Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en la sexta temporada de ‘Game of Thrones’ es que ha sido capaz de ofrecernos lo mejor y lo peor. Lo mejor porque ha tenido enormes episodios como el angustioso Battle of the Bastards (S06E09) o The Winds of Winter (S06E10), cargados de sucesos y dotados de una emoción inusitada. Pero también lo peor por dos razones fundamentales:
a) Se ha desligado de las novelas perdiendo el toque Martin en los diálogos, que se han vuelto menos sutiles y épicos (¿dónde han ido a parar los parlamentos asombrosos de Varys o las réplicas sibilinas y brillantes de la reina de espinas?).
b) Las tramas han perdido parte de sus sorprendentes giros, conectando quizás con el gran público pero volviéndose más previsibles y, en ciertos casos, acercándose peligrosamente a los deus ex machina que tanto pueden perjudicar la credibilidad de una historia. (Spoilers)