Todos tenemos en mente esta imagen: un hombre entra en casa tras un largo día de trabajo. Su mujer (perfectamente peinada, maquillada y vestida) lo recibe con una sonrisa en los labios y un «¿has tenido un buen día, cariño?». La suculenta cena termina de hacerse en el horno. El marido se deja caer en el sofá mientras ella le sirve una copa. Los niños revolotean alrededor un momento y van a acostarse sin armar demasiado jaleo. Este es el estereotipo de la buena esposa en los años 50, un modelo tan irreal como imperante que, sin embargo, sigue calando a la hora de construir personajes femeninos, aunque en la actualidad con una vuelta de tuerca: centrándose en la insatisfacción o frustración femenina.
Excepto Roseanne (ABC, 1988) o Murphy Brown (CBS, 1988) —series adelantadas a su tiempo que rompieron una lanza a favor de personajes femeninos reales, y curiosamente emitidas en abierto— o, más actual, Nurse Jackie (Showtime, 2009), donde la vida familiar y el retrato del personaje protagonista femenino son verídicos (con sus desavenencias y peleas, pero también con momentos de amor, diversión y apoyo), la televisión ha explotado la vertiente más histérica de la mujer. E, incluso, ha dado a una serie este nombre: Desperate Housewives (Mujeres desesperadas, ABC, 2004).
Aunque la comedia siempre utiliza la hipérbole para enfatizar los rasgos humorísticos de los personajes, por debajo subyace el cliché. El ama de casa insatisfecha (con distintos matices, como veremos) es un estereotipo que se encuentra por todas partes. En Mujeres Desesperadas Lynette Scavo, la sufridora madre de cuatro hijos (¿o eran cinco?), es una ama de casa frustrada porque ha renunciado a su trabajo —en el que era un hacha—, debido al cuidado de la familia; Gabrielle Solís también es un ama de casa, pero más que frustrada (que también, por haber abandonado su carrera como modelo al casarse), es una «femme fatale» que utiliza sus armas de mujer para conseguir sus objetivos.
Susan Delfino/ Mayer es un ama de casa ingenua y divorciada que ilustra cuentos infantiles y que cree en el «felices para siempre»; Bree Hodge/ Van De Kamp es una de esas mujeres perfectas, una ama de casa obsesionada por aparentar una imagen social, que guarda su frustración bajo una sonrisa falsa. Y Edie Williams/ Britt es otra «femme fatal», una devora-hombres de vida sexual agitada que saca partido de su físico para lograr sus metas.
Para no pecar de maniquea, hay que clarificar que, a pesar de los clichés de base en la construcción de los personajes, Mujeres desesperadas ha contribuido a la desmitificación de temas como la maternidad, aunque con algunos «peros». Lynette Scavo está agobiada por la crianza de los hijos y, en un episodio, mientras llora, dice a sus amigas: «Nadie me contó que esto fuera así.» Sin embargo, no hace falta tener una troupe de vástagos para darse cuenta de que la maternidad es dura. Con uno solo ya hay momentos donde te tirarías de los pelos. Pero la plasmación de esta realidad hubiera excedido los límites de lo políticamente incorrecto.
Otras amas de casa frustradas porque sus maridos no les hacen caso o les son infieles y que, sin embargo, no hacen nada para solucionar su desdicha aparte de intentar cambiar de pareja son Carmela Soprano (The Sopranos), Betty Draper (Mad Men), Abby Donovan (Ray Donovan) y Libby Masters (Masters of Sex). Con mayor profundidad en el dibujo de sus sentimientos —como en el caso de los magistrales personajes de Carmela Soprano o Betty Draper—, o con menor acierto, como en el caso de Abby Donovan, estas mujeres representan el cliché del ama de casa frustrada y sus historias giran en torno al amor, el desengaño, la infidelidad y la búsqueda de un escape a su situación vital.
Otro estereotipo de personaje femenino es el de la pérfida esposa a la sombra del poder. Una mujer ambiciosa que utiliza a su marido o amante para medrar en su carrera mediante la mentira y la manipulación. Piensa en su estatus, en las apariencias, y utiliza su matrimonio para alcanzar la cima. Parece que para la mujer no hay término medio: o es un ángel caído del cielo o una arpía tan mala que hasta su marido le tiene miedo. Y, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, hasta la bruja más gélida se acaba sometiendo, ya que lo que está en juego para ella es de menor importancia que lo que está en juego para él. Así ocurre con Meredith Kane, la mujer de Tom Kane, alcalde de Chicago en Boss (Starz, 2011), o Claire Underwood, la despiadada y fría esposa de Francis Underwood en House of Cards (Netflix, 2013). Nota: la evolución del personaje de Claire Underwood, pese a su hiperbólica maldad, la está alejando de este estereotipo.
