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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Gym Tony, el máximo exponente de la ‘seriebasura’

Ayer me enteré de que Cuatro ha renovado para una segunda temporada Gym Tony, su serie diaria de sketches ambientada en un gimnasio de barrio que cuenta con actores como Santi Rodríguez, Antonia San Juan o Iván Massagué. Esta es la descripción amable de una ficción que está funcionando bien en audiencia. La realidad es que Gym Tony es lo peor que se emite en la televisión actual. Es una auténtica vergüenza para la ficción nacional y del mundo. Cualquiera que la vea puede darse cuenta y admitirlo al instante. Solo hace falta medio capítulo. 1

¿Por qué esta serie representa todo lo que no se debe hacer? ¿Por qué da tanta grima? El primer motivo, y quizá el principal, es que va de serie de humor cuando sus chistes y sketches echan más para atrás que un aliento apestoso. No hace ninguna gracia, y lo único que consigue es revolverte el estómago (más si estás resfriado). Me gustan los chistes de caca, culo, pedo y pis, pero en su justa medida. No todo el rato.

Tampoco soy demasiado fan del «chiste» gratuito. Sobre todo si lo que pretende fomentar son lo estereotipos, no hacer humor. Porque el humor no debe tener límites. El racismo, la homofobia y la xenofobia sí. Y en Gym Tony se dedican a fomentar esas lacras, además de otras. Porque lo que hacen en esta «serie» no es humor. Ni se le aproxima. He leído y escuchado miles de chistes sobres negros, latinoamericanos, gays, enfermos o gordos que conseguían lo que pretendían: hacer reír. Y lo lograban porque estaban hechos con la intención de hacer humor. Algo que no hacen en esta «serie».

4587_El_elenco_de_Gym_TonySe podría decir que, con lo anterior y otros aspectos más, como los sketches absurdos basados en piezas de realidad (no falta ni el de un jurado en el que Santi Rodríguez se comporta como Risto Mejide), Gym Tony se ha convertido en el principal representante de la ‘seriebasura’. Una categoría que ya existía pero que quizá no tenía un título para referirse a ella. Esa en la que se engloban las series que con solo su existencia han contribuido a hacer peor la televisión. Suelen tener en común un guión vacío, una historia desagradable y un elenco mediocre, incluso malo.4

Esto último me parece muy importante. Ni uno de los personajes hace gracia. No sé cómo lo consiguen. Y eso que no falta nada: el gordo glotón que va al gimnasio, la tía buena tonta que se mata a hacer deporte, la divorciada que presume de ser una casquivana, la choni que va por el mismo camino, el cincuentón soltero que solo sabe soltar guarradas y comentarios machistas, la asiática a la que todos llaman la china y el gay que, sorpresa, resulta ser promiscuo. Todo tópicos. Ni una pizca de gracia.

2¿Por qué en España tenemos que seguir aguantando basuras épicas como esta? ¿La audiencia lo justifica todo? Parece que a Cuatro hacer televisión de calidad le importa poco. Y es que confía en Gym Tony, que es a las series lo que Intereconomía al periodismo. Luego que si hay que apoyar «lo de aquí». ¿Quién con un poco de gusto podría respaldar algo así? No quería gastar tiempo en escribir sobre ella, pero que una cadena apoye algo así merece, al menos, una llamada de atención.

Por cierto, vaya mensaje para AlatristeMediaset confía más en una tontería que en la adaptación de un best-seller de Arturo Pérez-Reverte. Da que pensar.

Dreamland, un videoclip largo y muy malo

Me encanta el baile. Esto conlleva que también me apasione todo lo relacionado con él, como los musicales, o los programas en los que es el protagonista, siempre que los que formen parte del mismo sea gente desconocida que realmente sabe lo que hace y no famosillos a los que pagan un pastón para aprender a moverse. Esos me provocan aversión.Dream3

En mi condición de fan de Fama! A bailar, especialmente de su segunda edición, no es extraño que me gustase Un paso adelante. Era mala, desde luego, pero era honesta. Sabía de sus limitaciones, y no iba más allá. Y toda la parte artística, que no interpretativa, estaba muy bien lograda por medio de las coreografías. Pero sobre todo, UPA era una serie, no una sucesión alocada llena de espectáculos de baile intermitentes que se incrustaban en medio de los capítulos de forma atropellada y absurda, evitando esa estupidez de algunas películas americanas de meter una coreografía con cualquier excusa.

