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Entradas etiquetadas como ‘trabajar’

¿Cobrar por trabajar? ¡Habrase visto!

Por Miriam Soriano

Una chica trabajando en un portátil (Infojobs).

Una chica trabajando en un portátil (Infojobs).

Se empieza aceptando un empleo “de lo tuyo” y se termina trabajando gratis. Y es que cuando a una doctoranda que trabaja en la hostelería por obligación la llama la Confederación Empresarial de la Provincia de Tarragona para impartir cursos, aceptas aunque eso signifique trabajar más de 13 horas al día combinando dos empleos.

Siete meses de maratonianas jornadas, de preparación de clases y de poco sueño para poder cobrar por tus servicios, según dice tu contrato, a dos meses vista. ¡Ah no! Que los cobros se regularizarán en breve (julio). ¡Vaya! la dirección no nos ha dado autorización para efectuar pagos (agosto). ¡Uy! Es que ha habido una demora en los pagos por parte de la Administración (septiembre). ¡Ay! Es que hemos tenido un “problema” con el dinero de la subvención (octubre).

Impotente salgo del despacho del gerente, no sin antes tener que oír que con esa actitud mía me olvide de trabajar más con ellos. Qué desfachatez la mía querer cobrar por trabajar. Lo que sí tengo claro, al igual que en el caso de los ERES, es que el dinero siempre desaparece y el docente es el último en cobrar, si cobra.

Carta al Ayuntamiento de Badalona: «Santificarás las fiestas»

Por Antonio Luis Vicente

Hay gestos en la Historia que han supuesto profundos cambios socioculturales: Moisés rompió las Tablas de la Ley cuando bajó de su retiro en el monte para demostrar que no estaba de acuerdo con lo que Dios había permitido durante su ausencia; Julio César cruzó el Rubicón y su acción fue el principio del fin de la República en Roma; Lutero clavó su tesis en la puerta de una capilla en Wittenberg y los cimientos de la iglesia católica se estremecieron…

José Téllez, tercer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Badalona, rasgó una sentencia judicial prohibiendo abrir el consistorio en un día festivo (lo de menos es que fuera la Fiesta Nacional) y franqueó la entrada al mismo a los ciudadanos.

Fachada del Ayuntamiento de Badalona (Europa Press).

Fachada del Ayuntamiento de Badalona (Europa Press).

Creo José, que no eres plenamente consciente de la caja de pandora que has abierto con tu gesto. Los ayuntamientos españoles, y en general toda la administración pública, tienen una larga tradición de inoperancia, no ya los días festivos, sino los laborables. Ya lo inmortalizó Mariano José de Larra en su artículo Vuelva usted mañana. Y tú, José, te has atrevido a desafiar esa inercia exhortando al trabajo en un día festivo. ¡Ah, qué bien te hubieras llevado con Lutero y con Calvino! Ellos que nos convencieron de que para “salvarse” en vez de santificar las fiestas había que trabajarlas. Y con Max Weber, que en su obra La ética protestante y espíritu del capitalismo nos decía que si el banquero te oye trabajar a las cinco de la mañana se quedará tranquilo, pero si te ve jugando al billar… Y eso que el mismo Dios reconoció que después de currar seis días creando el mundo, necesitaba un día de asueto. Él, que fue capaz de sacrificar a su propio hijo, no quiso cargase un día festivo.

Pero tu inconsciencia ha ido mucho más allá, José. Has atentado contra algo mucho más sagrado que todo lo que hasta ahora te he mencionado. Porque un día festivo, no laborable, es mucho más que ir o no a trabajar. Es despertarse, no porque haya sonado la alarma del móvil, sino porque el vecino se ha puesto a cortar el césped a las ocho de la mañana (casta), o porque el dueño del bar de abajo (gente que se parece a la gente) ha puesto Paquito el chocolatero en el altavoz que da a la terraza. Es cuando al plantearse saltarse los preliminares con tu mujer (casta) o con tu pareja (gente que se parece a la gente) porque a las nueve empiezan “las motos”, ella en un acto de despiadada maldad te dice: “Déjalo, si de todas formas hay que darle un repaso a la casa, que hoy viene tu madre a comer…”.

Yo, José, comprendo tu indignación ante la orden del juez. Y el acto de rasgarla como un “Moisés” justiciero destruyendo el becerro de oro. ¿Chulería? ¡No, indignación José, indignación! Porque yo también he rasgado las cartas de Hacienda, o las multas de tráfico, en aras de la insumisión al Sistema. Claro que después tenía que recoger los pedazos y pegarlos para llevárselos al gestor (casta) o a mi cuñado (gente que se parece a la gente) para que se ocupara del asunto.

En fin José, qué quieres que te diga, valoro tu gesto, de verdad, pero creo que serás un incomprendido. Tal vez en un futuro…y si no los chinos, mira, esos abren todos los días.