El caso de Alicia
Dentro de la categoría de ama de casa frustrada podríamos incluir a Alicia Florrick (The Good Wife, CBS, 2009), aunque con matices. En este caso, el matrimonio King construye un personaje que escapa de los estereotipos gracias a un arco de transformación repleto de tonalidades de gris. En el planteamiento de personaje volvemos a encontrar al ama de casa que renuncia a su carrera para cuidar de sus hijos (pese a que es abogada, y muy buena), y que se siente despechada cuando descubre que su marido la engaña con prostitutas.
De nuevo entran en juego el tema de los sentimientos, el matrimonio, la pareja. Sin embargo, The Good Wife consigue ir un paso más allá del estereotipo y perfilar a una mujer compleja que no siempre es bondadosa o malvada; que se equivoca, que tiene dudas, que empieza a pensar en sí misma como un ente diferenciado de su marido. Y que, para prosperar en su carrera —nos guste su comportamiento o no— utiliza a su esposo de la misma forma que él la ha utilizado a ella.
Mad Men, cuando el estereotipo se desvanece
Como decía al principio del artículo, la edad dorada de la televisión también ha trascendido los estereotipos femeninos y nos ha mostrado a mujeres reales gracias a las creaciones de algunas mentes brillantes. El caso de Mad Men es especialmente notable ya que, aun basándose en personajes estereotipados, ha conseguido desmontarlos otorgándoles una profundidad inusitada. A priori los encontramos todos: el ama de casa frustrada (Betty Draper), la exitosa en el trabajo con mal de amores (Peggy Olson) y la «femme fatale» (Joan Holloway). Sin embargo, la complejidad de sus caracteres, el desarrollo de sus emociones y la diversidad de tramas donde se ven envueltas, que no siempre se relacionan con el terreno sentimental, configuran unos personajes fascinantes que van mucho más allá del cliché y que traspasan la pantalla emocionándonos.
Matthew Weiner y su equipo de guionistas tocan multitud de temas en las tramas de sus personajes femeninos: la lucha de la mujer para prosperar en el trabajo en un entorno dominado por hombres, la amistad, la soledad, el amor, la familia, los deseos insatisfechos, la religión, el compañerismo, la envidia, las convenciones sociales… Sabemos cómo son estas mujeres, qué sienten, en qué creen, de qué se ríen, por qué lloran, con quiénes se acuestan, cuáles son sus valores. Y esta riqueza consigue dar forma a unos personajes que parecen caminar con vida propia y que sentimos en nuestro interior como seres tangibles, difíciles de encasillar.
Mujeres inclasificables
Y después están las mujeres inclasificables. Son los mejores personajes femeninos de la televisión que reflejan a mujeres de verdad, con problemas que no siempre están relacionados con la búsqueda de una pareja ideal, la maternidad o el matrimonio. Mujeres que no pretenden gustar ni agradar a todo el mundo, con carácter y opiniones, que no son histéricas ni están frustradas (o no siempre), que trabajan, aman (o no) y que persiguen sus propios sueños al margen de los hombres o con una pareja a su lado. Jackie Peyton (Nurse Jackie) sería una de ellas. Un personaje que tiene defectos, que esconde secretos, que tiene un lado oscuro. Una mujer que hace malabarismos para conciliar trabajo y familia, cuyos dramas cotidianos, al margen de su adicción, entendemos bien.
Las mujeres de Treme también son reales como la vida misma. El propio David Simon decía que esta serie era su trabajo más maduro, sobre todo en cuanto a la construcción de los personajes femeninos. En mi opinión, no se equivocaba. En Treme no hay estereotipos. Tony Bernette es una abogada que lucha por clarificar las turbias muertes de civiles producidas durante el caos del Katrina. Es buena en su trabajo y tiene una familia que la quiere. Janette Desautel se siente triste y nostálgica, pero no porque no encuentre una pareja, sino porque se ve obligada a abandonar su ciudad natal, New Orleans. Annie, la joven músico, lucha para prosperar en su carrera mientras tiene relaciones que a veces van bien y a veces mal. LaDonna es la dueña de un bar que se niega a renunciar a su independencia económica aún con un marido que puede mantenerla y con su vida en riesgo. Los personajes femeninos de Treme caminan en tramas que no están estrictamente relacionadas con la búsqueda del amor. Las relaciones y los sentimientos forman parte de sus problemas, pero no son el eje central.
