Entradas etiquetadas como ‘murcia’

Paquito y Kiko, dos gatos rebosantes de mimos que llevan demasiado tiempo esperando un hogar

Hoy os traigo dos gatos que cuya adopción gestiona Equipo Bastet, dos casos especiales que necesitan un hogar lo antes posible. Si no puedes acoger o adoptar, también buscan padrinos por cinco euros al mes.

Ambos se entregan con chip, vacuna, cartilla, desparasitados y castrados. Están en Murcia pero se pueden enviar a otras provincias.

Contacto: adopcionesbastet@gmail.com

Paquito es un precioso cruce de mau egipcio recogido con apenas tres semanas de vida junto a sus hermanos y su madre, Dolly.

Ya han pasado más de años y sigue en el refugio viendo como toda su familia y muchos de sus amigos han ido encontrando un hogar. Es un gato precioso, cariñoso, divertido y se lleva muy bien con gatos y perros. No se le puede pedir más porque ya es perfecto.

Kiko ha tenido algo más de suerte, al fin tiene acogida y podrá sufrir el rigor del invierno en una casa, pero ahora busca un hogar definitivo.

Apenas tiene ocho meses. Es un amor de gato cariñoso y tranquilo. Ha costado un montón hacerle fotos, cada vez que se acercaba la acogida para hacerle fotos, el solo buscaba mimos y mimos. Convive con otro gato con el que se lleva genial. Se pasan el día juntos jugando y durmiendo.

P1020010

Nina es una belleza, pero eso no impidió que la echaran a la calle

IMG_20151223_165600Nina es uno de esos gatos que llaman la atención. Blanca, ojos azules, pelo largo… Nadie diría que ha sobrevivido en la calle, que fue abandonada y que ahora necesita un hogar, tras ser recogida por los voluntarios de Equipo Bastet.

Nina fue rescatada de una colonia que vive en una zona de huerta. Al principio desconfiaba y no se dejaba coger, pero urgía sacarla de la calle para castrarla y tratarle las orejitas que las tenía quemadas por el sol.

Tras ser castrada, una compañera la metió en su casa para la recuperación y tratarle las orejas que ya tiene genial. Al descubrir la comodidad del sofá y el calor de un hogar, resurgió la increíble Nina: cariñosa, juguetona y alegre. Es una auténtica ronroneadora y se lleva genial con gatos. Con perros, regular.

Recordad que no es cierto que los gatos sepan apañárselas solos en la calle. Cualquier gato a la intemperie esta expuesto a muchos peligros y tendrá una vida corta y llena de sufrimientos, más aún si es doméstico.

Lee el resto de la entrada »

Capítulo 45 de Mastín: Los celos no son amor, ni se le parecen

Cuando he estado cerca de terminar un libro, siempre he tenido que recordarme levantar el pie del acelerador para no precipitarme. Ves la meta y quieres llegar pronto, un fenómeno similar a cuando estas corriendo y enfilas la recta final.

Con Mastín no es así, con esta tercera novela estoy disfrutando de sus últimos capítulos y no tengo prisa porque acabe. Casi diría que estoy anticipando que voy a echar de menos a este chaval.

CAPÍTULO 45

– Mira, bien a Logan. ¿No te parece que tiene un bulto en la cara? –

El pitbull estaba sentado ante ellos, mirándolos como si supiera que hablaban de él. Martín lo observó, comparando con atención un lado y otro. Tal vez más cerca… Bajó del sofá y tomó la cara del perro entre las manos, para poder comparar bien ambos lados.
IMG_0702
– No noto nada – concluyó acariciando la garganta nevada de Logan.

– Fíjate bien, aquí, en la parte inferior – dijo su madre, que había bajado del sofá para arrodillarse a su lado, conduciendo su mano a la potente mandíbula del viejo perro.

El chico recorrió la zona por la que le guíaban los dedos de ella; efectivamente, parecía haber algo blando y localizado justo en la parte inferior izquierda.

– Sí, noto algo. Pero no debe molestarle, come y bebe bien. Se comporta como siempre. Tal vez se haya dado algún golpe –

– No lo sé. Me da mala espina – murmuró su madre. Martín volvió a pasar las yemas de los dedos en torno al bulto, tomando nota mental de su consistencia y tamaño. Era como una moneda de un euro, se atrevió a apretar un poco sin que Logan emitiera ninguna queja.

– Es ya muy viejo, cualquier día se os muere – oyó que exclamaba su abuela con muy poco tacto desde su sillón. El chico sabía bien que para ella el perro no era más que el peaje molesto que había que soportar para disfrutar de su nuera y su nieto en verano.

– ¡Por dios, no nos digas eso! Para nosotros es un miembro de la familia, un poco más de tacto por favor – protestó su madre.

– No digo nada que no sepáis. Está muy viejo y cualquier día os da un susto – replicó la abuela sin inmutarse camino a la cocina.

– Mira, ahí va a comer melocotones o un trozo de bizcocho. Luego dice que no sabe porqué engorda, que no come nada – susurró si madre.

– ¿Qué hacemos? Le llevamos aquí al veterinario – preguntó Martín inquieto por el perro, ignorando a conciencia malos augurios y pequeñas rencillas.

