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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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El valor de no hacer (casi) nada

Vaya por delante que este post no pretende ser una crítica arquitectónica sesuda y versada, pues no tiene cabida en este blog.

Vaya también por delante como ya expresé en el anterior post que aún comprendiendo que todo es mejorable, tengo muchas dudas sobre la necesidad y la oportunidad de remodelar la puerta del Sol, no solo por lo funcional sino por lo simbólico, tanto de la plaza como del momento que vivimos.

sol

Pero igualmente tengo la necesidad de felicitar al autor del proyecto ganador, el estudio de Linazasoro & Sanchez por el valor que han demostrado al huir de grandes actuaciones y planteamientos onanistas donde se reconociese al autor o se buscase la sorpresa y el impacto. Comprendo que una plaza que algunos por las redes ya han calificado de desértica y estéril no goce de la aprobación general en un principio, y me encantaría poder ver otras propuestas que las dos que nos han enseñado en los medios pues seguro estoy de que las habría de gran calidad.

Sin embargo, la delicadeza de los autores al decidir únicamente reordenar determinados elementos y primar un espacio abierto en una plaza que como reflexionaba el otro día, tiene tantos condicionantes de circulación que la convierten en un espacio de direcciones infinitas sin buscar una actuación que varíe sustancialmente un espacio que funciona casi por si mismo y por sus propias dimensiones, y huir del recurso fácil de un arbolado que la haría impracticable y restaría importancia al entorno existente, y de la manida solución de los toldos, que junto a los palets reciclados son a la arquitectura lo que el cantajuegos a la música, es bajo mi punto de vista un acierto cargado de valentía y sabiduría.

Acabo de escribir los dos párrafos más cercanos a la crítica que pienso escribir en mi vida y ya me estoy avergonzando de ellos – con razón, diréis y no os llevaré la contraria- pero tras la reflexión del post anterior me parecía un tanto cobarde no expresar mi opinión sobre el fallo del jurado, un tirar la piedra y esconder la mano que me avergonzaría más.

Nota del arquitectador: Vaya por delante que no conozco a los autores más que por su obra y que este post no está patrocinado por ellos, pero en este mundo en el que de una forma u otra todos quieren destacar, actuaciones leves que modifiquen sin alterar son muy de agradecer a veces.

Criticando a los maestros

Tuve un profesor durante mi primera época de estudiante del que guardo varias frases lapidarias que saco a airear con frecuencia. Una de ellas es

…no crean ustedes lo que dicen en los libros, porque yo mañana puedo escribir otro que diga lo contrario

Consciente de que existen puntos de vista diversos e incluso opuestos para cualquier tema, procuro escuchar las opiniones y los debates sobre la profesión que tengo oportunidad. En este caso he preferido dejar pasar unos días para traer un encuentro organizado por la biblioteca nacional, que resultó de bastante interés y que tuvo como protagonistas a algunos de los habituales de los medios digitales y escritos en el mundo de la reflexión y de la crítica arquitectónica.

Dejo aquí el vídeo porque puede resultar jugoso para aquellos interesados en nuestro mundo y aunque he estado tentado de extraer aquí algunas píldoras con las que estoy mucho, poco o nada de acuerdo y comentarlas para disfrute de los polemistas habituales y para dar motivo de exabruptos y ataques seguramente justificados, he decidido centrarme solo en algo que se dijo y que me pareció del mayor interés y es la nueva visión desde la que puede criticarse o alabarse una obra, un proyecto o una práctica de un determinado autor sin importar demasiado quien o quienes son, dando por hecho que todo el mundo puede hacer cosas buenas, malas y muy malas, abriendo la posibilidad de criticar alguno de los proyectos de los grandes popes del sector o alabando una obra de un desconocido al que no avalen los grandes críticos. Sin miedo a que nuestra opinión camine en contra de las grandes voces. Sin temor a decir lo que muchos ciudadanos piensan al caminar junto a esos edificios que han sido grandemente ponderados, muchas veces, demasiadas, pensando solo en el gran autor que las hizo y en lo mucho que nos iban a criticar si lo defenestrabamos.

