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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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El valor de no hacer (casi) nada

Vaya por delante que este post no pretende ser una crítica arquitectónica sesuda y versada, pues no tiene cabida en este blog.

Vaya también por delante como ya expresé en el anterior post que aún comprendiendo que todo es mejorable, tengo muchas dudas sobre la necesidad y la oportunidad de remodelar la puerta del Sol, no solo por lo funcional sino por lo simbólico, tanto de la plaza como del momento que vivimos.

sol

Pero igualmente tengo la necesidad de felicitar al autor del proyecto ganador, el estudio de Linazasoro & Sanchez por el valor que han demostrado al huir de grandes actuaciones y planteamientos onanistas donde se reconociese al autor o se buscase la sorpresa y el impacto. Comprendo que una plaza que algunos por las redes ya han calificado de desértica y estéril no goce de la aprobación general en un principio, y me encantaría poder ver otras propuestas que las dos que nos han enseñado en los medios pues seguro estoy de que las habría de gran calidad.

Sin embargo, la delicadeza de los autores al decidir únicamente reordenar determinados elementos y primar un espacio abierto en una plaza que como reflexionaba el otro día, tiene tantos condicionantes de circulación que la convierten en un espacio de direcciones infinitas sin buscar una actuación que varíe sustancialmente un espacio que funciona casi por si mismo y por sus propias dimensiones, y huir del recurso fácil de un arbolado que la haría impracticable y restaría importancia al entorno existente, y de la manida solución de los toldos, que junto a los palets reciclados son a la arquitectura lo que el cantajuegos a la música, es bajo mi punto de vista un acierto cargado de valentía y sabiduría.

Acabo de escribir los dos párrafos más cercanos a la crítica que pienso escribir en mi vida y ya me estoy avergonzando de ellos – con razón, diréis y no os llevaré la contraria- pero tras la reflexión del post anterior me parecía un tanto cobarde no expresar mi opinión sobre el fallo del jurado, un tirar la piedra y esconder la mano que me avergonzaría más.

Nota del arquitectador: Vaya por delante que no conozco a los autores más que por su obra y que este post no está patrocinado por ellos, pero en este mundo en el que de una forma u otra todos quieren destacar, actuaciones leves que modifiquen sin alterar son muy de agradecer a veces.

Criticando a los maestros

Tuve un profesor durante mi primera época de estudiante del que guardo varias frases lapidarias que saco a airear con frecuencia. Una de ellas es

…no crean ustedes lo que dicen en los libros, porque yo mañana puedo escribir otro que diga lo contrario

Consciente de que existen puntos de vista diversos e incluso opuestos para cualquier tema, procuro escuchar las opiniones y los debates sobre la profesión que tengo oportunidad. En este caso he preferido dejar pasar unos días para traer un encuentro organizado por la biblioteca nacional, que resultó de bastante interés y que tuvo como protagonistas a algunos de los habituales de los medios digitales y escritos en el mundo de la reflexión y de la crítica arquitectónica.

Dejo aquí el vídeo porque puede resultar jugoso para aquellos interesados en nuestro mundo y aunque he estado tentado de extraer aquí algunas píldoras con las que estoy mucho, poco o nada de acuerdo y comentarlas para disfrute de los polemistas habituales y para dar motivo de exabruptos y ataques seguramente justificados, he decidido centrarme solo en algo que se dijo y que me pareció del mayor interés y es la nueva visión desde la que puede criticarse o alabarse una obra, un proyecto o una práctica de un determinado autor sin importar demasiado quien o quienes son, dando por hecho que todo el mundo puede hacer cosas buenas, malas y muy malas, abriendo la posibilidad de criticar alguno de los proyectos de los grandes popes del sector o alabando una obra de un desconocido al que no avalen los grandes críticos. Sin miedo a que nuestra opinión camine en contra de las grandes voces. Sin temor a decir lo que muchos ciudadanos piensan al caminar junto a esos edificios que han sido grandemente ponderados, muchas veces, demasiadas, pensando solo en el gran autor que las hizo y en lo mucho que nos iban a criticar si lo defenestrabamos.

