Estos días he estado con un virus intestinal que me ha dejado la cabeza zumbada, así que el estreno de ‘Instinto’ (Movistar), la nueva serie de Bambú Producciones protagonizada por Mario Casas, me ha venido como agua de mayo para no tener que leer subtítulos.
Si me conocéis un poco, ya sabéis que la sola presencia de Casas ya me producía desconfianza; pero también tenía fe en la pericia de Teresa Fernández-Valdés, Ramón Campos y Gema R. Neira para orquestar una trama que me atrapase con su combinación de sexo, fantasmas del pasado y gente guapa.
Y así ha sido, familia seriéfila. Porque ‘Instinto’ es mala pero engancha. Todo en ella es puro estereotipo: el protagonista que parece tenerlo todo pero que en realidad vive una existencia vacía de sufrimiento.
El club privado donde hasta con letras luminosas se remarca que «nadie conoce a nadie» o que el «sexo es arte» (eso sí, en inglés que queda más chic), que nos obliga a pensar en Eyes Wide Shut de Kubrick pero a lo cutre castizo, y donde se muestran algunas escenas que pretenden ser eróticas pero que dan bastante vergüencita y cosifican (de nuevo) a la mujer.
O el personaje de la mujer bella y manipuladora que, a pesar de ser una listísima ingeniera, lleva tacones de aguja y ligueros para ir a trabajar.
Por lo que respecta a Mario Casas, lo cierto es que los guionistas son inteligentes y han escrito un papel idóneo para el: con cuatro líneas de diálogo y un personaje que no tenga que mostrar sus emociones, a lo frío robot asesino.
El resto del reparto está bastante bien, sobre todo Lola Dueñas interpretando a la madre de Marco Mur, e Ingrid García Jonsson como Carol, la profesora del hermano autista y que hace al protagonista conectar de nuevo con sus sentimientos.
Pese a todos sus defectos y teniendo claro que la serie está hecha con patrones comerciales y dirigida a una audiencia no demasiado exigente, los episodios se ven con rapidez y el argumento consigue atrapar
No pasará a la historia de la televisión, pero os puede proporcionar evasión vacíacocos para un rato tonto o durante un virus primaveral. Y son sólo ocho episodios