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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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¿Se puede invertir en la primera vivienda?

Conozco un tipo de mi edad que no quiso comprarse un coche nuevo. Se pasea por las calles con un coche de quince años del que se rumorea que tiene relaciones con un camión cisterna, de tantos litros de combustible como debe gastar. Pero mi amigo no lo cambia. Dice que le costo 6000 euros de quinta mano y lo tiene desde hace 10 años así que presume de que le ha costado 600 euros al año y bajando. Lo mismo que a otros su letra mensual del todoterreno. Ese que solo conoce el asfalto.

El mismo tipo vive con su paciente esposa en un piso de una sola habitación. Todos los amigos le decíamos que se mudara, que se comprase un piso más grande, que era una inversión. Mi amigo con una tozudez propia de su ascendencia aragonesa torcía el morro y ponía en cuestión el concepto invertir en la primera vivienda. No se invierte en tu mujer o tu marido-dice-son para toda la vida, se invierte en tu amante, que va y viene, que puede cambiarse- refiriéndose a la segunda vivienda- y si quieres ganar dinero de verdad no tienes ni amante.

Cuando llegábamos al capítulo pideuncréditoquetesalemásbaratopedirloquepagarlo, mi amigo que es buena persona pero hay que ver lo gruñon que es, mudaba la tez del pálido sonrosado al más apasionado carmesí. No os describiré lo que dice. Digamos que no está de acuerdo.

Todo esto, si lo hubiese escrito hace cinco años tendría mucho más sentido. Ahora todos simpatizamos con mi amigo, todos le entendemos y le tenemos en un altar. Ay, si pudiese devolver el coche y comprar aquel otro modelo sin GPS, ABS, y un par de acrónimos menos. Ay, si no hubiese cambiado la casa por ese cuarto de gorron…..invitados. Ay,ay,ay…

Este blog, que dicen que es de arquitectura, tiene mucho que ver con nuestros desvelos por la casa, por nuestra casa, que es nuestra principal preocupación arquitectónica porque está unida directamente a la familia, a la tribu y al hogar. Conceptos estos que están diametralmente opuestos a la palabra inversión. Todos los sabemos, con la familia y el hogar no se juega y es que la inversión, pequeño saltamontes, es un juego, como la bolsa y jugando no existen las garantías. ¿Lo habremos aprendido ya?

Se invierte con lo que te sobra y nunca con los bienes de primera necesidad. Si alguno de vosotros aprende eso ya habrá estado bien este blog, aunque sea un cliente menos el día de mañana.

Nota del arquitectador: Mi pobre amigo se compró un coche americano, un pequeño carro de combate sin torreta ni cañón orientable pero que consume lo mismo para su desgracia. Creo que anda pensando en cambiarle las orugas por unos neumáticos normalitos. Y es que nadie es perfecto.

 

Crisis? What crisis?

Dos semanas. Sólo dos semanas han bastado para que donde había crisis ahora todo sean parabienes y esperanzas. Un magnate americano semiretirado compra unas acciones de una constructora por aquí, unos fondos buitres dicen disponer de 20.000 millones de euros para invertir en activos inmobiliarios por allá, mucha necesidad bien aliñada con cuarto y mitad de fe ciega…et voilá, como dijo Supertramp, crisis?, what crisis?

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No es que quiera yo negar esta oleada de desesperado optimismo que nos llega a espuertas desde los telediarios, es sólo que no tenemos aún ni siquiera plantada la semilla del brote, y ya pretendemos ver como asoma por esa baldía maceta que tenemos en la ventana de nuestra economía. Al menos en este sector nuestro, que por cierto después de al menos seis años de crisis renace debajo de ese nuevo sector productivo que no hemos sido capaces de inventar, para convertirse otra vez en lo que debe liderar la actividad. Construcción. No es que me parezca mal, ni mucho menos, es solo que no aprendemos.

Hace ya mucho, escribía esto y sigue siendo tan vigente como entonces:

No busquéis los brotes verdes. No han nacido todavía.
No, este blog no se ha reconvertido en político, no tengo alma de tertuliano, no vengo hoy a vaticinar grandes catástrofes ni a decir que ésto ya lo veía yo venir desde hace tiempo.
Es solo que hay cosas que no tienen otro camino.
En nuestro país, la economía, se basa en la construcción y en el turismo. Y no por que seamos unos especuladores patológicos ni por que tengamos almas serviles cuando vemos un rubicundo europeo. Ni mucho menos.
Es por que no tenemos otra cosa.
Cualquier sector económico en el que penséis, supone porcentajes del PIB ridículos, salvo el del turismo y el de la construcción. No hay minería, no hay industria, no hay agricultura extensiva, salvo pequeñas zonas muy localizadas.
Y la construcción está muerta.
El proceso de realizar un edificio nace aproximadamente dos años antes de que el primer operario entre en la parcela.
En este tiempo, se hacen estudios económicos, geotécnicos, de viabilidad, de edificabilidad…y por supuesto un proyecto arquitectónico que luego se llevará a cabo.
Y os puedo asegurar que en los estudios de arquitectura no entra un solo cliente.
Eso quiere decir que al menos durante los dos próximos años, esos operarios, el grueso del paro actualmente, no va a tener ninguna obra que realizar.
Me puedo equivocar, lo deseo incluso. Pero es lo que pienso.

Hoy vuelvo a desear equivocarme. Y lo hago porque aunque todos sabemos que no se va a construir nada, no confío en que todos esos activos a bajo precio que se están comprando con la esperanza de venderlos revalorizados en menos de cinco años, consigan repuntar su precio, si como parece nadie va a poder comprarlos ni a su precio actual ni mucho menos después de esa esperada subida. Y cuando todos esos fondos, que pueden proceder de fondos de pensiones, de pequeños y medianos inversores, de bancos extranjeros o españoles descubran que ésto no sube, ¿a quien le pedirán que los salve? ¿a nosotros con nuestros impuestos? ¿a los organismos europeos con nuestros impuestos? ¿al fondo monetario internacional con nuestros impuestos?

Nota del arquitectador: El viejo tío Bill compra acciones de FCC, donde yo me dejé casi seis de los mejores años de mi vida. Por aquel entonces, como en la zarzuela, era de una morena y una rubia. A mí me gustaba más entonces, soy un clásico.