Quizá por primera vez, hablar de los proyectos y no de los autores. 

Hoy parece que los medios digitales, los blogs, la autocomplaciente pagina web que todo el mundo tiene, han abierto la veda y roto los cercos que nos limitaban. Y yo creo que eso está bien. Muy bien.

Edificio de viviendas conocido como El Ruedo. Arq. Sainz de Oiza. Foto wikiarquitectura

Arquitectura y especialización: si Fernando Alonso corriese con un prototipo cada carrera

En la mayoría de los sectores la industrialización y la automatización de procesos se implantó a lo largo de todo el siglo XX, fundamentalmente en su segunda mitad, acelerada por el encarecimiento de la mano de obra, la especialización del trabajo y el desarrollo tecnologico.

En el sector de la arquitectura y construcción por supuesto que tambien lo hizo, pero en un grado infinitamente menor del resto de ámbitos laborales, y a años luz de los procesos industriales a pesar de que ha sido el sector que más recursos humanos y materiales ha requerido y tambien el que más ha influido en el producto interior bruto del pais durante muchos años.

Un trabajador de la construcción FOTO EFE/ARCHIVO

Lejos de hacer un análisis de ello, sí que me atrevo a lanzar al aire algunos de los motivos que creo que han influido en ello:

  • La dificultad para establecer un producto homogéneo. En nuestro país es difícil hacer dos obras iguales por razones climatológicas, urbanísticas, y desde luego sociales. Nadie quiere tener una casa igual al vecino de la parcela de al lado y la personalización de nuestro hogar es nuestra bandera.
  • A partir del punto anterior cada proyecto, cada obra es un prototipo. Un ejemplar único en el que acumular errores. Imaginemos que Fernando Alonso corriese con el primer coche que saliese de la factoría Ferrari cada año, no hubiese oportunidad de realizarle las mejoras oportunas, y en cada carrera tuviese que correr con un coche distinto en el que solo pudiesen aplicar algunas de las correcciones de coches anteriores. Eso es lo que sucede en nuestros proyectos y en nuestros edificios.
  • El cambio constante de equipos de trabajo. Imaginemos que ese hipotético bólido rojo del piloto astur además estuviese diseñado para cada carrera pero construido por técnicos y mecánicos diferentes en cada una de ellas. En nuestros proyectos de edificación, al margen de que puedan estar diseñados por distintos autores, cada uno de estos ha de trabajar con equipos distintos de ingenieria o construcción en según que obra, por razones económicas, de interés del cliente, etc. Cada comienzo de una obra es un nuevo comienzo de curso en el que volver a explicar, contar, hacer nuevos amigos, irreconciliables enemigos…un engrase continuo de maquinaria que justo cuando está puesta a punto, aproximadamente al final de las obras, se desmonta y sus piezas y engranajes se reparten por otros lugares y obras para poder empezar de nuevo en un nuevo edificio.
  • La atomización y falta de especialización del sector de la edificación es un clásico. La mayoría de las empresas especializadas no pueden asumir una plantilla más allá de cinco personas que además tienen un alto nivel de rotación por los altibajos del sector. Esto hace prácticamente imposible la formación y la especialización.
  • Sería absurdo pensar que los mecánicos que llevan las ruedas de Fernado Alonso no tienen ninguna preparación. Estoy seguro de que tienen una formación de alto nivel en su trabajo y que a pesar de lo que se pueda pensar, transportar las ruedas, mantener su temperatura y colocarlas en el lugar y momento preciso no es una tarea nada fácil, ni carente de ciencia. En el sector de la construcción, la formación específica de los trabajadores es NULA. Se llega a un oficio por el aprendizaje mientras se realiza, quedando todas y cada una de las primeras labores ejecutadas (lo que serían las practicas del aprendiz en cualquier otro sector) en la pared de una futura oficina, el pilar de un edificio de veinte plantas o la pared de tu cocina.
    Al hilo de esto se ha hablado mucho sobre la formación y acreditación de los trabajadores de la construcción, pero en la práctica solo se ha aumentado la burocracia y se han puesto palos en la rueda del avance del sector.