Su madre sacudió la cabeza. – Nos queda solo una semana para estar en casa. Esperaremos, que me fio más de que lo vea Miguel, que lo conoce de siempre y sabemos que es buen veterinario –

Lee el resto de la entrada »

Un cruce de labrador que sobrevivió casi un año abandonado en un patio

Este cruce de labrador tiene aproximadamente cuatro años de edad. Me cuentan que estuvo viviendo solo en un patio durante casi un año porque sus dueños se marcharon y le dejaron allí abandonado.

Por suerte los actuales inquilinos le encontraron allí y están atendiéndolo, pero necesita con urgencia adopción, acogida o padrinos que ayuden a costear sus gastos veterinarios.

La pasada semana les hemos ayudado para que le viera un veterinario, ya que el perrito llevaba varias semanas con problemas de movilidad que le impedían mantenerse en pie, hasta el punto de tener que arrastrarse para poder moverse.

Se le han hecho varias pruebas, en las RX se ve una leve displasia, también ha resultado positivo en Leishmania, pero los resultados de las analíticas son buenos, no tiene órganos dañados, por lo que solamente necesita tomar Alopurinol.

La chica que me pidió ayuda dice que con estos días de tratamiento se le ve más animado, aunque aún le cuesta moverse.

Por favor, necesitamos encontrarle urgentemente un hogar o una acogida indefinida, donde puedan atenderle en condiciones, porque aunque estos chicos están haciendo lo posible por ayudarle, pasan poco tiempo en casa y no tienen medios económicos para cuidarle como necesita.

Está en Murcia, pero podría valorarse que viajara si aparece un buen hogar.

Contacto: adopciongaticosyperretes@yahoo.es

perro

perro1

Capítulo 21 de #Mastín: Llueven gatos

Aquí os dejo un nuevo capítulo de mi folletín animalista. Quiero hacer una buena novela juvenil, capaz de gustar a adultos y con el marco de la protección animal de fondo para dar a conocer la problemática existente.

CAPÍTULO 21:

IMG-20150606-WA0012Tras la charla que tuvieron en el coche, la relación de Martín y de Mal había cambiado. Habían sumado un par de niveles de confianza, estaban más relajados y bromeaban constantemente, con frecuencia con temas que a priori no parecían ser cosa de risa, como las carencias de la perrera, los imbéciles que iban allí con la intención de llevarse gratis cachorros de chihuahua (y que lo único que conseguían era hacerles perder el tiempo y la paciencia), o el “ay de ti si tuviera diez años más” en múltiples variantes, como una forma de exorcizar cualquier posible interés real.

En aquel momento Martín andaba haciendo inventario de camisetas y guardándolas en diferentes cajas según colores y tamaños de cara al evento de junio. Si eras voluntario en una protectora acababas haciendo una variedad asombrosa de tareas: Martín había reparado y formateado un ordenador, servido como auxiliar veterinario, recibido a gente que venía a adoptar o a entregar un animal encontrado (más lo segundo, por desgracia) hasta que pasaban a manos más experimentadas, reparado un vallado, limpiado todo tipo de cosas y superficies, fotografiado perros y gatos y actualizado el Twitter de la protectora, trasladado sacos de pienso y de arena para gatos durante toda una mañana a pura fuerza bruta, eso sin contar con ejercer de rastreador y rescatador de la pobre Manu. Su parte preferida seguía siendo ganarse la confianza de los perros más tímidos y temerosos para que tuvieran más oportunidades de conseguir un hogar, llevárselos de paseo, sentarse con ellos y descubrir de paso gracias a esos animales que tenía mucha más paciencia de lo que habría jurado.

Estaba doblando unas cuantas camisetas infantiles de diferentes colores que clamaban que un animal era un amigo y no un juguete, cuando Mal abrió la puerta y asomó la cabeza.

– ¿Me echas una mano? –

– Mataría dragones por ti si me lo pidieras – contestó Martín con la voz más grave que fue capaz de poner. Mal le lanzó como respuesta una breve risa.

– Déjate de matar animales mitológicos y ven a quitar mierda de perro conmigo, que Miguel está con lumbago desde hace tres días y el pobre no puede casi moverse. Luego, que ya hará demasiado calor, puedes seguir aquí dentro a la sombra con lo tuyo –

Era cierto, aquel sábado de finales de mayo amenazaba con imitar a julio a mediodía, en cambio a las diez de la mañana el aire era fresco e invitaba al zafarrancho. Soltó la camiseta que tenía en la mano y siguió a la chica hasta los primeros cheniles, en los que tenían a los perros de tamaño más pequeño, los que más posibilidades tenían de ser adoptados. Martín había comprendido pronto que había una serie de factores que complicaban bastante que un perro tuviera su segunda oportunidad. Por maravilloso que fuera su carácter, si era de tamaño grande, de color negro o atigrado, tenía más de cinco o seis años y era de alguna raza potencialmente peligrosa o cruce de ella, tenía muy pocas papeletas en la rifa de las adopciones. Aquello último le jodía especialmente. Logan, su viejo Logan que le esperaba en casa tumbado de costado en los frescos azulejos del baño, era un perro fantástico y era un pitbull negro bastante grande. Además cada vez entraban más pitbulls y cruces de pitbulls, aproximadamente el treinta por ciento de los ocupantes de la perrera lo eran. Para adoptarlos se necesitaba tener una licencia especial y pocos adoptantes les daban una oportunidad, por mucho que los trabajadores de la perrera insistieran en que alguno era un trozo de pan, y no insistirían en ello si no lo tuvieran del todo claro. La gente los veía demasiado imponentes, les daban miedo, intuían más problemas paseando con ellos por la calle, no se fiaban y allí se seguían pudriendo los pobres.