Quizá por primera vez, hablar de los proyectos y no de los autores. 

Hoy parece que los medios digitales, los blogs, la autocomplaciente pagina web que todo el mundo tiene, han abierto la veda y roto los cercos que nos limitaban. Y yo creo que eso está bien. Muy bien.

Edificio de viviendas conocido como El Ruedo. Arq. Sainz de Oiza. Foto wikiarquitectura

Arquitectura y especialización: si Fernando Alonso corriese con un prototipo cada carrera

En la mayoría de los sectores la industrialización y la automatización de procesos se implantó a lo largo de todo el siglo XX, fundamentalmente en su segunda mitad, acelerada por el encarecimiento de la mano de obra, la especialización del trabajo y el desarrollo tecnologico.

En el sector de la arquitectura y construcción por supuesto que tambien lo hizo, pero en un grado infinitamente menor del resto de ámbitos laborales, y a años luz de los procesos industriales a pesar de que ha sido el sector que más recursos humanos y materiales ha requerido y tambien el que más ha influido en el producto interior bruto del pais durante muchos años.

Un trabajador de la construcción FOTO EFE/ARCHIVO

Lejos de hacer un análisis de ello, sí que me atrevo a lanzar al aire algunos de los motivos que creo que han influido en ello:

  • La dificultad para establecer un producto homogéneo. En nuestro país es difícil hacer dos obras iguales por razones climatológicas, urbanísticas, y desde luego sociales. Nadie quiere tener una casa igual al vecino de la parcela de al lado y la personalización de nuestro hogar es nuestra bandera.
  • A partir del punto anterior cada proyecto, cada obra es un prototipo. Un ejemplar único en el que acumular errores. Imaginemos que Fernando Alonso corriese con el primer coche que saliese de la factoría Ferrari cada año, no hubiese oportunidad de realizarle las mejoras oportunas, y en cada carrera tuviese que correr con un coche distinto en el que solo pudiesen aplicar algunas de las correcciones de coches anteriores. Eso es lo que sucede en nuestros proyectos y en nuestros edificios.
  • El cambio constante de equipos de trabajo. Imaginemos que ese hipotético bólido rojo del piloto astur además estuviese diseñado para cada carrera pero construido por técnicos y mecánicos diferentes en cada una de ellas. En nuestros proyectos de edificación, al margen de que puedan estar diseñados por distintos autores, cada uno de estos ha de trabajar con equipos distintos de ingenieria o construcción en según que obra, por razones económicas, de interés del cliente, etc. Cada comienzo de una obra es un nuevo comienzo de curso en el que volver a explicar, contar, hacer nuevos amigos, irreconciliables enemigos…un engrase continuo de maquinaria que justo cuando está puesta a punto, aproximadamente al final de las obras, se desmonta y sus piezas y engranajes se reparten por otros lugares y obras para poder empezar de nuevo en un nuevo edificio.
  • La atomización y falta de especialización del sector de la edificación es un clásico. La mayoría de las empresas especializadas no pueden asumir una plantilla más allá de cinco personas que además tienen un alto nivel de rotación por los altibajos del sector. Esto hace prácticamente imposible la formación y la especialización.
  • Sería absurdo pensar que los mecánicos que llevan las ruedas de Fernado Alonso no tienen ninguna preparación. Estoy seguro de que tienen una formación de alto nivel en su trabajo y que a pesar de lo que se pueda pensar, transportar las ruedas, mantener su temperatura y colocarlas en el lugar y momento preciso no es una tarea nada fácil, ni carente de ciencia. En el sector de la construcción, la formación específica de los trabajadores es NULA. Se llega a un oficio por el aprendizaje mientras se realiza, quedando todas y cada una de las primeras labores ejecutadas (lo que serían las practicas del aprendiz en cualquier otro sector) en la pared de una futura oficina, el pilar de un edificio de veinte plantas o la pared de tu cocina.
    Al hilo de esto se ha hablado mucho sobre la formación y acreditación de los trabajadores de la construcción, pero en la práctica solo se ha aumentado la burocracia y se han puesto palos en la rueda del avance del sector.

