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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Archivo de junio, 2013

¿Quien ganó más dinero durante el boom inmobiliario?

-Que les….(1)….., que han ganado mucho antes.

Ésto, mis sufridos lectores, lo oímos todos los días los que hemos vivido -y aspiramos a seguir haciéndolo- de profesiones relacionadas con la construcción. No voy a desmontar este mito tan difundido y que tanto nos gusta a todos utilizar en según que conversaciones, pero al menos, para que alguien no os calle en alguna tertulia de bar os ofrezco aquí algunas reflexiones sobre quien ha ganado más pasta con la burbuja y quien, a pesar de lo que se pueda considerar, no ha ganado tanto como se piensa:

A espuertas, oiga, estos de las obras se lo llevan a espuertas

-Trabajadores no titulados: Indudablemente los sueldos en construcción subieron durante la burbuja, en algunos oficios muy por encima de lo que ganaba un titulado medio o superior con responsabilidades en la obra, pero lo mejor de todo no era eso, sino la continuidad que los trabajadores han tenido en un sector que se ha caracterizado siempre por la temporalidad y la precariedad. Lamentablemente no se ha sabido aprovechar la bonanza para generar un modelo de trabajo más estable ¿como hacerlo si el sector en sí mismo no lo es? En definitiva han ganado más y han tenido mayor continuidad en su trabajo. No han trabajado más horas y si lo han hecho las han cobrado.

-Trabajadores titulados asalariados: Arquitectos y aparejadores a sueldo en empresas. Efectivamente los sueldos subieron, pero estaban bastante acotados. El problema de este segmento de trabajadores no es el sueldo, que os aseguro que se ganaban sudando tinta aún en el caso del más caro de todos ellos, el problema real fueron las jornadas interminables de 10-12 horas mínimo todos los días y muchos fines de semana, con el añadido de que la responsabilidad se ha personalizado en ellos a nivel interno en las empresas y se hace difícil dormir, mantener una relación o incluso sacar tiempo para rozar a la pareja en tiempo, forma y manera satisfactoria. Moraleja: Se ha ganado más dinero bruto aunque ganando menos por m2 o unidad de vivienda . Se han trabajado muchas más horas de lo que dice ningún convenio y en virtud de ellos han salido más trabajos adelante. Este segmento no cobra las horas extraordinarias jamás. Más responsabilidad adquirida a un precio unitario menor.

-Profesionales liberales titulados por cuenta propia: Casi siempre los arquitectos y aparejadores que han firmado la dirección de obra. Es un caso curioso este. Es verdad que han ganado dinero en virtud de que el trabajo creció tanto que aún a costa de trabajar muchísimas horas, noches y fines de semana se han sacado todas las obras de este país adelante, -no es moco de pavo-  sin embargo el precio de su trabajo bajó sensiblemente, como consecuencia sobre todo de la anulación de las tarifas de honorarios y la mayor competencia del sector, hasta llegar a unos precios verdaderamente ridículos. En cambio la responsabilidad de éstos ha subido durante los últimos años de manera exponencial en virtud de las nuevas normativas y la mayor tendencia a denunciar de los propietarios a veces por cosas ridículas. (2)

-Las constructoras: No han ganado un porcentaje mayor, puesto que el precio de construcción -no de venta- no ha subido proporcionalmente al precio de venta. Sí es cierto que ha habido mucho, muchísimo trabajo y por ello, las grandes empresas, y las pequeñas han ganado más por el hecho de trabajar más, lo cual me parece totalmente lícito por otra parte.

-Las promotoras: Han ganado exponencialmente mucho más que en una época normal. Sobre todo aquellos que han podido comprar suelo a precios anteriores a la burbuja y han vendido en plena efervescencia. Ganar mucho más por hacer lo mismo. Me lo pido para la próxima.

-Los propietarios del suelo: Han pasado en la mayoría de las ocasiones de tener un erial a poseer el codiciado objeto de deseo sobre el que edificar la ambición de unos, el hogar de otros y el medio de trabajo de muchos. Una verdadera plusvalía de la nada al infinito. El becerro de oro. Sí hubiese plagas bíblicas de oferta ya les habría caído una docena. Han ganado lo que jamás pensaron sin hacer más que vender algo que no usaban.

-Los ayuntamientos: Mis queridos amigos, así por encima el ayuntamiento se lleva un 4-5% en tasas y licencias sobre el precio estimado de ejecución. En fin, según los lugares por una chocita de 80 m2 se ha podido llevar perfectamente alrededor de unos 6000 euretes tirando por lo bajo. Además hay que contar con que en los convenios el 10% del suelo con aprovechamiento lucrativo es para los consistorios. Ahí lo llevas regidor, que hay que pagar el museo del macramé y la estatua al contribuyente desconocido. Han ganado mucho más de lo que pensaron por cumplir con su obligación de gestionar licencias. Eso sí los ayuntamientos somos todos. El último que apague la luz.