– Yo los dejaré salir a que corran un poco en el vallado, tú vete quitando la mierda y ahora iré a ayudarte con la manguera – dijo poniéndole una pala con el filo recto en una mano y un escobón en la otra.

– ¿Sabes? Bien pensado, no mataría dragones por ti. Quitaría la mierda de su cueva. Quitar mierda de dragón; eso sí que tiene que ser heroico teniendo en cuenta cómo huele y lo que cuesta limpiar la de unos perros –

A ella se le escapó una carcajada, transparente y clara como una ráfaga de viento. Martín, dejó el escobón y la pala apoyados y comenzó a desenrrollar la manguera. Era larga y muy pesada, si cuando Mal regresara de soltar a los perros se la encontraba extendida, se ahorraría un buen esfuerzo. El chico recordó la mañana de los sacos y llegó a la conclusión de que esto de ser voluntario era mucho más útil e igual de efectivo que acudir a un gimnasio a mazarse como algunos de sus colegas.

***

Un par de horas más tarde estaban ya adecentando el último chenil, el más recóndito. Se estaban tomando su limpieza con calma, tal vez porque era la última, tal vez por el calor, puede que porque quisieran regalar unos minutos más de pretendida libertad a aquellos cinco perros que corrían en el vallado. Los cinco eran poco más que cachorros, dos cruces de bretón de distinta edad y tres hermanos de camada a los que llamaban ‘los canicas’, no tenía ni idea del motivo. Martín se quedó muy quieto, mirándoles con una ligera sonrisa en el rostro.

– Anda, ven aquí conmigo Mastín. Nos hemos ganado un descanso – dijo Mal palmeando el suelo de cemento a su lado. Se había sentado con las piernas estiradas y la espalda contra la zona cubierta del chenil, viendo jugar a los perros. Llevaba las botas de agua amarillas de Miguel, cuatro o cinco números por encima de su talla, algo que se notaba mucho más en aquella postura.

– Pareces un payaso fugado del circo con esas botas – dijo el chico sentándose a su lado.

– ¡Imbécil! – rió ella propinándole un imperceptible puñetazo en el hombro.

Luego callaron. Ver la alegría liberadora y despreocupada de aquellos animales era contagioso, uno de esos instantes de felicidad pura que ojalá fuera posible embotellar y preservar para cuando fuera necesario salir de algún estado de ánimo oscuro.

– Son como tú Mastín – dijo ella sin mirarle.

– ¿A qué te refieres? –

– Son adolescentes, llenos de energía –

– Y con un futuro incierto – apuntilló él.

Se habían sentado muy juntos, Martín podía escuchar la respiración pausada de Mal, los ladridos esporádicos de los perros, algún coche circulando por la carretera que pasaba al lado de la perrera y unos pasos que se aproximaban. “Tal vez Miguel ha salido de la cama y viene a ver qué tal se nos ha dado”, pensó el chico, al que no le apetecía lo más mínimo interrumpir aquel momento.

Entonces vio algo que aterrizó a metro y medio de su mano. Una bola oscura e indeterminada que parecía haber caído del cielo. Estiró el brazo y la cogió. Por un instante no supo lo que era, su cerebro se negaba a creer lo que sus ojos veían. Era un gatito muy pequeño, probablemente recién nacido, aún se notaba algo del cordón umbilical. La cabeza estaba destrozada, seguro que por dentro también habría reventado. Aquel animal que un minuto antes respiraba y pugnaba por crecer, ahora yacía completamente laxo y deforme en su palma.

Martín levantó la vista y se encontró con los ojos de Mal, perplejos y ardiendo de furia en cuanto comprendió lo que había pasado. La alegría desbordante no era la única emoción contagiosa. Martín sintió que la rabia se adueñaba de él.

Por un extremo de su campo de visión percibió una nueva parábola. Otro gatito había caído, esta vez justo ante Mal. Ambos se pusieron en pie, ella no podía ver nada, pero Martín era bastante más alto y alcanzó a ver al hijo de puta que estaba haciendo aquello. Era un tipo de unos cuarenta años, un poco entrado en kilos y en canas, que también le vio a él. Inmediatamente depositó una bolsa en el suelo y salió corriendo.

IMG-20150606-WA0008Martín miró alrededor, como si estuviera decidiendo qué hacer. Luego entró de dos zancadas en el chenil que ocupaban ‘los canicas’ y los bretones, saltó sobre el tejado de la parte cubierta y volvió a saltar para salir del recinto. Aterrizó apoyándose en las manos y desollándoselas de nuevo. En aquel momento no se dio ni cuenta, aunque luego bromearía con que ser pianista o modelo de manos estaba reñido con colaborar en una protectora.