Girls (HBO, 2012), la tragicomedia que escribe y protagoniza Lena Dunham, también ha supuesto un soplo de aire fresco. Hannah Horvath, la protagonista, es una veinteañera que aspira a convertirse en escritora. Su estilo de vida y el de sus amigas, en tránsito hacia la edad adulta, la amistad y la lucha por conseguir abrirse paso en el mundo laboral sin renunciar a sus sueños, configuran retratos de mujeres independientes y actuales. Hannah, como toda mujer de su edad, reflexiona sobre las relaciones e intenta ser feliz. Pero, en vez de comulgar con las convenciones sociales, su propósito más importante es escribir. Como ocurre en Nurse Jackie, Lena Dunham muestra las facetas menos bondadosas de su protagonista: sus obsesiones, defectos, su cuerpo imperfecto, dando forma a un personaje que despierta tantas pasiones como odios, y cuya visión muchos consideran “desagradable” o “incómoda” debido a su alejamiento del modelo tradicional.
Orange is the New Black (Netflix, 2013), escrita por Jenji Kohan, se suma a las ficciones que normalizan la imagen de la mujer. En este caso con un mosaico de vidas de mujeres en prisión y una protagonista: Piper Chapman, una mujer blanca, de clase media alta y homosexual, que tendrá que cumplir su pena debido a un delito de drogas.
El planteamiento de la serie se desliga de los moldes habituales para presentar unos personajes que nada tienen que ver con la imagen prototípica de la mujer. Negras, latinas, asiáticas… las mujeres de Orange is the New Black tienen vidas complicadas, y la serie muestra cuáles son los problemas que las han llevado a la cárcel, sin que el amor sea la premisa central.
Otros personajes femeninos reales e inclasificables serían Claire Fisher de Six Feet Under (A dos metros bajo tierra, HBO); Pamela en la reciente Better Things (FX); Amy Jellicoe en Enlightened (Iluminada, HBO); Olive Kitteridge (HBO) o Valerie Cherish en The Comeback (HBO).
Los personajes femeninos fuera de EEUU
Aunque el artículo se ha centrado en los personajes femeninos de series norteamericanas, lo cierto es que fuera de USA están comenzando a ser más comunes las ficciones donde la mujer no solo es protagonista de la historia, sino que se aleja de las convenciones tradicionales. El tema da para un nuevo artículo.
Borgen (Dinamarca, DR1, 2010), escrita por Adam Price, refleja la lucha de Birgitte Nyborg para llegar a ser primer ministro del país; Happy Valley (BBC One, 2014), escrita por Sally Wainwright; The Honourable Woman (BBC Two, 2014), creada por Hugo Blick, o Unforgotten (ITV, 2015) serían algunas de las propuestas que construyen personajes femeninos alejados del rol estereotipado, con mujeres fuertes que no centran sus vidas en la búsqueda del amor romántico. Por tanto, estamos asistiendo a un cambio en los modelos tradicionales, pero todavía queda un largo camino por recorrer.
Ya sabéis que, por un módico precio, tenéis a vuestra disposición Las series de mi vida, donde disecciono algunas ficciones con la que he disfrutado muchísimo como Doctor en Alaska, Twin Peaks, Los Soprano, Mad Men o Breaking Bad.
Y esperando que os sumerjáis en bosques oscuros, viajes en el tiempo y magia, Araneida sigue brillando al son de una pretérita canción.
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«…queda un largo camino por recorrer» Y aquí estaremos nosotras,con nuestras palomitas y nuestro Twitter para verlo y disfrutarlo
14 marzo 2017 | 11:35
Eso siempre, jajaja!
14 marzo 2017 | 11:40
Todos grandes personajes los que mencionas …. aunque a mi las Mujeres desesperadas mas que desesperarme francamente me aburrieron, creo que aguanté dos temporadas y poco recuerdo me dejaron; yo creo que ahora en las series hay papeles de mujeres muy potentes y en todas las categorias¡
14 marzo 2017 | 15:00
Claro, porque las comparamos con lo personajes que hay ahora (relativamente recientes). Pero piensa que el estereotipo se sigue perpetuando. No hay nada más que ver Big Little Lies, por ejemplo… Las mujeres desesperadas son un cliché, pero la serie sí aportó su granito de arena en temas como la maternidad. Nada comparado a lo que han aportado series como Girls, por ejemplo 🙂
14 marzo 2017 | 15:21
Eso de los estereotipos es cuestión de gustos, por lo menos a mi si me molesta que en pleno 2016 aun la tv este plagada de amas de casa sumisas. Pero sin embargo mi personaje femenino preferido de la vida es Carmela Soprano, que mas convencional no podía ser.
