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“Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…” Roy (Rutger Hauer) ante Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner.

Alien: Covenant, y la que venga

El director Ridley Scott

A seis meses de cumplir los ochenta años, Ridley Scott, que aunque parezca mentira aún no ha ganado un oscar, sigue siendo uno de los directores más vigorosos del panorama mundial. Nunca fue, ni pretendía ser, Andréi Tarkovski; quiero decir que no es el cineasta cuyas obras estén imbuidas de un hálito de trascendencia metafísica. Ni siquiera aquellas que, como Blade Runner (1982) podrían haber aspirado a reivindicarse de ese modo. Para el director de Los duelistas (1977) el discurso fílmico se construye en torno a ideas visuales y musicales antes que al desarrollo de enunciados ideológicos. Hoy a Blade Runner no le niega nadie la categoría de obra maestra, por su belleza y la profundidad filosófica que alcanza, pero en su día gran parte de la crítica le negó el pan y la sal y tardó en reconocerla como tal. Él sólo pretendía contar una historia que atrapara al espectador. Y a fe que lo consiguió. Lo mismo sucedió con Alien: el octavo pasajero (1979), magnum opus de una variante fecunda de la ciencia ficción, la del terror en el espacio, constituida con el paso de los años en cabecera de una franquicia decente y fuente de inspiración para innumerables productos menores.

Como todo el mundo sabe, el viernes 12 de mayo se estrenó Alien: Covenant, producida y dirigida por Scott, segunda entrega de la anunciada trilogía que opera como precuela de la obra maestra seminal. Sin necesidad de subrayarlo en el argumento, esta entrega sucede a Prometheus (2012) ejemplo de la habitual discordancia entre público y crítica, ya que tuvo muy buen rendimiento en taquilla (más de 400 millones de dólares de recaudación) y la general reprobación, con excepciones entre las que me encuentro, de los comentaristas.

A diferencia de las tres sucesoras de Alien, el octavo pasajero, las dirigidas por James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet (El regreso, 1986; Alien 3, 1992 y Alien: Resurrección, 1997), por razones obvias de coherencia argumental y edad de Sigourney Weaver, la teniente Ripley, alma de la función junto a su némesis bestial, ha desaparecido del horizonte en las tres predecesoras, aunque no la figura femenina encargada de enfrentarse cuerpo a cuerpo con el xenomorfo babeante. La saga ha perdido carisma y gancho erótico, porque no son lo mismo Noomi Rapace (que tenía sus roces con Charlize Theron en Prometheus) ni  Catherine Waterston, menos sexi pero sí, en cambio, más terrenal y accesible.

Si en Prometheus la expedición conseguía despejar la incógnita de la procedencia humana, al descubrir que el ADN de la especie era idéntico al de Los Ingenieros -así se llamaban esos seres enormes y blanquecinos que aparecen al principio en el bello paisaje islandés- en Covenant el enigma a desvelar es el origen de los huevos, de los bichos, de la criatura, en fin, creada por el genio del artista suizo Hans Ruedi Giger. Después de 35 años de la aparición en pantalla y tantas réplicas sucesivas de uno de los iconos más poderosos del cine de terror parecía mentira que nadie se hubiera aventurado a aclarar ese misterio, lo que no dejaba de ser un reto para los guionistas y el propio Scott, que se la jugaban en ese apartado del argumento. La pirueta con la que salvan el precipicio (que obviamente no puedo desvelar) me parece un triple salto mortal con tirabuzón brillantemente ejecutado. De paso se nos advierte, con un mensaje –muy útil en la actualidad- tomado prestado de Mary Shelley, de los peligros y la tentación de convertirse en dioses de la creación mediante la manipulación genética.

Covenant tenía otro desafío igualmente evidente: mantenerse fiel a la estructura básica con el fin de conectar la trama tanto con Prometheus como con Alien, el octavo pasajero, pero a la vez aportar algún elemento importante que supusiera una novedad respecto a ellas. Este elemento viene de la mano del robot interpretado por Michael Fassbender, que adquiere un gran protagonismo a expensas de la heroína de Waterston. Aquí pueden ver una bella secuencia que no figura en el montaje de la versión estrenada en España.

