Archivo de enero, 2015

¿Os gusta MasterChef Junior? Yo no lo tengo claro

“Por eso no me gusta MasterChef Junior, piensa en los que han sido expulsados y van a perderse el viaje a Disney. No me gustan los concursos en los que hay niños compitiendo así”, dijo mi santo tras ver la publicidad del tercer programa de RTVE, en el que los niños se van a cocinar a Disneyland Paris.

No es la primera vez que lo menciona. “No me gustaría que Julia participase en algo así”, me dijo ya en el primer programa, sabiendo que tenemos en casa a una cocinillas en potencia que disfruta mucho viendo este programa (también en su versión estadounidense) y Cocina con Clan y elaborando las recetas del libro Recetín, uno de sus regalos de reyes.

No le gusta ese tipo de competiciones en las que solo puede quedar uno con niños tan pequeños, algunos de tan solo nueve años. Tampoco le gusta ver las lágrimas y el disgusto que se llevan muchos niños que no logran convencer a los jueces con sus platos y que acaban de patitas en la calle al final del programa. Yo la verdad es que no lo tengo tan claro. Saber que no siempre se puede ganar en esta vida es un aprendizaje importante. Hay que saber perder y saber ganar y nunca es pronto para comenzar a interiorizarlo. También es clave aprender a domar la envidia, los celos y sensación de que el mundo ha sido injusto con nosotros.

Lo que a mí menos me convence de MasterChef Junior es simplemente el hecho de usar a niños para hacer negocio. Me chirría ver niños en los concursos televisivos así, en general. Que sí, que se llevan muchos aprendizajes de diferente tipo además del culinario, amigos, contactos y una experiencia que recordarán toda la vida. Tal vez incluso regalitos tipo tablet y, para un afortunado, dinero contante y sonante. Pero les está exponiendo demasiado a mi parecer a una edad a la que ellos no son conscientes de lo que eso implica.

Hay un niño, no voy a decir quién, que me consta que todo el mundo que ha visto el programa detesta en mayor o menor pedida. ¿Eso marca? ¿Y si eso marca? Que hasta les abren cuenta en twitter, con el circo romano que puede ser esa red social. Y fijaos por ejemplo en el  otro pobre chaval al que ha puesto tantos en la picota por el desafortunado comentario de las mujeres y lo bien que se les da limpiar. Que sí, que metió la pata hasta el corvejón, pero tiene doce años y no es justo que arrastre ese sambenito toda la vida, algo que tal vez ocurra. Si yo hubiera sido responsable de la realización del programa probablemente no hubiera incluido ese fragmento, pero la audiencia y la resonancia en redes mandan. Quieren un programa blanco, hacer menos sangre que con los adultos, pero no hasta ese punto. He visto que comparto la reflexión con Mamás Full Time. Y hay un pequeño fragmento con tres niñas discutiendo si Jordi es más guapo que Pepe que también es terrible que lo hayan emitido.

¡Y lo vemos eh! Lo recalco por si no ha quedado claro. Eso sí, lo vemos grabado por fragmentos porque no sé a qué cerebro pensante se le ha ocurrido hacer programas infantiles que duran dos horas y media y acaban tan tarde. Pero vemos más el estadounidense. Y nos gusta más. Tiene una duración muy razonable de entre 40 o 45 minutos por programa, no supura publicidad encubierta y descubierta como el español, los niños se limitan a cocinar y además aprendemos inglés.

Por cierto, que gracias a mis compañeros de La Gulateca descubrí que el verdadero MasterChef proviene del Reino Unido, es un programa que lleva décadas y la versión Junior que lanzaron inicialmente era para cocineros amateurs de más de 16 años.

MasterChef Junior es para mí una dicotomía, os lo confieso. Espero que Julia no se empeñe nunca en intentar ir. Tiene cinco años, no creo que el formato dure tanto. Aunque nunca se sabe.

No soy la única que opina así. En mi página de Facebook pregunté al respecto hace unos días y había gente que coincidía conmigo:

Mamá sin complejos: No me gusta ni que los niños compitan ni que saquen beneficio económico descarado de ello.

Lali: Coincido contigo y voy más allá, no me gustan en general los programas con niños, compitan o no, me resultan raros… ni siquiera las series con mayoría de protagonistas niños…

María: Yo creo q no deberían competir de esa manera. Lo pasan fatal , se ponen muy nerviosos y no disfrutan lo q debieran.

Delfy: Bueno yo estoy en contra de que muchos se hagan ricos a costa de los niños generalmente.. De que cocinen no, ya que desde que tengo conciencia era lo normal siempre con vigilancia de un adulto y nunca como obligación.

¿Qué os parece a vosotros?