No son las únicas, pero sí algunas de las que no siempre se mencionan. No estoy hoy falto de autocrítica, ni mucho menos. La labor de proyectistas y directores de obra y ejecución merece una revisión sin duda, a pesar de haber avanzado muchísimo en la metodología de trabajo en los últimos años. Sin embargo no es posible que sin solucionar esos otros problemas la responsabilidad civil de nuestros números de colegiado asuma las maneras de trabajar decimonónicas de nuestros sector.
Y aquí es donde creo que la administración debería tener un plan global de mejora de un sector que ha pagado las nóminas del país durante décadas y que más tarde o más temprano, volverá a hacerlo. Esperemos que cuando llegue el momento, podamos hacerlo mejor.

Nota del arquitectador: En una de las obras en las que participé, un promotor hablaba de que no contrataría a un arquitecto novel porque tampoco dejaría que le operase un cirujano principiante. Me quedé pensando si el buen hombre sabría que su edificio lo habían construido albañiles, encofradores, y yeseros nobeles, sin importarle para nada.

Arquitectura y lenguaje: un matrimonio sin sexo

Escuchar y sobre todo leer a un arquitecto es sin duda un ejercicio de paciencia y de sorpresa permanente. La capacidad para utilizar términos no asociados a nuestra materia y reconvertirlos en arquitectónicos parece ser infinita y cuando tras dos párrafos sin esdrújulas de dudosa significación pensamos haber alcanzado la normalidad, el autor suele sorprendernos con alguna palabra inventada que ningún diccionario recoge ni la RAE tiene entre sus tareas pendientes.

Suelo echar pestes de los libros de arquitectura que abundan en farragosos textos y eruditas disertaciones. Aborrezco de los manifiestos, de las odas y sobre todo de aquellos que comienzan por «carta a los estudiantes de…» Puede que hayan cambiado la historia de la arquitectura para arquitectos, pero tienen capacidad cero de transmitir nada a aquellos a los que debe ir dirigida la arquitectura.

No estoy en contra de la investigación arquitectónica, -sobre todo porque no tengo la menor idea de lo que es eso por mucho que lo lea a menudo en artículos y declaraciones bientencionadas- pero sí estoy en contra de explicar sólo con palabras aquello que inevitablemente termina por ser un trabajo gráfico, visual y finalmente volumétrico y material. Espacial.

Al menos en la portada tiene sus dibujos

Al menos en la portada tiene sus dibujos

Y es que no creo que se pueda explicar el espacio apenas con unos montones de palabras y lo demuestra el hecho de que sea necesario escribir tomos y tomos de texto para intentar describir y contar lo que una sola imagen puede resumir y sobre todo transmitir sin necesidad de buscarle epítetos y etiquetas, que únicamente pueden dejar a medias el significado de una fachada, un edificio o un proyecto.

En esta unión de arquitectura y lenguaje hay entendimiento, comprensión, cariño, pero solo cuando va acompañada con una lujuriosa imagen, un impúdico croquis o un arrebatador y aclaratorio dibujo puede llevarnos a la pasión de una noche de sexo sucio y pegajoso. Esas que da vergüenza contar pero que son las que más y mejor recuerdas.

Nota del arquitectador: De entre todos los textos de arquitectura plagados de plurisílabos (?!) empiezan a proliferar aquellos que critican los textos de arquitectura, lo cual me hace pensar si no habré iniciado la vía personal de la investigación arquitectónica. Uf. Que sudor frío tan incómodo. Será mejor dejarlo.