En cuanto se incorporó tras el salto, salió corriendo detrás de aquel cabrón que se divertía lanzando gatos por los aires. Corrió tan deprisa que temió perder el control de las piernas y caer, pero justo antes de llegar a la carretera supo que le tenía a su alcance y se lanzó sin pensar contra el hombre. Aterrizó encima de él y aprovechó para aplastarlo de cara contra el suelo. El tipo se revolvió, pero poco podía hacer contra más de ochenta kilos muy cabreados encima de su espalda. Martín le cogió del pelo para verle la cara, leyó ira, miedo y desconcierto y aquello último casi le desarma, pero entonces recordó el peso muerto del pequeño gatito en su mano y levantó el puño. Nunca había pegado un puñetazo a nadie desde que tenía nueve años, pero si alguien se lo merecía era aquel bastardo.

– ¡No! ¡Para! – la voz de Mal le detuvo, ninguna otra voz podría haberlo hecho. La chica venía a la carrera. Debía habérselas apañado también para saltar desde el tejadillo. El hombre aprovechó el momento para retorcerse, hacer palanca con la rodilla y escapar corriendo. Martín iba a salir de nuevo detrás de él, pero Mal le detuvo.

– No le partas la cara a esta gentuza porque te puedes buscar un buen problema. Un puñetazo bien dado a un malnacido que se lo merece puede salir más caro que torturar y matar a un animal. Así están las cosas en este país – dijo poniéndose frente a él y cogiéndole de los antebrazos para serenarle. – Y puede ser peor, puede acabar haciéndote daño él a ti –

La voz le temblaba mientras hablaba. Estaba tan furiosa como él, pero conservaba el control. Martín lo había perdido completamente. Tomó aire y lo expulsó con fuerza por la nariz intentando serenarse. Notaba el temblor propio de un subidón de adrenalina.

– Me alegra haber llegado a tiempo de pararte Mastín, me da que le habrías dejado hecho un poema –

Mal sonaba menos agitada, acarició los brazos que había tenido aferrados, arriba y abajo como habría hecho para tranquilizar a un animal alterado.

– Estoy bien, estoy bien. Se merecía que le hubiera partido la cara –

– Si, lo merecía, pero hubiera sido peor, créeme. Ven conmigo de vuelta, que soltó una bolsa junto a la tapia y me temo lo peor. Creo que en la bolsa que soltó había más gatitos, lo importante ahora es comprobarlo y ayudarlos si estoy en lo cierto. Y poner una denuncia-

Y, efectivamente, había cuatro gatitos dentro de la bolsa, que hociquearon aún ciegos cuando Mal los sacó y e intentó acomodarlos en la parte delantera de su camiseta. “Demasiado corta, demasiado estrecha”, pensó Martín quitándose su vieja camiseta talla XL y tendiéndosela a la chica, que los envolvió con cuidado.

– No es la primera vez que nos lanzan animales dentro de la perrera, pero en las anteriores ocasiones esperaron a la noche, este cabrón lo ha hecho a plena luz del día –

Comenzaron a rodear el perímetro de la protectora a buen paso, era imposible entrar por dónde habían salido.

– Que sepas que ha sido tremendo verte salir detrás de él como una bala. Estoy impresionada – dijo ella – una parte de mí se arrepiente mucho de no haberte dejado destrozar a ese psicópata –

– Que sepas que a mí también me ha impresionado que saltaras desde aquel tejadillo – contestó Martín, pendiente del hatillo lleno de gatitos en el que se había convertido su camiseta verde.

– ¿Saltar? Más bien me dejé caer – objetó Mal sonriendo de nuevo.

– Puto asesino. Me pongo malo solo recordándole. ¿Sabes? Podríamos formar un equipo de superhéroes contra el maltrato animal, en plan X-Men o Los vengadores –

Mal casi se ahoga con la carcajada repentina – ¿Tú qué te metes chaval? –

– ¡Eh! Tú has conseguido verme sin camiseta, yo quiero verte con el disfraz de licra negra de catwoman –

Seguía estando muy cabreado, pero bromear tras la brutalidad que acababan de presenciar le ayudaba a centrarse.

– Voy a llamar a la Policía en cuanto entremos. Espero que esté Jorge hoy currando, nadie mejor que él para esto – dijo Mal llamando a la puerta de la perrera. Unos minutos después Laura abría la puerta. Miró primero a Martín, semidesnudo y acariciándose las manos magulladas, y luego a Mal, con el pelo escapando de la coleta y la camiseta del chico hecha una bola entre las manos.

– ¿Qué demonios hacéis fuera? ¿No estabais dentro limpiando? –

Mal se limitó a abrir retirar un poco la camiseta para mostrar a los gatitos, montados unos sobre otros.

***

Durante el regreso a casa, era Martín el que llevaba, además de una camiseta puesta de las que estaba previsto vender en el mercadillo, una pequeña caja forrada con una toalla en la que dormitaban los gatitos. Mal conducía y no dejaba de hablar explicando cómo había que cuidarlos: la preparación de los biberones, lo importante que era que estuvieran calientes, que había que estimulares con un gasa húmeda para que hicieran pis y caca… el chico escuchaba con atención intentando no pensar demasiado en su madre, deseando que no estuviera en casa cuando llegase.