-Los notarios y registradores: Han trabajado mucho más y han ganado mucho más pues ellos SÍ QUE TIENEN TARIFAS DE HONORARIOS y según dicen nuestro próceres para ellos no cuenta la ley de competitividad. Y está bien que así sea pues son de los individuos más competentes de nuestra sociedad. Con un numero reducidísimo han conseguido poner a uno de los suyos en la silla de la Moncloa. Algo tendrán.

-Paco, pon otra caña hombre, que ya está el arquitectaleches llorando

No me quejo en absoluto, en realidad no conozco a ninguno de los anteriores que lo haga excepto a los ayuntamientos que hablan de «burbuja» cuando acuñaron la palabra «boom» y a algunos otros que por lo general no pertenecen al sector. En este sector, hoy por hoy, nadie tiene tiempo de quejarse. Bastante ocupados están en «reinventarse». ¿No os he hablado del verbo reinventarse, aún? Uy, de eso tenemos que hablar, pero por hoy vamos a dejarlo, no me calentéis, no me calentéis….

 

Notas del Arquitectador:

(1)Aquí viene algo sobre hacerte pertenecer a una ciudad bíblica famosa junto con Gomorra por sus pecados contra la carne que fue asolada por la furia divina en día malo del creador.

(2)Vengo de un juicio de un tipo que pretendía que le cambiaran una bañera que tenía una arañazo, dos años después de su entrega, en cuyo momento por cierto, el arañazo no estaba. Esperpento convertido en rutina a juzgar por lo que he visto en la sala de vistas.

Valga la rebuznancia.

O la repugnancia.

En el juzgado, lo he visto en el juzgado.

 

Las típicas anécdotas de obra (II)

Durante una de las obras en las que fui jefe de obra, el arquitecto proyectista trajo a de visita a algunos de los integrantes de su estudio: jóvenes arquitectos en prácticas. Durante la comida, en la que el aparejador estuvo extrañamente callado, estuve charlando con uno de ellos con cuyo padre, también arquitecto, había coincidido yo años antes en una obra. Mientras llevaba de nuevo a la caseta al aparejador, éste me confesó que él también había trabajado con el padre del chaval pero que no había continuado la relación laboral pues había llegado a tener un affaire con la esposa del otro y madre del mozo. Tras un silencio incómodo le pregunté:

-¿Hace mucho de eso?

Se volvió a mí y con aire lánguido me soltó:

-Más o menos la edad del chaval.

Nunca más volvimos a hablar de ello.

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Durante un periodo de tiempo muy corto participé en una obra en sustitución de otro compañero que se había marchado de la empresa en la que trabajábamos. El encargado, un hombre pequeño y rechoncho, era extraordinariamente amable conmigo y siempre estaba dispuesto a ayudarme en mi trabajo.

Una mañana en la que llegué más temprano que de costumbre, descubrí la agenda del encargado encima de la mesa. Al abrirla ví que llevaba un peculiar diario con todos los «errores» y «faltas» que a su juicio había cometido el compañero al que yo sustituía, con una peculiar narración del tipo «…hoy el señor fulano ha llegado a las 9,30, no sé en que estará pensando este hombre, aún no ha encargado el cemento que le pedí la semana pasada…, luego vendrán las reclamaciones….»

El día que abandoné aquella obra sentí una extraña y placentera liberación.

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A diferencia de los hermanos Grimm, todas mis historias son rigurosamente ciertas y el que las cuenta aún vive.

En aquella misma obra, teníamos un cerrajero peculiar al que llamábamos «el presupuesto» porque todas las frases las terminaba con un sonoro «por supuesto» y todos los tajos con un presupuesto adicional que se sacaba de la manga. Uno de sus cerrajeros era un chaval magrebí bastante trabajador. Durante un par de días dejé de verle y cuando le pregunté a su encargado a que tajo le había mandado, éste me llevó aparte y me dijo que el muchacho hacía el Ramadán y me dejó entrever que tenía que esconderse a ratos en el sótano pues estaba hambriento y cansado. Nunca me atreví a preguntarle si bajaba al sótano a comer o a dormir, lo cierto es que me alegré de no tenerle en el andamio cansado y mal alimentado.

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Hice una obra bastante singular aunque de pequeño tamaño a la que le tengo mucho cariño, en la que contábamos con un par de oficiales jóvenes muy espabilados. Uno de ellos había tenido un accidente en una ocasión durante la construcción de un famoso edificio que no destaca por su verticalidad. Me contó que durante la fase de postensado uno de los cables que están a una tensión brutal se soltó dando un monumental latigazo por el aire. El muchacho, vio como todos los compañeros le miraban aterrorizados y se miró hacia el pecho comprobando que el cable le había atravesado muy cerca del corazón, de lado a lado. La velocidad del cable había cauterizado la herida por el calor del rozamiento y tuvieron que cortarle el cable por delante y por detrás del pecho, llegando al hospital con un metro de cable de acero a modo de lanza atravesándole.
El muchacho me contaba muy serio que mientras entraba al hospital caminando por su propio pie, la gente se desmayaba a un lado y otro del pasillo.