No son las únicas, pero sí algunas de las que no siempre se mencionan. No estoy hoy falto de autocrítica, ni mucho menos. La labor de proyectistas y directores de obra y ejecución merece una revisión sin duda, a pesar de haber avanzado muchísimo en la metodología de trabajo en los últimos años. Sin embargo no es posible que sin solucionar esos otros problemas la responsabilidad civil de nuestros números de colegiado asuma las maneras de trabajar decimonónicas de nuestros sector.
Y aquí es donde creo que la administración debería tener un plan global de mejora de un sector que ha pagado las nóminas del país durante décadas y que más tarde o más temprano, volverá a hacerlo. Esperemos que cuando llegue el momento, podamos hacerlo mejor.

Nota del arquitectador: En una de las obras en las que participé, un promotor hablaba de que no contrataría a un arquitecto novel porque tampoco dejaría que le operase un cirujano principiante. Me quedé pensando si el buen hombre sabría que su edificio lo habían construido albañiles, encofradores, y yeseros nobeles, sin importarle para nada.

Las típicas anécdotas de obra (IV)

Pensaríais que ya había terminado con el anecdotario. Ay pequeñuelos, ¡cuán errados estáis!

En la obra no se mea

Ya os he hablado en alguna ocasión de dos fenómenos que he tenido la ocasión de ver en las obras: el primero es la afición de todo trabajador de una obra sin importar el grado y la condición a acercarse a los pilares con la aviesa intención de orinarlos, quizá por ver si crecen con semejante aporte de nutrientes o al menos para que estén suaves gracias a la urea. El segundo es de una compañera que tuve de ayudante mía en una obra. La muchacha, rubita con ojos azules gustaba de dirigirse a los operarios con la voz de Malamadre.
Un día ambos fenomenos se aliaron para ofrecerme una de las escenas más rocambolescas que he podido presenciar. El mismisimo Benny Hill hubiese disfrutado viendo a mi rubicunda compañera dar vueltas dando voces alrededor de un pilar tras un operario que -miembro en mano- intentaba por todos los medios terminar la faena sin ser observado o amputado, pues en aquel momento ninguno sabíamos de las intenciones de la fierecilla en cuestión. Ese día yo supe que no podría volver a reir tanto y el operario que jamás hay que miccionar fuera de los servicios de la obra, que haberlos los había.

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La potencia del círculo
Sucedió que mientras estábamos un grupo de técnicos en una visita de obra, el arquitecto director, un anciano venerable, catedrático y muy considerado en la profesión se paró de repente en el patio central del edificio, una suerte de claustro circular de más de 30 metros de diámetro y de repente, mirando hacia el cielo abierto, espetó con tono de admiración:

-«¡… la potencia del circulo!»

Todos a su alrededor, que andábamos preocupados por temas mucho más mundanos, por ejemplo como terminar aquel círculo que no acababa de estar definido y que nos estaba volviendo locos, soltamos un gruñido de aprobación y bajamos la cabeza no fuera que nos fuese a preguntar si entendíamos lo que decía.

Desde entonces, no hubo día que no pasase por aquel patio sin recordar aquella frase. Años despues volvía por allí y observé unas cuantas fisuras consecuencia de aquellas indefiniciones pertinaces que no terminaban nunca de aclararse. No pude sino ponerme en el centro de aquel patio y gritar:

¡Me cago en el círculo!