El drama de algunos becarios: ojalá en un futuro se prohíban las palabras ‘sin remunerar’

Por Inma Bibiloni Capó

Las lágrimas se deslizan sobre mis mejillas ante la impotencia que siento sobre mi situación. Soy becaria y una voz anónima que está pidiendo a gritos que se me escuche utilizando la mejor arma periodística que se conoce: la palabra. La vida del becario nunca ha sido fácil pero ahora, más que nunca, está de moda trabajar gratis o de manera no remunerada que suena mejor, por amor al periodismo. Esta situación se repite año tras año y que me causa profunda indignación. Sin embargo, no tiene tanta cabida en la opinión pública como merece, aunque algunos ya lo han tildado como la nueva nueva generación de ‘Ninis 2.0’ (ni cobran ni lo van a hacer) como ya dijo el Gran Wyoming en su programa ‘El Intermedio’.

Una becaria en una empresa (Atlas).

Una becaria en una empresa (Atlas).

Mis próximas prácticas voluntarias serán las sextas y en este punto me planteo si la vocación es una virtud o un defecto. Me pregunto dónde quedan los límites en el mundo de las becas profesionales de los estudiantes y sinceramente veo mi presente negro y mi futuro aún más incierto. Ahora dudo entre invertir un verano más en esas anheladas prácticas que con mucha ilusión y empeño realizo cada año, o por el contrario, desestimarlas y elegir un trabajo cualquiera que me dé un sueldo para subsistir. Lo triste es que algunos becarios acaban tirando la toalla por necesidad. Tampoco concibo la idea de por qué debemos perder dinero en gasolina o transporte público a la hora de ir a trabajar. También puedo llegar a entender que en las primeras prácticas como estudiante no se cobre, porque se parte de cero, pero cuando ya se tiene un bagaje, lo mínimo que se puede pedir es que se cubran los gastos con una pequeña retribución. Los becarios necesitamos sentirnos valorados y motivados para seguir sumando experiencia con nuestros conocimientos, aptitudes y así poder dar el máximo de nosotros mismos.

No estoy de acuerdo con la política de empresa de muchas productoras que no pagan nunca a sus becarios. El trabajo no se regala, por lo que se debería dar una pequeña compensación. Según un estudio de la Comisión Europea se estima que en España existen 180.000 becarios sin retribución. Además el 72% hace las mismas funciones que un empleado, es decir, está supliendo puestos de trabajo y solo el 30% tiene la suerte de ser contratado por la empresa. Normalmente cuando finaliza el contrato de becario se va a la calle y al día siguiente ya hay otro.

Hoy en día es casi imposible que contraten a un becario porque no tiene la suficiente experiencia y porque en el paro hay periodistas curtidos que se desviven por cubrir una baja. Seamos realistas, la cosa está muy mal, la crisis perdura y casi nadie hace nada para ayudar a los jóvenes, a los que solo les falta anunciarse como: “Joven becario todoterreno desea ser explotado sin rechistar y anhela una oportunidad. Estoy aquí para lo que necesite, a su entera disposición. Exprímame, no me quejaré y además le estaré sumamente agradecido”.

Siento que en una redacción donde apenas hay despachos y el espacio es diáfano para que la comunicación fluya existe una gran jerarquía donde te tratan peor por ser ‘el becario’, e incluso en algunos casos, ni se preocupan por saber tu nombre porque eres invisible. Muchos de ellos olvidan que también han sido becarios en sus inicios.

Ahora cuando me seco las lágrimas siento que aún tengo las fuerzas, el carácter y la valentía para no tirar la toalla y perseguir, aún teniendo que pasar por el aro, lo que realmente quiero. Me gustaría ver qué pasaría si nadie aceptara una beca sin retribución, quizá cambiaría el sistema de funcionamiento en los medios de comunicación, aunque la verdad es que siempre habrá alguien como yo a la que no le quede más remedio que aceptar esta situación. Espero que cuando tengamos nuevo gobierno en este país se regule el tratamiento sobre esta esclavitud del sigo XXI y se prohíban las palabras ‘sin remunerar’.

¿Y para qué estudiar tanto? ¿Cuántos políticos no tienen carrera ni idiomas?

Por Raquel F.
Selectividad

Selectividad en la Universidad Complutense de Madrid. (JORGE PARÍS)

«¿Y por qué tengo que estudiar tanto?» «¡Y esto no ha hecho más que empezar!» Después de la temida selectividad aún me queda la doble licenciatura, porque una ya no es suficiente, el o los másters y uno no, dos o tres idiomas que controle.

Esto mismo pasa por la cabeza de miles de estudiantes que, como yo, ven que tienen que estudiar y estudiar para conseguir un trabajo. Y si quieres trabajar de lo que te gusta será más fácil si te vas al extranjero.