 

El nuevo arquitecto

El nuevo arquitecto:

  • Jamás lleva camisa, siempre camiseta.
  • No tiene un estudio de arquitectura, ni trabaja para una empresa: pertenece a un colectivo.
  • Su ropa nunca se ha acercado a una plancha a menos de doscientos metros.
  • Los mismos doscientos metros que necesita para hacer arquitectura, porque él o ella no hace arquitectura:  crea espacios transversales de reorganización urbana con participación social no jerarquizada y reaprovechamientos integrales. Además quiere poner un huerto. Y muebles con palets.
  • No tira nada, todo lo recicla y hace sillas con ello. Con las sillas rotas hace sillas. Con ordenadores rotos hace sillas. Con las sillas que sobran después de hacer sillas a cascoporro hace mesas y está pensando seriamente en hacer un coche con sillas. Sillas de palets, claro.
  • Se agarra a la valla de las antiguas obras como un niño lactante a los pechos de su madre, y de su boca, oculta tras una barba rala, sólo sale una frase ¿te sobran palets?, es que pertenezco a un colectivo que…
Foto 112. Quema de sillas previamente a su reciclaje y montaje sin gota de CO2

Foto 112. Quema de sillas previamente a su reciclaje y montaje sin gota de CO2

 

  • Cada vez que se afeita el espíritu del  corbu le hace un arañazo a sus gafas de pasta y un niño se hace ingeniero.
  • Lleva gafas de pasta, sí, aunque tiene vista de piloto de caza. Es capaz de ver un palet a dos kilómetros por muy empañadas que tenga las gafas.
  • No quiere hacer edificios. Bueno sí. Pero no. Mejor acciones urbanas. Bueno no, mejor una  consulta a los vecinos del barrio a ver que quieren. Bueno no. Mejor ampliar la encuesta no sea que los del barrio de al lado tengan una idea mejor. Bueno no. Mejor una asamblea, pero no solo de vecinos, que participe todo el mundo. Bueno, no, mejor buscamos palets.
  • Es macquero. Esto no es discutible. Bill Gates es Belcebú y solo la manzana tiene la respuesta. Aunque lo deja todo por Linux. Bueno al menos así será cuando autocad corra bajo linux, no vamos a prescindir de eso.
  • Es capaz de decirme las toneladas de CO2 de las que soy culpable por cada vivienda que he levantado. Claro, claro, pero ese sofá que tiene en su casa está hecho con los palets de mis obras ¿o es que ya no se acuerda?
  • No sabía lo que era un descampado hasta el último año de carrera, pero luego ha visto la luz. Estaba escondida en un poblado chabolista donde queman las sillas para calentarse. Bueno son palets, pero él-ella ve sillas. Ahora sueña con hacerles un parque con materiales reciclados a ver si dejan de quemar palets que están escaseando a la misma velocidad que crecen los colectivos.
  • Yo tengo varios amigos así. Miro con envidia sus relucientes Macs y sus tabletas digitales. Me dicen que viene una nueva arquitectura y que todo ha cambiado, pero yo se lo que quieren: ¡dejad de mirar mi palet, coño!

Nota del arquitectador: Conste que habrá otro capitulo para los «viejos»arquitectos y uno más para los de entretiempo. Aquí cada cual peca lo que puede. Este post lleno de rencor es por llenar de cosas los descampados, esos en los que yo me crié y me llené las rodillas de heridas. En aquellos tiempos por no haber, no había ni palets.

Arquitectura, humor y cintas de vídeo

Los que soléis andurrear por este blog, ya sabéis que me gusta unir la música y la arquitectura, pero desde luego, para empezar la semana, nada como unirlo además con un poco de humor, algo que no siempre es fácil, pero que siento muy necesario, sobre todo después de los últimos post y de como terminamos la semana anterior.

Para empezar, os dejo este vídeo de los inefables chicos de  Muchachada Nui, en el que glosan la figura del aparejador. Ojalá lo hubiese tenido a mano cuando conocí a mi mujer y me preguntó ¿que era exactamente eso a lo que me dedicaba? Que bien te queda ese vestido, reina – le dije, intentando salirme por la tangente. Después de tantos años, aún no sé si lo tiene claro.

 

 

 

Y después, la misma dosis para los arquitectos, eso sí, con un rap buenísimo y pegadizo que no me puedo sacar de la cabeza. Ésto no se lo tuve que explicar, aunque tengo serias sospechas de que ella lo ve de otra manera muy distinta a la mía. Creo que será mejor dejarla vivir en el error.