Los médicos le consiguieron sacar el cable que milagrosamente no había tocado ningún órgano vital. Si hay ángeles de la guardia, no me cabe duda de que el chico tenía uno de los buenos.

-¡Vaya suerte que tuviste ese día! – se me ocurrió decirle.

Hombre, si crees que el que un cable te atraviese el pecho es tener suerte, pues sí- me dijo tranquilamente.

Una gran lección.

Nota del arquitectador : Cuento esta historia, que no viví en primera persona, por que he visto fotografías que el equipo médico hizo en su momento, que atestiguan su veracidad, además de ser verdaderamente espeluznantes.

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He oído durante mucho tiempo historias de sexo en las obras. Me las han contado de todos los colores: con las vecinas de los bloques colindantes, con las chicas que limpian la obra al final de ésta, con la dueña del piso que reclama por una gotera y cuando vas a resolverle la humedad resulta que ……

La verdad, la única verdad que puedo afirmar es que habiendo estado muchas veces en todas esas situaciones, JAMÁS, pero JAMÁS DE LOS JAMASES he tenido siquiera la sospecha o la duda razonable de que una buena señora guapa o fea, gorda o delgada se me estuviera insinuando levemente. Pero ni de lejos, óigame usted, ni de lejos.

Y ahora que me adorna el aura de la madurez y ya esperaba cumplir mi asignatura pendiente, van y se acaban las obras…

Cagüen.

 

 

 

Una iglesia «volando» sobre el terreno

Si Goscinny y Uderzo decían de los romanos que estaban locos, no quiero ni pensar lo que dirían de estos estadounidenses que para la restauración de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, un cenáculo de solo 112 años, organizan el lío necesario para no tener que tocar ni un ladrillo de algo que tiene el mismo valor arquitectónico que la casa de mi abuela. Lo digo porque la casa de mi abuela tiene aproximadamente la misma edad, pero más allá del valor de la construcción tradicional de adobe con la que mi bisabuelo debió construirla, no tiene ningún mérito.

Que no venga el tornado, por todos los dioses

Que no venga el tornado, por todos los dioses

Está claro que quizá nosotros en Europa vemos estas cosas desde otra perspectiva, porque tenemos un patrimonio arquitectonico de incalculable valor fruto de una historia de más de doscientos años, que ciertamente al otro lado del charco, no tienen.

Eso sí, como alarde de técnica y de capacidad constructiva y económica el asunto es de tener en cuenta y ofrece unas imágenes impactantes, aunque no debemos dejarnos impresionar demasiado, recalces y soportaciones temporales de edificios históricos hace tiempo que se llevan haciendo, no de la manera tan espectacular que nos aporta la visión de que todo el edificio esté sobre el andamiaje a la vez, pero sí de forma parcial más contenida.

Eso sí, como alarde de técnica y de capacidad constructiva y económica el asunto es de tener en cuenta y ofrece unas imágenes impactantes, aunque no debemos dejarnos impresionar demasiado, recalces y soportaciones temporales de edificios históricos hace tiempo que se llevan haciendo, no de la manera tan espectacular que nos aporta la visión de que todo el edificio esté sobre el andamiaje a la vez, pero sí de forma parcial más contenida.

En todo caso me parece interesante y un poco metafórico: el hombre sosteniendo en sus manos la casa  de Dios.

Como siempre.

¿Tienen la culpa a veces los accidentados de los accidentes laborales?

Ayer mientras leía este articulo pensaba en como podrá influir esta crisis nuestra en el cambio de mentalidad tan necesario que ha de producirse en la política de tratamiento y prevención de los riesgos laborales en una obra.

No es nuevo que la tasa de siniestralidad del sector es de las más altas de panorama laboral y lo es en gran medida por que los riesgos en construcción son evidentes e inherentes a la propia actividad: trabajo en altura, medio de trabajo cambiante, falta de formación del sector empresarial, abundancia de microempresas y autónomos, etc.

Pero tengo que decir -mientras os doy la oportunidad de que hagáis una diana detrás de vuestra puerta con este blog- que no solo el empresario es el culpable de los problemas de seguridad y que no escucho en ningún medio de comunicación -no habré coincidido el día que lo pusieron en prime time- hablar de las altas cuotas de irresponsabilidad que los operarios de la construcción tienen a la hora de velar por su propia seguridad.

Barroca e imaginativa imagen de una plataforma de suicidio. Foto propia tras parar el coche ante tal creativa filigrana, año 2001

Sucede con demasiada frecuencia, o así ha sido al menos hasta el estallido de esta burbuja, que el técnico a pie de obra, tiene que luchar hasta el infinito y más allá para conseguir que un albañil trabaje en el andamio con el arnés puesto, o que no se suba sin ninguna precaución a un tablón sobre un hueco que está exactamente a tres o cuatro pisos de altura de su propia muerte, muchas veces con andamios y barandillas que el mismo trabajador ha retirado y que despues de su trabajo, por pereza, falta de atención o simple desidia no ha vuelto a colocar. Con la misma agilidad con que se sube al andamio, el operario le contesta al jefe de obra que trabaja mejor así o incluso -durante muchos años de burbuja- que si tenía que trabajar con casco, arnés o botas de seguridad, cogía la herramienta y se iba a otra obra.

