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres»

Otra vez los pezones en danza, esa pequeña porción de la anatomía femenina que trae por el camino de la amargura a los Torquemada de cada país. Y ya que estamos en España, les dejo una pequeña muestra de lo cutre que era la censura en tiempos del dictador, concretamente en 1969. Dejamos la tela para otro momento porque es mucha la que hay por cortar.

Con las delicias de la censura en España nos divertiremos otro día