Nota del arquitectador: Al final del segundo vídeo el chaval le pregunta al arquitecto -¿Como Ted Mosby? Ted Mosby es el protagonista de la serie «Como conocí a vuestra madre..» que es arquitecto

Arquitectos: a dos vueltas de foulard de ser trabajadores normales

Os voy a contar algo que no mucha gente sabe sobre los arquitectos. Esos tipos oscuros y distantes a los que uno desea apretarles un poco el foulard a ver sí se les aclara la voz, no son los únicos que ostentan el título, hay muchos otros, tan arquitectos como los primeros, que son verdaderos trabajadores del sector y hasta el momento el trabajador del sector de la arquitectura no ha gozado de ninguno de los derechos que están establecidos para los trabajadores en general.

Decir ésto en un momento en que nombrar el ladrillo remueve inquinas  y efervescentes odios puede parecer temerario, pero si aguantas un par de párrafos, intentaré explicarme mejor.

Para ser trabajador y proletario no hay que estar de grasa hasta la sobaquina

Mientras que en la mayoría de sectores, los operarios y trabajadores gozan de una legislación que los protege ante los abusos que puedan sufrir, en nuestro sector, el de los ratones de pantalla de ordenador, el de los titulados medios y superiores ejerciendo de delineantes a precio de emprendedor, obligados a ser falsos autónomos y a pagarse su cotización a la seguridad social, sin vacaciones pagadas, sin paro, sin indemnización de ningún tipo, ha tenido como protección legislativa un agujero negro del tamaño de la fosa Mariana.

Tengo que decir aquí que he conocido de todo. Arquitectos con estudio que daban a sus empleados la mayor de las ventajas laborales, los que les obligaban a ser autónomos de manera ficticia, los que a mitad  de camino utilizaban este sistema pero pagaban vacaciones  o les mantenían el sueldo cuando no había trabajo, los que cobraban una comisión a los aparejadores que contrataban sobre sus honorarios cuando había honorarios fijados, los que incluso les cobraban a estos una parte de los gastos del estudio, pero sin darles un duro de la parte del proyecto que generaba estos gastos y por supuesto los que con toda la cara del mundo han explotado a los que debían ser compañeros y se convirtieron en mera mano de obra de alta cualificación a precio de mercadillo.

El mundo, amigos, es diverso y no necesariamente maravilloso. Somos de mil raleas y de otras tantas situaciones y la vida, mientras estamos ocupados en sentirnos honestos, nos va llevando a lugares en los que nunca quisimos estar. No los disculpo, pero intento explicarlos.

Ayer, leía con alegría -aunque con el habitual y gruñón escepticismo- que en el año 2013, tras años de que la construcción fuese el motor de este país, los arquitectos asalariados iban a tener por fin un convenio laboral al que acogerse. Tras la alegría inicial, lamenté profundamente que haya sido tan tarde y que solo cuando los convenios, tras las ultimas reformas laborales, son casi papel mojado hayamos sido considerados como trabajadores en lugar de como personal privilegiado.

Y es que por mucho que hayamos estado subidos al carro, sólo uno de cada veinte ha llevado en algún momento las riendas, el resto nos hemos limitado a no caernos en los bandazos del camino y no hemos podido siquiera sujetarlas mientras el cochero en su pescante se sacaba un moco a placer.

Ojalá que a partir de ahora, al menos algún compañero disponga de una protección en su trabajo, al menos igual a la del resto, ¿será pedir mucho?

Nota del arquitectador: Junto a nosotros, compartiendo jornadas de trabajo han operado trabajadores del sector de la construcción con convenios en vigor y alto índice de irregularidades en su forma laboral, es por ésto que las dudas superan a la sorpresa y la alegría, aunque intento con todas mis fuerzas creer que ésta es una buena noticia. Aleluya. Ea.
Nada, no me sale.

Lo que la bola de cristal no pudo ver

Vosotros pensaréis que en la construcción todo es un proceso calculado y respaldado por unos números, y así es, podéis estar tranquilos. Aunque… algunas veces……(traveling de cámara y fundido en negro).