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El problema de Dreamland, el estreno de Cuatro del pasado viernes, es precisamente ese: no es una serie. Es un videoclip largo, cargado de una supuesta espectacularidad que llega a ser cargante, y en el que el elenco no destaca precisamente por su buen hacer ante la cámara cuando se trata de los diálogos.

Todo porque los protagonistas de Dreamland no son actores al uso. Son bailarines y cantantes que pasaron un año juntos preparando una escuela ficticia en la que ellos mismos se encargaron de montar todas las coreografías, de componer las canciones, e incluso de elegir los escenarios en los que se desarrollaría la historia. Pero de ahí a que sean capaces de subyugar por medio de las palabras y de los gestos durante una conversación o un monólogo hay un abismo. No se puede ser bueno todo, pero es que en esto son muy malos.

Lo peor de todo es que la calidad de los guiones tampoco ayuda a que se luzca nadie. Son malísimos. Como ejemplo, hay diálogos de altura con un «¿te gusta?» de inicio,  un «¿el qué?» de réplica, y como colofón, la respuesta definitiva: «el tema». Todo entre insinuaciones subrepticias al «hace tiempo que no lo hago», que se puede encuadrar dentro del conjunto de frases eufemísticas que suele decir alguien cuando no salen de su boca más que tonterías cuando está intentando ligar con alguien. Pero por favor, eso no se puede trasladar a una serie. En las canciones no se quedan atrás, ya que cuentan con letras cuya última rima es «follar». A tope con la originalidad y el pavoneo.Dream2

Las tramas son malas y tópicas, tales como la bailarina de striptease que además ejerce de escort pero que busca su sueño como profesional (del baile, ojo) por medio de una escuela en la que formarse. Que por cierto, a ver cuándo se enteran los guionistas españoles que en este país no existen los cabarets. Siendo correcto, lo que pulula por aquí son las whiskerías. Y punto. Tampoco falta en este videoclip la historias del chico talentoso que tira del carro por la mala situación de su familia, obviamente enfocada a conseguir la lagrimilla fácil del espectador.

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Pero lo peor de todo es el tufo a descalabro de gran parte de los secundarios. Parece que Dreamland sea el contenedor al que han tirado a todos los fracasados de Fama! A Bailar. Que TODOS hayan pasado por el mismo programa lleva a pensar que han aprovechado para rescatarlos a todos para que tengan algo que hacer después de no haber prosperado aun con el apoyo de la televisión.

Es una pena que su aspecto principal, el de ficción, sea tan malo. Y es que las coreografías son estupendas, y están muy bien ejecutadas. Pero claro, solo faltaba que después de meses de ensayos, y con profesionales de la materia, también saliesen mal los bailes y no fuesen espectaculares. El fracaso es patente, pero si esto llega a fallar habría sido para que algunos se planteasen retirarse de esa profesión. Además, todos los actores son guapísimos. Ellas están muy buenas y ellos están muy buenos.Dream5

Mediaset dejó claro desde el principio que no confiaba mucho en Dreamland: la estrenó tras tenerla dos años en la nevera, y encima eligió el viernes por la noche para ofrecerla al público. Y una serie que está pensada para la gente joven no se puede estrenar en fin de semana. Principalmente porque su espectador potencial estará fuera de casa, haciendo lo mismo que los protagonistas del videoclip, que encima MÁS DE UNA HORA. Quizá por eso los datos de audiencia evidencien que se la pegó.

Dreamland solo sirve para ver una coreografía bien hecha y para alegrarse la vista. Pero estos aspectos no compensan como para aguantar otro capítulo completo. Pueden retirarla cuando quieran.