Mal había dicho que se llevaría los gatitos a su casa, que se encargaría de ellos todas las noches, todo el tiempo que pudiera. Las pocas casas de acogida que tenían ya estaban hasta arriba, sacar adelante gatos recién nacidos era bastante esclavo, y a fin de cuentas en esos momentos ella no tenía ningún perro acogido, solo estaba Trancos. Pero adelantó que iba a necesitar ayuda.

– Vivimos en el mismo edificio, podría ayudarte cuidándoles, dándoles las tomas…- se había ofrecido Martín, sintiéndose responsable de aquellos pequeños bultos de pelo, recordando el diminuto cadáver roto que había sostenido en la mano.

Había insistido en que no habría problema, que su madre no pondría ningún inconveniente, y Mal había accedido porque le tocaba trabajar aquella misma tarde.

En cuanto introdujo la llave supo que no había tenido suerte, su madre sí estaba en casa. Siempre que se iba dejando la casa vacía daba todas las vueltas que admitía la cerradura.

– Mamá, ya sé que no quieres tener en acogida un perro. ¿Qué opinas de unos gatos recién nacidos? A eso no me habías dicho que no– gritó a modo de saludo empujando la puerta con un hombro. Tenía las manos ocupadas con un flexo, una caja con gatitos huérfanos y una bolsa con empapadores, dos biberones y leche en polvo especial para gatos.


Lo que véis no son fotos repetidas, son diecisiete cachorros de gatos que fueron abandonados en una caja en la puerta de una residencia animal con el cartel de «gatitos», sin más.

Nos ahorramos las palabras para describir a la clase de persona , si se le puede considerar como tal,que ha tenido la desfachatez de abandonar a pleno sol a estos pequeños en una caja cerrada a la espera de que fuesen recogidos. Se han llevado a todos al veterinario a revisión y desparasitar, no presentan ningún síntoma de enfermedad.

Ahora mismo están viviendo en un establo Sabemos que es una misión casi imposible pero necesitamos acogida para ellos urgente, ya sea uno, dos o los que cada uno buenamente pueda.

Están en Murcia pero se envían a cualquier provincia para su adopción con chip, vacuna, cartilla, desparasitados y comprosimo de castración. Para acogida, preferiblemente Murcia o provincias cercanas, salvo otras protectoras animales que no importa la provincia.

Contacto para adopciones, adopcionesbastet@gmail.com, y para voluntariado y donaciones, equipo.bastet@gmail.com

Solo en casa

Aquí están por orden todos los capítulos del folletín animalista que estoy publicando en este blog todos los viernes. Un libro por partes con el que quiero aprender y experimentar una nueva forma de escribir.

Quiero hacer una buena novela juvenil, apta para todos los públicos, con el marco de la protección animal para dar a conocer y concienciar sobre esta realidad.

Cualquier sugerencia, duda o puntualización será bienvenida.

OCTAVA PARTE:

Extendió la mano para coger el móvil y ver qué hora era. Estaba sin batería. Aún tenía puesta la camiseta de la noche anterior. Necesitaba un buen vaso de agua fresca y una ducha. Incómodo por dentro y por fuera, salió de la cama. Tenía que poner en orden su cabeza, pero primero podía poner orden a su exterior que iba a ser más fácil. Cogió el albornoz, ropa limpia y se dirigió a la ducha asomándose de camino a la cocina para ver el reloj de pared. La una y media. Entró en el salón. Logan, que había estado durmiendo en el sofá, abrió los ojos y sacudió el rabo, que sonó amortiguado contra un cojín. No se sentía a su madre por ninguna parte. Parecía que estaba solo en casa. Bueno, no tan solo, ahí estaba Logan desperezándose en solidaridad con él.

Entró en la ducha sintiendo un peso en el estómago. Era raro y era desasosegante. Cuanto antes se enfrentara a la bronca con su madre por llegar tarde y borracho, mejor. No quería aquella piedra en las tripas más tiempo del imprescindible. De lo que no sentía tantas ganas era de enfrentarse con Manu. No tenía ninguna prisa por poner a cargar el móvil.
lana2
Al salir se sentó junto a Logan en el sofá y encendió la tele a esperar que llegara su madre. Tenía grabada una película de ciencia ficción de Tom Cruise que se le había escapado en el cine. Era una buena opción para no pensar demasiado. Eran las dos, no podía tardar, pensó forzándose para dejarse llevar por la historia.

Cuando a las dos y media seguía sin haber dado señales de vida se levantó para enchufar el teléfono y esperó de pie hasta que tuvo la batería suficiente como para encenderlo y comprobar los mensajes recibidos y llamadas perdidas. No había ninguno de su madre esa mañana, aunque sí había algunos hechos de madrugada. De Manu sí y también de Andrés, pero no le apetecía leer a ninguno de los dos. Decidió que esperaría hasta las tres antes de llamar a su madre, dejó el móvil cargando y regresó al sofá para ver cómo Cruise y una tía buena que no sabía cómo se llamaba morían y reaparecían sin parar. Tom Cruise no era un actor que le gustara demasiado, pero hacía bien las de acción y las de ciencia ficción, eso no se le podía negar. Y parecía conservado en formol, se le veía igual que en Minority Report, una de sus películas favoritas que se había estrenado cuando él tenía apenas 3 o 4 años.