Esto me lo ha contado mi socio mil veces, así que os coloco en mis orejas y le pongo a él a escribir:

A lo largo de mis años de formación en el campo del cálculo de estructural, he aprendido numerosos conceptos y modelos construidos sobre una base científica en la que apoyar el diseño de las estructuras que construimos.
Normalmente dichos modelos y conceptos tienen su lógica en la obra….pero de vez en cuando todo eso se va al garete, y te das cuenta de que lo que hay bajo tus pies -o sobre tu cabeza- solo se sujeta porque Dios quiere, concepto este último que habría que buscar en libros de teología o esoterismo, más que en tratados de ingeniería.
Momentos tan místicos los descubres cuando revisando un edificio antiguo, compruebas que uno de los apoyos de la viga principal de madera está total y absolutamente podrido. Y te preocupas.
Lo que sucede al comprobar que el otro apoyo de la viga también está totalmente podrido no es preocupación, sino acojone. Dejas de dar golpes con el martillo, miras en silencio al resto de personas que están contigo, mientras telepáticamente nos preguntamos como se está sujetando el suelo que en ese mismo instante estás pisando, y lentamente  abandonas el lugar, no vaya a ser que a aquella ruinosa estructura le dé por recordar la lógica estructural y el suelo se caiga.
Con casos como este me doy cuenta de que soy un técnico sin fe.
En una ocasión comprobé como esa fe estructural puede mover montañas e incluso sujetar edificios.
Estaba trabajando en la rehabilitación de una vieja nave para instalar una discoteca, y necesitábamos quitar un pilar, pues molestaba. Ya sabemos que los pilares los ponen los arquitectos para jodernos la vida a la hora de aparcar. El caso es que la carga de ese pilar a eliminar la llevaríamos a otro pilar, ya bastante cargado por cierto. Ordené descubrir la cimentación de este último pilar para ver si aguantaría la carga y me fui para casa.
-Ring, ring
– Hola Jose Manuel, mira hemos abierto la cimentación del pilar que nos has dicho…y queremos que vengas a verlo.
Raudo y veloz me presento en obra y compruebo que la cimentación del pilar, por llamarle algo, es …inexistente. Pedí que todo el mundo saliera de la nave y ya fuera llamé al arquitecto.
-Hola Mengano, hemos abierto el pilar que queremos sobrecargar…..y….no tiene cimentación…
– Si ya me ha contado el jefe de obra, pero no te preocupes Jose Manuel… mi mujer ha consultado en la bola de cristal y dice que no se va  a caer
No estaba bromeando sobre las dotes adivinatorias de su mujer con la bola de cristal. Una carta astral que se le cayó unas visitas más adelante, y algunas amenas charlas con él me lo confirmaron.

-¿Tu ves algo, quillo? – Na de ná, chacho, será mejor calcular la estructura por el método tradicional

Mi escepticismo racionalista, me aconsejó apear la estructura, y arreglar aquel desaguisado sin contar mucho -ni poco- con las fuerzas del más allá.  
Acertó, el edificio no se cayó.
En lo que sí se equivocó fue en la carta astral, que preveía un futuro prometedor a la discoteca y sin embargo cerró al segundo mes de funcionamiento. Antes de que ni él ni yo hubiésemos cobrado nuestros honorarios.

Nota del arquitectador: Mi socio no es como yo, es un tipo muy cabal y muy serio. Podéis creer a pies juntillas todo lo que dice.

Póngame la arquitectura a los pies de su señora

Llamadme machista pero la arquitectura que hay en la anatomía femenina es sin duda una obra maestra y servidor su más ferviente admirador. Aquí va una reverencia bien teatralizada y rematada con un buen sombrerazo como Dios Manda.
Y semejante maravilla de arquitectura natural precisa algún elemento de ingeniería que la haga cómoda y si cabe – y os aseguro que cabe- aún más elegante.

