‘Expediente X’: ¿la verdad era ESA?

No me lo creía. Tras el desastroso regreso de la décima temporada me dije: «Hasta aquí llegó Expediente X. Chris Carter no ha sabido ardaptarse a los nuevos tiempos y esto es solo un intento de forrarse a costa de la nostalgia de los fans».

Así que, más por motivos profesionales que por otra cosa, encaré el visionado de la undécima y final temporada y, tras un terrible arranque, los ojos se me abrieron como platos porque… La serie estaba logrando mantener mi atención. Y no solo eso. Me estaba devolviendo la burbuja que experimentaba cuando, hace veinte años, cada episodio de Expediente era un ritual de gozo para mí: todo preparado para que nada enturbiara mi placer ante las aventuras de Mulder y Scully. Atención, Spoilers!

Tal como comenté en este artículo, la fuerza de Expediente X en esta entrega han sido los episodios no serializados: desde el cuasi silencioso —y cómico— terror tecnológico de Rm9sbG93ZXJz (S11E07), hasta el humor negro de The Lost Art of Forehead Sweat (S11E04) o el monstruo de la semana que, siempre aderezado con notas de cachondeo —es importante que la serie no se tome demasiado en serio a sí misma—, nos ha ofrecido unos maquiavélicos hermanos telépatas, unos horribles Teletubbies y hasta una actriz vampira.

A diferencia de la anterior temporada —donde fue risible ver a Mulder pegar brincos huyendo de los criminales sin que temiéramos por su cadera—, en esta ocasión han sacado partido del innegable hecho del paso del tiempo. Mulder con sus problemas de presbicia o la actriz vampira diciéndole a Scully «lo tuyo todavía tiene arreglo», han sido divertidos guiños que han servido para conectar con la nueva época.

Sin embargo, los episodios serializados —con una historia conspiranoica que ha quedado obsoleta y que solo sirve de macguffin— han constituido la parte más endeble, y ni siquiera la conexión entre William y Dana—que al final hemos visto que carecían de parentesco— ha logrado conmoverme lo más mínimo.

Pese a que no sabemos a ciencia cierta si la conclusión será definitiva —Gillian Anderson ha manifestado que para ella la búsqueda de la verdad ha acabado—, las tramas han quedado cerradas. La anticlimática muerte del fumador, la desaparición de Skinner y el descubrimiento de que William era un experimento y no el hijo de la pareja protagonista parecen poner punto y final a la longeva narración.

Como atisbo de esperanza, la milagrosa concepción de Dana, un hilo del que podrían seguir tirando en el caso de querer exprimir la temática alienígena. ¿Lo harán? No descarto nada, y más después de recuperar a los fans descontentos.

Por el momento, me congratulo de una entretenidísima tanda de episodios que nos han devuelto los escalofríos y la diversión de tiempos pasados, pese a que el final haya sido insípido y la verdad que estábamos buscando completamente descafeinada.   

Mis Puntuaciones

Ya sabéis que he escrito un par de libros que esperan ansiosos que les echéis un ojo. Las series de mi vida, donde hablo de ficciones como The Wire, Los Soprano, Mad Men, Breaking Bad y otras joyas que quizás queráis descubrir.

O, si lo preferís, fantasía oscura y terror con deseos, obsesiones, viajes en el tiempo y un lugar más

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