El “sintético”, en la jerga de los expedicionarios, además se desdobla y arrastra una retahíla de reflexiones filosóficas sobre la dialéctica creador-criatura: la independencia, superioridad y rebelión de la segunda respecto del primero. Los universos de Alien y Blade Runner se aproximan amistosamente con el síndrome de Roy Batty que sufre Walter en contraste con David, los dos encarnados por Fassbender. Los efectos visuales en la secuencia del aprendizaje musical son tan buenos… que ya no sorprenden a nadie. Otro síndrome, el de Terminator 2: El juicio final (1991) de James Cameron, también asoma la patita y dejan el único chiste de toda la película: “en este tiempo ha habido algunos avances en programación”, le dice David a Walter.

La fidelidad al obligado esquema narrativo, a cambio de esas y alguna otra novedades, nos hace pagar gustosamente el peaje del canon: una expedición que llega a un planeta desconocido, encuentran rastros y por supuesto huevos de la criatura alienígena, monstruo que salta a la cara, penetra en los organismos de los viajeros de diversas maneras, les hace estallar desde dentro y da lugar a una lucha a muerte sin cuartel… ¿es lo mismo? Sí, pero siempre hay algo, una perfección en la puesta en escena, en el montaje, en la acción y el suspense, que lo hace parecer distinto. Naturalmente, cualquier nuevo capítulo que respete esas premisas será siempre inferior a la originalidad casi absoluta que representó el primero en 1979, nunca podrá alcanzar la misma altura. Aunque se tratara de un armazón en el fondo clásico, en palabras del propio Scott, era una película de serie B bien hecha con un trasfondo muy básico: siete personas encerradas en la vieja y siniestra casa, y la duda de quién va a morir antes y quién va a sobrevivir.

En el debe de Covenant debemos reseñar algunas secuencias con un inequívoco aire a subcultura B que contrasta con la pulcritud y elegancia de otras como el prólogo, por ejemplo: el alien que crece aceleradamente nada más brotar del cuerpo de su involuntario anfitrión y se yergue orgulloso, la lucha mediante artes marciales entre robots, la refriega sobre el casco de la nave que no acaba de despegar, o la desaparición de la civilización de los ingenieros, más propias de productos como La momia (Stephen Sommers, 1999) y similares. También se cuela algún objeto del presente que cuesta imaginar dentro de 80 años, como el ordenador personal con que se comunican entre tierra y nave nodriza, pecadillos sin importancia. En el haber, todo el resto del filme, con su atmósfera de misterio -atención al score musical de Jed Kurzel- sus espasmos de violencia provocada por la criatura y la brillante escenificación de interiores y exteriores.

Alien: Covenant comienza con un primer plano de un ojo, una imagen que aparecía también en los primeros minutos de Blade Runner y que Denis Villeneuve parece ser ha mantenido en su secuela (Blade Runner, 2049) o al menos eso parece en el trailer, según nos recuerda Carles Rull. Es un pequeño detalle de sello autoral de un director que ha tocado, siempre con un nivel digno, todos los palos en su larga carrera de 25 largometrajes y otras innumerables piezas diversas, un realizador de poderosa capacidad de síntesis narrativa, cuyas historias oscilan entre lo simplemente entretenido (como Exodus: Dioses y reyes, 2014) y la excelencia (las citadas aquí y otras, como Gladiator, 2000). Ridley Scott tiene un crédito para mí inagotable y espero con impaciencia la continuación de la saga Alien.