Porque no me digáis que esto no es una obra de ingeniería alucinante:

Mojito Shoes, un diseño del arquitecto Julian Hakes. Foto Carrie&Serena, 20minutos.es

 

En estos tiempos en los que se confunde la ingeniería con la arquitectura, esta profesión nuestra que mal que les pese a algunos, nunca ha estado alejada de las estructuras, los cálculos, la resistencia de materiales y ha sabido compatibilizarlo con aspectos como la estética o la belleza, el hecho de que un arquitecto, Julian Hakes, haya ideado un elemento tan bello como perfecto desde el punto de vista de la estabilidad y la estructura, debería hacernos pensar que no se trata solo de poner etiquetas y prejuicios manidos a las profesiones, sino que debemos saber ir un poco más allá.

Sí. Es una reivindicación de la profesión. Porque es la mía, y porque es una de las pocas que permite hacer estas cosas, aunque no todos tengamos la genialidad en la punta de los dedos como Hakes. Pero tampoco olvidamos que después del croquis viene el prototipo y después del prototipo otros quince prototipos y al final, un zapato, o un edificio (este no requiere quince prototipos, estos últimos miles de años algo habremos aprendido) estable, útil y bello, si es posible y los denarios de curso legal nos lo permiten.

El diseño de los mojito Shoes, que se llaman así por inspirar su forma en la espiral de lima que adorna nuestros refrescantes mojitos, es sin duda uno de los que quedará en el tiempo, como tantos otros antes. Por que no solo de arquitectura vive el arquitecto.

Julian, es usted un crack, póngame a los pies de su señora, que da gusto verlos.

Nota del arquitectador: No enseñéis este post a vuestras Santas o despistarle antes  la tarjeta de crédito y la conexión a internet,  ¡Que parecéis  nuevos!

Cuando el amor y la arquitectura se enredan

Hace algunos meses escribí esta entrada que quiero hoy compartir con vosotros:

Hay que morir para que saquen tus mejores historias a la luz.

Los arquitectos de hoy en día, son, somos, (¿lo somos?) tipos grises, serios, sosos, con la vida social de una ameba y sin morbo digno de mención.

Pero no creáis que fue siempre así, queridos.

Mies Van der Rohe – del que ya hablaremos, ya, que él solito se merecería un blog- consiguió con sus diseños y a fuerza de labia, convencer a una clienta de que le encargase su segunda casa y de que un poco de contacto físico no les vendría mal a ninguno de los dos.

Sí, es cierto que acabaron en los juzgados por aquello de que la obra se fue unos dólares más allá de lo previsible, «pero querida» , -imagino yo que diría el bueno de Mies- «¿quien dijo que ésto te iba a salir gratis?».

Casa Farnsworth. Foto de Carol M. Highsmith via Wikimedia Commons

En favor de Mies, que me cae mejor según van pasando los años, hemos de decir que la casa Farnsworth, es uno de los mejores ejemplos de innovación en el diseño y no es que lo diga yo, pobre tipo gris, soso, etc, etc, sino que incluso ha llegado a “clonarse” recientemente y una familia de Maello en Ávila vive en una reproducción bastante aproximada de la misma.

Si la original en Illinois instalada a la orilla de un río, ha sufrido un par de inundaciones severas, a pesar de estar hábilmente elevada un metro sobre el suelo, parece que en Maello, que tienen menos problemas de humedad la casa funciona mejor.

Pero lo que más llama la atención a los visitantes es como su fachada, completamente acristalada, permite la vista desde el interior y del interior. Toda una experiencia.

Hay quien dice que la doctora Edith Farnsworth no compartía la afición “exhibicionista” de su arquitecto favorito, pero os aseguro que no puedo dejar de pensar en la celebración final de la obra entre estos dos personajes, sobre una mesa llena de planos, en un rojo atardecer como solo el cielo de Illinois sabe pintar…..ay, esto lo clavarían el Bardem y la Scarlett.

Nota del arquitectador: Esta obra, goza de una serie de bondades, que a mi, como a la malhumorada Edith, me enamoraron. Por un lado esa elevación y la escalera de acceso. Simplemente elegante. Por otro lado la ausencia de cortes visuales (tabiques) reducidos al mínimo. Y por supuesto, colocada adecuadamente en una parcela exenta donde no haya curiosos demasiado cercanos, esas cenas al caer el sol, ¿te lo imaginas……doctora?