 La cosa es que los que nos exigen todo esto no lo cumplen. ¿Cuántos políticos no tienen la carrera de lo que están ejerciendo? ¿Cuántos ni siquiera hablan un idioma? La respuesta todos la conocemos. Por eso, antes de exigirnos tantísimo a los jóvenes, deberían aplicarse el cuento y dar ejemplo a las generaciones que llegamos.

Diputación, organismo inútil donde los haya

Por Rafael Bueno

Fachada de la Diputación Provincial de Sevilla (M. Conde).

Fachada de la Diputación Provincial de Sevilla (M. Conde).

Aplaudo la decisión de cerrar las diputaciones, cuanto antes. Organismo inútil donde los haya (como el Senado y otros muchos) y gran coladero de enchufados de la casta política-sindical, familiares y amiguetes varios.

Es vergonzoso ver a muchos de esos “funcionarios de palacio” todo el día de bar en bar, presumiendo públicamente de lo mucho que cobran y mangonean, y de lo poco que trabajan. ¿Por qué tenemos que aguantar y pagar los ciudadanos tanta sanguijuela? Ya está bien, hombre. Al paro con ellos.

Eso si, algunos, antes de marcharse, que devuelvan lo que se han llevado, por favor.

 

 

 

No estamos contentos con nuestro trabajo

Por A. Cases Monge

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Grupo de personas en su trabajo (ARCHIVO)

Los jóvenes que estamos en edad de trabajar y tenemos “la suerte” de poderlo hacer, no nos sentimos afortunados ni estamos contentos con nuestros trabajos. La mayoría ocupamos puestos de trabajo por debajo de nuestra formación, cobrando sueldos miserables, ahora el mileurista es el rico de la pandilla. Pero el dinero no es el problema, el problema es el sistema empresarial y cómo se trata al trabajador.

Eres una pieza más del engranaje que en cualquier momento se puede sustituir. Trabajar con esta sensación acaba en desmotivación e indiferencia, ahora se le llama zombificación laboral o despido interior. Huyes del compromiso, pasas por alto la participación, escapas de tu equipo y te resignas a malvivir en un entorno productivo con el cual has construido una relación insatisfactoria, después de una prolongada y variable secuencia de vivencias laborales negativas.
Porque somos jóvenes nacidos a la era digital donde todo se comparte y todo el mundo tiene voz y voto, por eso no podemos encajar en este tipo de empresas. ¿Qué nos queda? Aceptarlo y morir en vida trabajando, ir cambiando de trabajo o intentar cambiarlo desde dentro.
En Barcelona hay una empresa donde no tienen horario ni jerarquías, trabajan por objetivos y la felicidad del trabajador es primordial para la empresa. Los trabajadores se implican y se sienten parte de la empresa. ¿No es mejor tener un empleado que haga 25 horas semanales, cumpla los objetivos y sienta que la empresa en parte también es suya?
Este sistema funciona, está comprobado. Entonces ¿por qué solo hay una empresa en todo el Estado que sea así? ¿Os imagináis qué tipo de sociedad seríamos yendo contentos a trabajar?

Decidir si ir o no a trabajar cuando estás resfriado

Por César Sánchez

Un favor para ti y para tus compañeros

Imagen de archivo de una persona resfriada

Imagen de archivo de una persona resfriada

Todos sabemos cómo es el tiempo, llega noviembre y te resfrías. Suelen ser cortos, en un par de días o tres puedes estar recuperado.

Pero no, tú decides ir a trabajar de todos modos, para no quedar mal con el jefe.

Estás en tu sitio sentado, te duele todo, no puedes ni leer la pantalla del ordenador, no rindes y tampoco descansas. Y como es de cajón, tampoco te recuperas. Y al día siguiente cae otro, como piezas de dominó, ya son dos resfriados en la oficina.

Por favor, si eres uno de los que ya ha caído, ¿por qué no te haces un favor a ti mismo, quedándote en casa recuperándote; y a la vez a tus compañeros de oficina, evitando contagiarles? Saldremos todos ganando.

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Por Estela Moreno

Contestación a “Un favor para ti y para tus compañeros”

Llega el tiempo de catarros. Sí, de esos que puedes curar estando 4 días en la cama. Pero decides ir a trabajar como muchos de los todavía trabajadores de este país.

¿Para que te vean? No, para que no te quiten tu salario porque debido a los recortes no puedes ni ponerte malo sin que tu nómina se vea minorada.

Y una gripe es lo de menos porque hay esguinces, gastroenteritis y cualquier enfermedad con la que puedas moverte mínimamente.
¿Crees que vamos por contagiar? ¿Que somos malos compañeros? Nosotros vamos porque no podemos permitirnos el quedarnos en casa. ¡Ojalá nuestro jefe fuera como el tuyo! Un funcionario.