Y no nos engañemos, no se trata de que el operario se vea sometido a larguísimas e interminables jornadas de trabajo para llevar el pan a sus vástagos. Esto ha sucedido durante muchos años en los que los trabajadores del sector han ganado sueldos muy razonables y han impuesto en gran medida sus condiciones al empresario.
Soy muy consciente de que decir esto es entrar en lo políticamente incorrecto, pero tengo para mí, que sí todo el tiempo que gobiernos, sindicatos, colegios profesionales, empresarios, sistemas de educación, padres, madres, compañeros de trabajo han dedicado a criticar situaciones, lo hubiesen empleado en buscar las causas y cortarlas de raíz, hoy tendríamos unos niveles mucho más bajos de siniestralidad laboral, con todo lo que eso implica.

Me explico. El sector de la construcción ha sido el  que más mano de obra ha generado y absorbido, pero también ha sido el que menos cualificación ha pedido. No es necesario ningún carnet para ser ferralla, carpintero, forjador o albañil, aunque se trabaje con elementos y en condiciones de elevado peligro y con una siniestralidad lamentable. No es preciso aportar ninguna prueba de la experiencia previa  (basta la categoría profesional que un empresario dice que tiene el operario) para que se suba a lugares donde el humano no debe estar sin sujeción o medidas de seguridad excepcionales. Tenemos puntos para poder conducir, sin embargo si trabajas en una cubierta de teja y no te atas disponiendo de los medios para ello, nadie te quita un punto que influya en tu capacidad para poder volver a subirte a un sitio así. Tu vida en ese momento es responsabilidad de otro. Si tú decides tirarte, alguien pagará por ello o incluso irá a la cárcel.

Por supuesto que hay empresarios deleznables y míseros que anteponen su dinero a la vida de los trabajadores y es a estos a los que hay que perseguir y eliminar del panorama laboral. Pero no continuemos con esta demagogia estúpida que nos ha llevado a no ser capaces de colocar nuestros índices de seguridad donde debían estar, pues no es ni mucho menos la generalidad del asunto. Al contrario, en los últimos años los medios de seguridad personal y colectiva han tomado presencia en la obra y ya nadie -en su sano juicio- discute el coste de las medidas de seguridad.

Pues sí. Abogo por una formación específica, seria y reglada para los trabajadores de la construcción, no solo en lo laboral, sino también en lo profesional. Defiendo que no pueda existir un oficial de primera subido en un andamio que antes no haya cumplido determinadas fases previas y una formación real que lo avale. Pido un carnet profesional vivo y creciente que incluya un historial del trabajador, un currículum veraz y también una toma de datos de los «expedientes abiertos» por la falta de utilización reiterada de los medios de seguridad a su disposición y en los casos recalcitrantes de desobediencia una inhabilitación para su trabajo. Porque su vida depende de ello, pero la mía también.

Nota del arquitectador: De la facultad que se le debe dar a un técnico responsable para poder hacer controles de alcoholemia a la puerta de una obra hablamos otro día, que por hoy ya me van a caer bastantes palos.

¿Por qué no hay grandes constructoras extranjeras en España?

Tuve la suerte de empezar mi vida laboral en este sector de la arquitectura-construcción en obras donde constructores y promotores venían de allende los Pirineos. Aprendí lo que pude de sus protocolarios sistemas de control y sobre todo de como sus principios absolutos, sus axiomas, se derretían ante nuestra anárquica organización, quedando en claro fuera de juego y recibiendo un gol en el contraataque siguiente.

Legiones de técnicos dibujaban detalles a escalas casi reales para aportar los datos a los que ejecutaban la obra, que con grácil desparpajo, lejos de leer los planos colocaban un trozo de ladrillo roto aquí y allá, bien fijado con mortero hecho a mano para conseguir algo muy parecido a aquellas formas que los técnicos-que no bajaban a la obra, pues pensaban que con dar ordenes, éstas serían cumplidas– habían pergeñado previamente.

Inevitablemente, las programaciones de aquellos hombres tecnificados, que venían de otros mundos fallaban una y otra vez y la obra se demoraba sin solución.
Aquellos pobres europeos sudaban sangre española intentando explicar a sus gerifaltes en centroeuropa porqué en este país del sur no conseguían hacer lo que antes habían hecho en otras grandes obras en remotos países del tercer mundo.

De repente un día, cambiaba todo el equipo y nuevas huestes llegaban a dominar a este histórico relevo de la famosa y pertinaz aldea gala de Asterix, reconvertido en Pepe Gotera y Otilio. Todo inútil.