Una cadena de despropósitos llamada Ciega a citas

Que las series españolas se dediquen a evidenciar las miserias de una parte de la población, a denunciar la superficialidad, la precariedad laboral, que el empresario trate a los trabajadores como números sin acordarse, oh, casualidad, de la plusvalía, o del dispendio de los que más tienen, está muy bien. El problema es que lo hacen mal, y consiguen todo lo contrario: asumen y aceptan esas miserias, fomentan la superficialidad, jalean la precariedad laboral y a esos ejecutivos que no se preocupan de las consecuencias de sus despidos, y se celebran ciertas actitudes de los ricos.Ciega

Ya dijimos hace un par de semanas que la situación de la ficción española era más que preocupante. Tanto que algunos empezamos a pensar que a las productoras y cadenas no les interesa acertar con un producto de calidad, sino con lo más morboso posible para ganar unos puntos más de audiencia. Lo que provoca que nos ofrezcan auténticos desvaríos en forma de serie, tales como el último estreno de Cuatro con capítulos de lunes a viernes, Ciega a Citas. Que, por cierto, está basada en el relato de una bloguera que luego pudo plasmar sus historias en un libro.

El argumento es simple: una chica gordita que trabaja en una radio cobrando una mierda se entera de que su hermana pequeña se va a casar con un tipo que es un auténtico partidazo. Su madre, que no se cansa de tirarle puyas sobre el desastre de vida que tiene, la considera una fracasada, algo que ella no está dispuesta a tolerar. Por esa razón hacen una apuesta: la protagonista, Lucía (Teresa Hurtado de Ory), deberá acudir a la ceremonia de su hermana con varios kilos menos, con otra ropa que no sea negra, y con novio. Algo que su madre (Elena Irureta) no cree que sea capaz de conseguir.

Ciega2Voy a empezar por una vez con lo bueno: los actores de Ciega a Citas están bien. Cumplen con sus roles y resultan creíbles en la mayoría de secuencias. Gente como Alex Gadea, Octavi Pujades, Marta Nieto o Arancha Martí demuestran que saben actuar. Algo que no es muy habitual en los últimos años en las series españolas, en fin.

Pero ahí se acaban los aspectos positivos: Ciega a citas es una cadena de despropósitos. El desarrollo de las tramas es burdo, las situaciones que se plantean son poco interesantes, y el juego que se quiere ofrecer con algunas tramas no logra provocar un punto de interés para el que la está viendo. Por no hablar de la duración y de la hora de emisión. Primero, que no se puede hacer una serie diaria que dure 45 minutos; es una pesadez. Y sí, ya sé que duran lo mismo los culebrones de la sobremesa. Parece que aquí entendemos lo corto por tres cuartos de hora y lo largo por hora y media. Segundo, que si vas de «moderna», que te programen a las 15:45 no ayudan a respaldar esa descripción.

Luego está el desastre de planteamiento que hacen con la radio en la que ocurre la mayor parte de la historia. Más que nada porque cualquier que haya estado en un programa en directo, o haya trabajado en una emisora, sabrá que la credibilidad de la serie es inexistente en ese aspecto. No, con un micro de control no interrumpes una emisión en directo. Tampoco hay gente en las redacciones de este tipo que no se haya sentado en un estudio en su vida. Ciega3

Los dislates no acaban ahí. Por ejemplo, ¿qué hace Belinda Washington en una serie? Y más en un papel de mujer fatal. También chirría un poco esto de que Elena Irureta y Joaquín Climent vuelvan a ser marido y mujer en la ficción. Joder, que parecen ya los nuevos Pepa y Avelino.

Últimamente, lo que se pide a los actores para un papel en series o películas es que adelgacen. Teresa Hurtado de Ory ha tenido que engordar para hacer Ciega a Citas. Tal y como ha salido la serie, con unos guiones tan absurdos, parece que no le va a salir rentable ese esfuerzo.

En este tipo de despropósitos y vergüenzas como Ciega a Citas es experta Mediaset, que es capaz de emitir un programa en el que aparece una niña recién fallecida para reventar los audímetros. Y la gente, por puro morbo, lo ve. Vender eso como homenaje es de vergüenza; se hace para ganar dinero en publicidad, y punto. Lo mismo con esta nueva serie.