Las tres y cuarto y su madre no había llegado. Cogió el móvil y decidió llamarla, no dio ningún tono. Estaba apagado o fuera de cobertura. Y él estaba comenzando a preocuparse bastante. Además, tenía hambre. Se preparó un par de sándwiches con Logan rondando a sus pies por si se le caía algo en el proceso y se los llevó en una bandeja de vuelta al sofá y a Cruise.

A las cuatro y media la película había acabado y seguía solo en casa. Revisó los lugares más habituales en los que su madre le solía dejar notas, pero no encontró nada. Miró por el suelo y tras algún mueble por si la nota fantasma había salido volando. Nada. Volvió a llamarla sin éxito, intranquilo.

A las cinco tendría que haberse puesto a estudiar, pero entre lo de la noche anterior y su misteriosa condición de huérfano total no se sentía capaz de enfrentarse a los apuntes. ¿Cuántas horas debía pasar una persona desaparecida para poder llamar a la policía? Su madre jamás se había volatilizado de semejante manera. Vio unas gotas sospechosas en el suelo de la cocina y decidió bajar a Logan a dar una vuelta. Recorrieron trabajosamente un par de manzanas, al pitbull cada vez le costaba más andar. Se le notaba un bajón importante en apenas un mes. Tal vez tendrían que acercarse al veterinario, aunque sabía de sobra que la vejez no tenía cura, tal vez existiera algún medicamento que le ayudase.

A la vuelta del paseo se atrevió a mirar en sus redes sociales. No encontró nada fuera de lo normal, marcó unos cuantos ‘me gusta’ obligados en Facebook y llamó de nuevo a su madre. Nada. El móvil seguía apagado. Podía llamar a su tía o a Victoria y Nacho, los mejores amigos de su madre, pero sólo iba a lograr preocuparlos a ellos también. Tal vez estaba tan cabreada con él que había necesitado largarse ese día, no era un crío y estaba acostumbrado a estar solo, pero podía haber avisado si se trataba de eso.

Encendió la consola para jugar algún partido de la NBA. Le encantaban los Shoot’Em Up, pero por alguna extraña razón en cuanto llevaba más de quince minutos minutos saltando, trepando y disparando comenzaba a marearse y tenía que parar de jugar. Era perfectamente consciente de que era una tara que le convertía en una vergüenza para el cromosoma Y. Disimulaba diciendo que prefería los simuladores deportivos. Estaba convencido de que esos mareos estaban relacionados con que cuando veía películas en televisiones de alta resolución le parecían cutres como telefilmes baratos. En casa de Manu estuvo viendo la última de Los vengadores en una de esas teles y la percibía como un episodio de Cuéntame. Algo muy incómodo. Creía que era una manía suya hasta que Manu le mandó un artículo en Internet en el que contaban que les pasaba a bastantes personas. En ese artículo daban una explicación muy sesuda sobre la percepción del número de frames por segundo de la que no recordaba nada pero que le resultó bastante tranquilizadora. Iba a ser verdad aquello de que en la adolescencia había auténtica necesidad de pertenencia a un grupo.
lana3
Al pensar en Manu paró el partido y cogió el teléfono. Ya iba siendo hora de ver sus mensajes. Abrió la aplicación nervioso y confuso. Solo había dos: “¿Hablamos?” decía el primero y “No te preocupes” el segundo, una hora más tarde. Ahora se sentía confuso y culpable. Entró en el listado de contactos favoritos de la agenda y contempló la foto de su amiga. Alargó el pulgar dispuesto a marcar, pero finalmente rozó de nuevo el nombre de su madre.

Estaba realmente inquieto. ¿Qué podía haberle pasado para haber desaparecido de esa manera? ¿Habría tenido un accidente? ¿Tendría que llamar a los hospitales o al 112? ¿A la policía? Se suponía que si le había pasado algo llamarían a casa o al móvil que ella tenía con las dos ‘aes’, ambos tenían el teléfono del otro precedido por esas vocales en su agenda, aunque nunca había estado seguro de si servía de algo era una leyenda urbana. ¿Y si la habían atracado o algo peor? Había bromeado con ello el día anterior al respecto y ahora se arrepentía.

Se levantó y comenzó a recorrer la casa de nuevo, buscando no sabía bien qué.

En condiciones normales habría llamado a Manu para contárselo. Ahora no se sentía con ánimos de llamarla. Y debería hacerlo porque ella vería el doble check azul de las pelotas que habían puesto en el WhatsApp y sabría que había visto sus mensajes.

Justo en ese momento sonó el timbre y Logan ladró un par de veces y se acercó renqueante a la entrada. Martín notó que el corazón le daba un vuelco y se lanzó a abrir la puerta imaginando a una pareja de policías al otro lado con malas noticias en el mejor estilo de película de sobremesa.

– Hola. ¿Todo va bien? –

No era su madre. No era ningún policía. Era la chica del galgo, con el galgo a su lado como una sombra silenciosa. Martín asintió.

– Pensaba que eras otra persona a la que estaba esperando, solo eso –

– He pensado que querrías saber del mastín. No me diste la impresión de ser de los que dejan allí un perro y se olvidan –

– Tienes razón. No me he olvidado – Y así era. En medio de esa locura de domingo en el que aún estaba asimilando lo sucedido la noche anterior y en el que su madre parecía haber sido abducida, aquellos ojos pacientes y oscuros habían estado presentes, igual que los dorados del podenquillo.

