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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Un coliseo con 200.000 piezas de Lego©

Maravillosa imagen del blog de Joaquin Morales

Maravillosa imagen del blog de Joaquin Morales

Conozco personas que confiesan haber querido ser arquitectos, pero que no se atrevieron o escogieron otro camino, los más de ellos agobiados por «lo mal» que se les daba el dibujo, hay quién ya desde tierno infante aspiraba a ser arquitecto y también quién, como yo, nunca pensó seguir este camino, sin embargo la vida nos va llevando por cualquier senda mientras creemos ser dueños de nuestro futuro.

Sin embargo, cuando uno mismo se pone a analizarlo, puede recordar premonitorias señales, pequeños acontecimientos que presagiaban este final. En mi época, el juego de construcción por excelencia era el Exin Castillos, un puzzle de piezas encajables con los que dejar soltar la imaginación y las ansias constructoras rematadas siempre con aquellos capuchones rojos que coronaban la inevitable torre, a la espera de que un seis de enero después, nos cayera del cielo otra caja de piezas que nos permitiera hacerla más alta, más ancha, más grandiosa. Los pelos como alcayatas, oiga.

Tras la generación del beibibum llegaron aquellos otros juegos de construcción con más accesorios, más versátiles -al final tanto castillo se nos quedaba un poco monoestilístico- más coloristas y con más capacidad de innovar y de imitar construcciones de todas las épocas, y ampliar el espectro de las fortalezas a cualquier edificación. Todo esto me lo ha recordado el articulo de los siempre recomendables chicos de Cosas de Arquitectos en el que nos cuentan como se puede construir, si tienes 200.000 piezas de LEGO©, una reproducción del Coliseo romano , que me gusta tanto por su escala como por su puesta en escena, con esa sección en tres dimensiones que lo hace casi tan apetecible como el propio coso de la ciudad eterna. Os recomiendo pinchar en la foto -¡al terminar este post! y leer el articulo.

coliseo

Ya imagino que no todo el que juega con piezas de construcción o hace castillos de arena, dirige sus pasos hacia el mundo de la construcción al llegar a adulto, pero puedo deciros que si mis padres hubiesen analizado el numero de horas que jugué con estas maravillas en comparación con mis sobrecitos de soldados, o aquel fuerte-empalizada del oeste por el que tanto suspiré, habrían descubierto -y me lo podrían haber dicho antes, ahorrándome años de búsqueda- cual habría sido mi final.

Nota del arquitectador: A los veinticinco años, me llegó otro regalo por el que suspirábamos muchos en aquella época: un Meccano. Me aterroriza la idea de que si además del Exin Castillos los reyes me hubiesen traído el Meccano, hoy podría ser…..¡Calatrava! ¡Glub!

 

 

¿Te gustaría columpiarte mientras esperas el autobús?

Que no has terminado de crecer se demuestra fácilmente  Es ver un balón inmóvil a menos de dos pasos de ti o una cuerda a dos palmos de suelo y raro será si resistes la tentación de sacar un libre directo a la escuadra o de saltar sobe la cuerda a ritmo de «soy capitán, soy capitán, de un barco inglés….»

No te avergüences lechón, a mi me pasa lo mismo. Nos gusta jugar.

En Montreal, el colectivo canadiense Daily Tous Les Jours sabedores de esta verdad universal, han realizado un montaje urbano -que yo aplicaría sin dudar a las paradas del autobús  la actividad más aburrida del universo, después del cambio de temporada del armario- en el que los viandantes disfrutan de un columpio que al mecerlos emite sonidos de piano y xilófono. Un montaje urbano-musical, que desde luego daría una impresionante vida al paisaje de nuestras ciudades, que tantas veces se convierten en lugares en los que compartimos mucho tiempo con el ser humano contiguo intentando evitar el choque de miradas.

 

Imagino yo que debe ser muy difícil balancearte esperando el autobús y no dedicarle una buena sonrisa a la señora/maromo de la izquierda o un guiño a la morenaza/o de la derecha, dirigiéndole un sonoro «¿vienes mucho por aquí, prenda?» en ese momento en el que la secuencia de vuestros columpios se encuentran en el aire. Lo mismo con ideas como ésta, saldríamos a la calle como antes, porque sí, a ver a quién te encuentras, a callejear, a jugar o a esperar el autobús.

Nota del arquitectador: Nunca he entendido la frase «no te columpies», con lo divertido que es columpiarse y parece que a partir de cierta edad lo tenemos prohibido y mal visto. Columpiate todo lo que quieras, a placer, es gratis.