 

Aclaración

Ya sé que los padres de la pobre niña permitieron que se emitiese el programa. Pero aun con eso, Telecinco debería tener la suficiente altura de miras y el mínimo respeto para no ofrecer un programa con una carga de morbo previa y que seguro iba a ser un éxito de audiencia por la misma razón. 

¿Son malas las series españolas?

La situación de la ficción nacional es más que preocupante. No es normal que en dos meses que llevamos de 2014 todas las que se hayan estrenado tengan una retahíla de carencias que les restan toda la calidad, con la consecuente dificultad para soportarlas. Además de su duración interminable, con episodios que en muchos casos superan la hora y media en temporadas de trece capítulos.

1 Han sido cuatro los grandes estrenos en este inicio de año: Bienvenidos al Lolita, El Príncipe, B&B Velvet (El Corazón del Océano no se merece ni estar en esta lista). Una ya ha sido retirada de la parrilla, otra va por el mismo camino, y el resto están contando con un gran respaldo por parte de la audiencia. Eso no significa nada, que ya sabemos que en este país nos gusta la telebasura al máximo y regalamos share a Sálvame y otros programas del estilo. Desde mi punto de vista, que entiendo la ficción como un entretenimiento que te debe sugerir algo, ya sea alegría, empatía o angustia, en España eso no se consigue. Y quizá ni se busque.
Cuando pongo a parir a una serie nacional me dicen siempre que es una cuestión personal, de gustos, y que debería defender más a nuestra ficción por el simple hecho de estar hecha aquí. Bueno, lo siento, pero soy poco chauvinista (eso para empezar). Segundo, sí, los gustos son subjetivos; pero la calidad no (esto lo aprendí gracias a un lector), y hay algunas series que no me han gustado pero que están muy bien hechas, y si no reconociese su calidad sería imbécil. Lo mismo con las de aquí: no me suelen gustar el 90%, pero si estuviesen bien hechas o las interpretaciones de los actores fueran buenas, lo diría.

Cor4No me vale la excusa de que en España todas las series tienen que ser «para toda la familia», porque si se hacen especializadas «no se verían» al no poder verlas «todos juntos a la hora de la cena». Menuda hipocresía. Eso lo debió decir algún día un directivo de Globomedia, y por eso se empeñan en hacer las mismas bobadas siempre. Sea quien sea el que lo dijese, su discurso caló y muchos se lo creyeron. Pero Internet lo refuta por completo; Breaking Bad Juego de Tronos no son para toda la familia. Ni The Walking DeadY miles de españoles las siguen. Incluso los que tienen familia.

Pero es que eso no pasa: ni los actores, ni el montaje, ni las tramas, ni los escenarios… Estas cuatro características, por mencionar unas pocas, suelen ser en las que más fallan los que hacen series en España. No puede ser que con la cantidad de intérpretes que tenemos, un gran porcentaje de ellos en el paro, se coja a los de siempre por su fama y no por su buen hacer ante la cámara. Tampoco debería admitirse que las escenas se atropellen entre sí y no tengan ningún nexo, o que la historia sea predecible y de poca enjundia. Ni que se noten los cromas.

Y por supuesto, habría que darle una vuelta a la duración de los episodios. No es normal sobrepasar los 90 minutos. Aquí nos han engañado y nos han mal acostumbrado, y con esa duración es fácil perderse. Aparte de que muchas escenas son superfluas. El año pasado tampoco fue excesivamente bueno. Tuvimos una que se salió de la norma habitual de mediocridad, que fue El Tiempo entre Costuras. No recuerdo ninguna más. Y sin embargo, seguiré escribiendo de ficción española, porque muchos de los que me leéis las seguís.5

Dado que mi postura está más que clara, he vuelto a pedir a amigos y profesionales que me contasen si a su parecer las series españolas son malas, o si en esa burra estamos solo unos pocos. El primero de ellos es Alberto Rey, del blog Asesino en serie de El Mundo, que me inspiró para este post tras uno muy interesante que escribió en el que anunciaba que hablaría cada vez menos de series españolas. ¿Son malas a su juicio? Esta es su respuesta:

Como Jessica Rabbit, las series españolas no son malas, las dibujaron así. Allá por los noventa, con la llegada de la televisión privada a nuestro país y de la obsesión por el share, se generó y popularizó un modelo de serie en España que perdura hasta hoy. Y lo que te rondaré morena. A mí las series españolas pueden parecerme largas, ñoñas, repetitivas y técnicamente mediocres, pero el mercado manda y se las lleva tragando desde hace veinte años. Y la televisión, antes que un arte, es un negocio. Un millón de espectadores valen más que un crítico de televisión. Es lo justo. El consumo de ficción televisiva española es altísimo. El sector quizá no esté pasando por su mejor momento, pero no será por falta de demanda. El espectador (y más el espectador medio, la famosa “señora de Cuenca”) quiere series españolas. De hecho, quiere ESAS series españolas. Y nuestras cadenas se las dan encantadas. Que lo hagan a costa de la calidad, la evolución o el compromiso con algo más allá del vil metal… ésa es otra historia. Que las televisiones públicas entren en ese mismo juego, también. A mí sí me parece que series españolas son malas. Por eso no las veo. Ojo con estas dos últimas frases, porque son más importantes de lo que parecen.

También he solicitado a mi compañero Isra Álvarez, en su condición de observador catódico de 20minutos, su opinión al respecto:

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Las series españolas no son malas, son como pueden ser. En España, con solo 47 millones de habitantes (de los que menos de la mitad ven la tele cada noche en prime time) y una cultura seriéfila bastante restringida, las cadenas no pueden permitirse el lujo de hacer series para minorías: no son rentables y por lo general no se hace tele para perder dinero. Así, la industria española se centra en crear ficciones con todos los ingredientes que saben que engancharán a la gente y a cuantos más tipos de gente mejor. Ingredientes que desvirtúan cualquier historia o intento de hacer algo que merezca la pena. En España se han hecho muy buenas series, pero casi nadie las recuerda, porque casi nadie las vio.

Una amiga de este blog, Mar Guerrero (Series a la parrilla), que además es estudiante de doctorado en la Universidad Pompeu Fabra con una tesis sobre narrativa transmedia y fan fictionpone el foco en otro aspecto del tema que nos ocupa. Esto es un fragmento de su texto, que podéis leer al completo aquí:

Contamos con una configuración demencial de los bloques publicitarios que afecta a la duración y ritmo de los capítulos, y por otro, existe una reticencia en los productores y cadenas a entender al espectador español como alguien capaz de apreciar otros tipo de series más allá del modelo Globomedia de «vamos a hacer que salga hasta el perro de la familia en pantalla». Tampoco debemos olvidar que todo esto no hace más que alimentar esquemas mentales en donde la ficción televisiva es percibida como algo por debajo de la ficción cinematográfica, o un mero trampolín, sobre todo, por parte de los actores y sus mentores. Es sintomático que nuestra televisión no alumbre más jóvenes talentos que sean solventes frente a las cámaras.

Miriam Lagoa, de En Terra de Series, abunda en la famosa «señora de Cuenca»:b33

A las series españolas actuales les obligan a ser regulares, en el mejor de los casos. Hay talento y hay buenas ideas en busca de una oportunidad pero mientras las cadenas de televisión se empeñen en hacer series que gusten a toda la familia, incluida la señora de Cuenca, con fórmulas saturadas de tópicos y que tengan que estirar por obligación los capítulos por encima de los 70 minutos, la ficción española seguirá llegando con 20 años de retraso. 

Y por último, el amigo periodista de 20minutos y escritor David Yagüe (que acaba de sacar novela, por cierto), lamenta la situación de la ficción patria:

Como en botica, en las series españolas hay de todo. Sin embargo, la ficción televisiva española es ‘mala’, en gran parte porque quiere: cualquier buena idea, cuente con medios y buenos actores, acaba convertida, por norma general, en un contenedor para todos los públicos que hace imposible mantener un tono, una coherencia y una cierta profundidad. Es una pena, porque potencial hay y no sé si el problema está en las cadenas, en el público o en las productoras.

¿Qué opináis vosotros? El debate queda abierto.