Un día en una reunión de alto nivel, ante el arquitecto de la obra, los promotores y otros técnicos de todo tipo, el director de la constructora, un francés educadísimo, un auténtico gentleman, viendo la jugada que le estaban haciendo entre todos, puso sus manos abiertas en la mesa y tras enarcar como pudo una ceja, espetó:

-«…señogues, si de vegdad van a hacegme haceg eso, sincegamente, yo…ME ENFADO«.

Yo, que era el último mono de entre los muchos últimos monos que estábamos allí, supe que se la iban a liar. Un caballero en una taberna de rufianes, acostumbrados a peleas en callejones, solicitaba un duelo de honor al amanecer tras el campanario y con padrinos. Alguien lo atravesaría con una daga traidora antes del alba. Y así fue.

Todo acabó en los tribunales. Los caballeros de allende nuestras fronteras hubieron de retirarse a sus cuarteles generales y no volvieron a estas tierras.

¿No os habéis preguntado por qué, siendo las grandes constructoras del mundo francesas, alemanas….en nuestro país no hay ni una sola que haya ejecutado una obra singular?

Nota del arquitectador: _No penséis que miro la construcción española con desdén. Al contrario, ante las frecuentes eventualidades que se producen en una obra, un técnico español es – estoy convencido – más capaz de reaccionar que su homólogo europeo. Ellos están habituados a más avanzados sistemas, y nosotros más y nos movemos con habilidad en las lides procelosas de la improvisación y de la rápida toma de decisiones. Lo cual no quiere decir que no les mire con envidia en lo que nos superan.

De la arquitectura oral al juicio anal

En la obra se habla mucho. De más.

Nuestros cinco de segundos de gloria están a la vuelta de la esquina y todo el mundo quiere soltar la cojofrase. El axioma definitivo. Twiter se dio cuenta de esto y se está forrando.

Pero en arquitectura no podemos permitirnos semejante dispendio. Mi amigo y socio lo expresa muy bien:

La arquitectura que empieza de manera oral, suele terminal de manera anal.

Y es que cuando hay que explicar a otro lo que se debe hacer de manera verbal, lo mejor, lo único posible para evitar errores es plasmarlo con un dibujo en un papel en blanco. De ahí que tantas veces vemos al arquitecto llegar con su cuadernillo de esa marca que todos conocemos y su lapicerillo -regala un portaminas a un arquitecto y lo tienes entretenido una temporada, hasta que se le acabe la mina- dibujando cosas con y sin sentido por toda la obra.

Cualquier momento es bueno para soltar la mano

Cualquier momento es bueno para soltar la mano

Tengo tendencia a hablar mucho. Por eso en las obras hablo poco. A estas alturas conozco el valor de los silencios y el riesgo de todo lo que digas y no escribas. Aquel juego del teléfono escacharrado se ha perfeccionado mucho en el mundo laboral y no es de buena educación llevar permanentemente una grabadora -ya sabeis que a nadie le gusta escuchar luego su propia voz- así que no queda más remedio que dibujar muy claramente aquello que hay que hacer, por muy sencillo, simple  o incluso insultante que pueda parecer al interlocutor. Siempre es mejor que no tenga que interpretar nada.

Cuando el de enfrente, que tiene generalmente un interés opuesto al del que diseña el proyecto, se dedica a interpretar, puede surgir el problema que finalmente y tras muchas peleas y discusiones, nos lleve a comprender el significado del título de este post, cosa que no deseo a nadie.

Personalmente siempre me ha gustado dibujar y escribir, de hecho esto lo escribí hace algún lustro que otro:

Si hay algo que me produce un escalofrío de placer desde que era un chaval es un papel en blanco.

Me gusta la página derecha de los cuadernos. Virgen, sólida. Incólume.
Cuando, en el colegio había que volver la página, para escribir por detrás, la sensación era desalentadora. Esa página, traslucía los garabatos inversos que, a la vuelta, ya no parecían tan atrayentes, y más bien se convertían en sucios renglones que estropeaban el manto blanco del papel sin contar.
Ahora, ya mayorcito, -por no decirme a mí mismo algo más hiriente- me sigue encantando ese papel en blanco. Un montón de diez o veinte folios. Ordenados. Esperando que yo deslice mi mano sobre ellos para quitarles un polvo inexistente y los mancille con ideas, dibujos, notas, proyectos.

¿Veis como hablamos de más? Menudo ladrillo de viernes os lleváis hoy, majetes.

Nota del arquitectador: Viene todo esto a que he recordado que tengo a las premiadas del concurso sin dibujo. Queridas, os tengo en mis oraciones pero estos días primaverales distraen mi atención constantemente y mi productividad baja de manera notable. Que si una minifalda por aquí, que si un ataque de alergia por allá, que si tengo los ojos llorosos y enrojecidos y la nariz como una berenjena. Pero tranquilas estoy en ello. Os recompensaré debidamente.

 

Lo que puede costarte una mala certificación energética

Soy siempre partidario de hablar con números, porque los dígitos, por sí mismos no conocen el sarcasmo y la ironía, solo cuando se manipulan torticeramente te enseñan la mentira y a diferencia del lenguaje, no hablan de impresiones personales que tomamos como dogmas de fe, sino de características mensurables.

