Una serie de Alan Ball, el creador de la mítica A dos metros bajo tierra y la inclasificable True Blood, siempre genera grandes expectativas.
Aunque ya comentamos que Ball era capaz de lo mejor y lo peor, la huella que su obra maestra ha dejado de muchos de nosotros es tan profunda que, inevitablemente, hay que darle un margen de tiempo antes de opinar/criticar su última creación.
Lo digo básicamente porque el sabor que me dejó el piloto de Here and Now fue agridulce. Presentaba a una familia rica-progre-hippie-disfuncional que no llegaba a ser tan auténtica como los de Pfefferman (Transparent) —un punto de partida que ya me gana—, y cuyo discurso era tan pedante, cargado de reflexiones de libros de autoayuda sin depurar (en la publicidad hablaban de filosofía budista, de ahí el título), que no pude evitar sentir un estomagante rechazo.
El protagonista de Here and Now es Greg Boatwright (Tim Robbins), un profesor de filosofía sesentón que, a pesar de tener un buen trabajo y una familia que le quiere, está deprimido.
De hecho, el tema de encontrar un sentido a la vida más allá de los bienes materiales y el éxito es tan de nuestro tiempo —y tan de occidental rico— que me pareció muy acertado que Ball desease contarlo. Pero, ay, como siempre sucede, la temática es lo de menos. Es la forma, el estilo, lo que distingue una obra maestra de una mera mediocridad.
Tras haber visto más de la mitad de la temporada, conformada por diez episodios, debo confesar que la sensación estomagante se ha ido diluyendo para dejar paso a un verdadero interés por los personajes y sus dilemas, cuyo leitmotiv es la búsqueda de una felicidad que se les escapa de las manos a pesar de tenerlo todo.
Ramón y su odisea sobrenatural/espiritual a través de una serie de visiones y conexiones con su terapeuta. Duc y el celibato como forma de huida de un pasado que aflora y duele. Kristen —quizás el personaje más desdibujado— y la indagación en su sexualidad e identidad cultural a través de la relación con su amigo trans en proceso. La desconexión de sus raíces de Ashley. Y Audrey (Holly Hunter), que intenta forjarse una existencia propia ante la insatisfacción matrimonial.
Here and Now tiene momentos brillantes, donde uno atisba lo que nos conquistó en A dos metros bajo tierra, pero queda lastrada por tomarse demasiado en serio, su pedantería posmoderna y obviar el humor —donde Ball es brillante—, para lanzarse de lleno al drama más intenso, donde pierde fuelle.
Aun así, y sin poder evitar pensar que la serie está a años luz de la genial familia Fisher, Here and Now poco a poco se está volviendo más consistente y los conflictos están dibujando caracteres cada vez mas profundos y especiales. Seguiré atenta a su desarrollo.
Mis Puntuaciones
Ya sabéis que he escrito un par de libros que esperan ansiosos que les echéis un ojo. Las series de mi vida, donde hablo de ficciones como The Wire, Los Soprano, Mad Men, Breaking Bad y otras joyas que quizás queráis descubrir.
Muy fan de Alan Ball, me sentí igual que tu con el primer episodio. Me caían fatal todos los personajes excepto Holly Hunter, a la que adoro. Poco a poco me fueron calando los personajes y dejé de verlos tan pedantes, que pienso que era la intención de Ball.
Ahora estoy justo en el 6º y espero que no me defraude, aunque la presión de igualar a 2 metros bajo tierra le tiene que pesar también a él.
Por cierto Tim Robbins y Holly Hunter estan tremendísimos juntos. Un placer verlos trabajar 🙂
04 abril 2018 | 16:00