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Nueve recomendables ‘Cuentos para leer con los abuelos’

image Voy a arrancar el post de hoy con el mismo estilo de las promociones cinematográficas: de las creadoras del maravilloso cuento Las ciudades de colores, ha llegado otro cuento que nos ha encantado en casa. Se llama Cuentos para leer con los abuelos y es igualmente recomendable.

Se trata de nueve historias protagonizadas por distintos abuelos que escapan a los estereotipos y que enseñan a sus nietos cómo entrar dentro de los castillos de arena, cuidar a las plantas, recuperar los colores o aprender a mirar dentro de la gente.

En un formato más pequeño (10,90 euros), con mayor peso del texto y menor de las preciosas ilustraciones de Raquel Blázquez, es para niños algo mayores. A partir de cuatro o cinco años si vamos a leérselo nosotros, pero perfectamente apto para los niños que se están iniciando con la lectura.

Como en todos los textos que he leído de María Bautista, se educa en valores sin caer en obviedades ni cursilerías.

Una delicia de Cuento a la vista, igual que es precioso y un acierto seguro Las ciudades de colores. E igual que es un acierto apoyar a emprendedoras como María y Raquel, que se esfuerzan tanto por hacer bien las cosas. En todos sus cuentos se nota el mimo y el cariño que les ponen.

Pocas cosas me parecen más espeluznantes que los muñecos de bebés hiperrealistas

Bebé hiperrealista de juguete, cuesta menos de 40 euros.

Bebé hiperrealista de juguete, cuesta menos de 40 euros.

Creepy es una palabra fantástica que existe en inglés para describir lo que me parecen los muñecos hiperrealistas que asemejan a bebés recien nacidos. Sé que hay mucha gente a la que le encantan, pero a mí me dan mucho espeluzno la verdad. Y me consta que somos también legión los que lo creemos, tiene que haber alguna explicación biológica detrás, estoy convencida…

Ya me costaría tocar la versión de muñeco infantil que todos hemos visto en los catálogos de juguetes, como el que aparece en la primera imagen. Pero es que hay otras versiones aún más detallistas, de una silicona que aseguran que asemeja por completo el peso, tacto y flexibilidad de un bebé, que me apetecería tanto coger en brazos como abrazar a un cadáver.

Los hay que pagan dinerales por ellos, cuestan entre 300 y 7.500 euros. Y luego les compran ropita y complementos de verdad. Qué queréis que os diga, yo no puedo dejar de pensar en el traumatizado, cuqui y muy poco equilibrado personaje de Rebecca de Mornay en La mano que mece la cuna cuando los veo.

Aquí están un par de muestras  del bebé barato y del caro. Hay todo un mundo relacionado con estas réplicas.

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Esta moda de los recién nacidos hiperrealistas se lleva la palma en lo que a darme grima se refiere con los moldes de silicona. Tiendas online como Amazon están llenas de ellos. Lo sé bien porque no deja de sugerirme que los compre cuando busco moldes de bizcocho normales y corrientes.

Por lo visto en Estados Unidos hay mucha gente que lo considera adorable como tarta en esas fiestas de bienvenida al bebé (Baby Shower), con la embarazada como reina del evento, que también están poniéndose de moda en España. ¡Por el amor de Buda! ¡Qué luego hay que cortarlo y comérselo!

Me parece más digno de Halloween. Y de una celebración de Halloween especialmente macabra.
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Adiós a la magia

Hoy toca quitar los adornos de Navidad en casa. Un amigo decía ayer que no había nada más deprimente. Lo cierto es que siempre gusta más ponerlos, pero es lo que toca. El ciclo de la vida si nos ponemos en plan Rey León.

Ha pasado ya el día de Reyes, el día de la ilusión de los niños y de muchos adultos para los que sigue siendo mágico más allá del consumismo desbordado y las obligaciones sociales. Queda un buen puñado de regalos para descubrir a lo largo de los próximos días, un trozo de roscón en la nevera, más fotos para el álbum familiar y las horas de sueño cambiadas. Poco más.

Hoy pensaba escribir sobre el retorno a la rutina de niños y mayores, sobre el fin de unas fiestas que no a todos agradan pero que a muchos hechizan, sobre conservar la magia.

Pero vuelves rápido a tomar tierra si tu primer día de trabajo en una redacción te desayunas con un atentado terrorista en otra redacción.

Lo único que me apetece en estos momentos es dolerme por lo sucedido en la redacción de Charlie Hebdo, por lo que sigue sucediendo a diario en todo el mundo.

Ningún dios vale la vida de un hombre.

Puede que los niños pierdan un poco de la magia y la inocencia propias de la infancia cuando descubren que los Reyes son los padres, que no nace un hada con las primeras risas de un bebé o que sus padres no son gigantes admirables, pero no tanta como cuando comprenden lo poco que significa la vida de otro hombre para muchos de sus iguales.

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