No tienes ni idea de lo que le pasa a esa persona que no espera la cola en un parque de atracciones

Cuando tienes una discapacidad invisible a los ojos de los demás y  te dan algún trato preferente, por ejemplo no hacer cola en un parque de atracciones, las miradas de reproche, incluso los improperios, son algo frecuente. Se habló mucho de ello hace año y poco, cuando estábamos confinados y los adultos y niños con una discapacidad, un trastorno o una enfermedad mental que les permitía salir a pasear pero cuya condición no era visible se encontraron con insultos y amenazas desde ventanas y balcones.

Miraditas, sí. Insultos, incluso también. Una agresión física que te mande al hospital no es tan frecuente, pero sucedió el pasado dos de mayo, día de la madre, en el Parque Warner de Madrid. Jimmy, de 11 años, tiene autismo y, por tanto, la opción de subir en las atracciones acompañado y sin tener que esperar. Pero no va en silla de ruedas, no lleva bastón ni perro guía al lado,  nada en su rostro denota su condición. En una de esas atracciones un hombre que esperaba junto a dos amigos le increpó llamándole «mongolito» al explicarle porqué no se ponía a la cola. Al volver a encontrarse de nuevo al «hombre malo» en otra atracción diferente, el niño se puso muy nervioso y cuando la madre trató de mediar, el denunciado dijo “¿eres la madre del mongol?”, para después lanzarla al suelo al suelo dándole tal paliza que la médico forense del juzgado, al ver el parte de lesiones,  paralizó el juicio rápido y decidió que fuera juzgado como presunto autor de un delito grave.

Es raro que sucesos así ocurran, pero cuando pasan es preciso alzar la voz para que cale de una vez en la sociedad la necesidad de ser prudentes; de que nos entre en la cabeza que tal vez lo obvio no sea lo evidente; de que la empatía debería acompañarnos en todo momento; de no creernos el centro del universo y aprender a relativizar; de reivindicar la amabilidad como una virtud que conduce a un civismo que mejora la sociedad para todos.

Hace cuatro años publicaba en este mismo blog una entrada titulada «no tienes ni idea de lo que le pasa a ese niño que molesta». Me siento obligada a recuperarla un día como hoy. Recuperarla y ampliarla, porque no tienes ni idea de lo que le pasa a esa persona que no espera la cola en un parque de atracciones, o a esa otra que sale caminando tan contenta de un coche con tarjeta de movilidad reducida, o a aquella que se sienta en la zona reservada para personas con discapacidad en un espectáculo.

No tienes ni idea y tampoco tienes la placa de sheriff del condado. 

Mi hijo, con autismo y discapacidad intelectual, en la Warner hace bastantes años.

Juzgar es más rápido que intentar comprender. Juzgar es más fácil que reflexionar, ponerse en el lugar del otro, entender que hay matices, que las realidades son complejas. Juzgar es rápido, fácil y nos genera satisfacción o desahogo, así que nos da igual que dañe a otros y descartamos sin pensar que podamos estar equivocados en nuestros juicios.

Puede pasar en la calle, en un restaurante, haciendo alguna cola… La cosa es que ese niño te molesta. Llora, juega chocando los cubiertos, canturrea, salta aleteando los brazos, suelta un grito, se tira al suelo, intenta alcanzar un móvil ajeno, invade tu espacio personal, no para quieto. La conclusión llega pronto. Está consentido. Es un maleducado. ¡Cómo le permiten comportarse así! Si yo fuera su padre, su madre o su abuelo se iba a enterar, se le iban a quitar las tonterías en un momentito.

Tal vez mires con desaprobación a ese niño o a los adultos que están con él. Tal vez despotriques sin mirar a nadie en particular. Tal vez protestes dirigiéndote a ellos. Tal vez eleves tus quejas al dueño del restaurante, del museo o del hotel. Si ese niño llorase, saltase, chocase los cubiertos o gritase estando en una silla de ruedas, con una discapacidad visible, tal vez te molestaría igual pero es probable que callaras. Pero es que este niño es normal, parece normal. Y no te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que le pasa a ese niño que te molesta. Tal vez tenga autismo, tal vez tenga algún otro de los muchos trastornos que alteran la conducta y que no dan la cara. Sería preferible la amabilidad, la empatía, saber que no sabemos en realidad lo que esconde un comportamiento.

Muchos padres de niños con autismo no se atreven casi a salir de casa y acudir a restaurantes, a centros comerciales… Y una de las causas, no la única, es la incomprensión que perciben con frecuencia. No creas que lo sabes todo. No siempre lo obvio es lo cierto.

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2 comentarios

  1. Dice ser Jose Manuel Gregorio Vázquez

    Solo decirte que tienes toda la razón, más claro imposible, mi total apoyo.

    25 mayo 2021 | 16:30

  2. Dice ser Lola

    Aunque hubiese sido un supuesto caso de colarse en la atracción, eso no le da derecho a ese energúmeno a golpear así a una persona ni tampoco a insultar al niño. Se ve que ese personaje tiene un grave problema, no de empatía, sino de civismo simple y llanamente. ¡Pobres hijos si los tiene! porque sufrirán sus malos modos y al final saldrán igual.

    27 mayo 2021 | 17:28

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