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Las vacaciones son sagradas

Mi segundo jefe era un tipo peculiar. Justo cuando entraba en modo paternalista y bajabas la guardia te metía un sablazo o te hacía un desplante. Tardabas tiempo en acostumbrarte. Un día me dijo:

-Miguel, en esta empresa las vacaciones son sagradas – y cuando yo ya estaba pensando en irme, remató- ¡No las toca ni Dios!

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Los toros y la construcción

El mismo individuo, que solo venía a la obra a que le diéramos el parte o a que un peón le lavase el coche -era el año 1991, las cosas han cambiado mucho afortunadamente- un día al final de la obra se presentó y me preguntó si tenía chatarra. Entonces la chatarra que se iba acumulando durante toda la obra, fundamentalmente en la fase de estructura en la que hay muchos despuntes de acero, se vendía a un chatarrero y con lo que sacábamos se hacía una comida para el personal. Yo guardaba aquellos montones de ferralla oxidada como la virtud de mi hermana.

Pues sí, tenemos bastante, hemos guardado hasta el último despunte- dije muy orgulloso de ser tan precavido.

-Estupendo, mañana mando un camión que lo vamos a vender para comprar las entradas de los toros de San Isidro.

Huelga decir que en mis obras ya nunca más había chatarra, eso sí, nadie sabe cómo al final hacíamos una comida en la que nadie ponía un duro. Faltaría más.

Nota del arquitectador: Lo que más me molestó fue que lo gastaran en entradas para el absurdo y cruel espectáculo de los toros, imagen ancestral de un país que parece resistirse a avanzar en los derechos de los animales.

Arquitectura, humor y cintas de vídeo

Los que soléis andurrear por este blog, ya sabéis que me gusta unir la música y la arquitectura, pero desde luego, para empezar la semana, nada como unirlo además con un poco de humor, algo que no siempre es fácil, pero que siento muy necesario, sobre todo después de los últimos post y de como terminamos la semana anterior.

Para empezar, os dejo este vídeo de los inefables chicos de  Muchachada Nui, en el que glosan la figura del aparejador. Ojalá lo hubiese tenido a mano cuando conocí a mi mujer y me preguntó ¿que era exactamente eso a lo que me dedicaba? Que bien te queda ese vestido, reina – le dije, intentando salirme por la tangente. Después de tantos años, aún no sé si lo tiene claro.

 

 

 

Y después, la misma dosis para los arquitectos, eso sí, con un rap buenísimo y pegadizo que no me puedo sacar de la cabeza. Ésto no se lo tuve que explicar, aunque tengo serias sospechas de que ella lo ve de otra manera muy distinta a la mía. Creo que será mejor dejarla vivir en el error.

Nota del arquitectador: Al final del segundo vídeo el chaval le pregunta al arquitecto -¿Como Ted Mosby? Ted Mosby es el protagonista de la serie «Como conocí a vuestra madre..» que es arquitecto

Decálogo del arquitecto que se presenta a concursos

Son muchas las cosas que se desconocen sobre esta profesión nuestra. Una de ellas es el proceso de presentación a concursos para optar a trabajo.

Si es duro levantarse para acudir a un puesto de trabajo en el que cambias tu tiempo y aptitudes a cambio de unas monedas para sobrevivir, no me atrevo a calificar el hecho de trabajar durante jornadas extenuantes para optar a un encargo, compitiendo con unos centenares de oponent….compañeros y con muchas opciones a no ser siquiera reconocido. Tiempo gratis, trabajo gratis, vida gratis. Sin embargo, nos da la oportunidad de desarrollar un trabajo creativo que en los encargos habituales no siempre es fácil de encajar. Por eso nos seguimos presentando a estas fruslerías que nos da la vida, porque nos divierte y nos hace mantenernos activos.

nicholson copia

Reconocer a este espécimen de nuestra fauna es fácil. Ojos vidriosos, falta de sueño, irascibilidad, palabras entrecortadas, consumo a todas luces excesivo de cualquier cosa que lleve cafeína, tics nerviosos. Lo difícil es para ellos mismos ver en que se están -nos estamos- convirtiendo. Para ellos, -para nosotros- pongo aquí este pequeño decálogo de síntomas que ayuden a reconocer al arquitecto trabajando en el concurso de su vida. Otra vez. Como el anterior, y el otro:

 

1º.-Tienes varias ideas «geniales» al día, que desechas al día siguiente. En una segunda fase te parecerán horribles esta misma tarde.