En este caso, y aprovechando que en estos días se está hablando de los mil y un precios que existen para la certificación energética , que como ya habréis leído es necesaria para la venta o alquiler de una vivienda o local, os traigo un estudio comparativo que han hecho desde la consultora Cr.Co edificación del certificado de una vivienda siguiendo el método simplificado  y aplicando valores por defecto a las características técnicas constructivas de la misma o realizándola con el estudio pormenorizado de sus aislamientos, muros, etc, ambos métodos igual de válidos.

Entre ambos casos la diferencia es de dos letras en la escala, es decir, de aplicar valores por defecto la vivienda tendría una calificación G, la última de la tabla -un paradigma del gasto y el mal aprovechamiento de los recursos- mientras que colocando valores reales de sus componentes constructivos la misma vivienda obtiene una califación E, es decir, estaría en la mitad de la tabla, que es más o menos por donde van a estar las vivienda normales.

¿Cual es la diferencia? No me creo que con el paso del tiempo esta calificación no sirva para nada. Más bien pienso que esta letra que ahora muchos van a ver como un impuesto innecesario, será la que marque en un futuro no muy lejano la necesidad de realizar las reformas necesarias para mejorar la calificación y en consecuencia el consumo, y antes de que pongamos el grito en el cielo, debemos pararnos a pensar, que la energía, la dependencia de otros países, el cambio climático, la deuda y el déficit del país, son cosas que nos influyen a todos.

En consecuencia, cuidado con esos certificados que nos ofrecen a precio de dos cañas y una de bravas. Es posible que en un futuro no muy lejano el que hoy ha querido ahorrar en su certificado, comprenda que tiene que volver a realizarlo, esta vez con un profesional y a un precio más lógico, para no tener que acometer unas obras de mejora, que muy probablemente, ni siquiera necesitase o no fuesen dela misma envergadura. Pan para hoy, hambre para mañana.

Nota del arquitectador: No te dejes llevar por cantos de sirena. Si alguien te vende algo muy barato y aún está ganando dinero es que no te está vendiendo lo que dice. Reflexiona como es posible que el técnico que revisa tu caldera cobre más por ello, que un universitario titulado que ha de venir dos veces a tu vivienda y hacer tres veces más comprobaciones, además de realizar un estudio de varias horas en su despacho y emitir un informe posteriormente con una responsabilidad civil adquirida.

Sobre gustos y colores hay mucho escrito, pero hay que leerlo

En la vida de todo arquitecto hay un momento en el que unos amigos le encargan una reforma. Es un momento difícil. La posibilidad de que la amistad se vea dañada flota siempre sobre la mente de uno, pero esos amigos no lo ven, ellos ven su casa reformada, tus render a todo color y las posteriores reuniones en el precioso salón de doble altura mientras cuentan lo bien que fue todo durante la obra.

Durante el proceso, llega inevitablemente el momento en el que recibes su llamada:

My Friend: -Hemos estado mirado pinturas.

Arquitectador: Escalofrío.

MF: Hay un tono de la marca Cobardines que se llama Aire fresco del norte de la isla Tortuga, según sales a la derecha, que nos gusta mucho como quedaría arriba.

Tú crees que tu silencio es lo suficientemente elocuente, pero no.

MF: Estoy pensando en que aquí no hay techo separado para pintar de blanco y el resto en el otro color, y en la zona abuhardillada es todo lo mismo, techo y pared….

A: Cuidado amigo, te estás perdiendo…… -crees haber pronunciado con un hilo de voz, aunque de tu boca no ha salido ningún sonido.

MF: En fin que hemos estado estudiando tendencias en color.

Aquí tu oyes claramente la música de psicosis y desearías estar en la ducha y sentir el frío acero clavándose una y otra vez en tus libros de teoría del color.

MF: Para ver que se pone ahora en los sitios guay.

Todo está perdido….tanto esfuerzo….

MF: Se lleva el rollo zen, relax, paz.

A:…ay..

MF: Paredes limpias, claras, luminosas.

A: Se lleva…¿se lleva ?….¿SE LLLEVAAAA?- consigues decir.

MF: Paredes limpias, claras, luminosas. Así es Miguel. Todo es tendencia. Hasta los inodoros. Tú crees que te gusta una cosa, pero es porque te la meten hasta que te acostumbras.

A: A mi sí que me la estás metiendo- esto tampoco se ha oído, pero es que tampoco querías pronunciarlo.

A: De verdad las paredes no van a ser blancas?-sollozas como una nenaza.

MF: Yo el blanco nuclear lo veo como a medio terminar,….blanco blanco es como no sé, muy color escayola…. -ahora es cuando va a decirlo-…si al menos fuese un blanco roto.