– No está atropellado, es ya bastante mayor y tiene una displasia de cadera que nunca han atendido y que ha ido a más. Por lo demás está bien –

– ¿Qué va a pasar con él? –

– Le trataremos lo mejor que podamos el tiempo que le quede. No te voy a engañar, tu Bruce Willis lo tiene muy negro. Un perro de esa edad, ese tamaño y con displasia no es adoptable salvo milagro de los gordos. Lo que mejor le vendría es una casa de acogida, ahí estaría mejor atendido el tiempo que le quede, pero con sus características también es difícil –

Martín acarició la robusta cabeza de Logan, que se había pegado a su muslo mientras hablaban.

– ¿Cómo funciona eso de ser casa de acogida? ¿Cómo puedo ayudar? –

Notó cómo su vecina le escrutaba con intensidad. Apenas fueron un par de segundos, pero se sintió como un calcetín al que habían dado la vuelta.

– Ahora tengo prisa, me están esperando abajo. Si de verdad quieres ayudar podemos dar juntos un paseo a los perros una de estas noches y te explico el panorama tranquilamente. Yo suelo bajar a Trancos a las ocho –

– El miércoles o el viernes estaría bien –

– Vale, pues te paso a buscar uno de esos días. Y cuídate, que no tienes buena pinta – añadió a modo de despedida.

¿Cómo iba a tener buena pinta? Eran casi las ocho y media y seguía sin saber nada de su madre. Rebuscó en la nevera y dio con un tupper de macarrones gratinados del viernes, lo cenó ante la tele y le puso a Logan su ración de pienso en su cuenco de acero inoxidable.

Las nueve. Las nueve y media. Las diez. Bajó de nuevo a Logan. Estaba muerto de preocupación. Decidió que a las once llamaría a la policía. Tal vez debía haberlo hecho antes. Aquello no era ni medio normal. Miraba el reloj del móvil cada poco, viendo transcurrir el tiempo a una velocidad exasperante.

A las diez y media, cuando ya había decidido mandar sus planes al carajo y comenzar la batida telefónica, oyó que se abría la puerta de la calle. Logan no ladró, así que tenía que ser ella.

Allí estaba con cuatro bolsas de conocidas tiendas de ropa y una sonrisa luminosa.

– ¡Dónde has estado mamá! ¡Estaba preocupadísimo! Me desperté y no estabas. Sin una nota, sin un mensaje, con el móvil apagado. Ya pensaba que te había violado y descuartizado y que me había quedado huérfano del todo. Podrías haber avisado de que te ibas de tiendas – soltó furioso nada más verla.

– De tiendas y luego cenando con un par de amigas del curro – contestó ella con calma sin dejar de sonreír.

– Te lo digo en serio mamá, iba a llamar ya a la policía. No podía concentrarme para estudiar, solo podía pensar en dónde estarías y haciendo qué. Sigo sin poder creer que hayas desaparecido un día entero sin avisarme – Estaba enfadadísimo, según iba hablando se daba cuenta de cuánto.

– Tranquilito – dijo su madre suavemente soltando bolso, bufanda y abrigo en el mueble de la entrada. – Antes de seguir con tu bronca recuerda quién volvió ayer a casa a las cinco y media de la madrugada en un estado lamentable, sin haber contestado mis mensajes y llamadas. Solo te he dado un poco de tu propia medicina. Ahora voy a quitarme la ropa, meterme en la cama, leer un poco y dormir. Mañana es lunes y me toca un buen madrugón. Y tal vez mañana estemos los dos menos enfadados y podamos hablar, por suerte para ti, mi escapada consumista me ha ayudado bastante a relajarme –

Martín resopló por la nariz con fuerza con la intención de conservar la calma. El lunes iban a tocarle más charlas de las que hubiera deseado.

Lana (38)

La preciosa y buena Lana, de cuatro años, que a mí me parece que tiene algo de chow chow y mucho de pastor alemán, sigue esperando una familia que quiera adoptarla. Lleva en el refugio de Murcia en el que se encuentra desde que era un bebé. Es una perrita juguetona, cariñosa y muy buena, aunque si no conoce es un poco tímida.

Se encuentra en Murcia, pero se envía fuera, vacunada, desparasitada, con chip, cartilla, esterilizada y con contrato de adopción.

Contacto: anahelpdog@gmail.com

Diez años difundiendo animales que necesitan un hogar

Diez años ya difundiendo animales que buscan un hogar. No me había dado cuenta hasta ahora de que llevo una década haciéndolo. De hecho ya estoy cerca de cumplir once años manteniendo un blog de difusión, ya que comencé en febrero de 2004. Lo hice en un blog de Blogger, WordPress como plataforma de blogs ni siquiera existía. Si tenéis curiosidad, aquí tenéis el blog que mantuve hasta que hace siete años Arsenio Escolar, gran amante de los animales, aceptó que mi blog desembarcara en 20minutos ampliando su potencia como altavoz.

