Es lenta. Incomprensible. Aburrida. Extraña. Con estos adjetivos se calificó The Leftovers, la nueva serie de Damon Lindelof basada en el libro homónimo de Tom Perrota, una serie que desde su estreno ha estado sumida en la polémica, con los espectadores divididos a favor y en contra. La propuesta de la HBO no sólo se alejaba de lo que los fans de Perdidos esperaban ver, buceando en una historia intimista y coral, de ritmo pausado y atmósfera desesperanzada, sino que llevaba el estigma de la decepción que las últimas temporadas de Lost (y su final) habían provocado en millones de seguidores.
Sin embargo, The Leftovers ha demostrado que las opiniones negativas pueden desvanecerse tan rápido como llegaron, y ser sustituidas por la admiración de los espectadores más pacientes que, lejos de abandonar cuando la propuesta es insólita o no encaja en lo que pensaban que iban a ver, resisten y continúan adelante, dejando que la serie se desarrolle, viendo cómo los personajes se van definiendo y dejando a las tramas evolucionar y converger. Para los que han apostado por esta serie, The Leftovers se ha convertido en una cita semanal imprescindible. Para esta que escribe, ha sido una de las propuestas más interesantes que he visto este año, capaz de lanzar un puñetazo a tus tripas y machacarte el corazón. Atención, SPOILERS!