2º.-Hablas mucho de tus ideas pero sin decir de que se tratan, no te las vayan a copiar. Lloras. Nadie te quiere copiar. Miras por encima de tu hombro por si acaso.

3º.-Miras libros y piensas que todo lo que ves en ellos, era justo lo que se te hubiera ocurrido a ti si no fuera por que estás superocupado mirando libros.

4º.-Miras con recelo a todo aquel arquitecto sospechoso de presentarse a tu mismo concurso.

5º.-Intentas convencer a tus colegas de que hay un concurso estupendo al que presentarse. Por supuesto es otro diferente al que te presentas tú.

6º.-Calculas las probabilidades de que entre doscientos equipos, el tuyo sea el agraciado con el premio. Lloras. Vuelves a calcularlo.

7º.-Te dices a ti mismo que tu trabajo es bueno, casi genial, pero que si tuvieses un poco más de tiempo lo clavarías sin ningún genero de dudas. Lloras.

8º.-Trabajas en equipo por que alguien tiene que desarrollar tus ideas geniales, no vas a hacerlo tú todo.

9º.-Ves una y otra vez Los inmortales. Ya sabes, solo puede quedar uno y tal.

10º.-Haces decálogos sobre arquitectos que se presentan a concursos y hacen decálogos sobre arquitectos… etc, etc.

Si lo reconoces, si tienes alguno cerca, no hagas ruido, vuelve a calentar esa pizza de ayer, rellénale la taza de café y pon más papeles en blanco a su alcance. En cualquier momento puede tener la idea de su vida o sufrir un ataque. Si al menos fuese lo segundo, alguien lo vería.

Nota del arquitectador: Sí, sí, sí, sí. Cumplo todas. Por cierto, son las 2:07 de la mañana, quizá mañana venga esa idea genial, pero ¿y si me acuesto y llega mientras duermo? Decidido, ¡más café!

Antonio Palacios y el Círculo de Bellas Artes

Ayer tuve la suerte de asistir a la entrega del III Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, un evento que aúna, en un maravilloso maridaje, los vinos y los libros y como todo evento debe tener un marco arquitectónico a la medida, debo reconocer el acierto de celebrarlo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, una de esas fachadas que ilustran la ciudad, que crean esa imagen que se aloja en nuestras retinas y llenan nuestras vidas de recuerdos relacionados con ella.

Foto Zabarqal, wikipedia

En mi caso -todo esto lo reflexionaba con una copa de buen vino- el arquitecto del edificio ha tenido una indirecta relación con mi vida en varias ocasiones, y con las vuestras seguro que también por muchas razones. Hace ya varias glaciaciones, en mi primera etapa universitaria, realicé un trabajo sobre los edificios de la plaza de Cibeles y descubrí que Antonio Palacios Ramilo diseñó el Palacio de Comunicaciones, comunmente conocido como Palacio de Correos y hoy edificio consistorial de Madrid. Sin duda la joya de la corona de los cuatro edificios que circunscriben a la diosa de los leones. Más tarde, durante una celebración personal, me cotillearon que la casa en la que estábamos fue diseñada por el mismo arquitecto, cosa que no pude confirmar, pero por las fechas y el estilo era perfectamente posible.