«Ojalá algún día tenga sentido cerrar este blog. De momento sigue vivito y coleando en https://blogs.20minutos.es/animalesenadopcion/,» fue lo último que escribí en mi viejo blog. Y me reafirmo. Ojalá algún día sea innecesario.

Pues han pasado diez años y sigue siendo preciso difundir por Internet. De hecho se está haciendo más que nunca, con las redes sociales (que por aquel entonces no existían) acaparando protagonismo. Y estoy convencida de que otros diez años no bastarán para cambiar eso. Pero soy optimista, creo que vamos avanzando. A paso lento, pero en la dirección correcta. Cuando yo empecé había mucha menos gente concienciada en la necesidad de adoptar y ayudando a que se conozca la problemática de protección animal existente y poniendo su granito de arena en mayor o menor medida.

Y os pido a todos lo mismo que le pedí a mis colegas periodistas cuando me dieron el premio Blasillo de Huesca al Ingenio en Internet en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca de 2008, lo mismo que pedí cuando me dieron el premio Huella de Oro de ANAA (Asociación Nacional de Amigos de los Animales):

Ayudadme a concienciar a la gente de que la primera opción cuando se desea un perro o un gato es la adopción, y que el abandono nunca es una alternativa.

blogviejo

Cuantos más seamos, mucho mejor.

Igor es un bebe de apenas tres meses recogido de la calle el mes pasado, iba lleno de garrapatas y pulgas,estaba muy delgado debido a la malnutrición, ahora ya está recuperado y muy guapo, esperando una familia que lo adopte.

Le encanta jugar y se lleva muy bien con los perros y gatos,es un poco tímido con la gente al principio,actualmente pesa 4 kilos y de adulto como mucho pesará 10 kilos,es pequeño aunque de patitas gordas.

Igor esta en Murcia pero estaría dispuesto a viajar donde sea necesario para encontrar esa familia que tanto necesita, se entrega vacunado desparasitado,con chip, cartilla sanitaria y contrato de adopción.

Podéis ver más perros y gatos que buscan su segunda oportunidad desde Murcia en la Protectora Párraga.

Contacto: anahelpdog@gmail.com

IMG_20141101_134735-1

Una gatita murciana y sus cuatro cachorros se quedan sin su hogar de acogida

mama (1)En la asociación murciana Gaticos y perretes, desbordada como muchas, sobre todo en estas fechas, necesitan urgentemente acogida o adopción para esta preciosa mamá y sus pequeños, están viviendo en el jardín de una casa, pero la chica que vive allí se marcha definitivamente y se quedan totalmente a su suerte.

La mamá es una gatita joven, poco más que una cachorra, rondará un año de edad, sociable y cariñosa.

Entre sus cachorros  hay dos tipo romano, como su madre, uno negro y uno naranja. Apenas tienen dos semanas, nacieron el 15 de agosto.

Es preciso con urgencia un lugar donde puedan estar a salvo hasta encontrarles un hogar. Un jardín cerrado, un garaje, una casa o una habitación de una casa….

¿Nadie tendrá un hueco para esta familia felina?

Están en Murcia.

Contacto: adopciongaticosyperretes@yahoo.es

mama

Paris y Lisa, gatitas sobreviviendo en un parking con sus pequeños

En la asociación Gaticos y Perretes de Murcia necesitan ayuda para salvar a dos gatas y sus cachorros. Os dejo con la historia:

A finales del año pasado nos llegó el caso de una pequeña familia de gatitos sobreviviendo en los jardines de un parking, una zona donde suelen morir muchos gatitos atropellados ya que está junto a una carretera muy transitada, por desgracia este fue el final de algunos de los hermanitos y de la mamá de esta pequeña colonia, poco tiempo después logramos poner a salvo a los más jovencitos.

Tan solo quedaron Paris y Lisa en el parking, hijas de una camada anterior, a las que se trató de capturar sin éxito en numerosas ocasiones, hasta que seguramente estresadas por la situación desaparecieron.

Han estado meses sin aparecer, hasta ahora.

hace poco han regresado y lo han hecho acompañadas, Paris y Lisa han sido mamás y tienen entre las dos 5 pequeños gatitos de entre 2 y 3 meses de edad, así que la historia empieza de nuevo.

Por favor, esta vez tenemos que sacarles de allí, ponerles a salvo antes que acaben bajo las ruedas de un coche, urgen acogidas para ellas y sus pequeños.

Contacto: adopciongaticosyperretes@yahoo.es

10538048_792439557466742_2180919251011613414_n

A Mayo y a Junio los abandonaron en medio de la carretera

Mayo y Junio (2)A Mayo la encontraron en plena noche, junto a un único cachorro Junio, en mitad de la carretera. Seguramente acababan de dejarles allí, ya que estaban limpios y tremendamente asustados. Ahora están intentando que su suerte mejore desde la asociacion murciana Gaticos y perretes.

Son muy sociables y cariñosos, la persona que los recogió pudo llevarles en brazos hasta casa, pero por desgracia no puede quedárselos durante mucho tiempo, así que necesitamos encontrar cuanto antes adopción o al menos una nueva acogida.

Están en Murcia, se entregarán previo cuestionario, con contrato de adopción y seguimiento.

Hay más información en un evento de Facebook.

Contacto: adopciongaticosyperretes@yahoo.es

Mayo y Junio (3)

Junio (1)