Ya está. Lo ha dicho. El puto blanco roto. ¿Qué demontres será eso del blanco roto?. En la vida hay que tener el valor para ser coherente, si quieres un blando, ¿porque romperlo? ¿no tenemos testiculina suficiente para pintar de blanco? Claro que no, yo había visto su salón, ese salmón caguetilla, las señales estaban ahí ¿Cómo no me di cuenta?

A: Trucaré las fotos con Photoshop.

MF: Eso me parece bien, ves? Ya vamos poniéndonos de acuerdo, además, estoy seguro de que la mayoría de la gente no sabría distinguirlo del blanco- una luz al final del túnel. O un cachondo moviendo una linterna, aún no lo sé.

A: Entonces ¿es blanco?.

MF: Para ti sí, quedarán bien tus fotos -ah, bandido, estás torturándome por puro placer.

A: La capacidad destructiva de las «tendencias»…-comienzas.-

MF: No te engañes, tu estás rodeado.

A:Esta conversación ….¿la puedo convertir en un post?.

MF: Por supuesto, aunque ya sé que será terriblemente tergiversada.

A: Pero mucho más divertida. Sólo os pido que cumpláis con vuestra palabra y yo no note que no es blanco, el blanco no se lleva nunca y se lleva siempre y los detalles son los que dan la personalidad, ladrillo, cerchas, puerta baño…..

MF: Ya te digo que tu verás blanco.

A: Ok, lo grabo.

MF: Entonces del color de la planta de abajo no hablamos. Infartas.

A: Di. Venga….¿malva? ¿celeste?…..oh, cielos….¿verde?.

MF: Verde menta. Clarito.

A: Llama al 112.

MF: Tipo pijama de hospital o así.

A: No me encuentro bien. Lo veo todo negro. O peor: verde.

MF: Y el techo en Rosita claro, para contrastar, ¿qué te parece?-Hijosdeputa, asesinos de arquitectos.

MF: Bueno, ahora cualquier cosa que te diga te parecerá mejor, ¿verdad?, la realidad es que abajo no lo tenemos claro, pero habíamos valorado otro «blanco» parecido a la madera de abajo…..¿te has muerto?, me he pasado, lo sabía, lo del verde-hospital, ha sido cruel.

A:…¿blanco parecido a madera?-consigues soltar- ¿se parecen el feo de los Calatrava y Brad Pitt?.

MF:  ¿Un aire ya tienen, no?.

Me rindo.

Nota del arquitectador: Lejos de la broma y el chascarrillo, os diré que al contrario de lo que se suele decir, sobre colores y sobre gustos, sí que hay mucho escrito, pero claro, hay que leerlo.

 

¿Aceptarías usar toboganes para bajar en nuestros edificios?

Venga, pim, pam, fuera. Post desengrasante del viernes, marchando.

Tengo una sobrina en plena efervescencia de la selectividad. Que le mola la uni, pero no lo suficiente. A ver como la animo yo, que me he pasado media vida en una, sin decirle lo que se sufre ahí dentro. Voy a intentarlo.

Me voyyyy al baaaarrrr

 

Traigo hoy una imagen de la Universidad Técnica de Munich, donde dicen haber formado a unos quince premios Nobel. No me voy a parar a comprobar esta información, porque lo que me interesa es la instalación de toboganes que estudiantes y profesores pueden utilizar para bajar al gran atrio de sus galerías de manera rápida, eficaz y divertida. Sí en la aburrida universidad tradicional está uno desando que toque el timbre, aquí es que debe haber tortas cuando termine la clase para bajar al bar.

 

No os digo nada más. Solo que creo que a poco que incorporemos la vida «infantil» a nuestra vida cotidiana, seremos más felices. Al menos estaremos más contentos, ¿como va a llegar uno a la planta baja cabreado bajando por un tobogán?

Nota del arquitectador: Por Dios, que el Código Técnico incorpore esta solución como obligatoria ya.

¡Que mal se construye en España!

Se habla mucho sobre «lo mal que se construye en España», hacemos verdaderas disertaciones desde nuestra experiencia personal o simplemente desde la sensación que crece a cada asentimiento de cabeza de nuestro interlocutor, sobre lo chapuceros y tenazas que somos en nuestro trabajo y en como ha ido empeorando la profesionalidad de nuestro sector y «lo bien que se hacían las cosas antes».

Imagen de una obra de rehabilitación

Imagen de una obra de rehabilitación

Antes de que en una de esas tertulias de barra tan nuestras, alguien se levante para dejarnos en evidencia, os quiero dar algunos datos desde mi experiencia, que siendo humilde, es bastante opuesta a esta sensación general. Me explico:

-En los último 20 años se ha pasado de una formación generalista en la construcción -como en casi todos los sectores- a una especialización, que ha hecho que los profesionales del tajo hayan ganado en conocimiento de su trabajo, aunque han perdido en «cintura», en esa ibérica habilidad para solucionar entuertos con imaginación y pocos recursos. Os recuerdo que en este país hubo una receta de tortilla sin huevo en tiempos relativamente recientes.