Fue, además de un grandísimo dibujante -disciplina que admiro con fervor-, profesor en la universidad y una influencia importante en sus coetáneos y alumnos, como por ejemplo en Muguruza autor del Palacio de la Prensa, edificio en el que tuvo su sede este diario 20minutos.es, y todos tenemos en nuestra retina las principales estaciones del metro de Madrid y sus accesos, esas escaleras de forja y sus templetes, que Palacios diseñó, junto con el ingeniero Otamendi.

Accesos al metro diseñados por Antonio Palacios

En la fachada del Círculo de Bellas Artes, Palacios, que fue un monumentalista ejerciente, exploró la diferenciación al exterior de los usos interiores, explicando en altura los distintos volúmenes según su función, lo que convierte esta fachada en mucho más dinámica que sus vecinas sin perder su carácter reinterpretativo de los ordenes clásicos. Bajo mi punto de vista el remate de la torre de manera asimétrica y el distinto tratamiento que hace en sus dos fachadas es un ejercicio de profesionalidad que nos enseña a los arquitectos de hoy, más que muchos libros.

De nuevo los libros, que así empezaba el post. Una manera cualquiera de cerrar el círculo, porque como muy bien dice el nombre del edificio y de la entidad, al final, quizá todas las bellas artes no pueden entenderse bien las unas sin las otras, formando un círculo sin fin.

Nota del arquitectador: En el fondo, quien gusta de la lectura y de regarla con un buen vino, busca un rincón, un lugar especial para disfrutarlo. No se me ocurre mejor razón para la arquitectura.

¿El 1% del presupuesto para cultura se gasta adecuadamente?

Hoy he leído un estupendo artículo de arquitectura en el que hablaban de la defensa del 1% del presupuesto de las grandes obras públicas para un uso cultural, pero tengo que decir que estoy absoluta y radicalmente en contra de esto y paso a explicaros las razones.

He tenido la suerte de participar en algunos proyectos que por su volumen y su calidad eran dignos de emplear ese porcentaje en uso cultural y he visto como se gastó el dinero. En una de ellas, se hizo una maqueta en madera del propio edificio y unas medallas conmemorativas que estarán -en el mejor de los casos- en algún despacho oficial o en la casa de algún gerifalte de la época. Como no se llegaba al presupuesto total, sucedió la siguiente historia.

Uy, cuanto pilar junto, ¿no?

Uy, cuanto pilar junto, ¿no?

La obra, que contaba entre sus virtudes la abundancia de elementos de hormigón visto, comenzó con el derribo de no pocos pilares porque su acabado no era el adecuado. Durante el primer mes de obra debimos derribar unos veinte o treinta pilares, que hubieron de rehacerse correctamente. Cuando el arquitecto de la obra lo vio , además de darnos las gracias por cuidar de los acabados, ordenó guardar en un rincón los restos de aquellos dólmenes de hormigón, con sus varillas oxidadas por el paso de los meses. Al final de la obra, se organizó una suerte de bosque de pilares derribados, de diferentes alturas, todos enhiestos conformando una «escultura» con no recuerdo que advocación. Eso justificó el resto del presupuesto que había que reservar al 1% cultural.

La cultura, como tantas otras cosas, debe ser defendida y puede que también subvencionada, pues de lo contrario desaparecería o se convertiría en otra cosa mucho más mercantilista, pero de esta manera, con estas leyes tan poco cuidadosas y tan desdeñosas con el arte de verdad, ni el dinero de la subvención sirve para fomentar que un artista pueda dedicarse a su obra, ni los ciudadanos pueden contar en sus espacios públicos con obras que verdaderamente les hagan disfrutar del arte. En definitiva, es todo un fiasco. Como lo son tantas otras cosas en la vida.

Si queremos fomentar el arte, hagamos que gente que tenga los conocimientos necesarios gestionen de manera lógica esas cantidades del presupuesto y no pongamos en manos de otros la necesidad de justificar un gasto absurdo, sin ningún sentido ni artístico ni práctico.