6 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser raulete

    cuanto te ha pagao la productora para decir q prometeus fue buena????? xq menudo truñaco de pelicula sin sentido y plagada d errores tantos de tecnicos (una maquina q te extirpa aliens como si fuese apendicitis) como filosoficos (lo creo xq es lo q he elegido creer, las cosas q se creen no se eligen, se creen y punto) como de guion (personajes estupidos, expertos biologos q van tocando gusanos con forma d cobra, robots hijos de puta, espeologos q hacen un mapa con una sonda y se pierden en la misma cueva a la escenda siguiente)… malisima no, lo siguiente… si a ti te gusta q te traten d idiota viendo tonterias sin sentido perfecto, pero q paren el cine q yo me bajo aqui

    14 mayo 2017 | 17:59

  2. Dice ser Khalessi

    A mí me ha parecido buena película y sin duda mejora a Prometheus… Curiosidad de la película:

    http://rodajesdepeliculas.blogspot.com.es/2017/05/el-rodaje-de-alien-covenant.html

    14 mayo 2017 | 19:42

  3. Dice ser jose

    La pelicula esta bien enlazada con la anterior y entretiene, pero todo gira en torno al androide, el resto del reparto y los aliens quedan muy atras con mucho menos protagonismo, y eso a mi no me ha gustado nada.

    Las escenas de accion son casi todas muy pobres (mucho cliche barato), no voy a decir spoilers pero en alguna te dan ganas de reir, y estan metidas con calzador (porque habia que meterlas si o si). Lo unico que les ha importado a los directores, es la historia del dichoso androide filosofando que se ha llevado la pelicula entera excepto 4 o 5 escenas para que dijeras…¡Eh que aqui hay aliens!.

    Alien resurrection que es bastante mala me parece mejor pelicula con eso lo digo todo

    14 mayo 2017 | 21:43

  4. Dice ser Kalisto81

    Si eres tan de alien no te la puedes perder. La mejor desde alien el regreso.

    15 mayo 2017 | 01:26

  5. Dice ser Ryonma

    En esta nueva entrega sigo sin ver la conexion con Alien el octavo pasajero, sencillamente por que no la hay.
    Recordemos que el octavo pasajero visitan una nave de «ingenieros» y dentro ya estan los huevos, en la nave hay un «ingeniero» en el puesto de mando de la nave con el pecho reventado si no recuerdo mal. Con prometheus esta claro que no conecta, ya que el «ingeniero una vez se estrella la nave al final de la pelicula no se queda en el puesto de mando. y con covenant lo siento si spoileo, pero tampoco conecta. Muchas lagunas veo yo.
    Prometheus no es mala pelicula mientras que su funciona sea solo la de entretener, pero la historia en si flaquea por todos lados, para empezar el biologo y el espeologo son tan cobardes que al principio ya se quieren largar, pero luego si son valientes para acercarse a un bicho del que nada saben y que claramente no tiene cara de hacer amigos, aparte de que se pierden tontamente por que habian echo un mapa, como puede un espeologo que ha cartograficado ya la cueva perderse. luego aparece al lado de la nave y abro la puerta sin mirar primero por la mirilla ni intentando primero comunicarme por radio, etc etc

    15 mayo 2017 | 09:23

  6. Dice ser JM

    Para mí es sencillo: tanto Prometheus como Covenant no van del Alien, ni de los creadores originales, ni tan siquiera del ser humano. Van sobre el robot, que es una revisión del mito del Prometeo como ya lo fue Frankenstein. Ni más ni menos.

    Lamentablemente, la anterior (que me pareció una peli muy decente, quizá como esta) soslayó la conversación con el ingeniero, algo que da un sentido al viaje de Noomi Rapace y Fassbender hacia el planeta original, y que -junto a la desviación programática y el complejo de Prometeo de Fassbender a.k.a. David- explicaría la decisión del mismo respecto a los calvos mazaos. No sé si me he explicado.

    No obstante, tiene fallos de guión que son sonrojantes en una época en la que hay grandes pelis espaciales que se atienen a unos mínimos científicos: ¿cómo narices se te ocurre ir sin una mísera mascarilla en un planeta desconocido? ¿no hay militares que no sean unos rednecks o unos ultrapuritanos? ¿las elipsis narrativas de dos semanas en las que se hace un informe y se debate a qué planeta se va son gratis? ¿por qué no se logra empatizar con ningún personaje?

    15 mayo 2017 | 11:48

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