-Las exigencias normativas han hecho que los sistemas constructivos incorporen nuevas exigencias que mejoran significativamente la habitabilidad y las condiciones de las viviendas, que es el uso del que solemos echar pestes.

-Los sistemas constructivos y los materiales han mejorado tanto en los últimos años que el salto cualitativo en nuestros edificios ha sido exponencial tanto en acabados como en confort. Baste ver una ventana de hace veinte años y la peor de las ventanas de ahora.

El número de técnicos, inspectores y controles ha aumentado de manera exponencial. Si hace veinte años era frecuente que un tajo se diese por bueno con el mero hecho de estar terminado, hoy ha de pasar por numerosos filtros y comprobaciones.

Si damos estas premisas por ciertas, ¿que ha pasado para que la sensación de que somos poco más que un Pepe Gotera se acreciente entre gran parte de la población?. Tengo algunas teorías :

La exigencia del usuario ha crecido de manera notable. La población que venía de viviendas rurales a las ciudades tenía un nivel de exigencia mínimo. En el año 60 del siglo pasado el hecho de vivir en un lugar donde el agua llegase hasta la vivienda con la fuerza necesaria, tener un baño en el interior de la casa o luz eléctrica en la vivienda, era casi un lujo. Difícilmente iban a ponerle pegas a aquella vivienda que compraron en las afueras de una gran ciudad.

La tristemente celebre publicidad que se ha hecho para vender un piso ha hecho muchísimo daño. He visto -como diría aquel replicante- cosas que vuestros ojos no creerían, viviendas a 20 km de la ciudad que decían encontrarse en el centro, he leído folletos donde decían que no oiríamos a nuestros vecinos, he escuchado anuncios que contaban como el azulejo cocido era un acabado de lujo, y he disfrutado alicatados hasta el techo y «rodapiel» en todas las habitaciones como si fuesen trajes de Armani para nuestra casa. Yo solo espero que los hijos de los que idearon estas cuñas publicitarias sean hoy arquitectos. Pobres criaturas.

-Inquilinos por el mundo también ha hecho lo suyo. Ni lo normal, ni siquiera lo bueno es noticia. La noticia, el titular, está en ese edificio que algún cabestro construyó sobre un vertedero y ahora tiene más grietas que la cara de Darth Vader. De ahí a la normalidad hay un mundo, pero tristemente eso crea sensaciones.

-Somos españoles. Lo hacemos todo mal. Eso nos encanta decirlo. ¡Por el amor de Dios, si estabamos esperando llegar a cuartos de final -de lo que fuese- con el hacha levantada! Es extensible a todo, el antichauvinismo contradictorio de siempre. Spain is diferent y en la frase siguiente, como en España en ningún sitio. Olé. Arsa.

Y por supuesto la autocrítica. Es absolutamente cierto que hay problemas endémicos en nuestras viviendas que no hemos podido solucionar desde hace mucho tiempo. Quiero escribiros algún monográfico sobre el tema, pero me la vais a liar, que os conozco:

¿Como os explico que esos suelos de madera que calificamos de lujo, están vivos y se mueven y merman y crecen y crujen y se retuercen?

¿Como convenzo a mi cliente de que la madera en la meseta castellana es un suicidio?

¿Como le explico a la señora Juani, sin picarle toda la casa, -señora esas croquetas que está haciendo deben estar de muerte- de que los olores de su vecina al cocinar no tenemos ni puñetera idea de por donde se le meten, que hemos sellado todo con kriptonita pero sigue oliendo a sardina en su armario?

¿Con que cara le digo que hemos hecho dos tabiques y puesto aislante acustico en su dormitorio, pero que cuando llegue la Yenifer -la hija del del cuarto, oigame como le ha empollinao la chica a la Maruja, que hace nada le estabamos trenzando coletas- a las siete de la mañana, clavando los tacones, va a despertarle y a dinamitarle el sueño?

¿Que postura pongo para que me crea cuando le digo que esa gotera es condensación  que le llega el moho al bigote del abuelo, que se le está poniendo verde?

¿Como puedo quedarme serio explicándole a esta gente que el hierro de su estructura dilata y no hemos sabido solucionar sus problemas de fisuración sin emplear juntas que le subiesen el precio de su casa un diez por ciento?

¿En que momento no supimos plantarnos y sentarnos hasta solucionar ese problema que se repite una y otra vez en todas las obras?

No tengo las respuestas. No todas. Tengo muchas justificaciones, pero le escuche a una clienta una vez que en la vida hay dos tipos de personas: los «esques» y los «hayques» y no me gustaría acabar perteneciendo a los primeros, aunque os aseguro que todos tenemos muchos esques para responder a estas preguntas. Por mi parte no me queda más que hacer análisis de conciencia y aseguraros para vuestra tranquilidad que hoy, disponemos de más formación, medios y conocimientos, aunque hay muchos, muchos, muchos asuntos en los que hay que mejorar. No solo los técnicos, desde el ultimo peón hasta el propio propietario.

Pero esa es otra historia y os envenenaré con ella otro día.