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¿Era necesario que Nancy se subiera a unos tacones?

imageLa semana pasada me llegó una carta que anunciaba las últimas novedades de la muñeca Nancy. «Hoy Nancy se sube a los tacones» clamaba, para luego explicar que así hacen «un guiño fashion a la diversión» y que han tenido que modificar el pie de la muñeca para poder adaptarlo a los dos tipos de zapatos de tacón disponibles: sneakers y stilettos.

Look my look.

Cuando lo vi, automáticamente puse los ojos en blanco. ¿De verdad era necesario subir a Nancy a unos tacones?

Probablemente sí, si de lo que hablamos es de aumentar las ventas. O al menos de intentarlo. Algo lícito en cualquier empresas. Habrá estudios de mercado y una estrategia estudiada detrás de la ‘modernización’ de la clásica muñeca española.
Un cambio de imagen que lleva ya algún tiempo en marcha y que implica llevarla a la adolescencia, con ropa como las que se ven en las series juveniles de Disney Channel tipo Violetta, más maquillaje, otro rostro, otro cuerpo.
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Pocas cosas me parecen más espeluznantes que los muñecos de bebés hiperrealistas

Bebé hiperrealista de juguete, cuesta menos de 40 euros.

Bebé hiperrealista de juguete, cuesta menos de 40 euros.

Creepy es una palabra fantástica que existe en inglés para describir lo que me parecen los muñecos hiperrealistas que asemejan a bebés recien nacidos. Sé que hay mucha gente a la que le encantan, pero a mí me dan mucho espeluzno la verdad. Y me consta que somos también legión los que lo creemos, tiene que haber alguna explicación biológica detrás, estoy convencida…

Ya me costaría tocar la versión de muñeco infantil que todos hemos visto en los catálogos de juguetes, como el que aparece en la primera imagen. Pero es que hay otras versiones aún más detallistas, de una silicona que aseguran que asemeja por completo el peso, tacto y flexibilidad de un bebé, que me apetecería tanto coger en brazos como abrazar a un cadáver.

Los hay que pagan dinerales por ellos, cuestan entre 300 y 7.500 euros. Y luego les compran ropita y complementos de verdad. Qué queréis que os diga, yo no puedo dejar de pensar en el traumatizado, cuqui y muy poco equilibrado personaje de Rebecca de Mornay en La mano que mece la cuna cuando los veo.

Aquí están un par de muestras  del bebé barato y del caro. Hay todo un mundo relacionado con estas réplicas.

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Esta moda de los recién nacidos hiperrealistas se lleva la palma en lo que a darme grima se refiere con los moldes de silicona. Tiendas online como Amazon están llenas de ellos. Lo sé bien porque no deja de sugerirme que los compre cuando busco moldes de bizcocho normales y corrientes.

Por lo visto en Estados Unidos hay mucha gente que lo considera adorable como tarta en esas fiestas de bienvenida al bebé (Baby Shower), con la embarazada como reina del evento, que también están poniéndose de moda en España. ¡Por el amor de Buda! ¡Qué luego hay que cortarlo y comérselo!

Me parece más digno de Halloween. Y de una celebración de Halloween especialmente macabra.
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Barbie: la dicotomía

Invitación PrensaBarbie, la muñeca más famosa del mundo. Importante icono del pasado siglo. Polémica de muchas maneras. Objeto de estudio o inspiración de artistas, feministas, pornógrafos y coleccionistas. Pero ante todo un juguete ya histórico. Barbie en sus múltiples personalidades lleva acompañando a las niñas (y a muchos más niños de los que parece) desde hace generaciones. Mi relación con Barbie es complicada desde pequeña. No fui una niña que jugase con muñecas ni especialmente inclinada la rosa y los vestiditos, pero tuve una Barbie, como todas. Quise y pedí la Barbie Cristal, con un vestido brillante y tornasolado que era lo que prefería de la muñeca. Lo que más me gustaba era meter las piernas de la Barbie por el agujero superior de la lamparita de noche para verlo brillar e iluminar la habitación. Tres noches me duró el experimento antes de que empezara a oler a chamusquina. Barbie se quedó desnuda a partir de entonces. Casi siempre acaban desnudas y despeluchadas. Julia también tiene una Barbie a la que no hace mucho caso. Prefiere los peluches. Lo que sí le encanta de la muñeca de Mattel son sus películas. A ella y a todo niña que pasa por mi casa y se las encuentra (a algún niño también). Están disponibles de manera gratuita en Ono y las ha visto todas. Su favorita es una protagonizada por una mini Barbie llamada Pulgarcita que es un tipo extraño de hada de las flores. En la otra que más le gusta Barbie tiene que acudir al rescate de Ken, secuestrado por un hada malvada que vive en Gloss Angeles, Barbie es ayudada en su misión por el hada de los zapatos y el hada de los bolsos (sí, habéis oído bien). Son películas tan llenas de brillos, corazones, rosas y objetos y actitudes superficiales (con obvios mensajes de amor a la naturaleza y exaltación de la amistad) que cualquier adulto que intente verlas sin perder detalle acabará pidiendo a gritos una sesión de Perros de paja, La naranja mecánica o Psicosis para compensar la experiencia. Pero insisto, a los niños les encanta. Y como no quiero darle más importancia de la que tiene, pues si la piden se la pongo. No quiero rodear a esas películas del atractivo de lo prohibido. Y tengo herramientas suficientes como para compensar su influencia (no, no estoy pensando en poner a Julia ni Perros de paja ni Psicosis, no me refiero a eso). Hace pocos días han sacado nueva película de Barbie (y nueva colección de juguetes relacionados). Es la segunda protagonizada por Barbie mariposa y han procurado insistir en la importancia de leer libros, de no dejarse llevar por los prejuicios, de ofrecer amistad sin pedir nada a cambio. Mensajes que nadie en su sano juicio objetaría, pero tan llenos de unicornios voladores, alitas centelleantes y extrañas mascotas algodonosas que elevan el azúcar en sangre incluso con una sobredosis de insulina encima. Barbie, esa gran dicotomía…