Tengo la teoría muy personal de que el problema no es el estereotipo en si sino la poca profundidad que dan los guionistas, ahí tenemos el ejemplo como bien señalas de las chicas de Mad Men y en su contraparte tenemos el ejemplo de las chicas de OITNB donde por mas diversidad y buenas intenciones que tienen solo RED se me hace profunda.
Saludos a todos.
14 marzo 2017 | 18:38
hola
14 marzo 2017 | 22:09
Dejaste afuera a Lagertha de Vikingos, por cierto ame el articulo y me encantaría que hagas un post sobre esa serie.
Saludos desde Argentina.
14 marzo 2017 | 22:11
Por desgracia las mujeres de las que hablas y con las que tanto hemos disfrutado, a las que tanto hemos admirado y que tanto nos gustan por romper barreras y techos de cristal no reflejan (en su parte positiva) a las mujeres de la vida real; es cierto que cada vez estamos más cerca, que luchamos, trabajamos, somos madres … en fin, en esa parte si estamos en ese punto, pero ¿llegamos a la meta como en las series? yo creo que no, que aquí en el mundo real todavía nos falta mucho para ser Betty Drapper, Alicia Florrick o Carrie and company (por cierto, me ha faltado una mención a Sex and the City, Miranda es todo un ejemplo a mi entender) lo dicho, que ojalá pronto alcancemos las mismas victorias que ellas en la pantalla, que pisemos igual de fuerte, porque aquí querida, gusta machacar a la que lo consigue, a saber como lo ha conseguido…. espero que cada vez haya sobretodo más adolescentes «Girls» por el mundo… aunque me temo que hay otras series que siguen y que no tratan a la mujer desde nuestra perspectiva y flaco favor les está haciendo….Creo que es de las pocas veces que la ficción supera la realidad. Grandes nuestras chicas, grandes nuestras protas de nuestras series preferidas y grande tu post.
15 marzo 2017 | 11:36
Hola, querido Panfilo. Perdona la tardanza, pero es que he tenido a mi madre malita 🙁 Lo cierto es que al haber más hombres que mujeres tras las cámaras, muchos de los personajes femeninos resultan superficiales porque caen en el estereotipo, y porque en la mayoría de las ocasiones son personajes secundarios. Así que la solución pasa por que los propios guionistas masculinos se den cuenta de los clichés cuando los escriben y que más mujeres expresen otros puntos de vista más reales. En el caso de Carmela Soprano, el personaje el maravilloso porque, a pesar de basarse en un estereotipo, a lo largo de las temporadas vamos viendo la complejidad de su alma de una manera muy sutil (fundamentalmente cómo se autoengaña hasta que no puede más). En relación con OITNB, es cierto que la serie, al ser tan coral, se queda en la superficie, aunque fue refrescante ver todo tipo de mujeres (distintas razas, orientaciones sexuales, buenas, malas…) y no solo los típicos estereotipos. Desde luego, hay mucho que hacer todavía para que la mujer tenga una buena representación tanto en el panorama audiovisual. Un abrazo fuerte
24 marzo 2017 | 11:56
Hola Andrea. Sí, tienes razón. Es otro personaje fuerte e independiente, aunque desde mi punto de vista su desarrollo psicológico es algo superficial. Me queda por ver la mitad de la cuarta temporada, y cuando acabe le dedicaré un post. Un saludo
24 marzo 2017 | 11:58
Muchas gracias, Mª Ángeles. Es cierto que todavía falta mucho por hacer en la lucha feminista. La representación de la mujer en las series y en el cine es un reflejo de los que sucede en la realidad. Aunque algunas triunfen (Miranda, como bien dices, o incluso Carrie) otras como Betty Draper o Alicia Florrick ni siquiera en la ficción llegan a alcanzar la felicidad. Y lo que comentas sobre «machacar a quien lo ha conseguido» es bastante cierto, y que la suspicacia en estos casos viene tanto de mujeres como de hombres. Por eso insisto que es necesario la lucha feminista: para concienciar a todo el mundo sobre la necesidad de que exista una igualdad real entre mujeres y hombres. En el mundo de las series poco a poco se está consiguiendo, y en los últimos tres años han aparecido grandes personajes femeninos. Sin embargo, aun son muy pocos si los comparamos con los masculinos. Un saludo y muchas gracias por dejarme tus impresiones 🙂
24 marzo 2017 | 12:04