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Solbes, por los pelos:»Todo Gobierno es de coalición»

La verdad es que, por un euro, El Mundo casi nunca defrauda a su afición.

Los tres diarios nacionales que suelo comparar en este blog coinciden, un día más, con el mismo sujeto principal de sus portadas: Solbes.

Sin embargo, El Mundo (sobre foto de Miguel Sebastián) da una artística vuelta de tuerca a las palabras del vicepresidente económico y apunta a una presunta bicefalia en su titular, para justificar después su doctrina editorial («DE LA COALICION SOLBES-SEBASTIÁN…»):

A cuatro columnas, titula Pedro Jota en portada:

Solbes dice que éste es un ´gobierno de coalición´ entre él y los demás

Por si quedara alguna duda, en páginas interiores, el titular de El Mundo, a toda página, es más elocuente:

Solbes deja claro que éste es «un Gobierno de coalición» entre él y «todos los demás»

Solbes, según la propia letra pequeña de El Mundo y de El País, nunca ha pronunciado «éste es un Gobierno de coalición» sino más bien «todo Gobierno es, por definición, un Gobierno de coalición».

Y, además, esa frase va precedida en El Mundo por esta otra:

«Yo estoy convencido, por mi experiencia como minstro de Economía, de algo que primero dije en broma, pero luego he repetido: todo Gobierno es, por definición, un Gobierno de coalición».

Arriba está el texto completo de sus palabras sobre este asunto.

El editorial de El Mundo va dedicado a los problemas del Gobierno del PSOE:

El editorial de El País va dedicado a los problemas internos del PP:

«Una ligereza del Rey», según Pedro Jota

¿Son intocables los «empresarios» puestos por Aznar?

Las declaraciones, un poco indecentes y muy tardías, de Manuel Conthe -para lo que me queda en el convento, me cago dentro- demuestran que la permanencia de los hombres de Aznar en las grandes empresas (desde donde reparten más sueldos que todos los ministros juntos; es decir, poder real) ha sido fruto de la ingenuidad y/o de la bisoñez de Zapatero. Endesa, BBVA…

Muchos españoles tuvimos una sensación de alivio cuando Zapatero, recién elegido presidente del Gobierno, ordenó la retirada inmediata de las tropas españolas que participaban, por orden de Aznar, en la invasión ilegal de Irak. Nos pareció que cumplía una promesa electoral y nos pareció también una decisión valiente y patriótica contra el Imperio actual.

¿Ha resultado Zapatero ser tan valiente como nos pareció entonces o a sido un auténtico «bambi» con los poderes fácticos auténticos?

¿Qué hizo cuando se topó con los intereses mundanos de la Iglesia Católica? Se plegó a sus demandas.

¿Qué hizo Zapatero con los presidentes de las grandes empresas, puestos a dedo por Aznar (en sustitución de los de Felipe González), que financiarán a sus adversarios politicos? Nada de nada.

¿Ha sido Zapatero respetuoso con esos dos poderes fácticos (el eclesiásitco y el económico) o simplemente se ha caído de un guindo como un ingenuo colosal?

Hasta ahora sólo han salido dos caballeros aznaristas tocados por la varita mágica de Conthe: Manuel Pizarro, aún presidente de Endesa, y Francisco González, aún presidente del BBVA.

¿Hace falta más valor para enfrentarse al presidente Bush, sacando las tropas de Irak, o para enfrentarse a los obispos de la COPE, tocándoles el bolsillo, o a los «empresarios» puestos por Aznar?.

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Esta carta de una lectora de El País nos ofrece un perfil bastante inédito del ex presidente Aznar.

¡Qué peligro! Ahora vemos en manos de quién estábamos durante ocho años… A Aznar le gustaba la velocidad y ahora comprobamos que también le gusta el alcohol mezclado con ella.

La concejala Botella ha salido -como tantas veces- al rescate galante de Aznar declarando que su marido «no bebe más de la cuenta«.

¿Se habrá enamorado Aznar de su esposa, Ana Botella, por el apellido?

¿Qué trabajo le cuesta al ex presidente Aznar pedir disculpas, decir que se equivocó al increpar al cartel de la Dirección General de Tráfico diciéndole «¿Y quién le ha dicho a usted que yo quiero que conduzca por mi?» Glup.

Ya vemos que el principio que inspira a nuestro ex presidente Aznar es el de «sostenella y no enmendalla«. Se hubiera ahorrado muchos problemas y muchas críticas si hubiera reconocido que comentió un error. Bastaba con decir que intentó hacer un chiste y que -como es habitual en él- le salió mal. Pero Aznar -erre que erre- es de los que piensa, luego insiste.

Lo siento por él. A los ciudadanos españoles -y a nuestra malherida España– ya no puede hacernos más daño del que nos hizo.

Es un consuelo. Algo es algo.