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"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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El veneno naci-onalista y los «mozárabes» de Leguina

En un país tan acobardado y pusilánime como éste, me alegra que Joaquín Leguina salte al ruedo, reparta estopa a diestra y a siniestra y llame a las cosas por su nombre. Su teoría de los «mozárabes» en Cataluña tiene miga. Por eso, recomiendo la lectura atenta de su artículo «La hora de la verdad», publicado hoy en El País.

Joaquín Leguina

Conozco a Joaquín Leguina desde 1971, cuando fundamos el semanario Cambio 16. Soy consciente de que, a veces, con más corazón que cerebro, con más pasión que cálculo, se precipita y se equivoca. Pero, al cabo de tantos años, me sigo fiando de su instinto, de su honestidad y de su coherencia. Y envidio su valentía.

Ahora voy con prisas para hacer recados. Por eso, copio y pego a continuación el artículo tan oportuno y valiente de Leguina. Con mi experiencia de inmigrante almeriense en Barcelona y Madrid, prometo dejar pronto aquí un comentario sobre el veneno naci-onalista de los separatistas y de los separadores.    Ahora no se pierdan este artículo:

La hora de la verdad

Los nacionalistas han olvidado que la Constitución es fruto de una voluntad común de convivencia y de un pacto político.

Por Joaquín Leguina (1 OCT 2012)

“La naturaleza nos echó a este suelo libres y desatados y nosotros nos aprisionamos en determinados recintos como los reyes de Persia, que se imponían la obligación de no beber otra agua que la del río Choaspes”. Michel de Montaigne

La música nacionalista nos era conocida y también nos era familiar la letra, pero la orquesta y los atambores nunca habían sonado con tanto estruendo como ahora. Una huida hacia adelante que la crisis no ha hecho sino empujar, por dos razones, al menos: 1) la tracción centrípeta europea ha perdido fuerza y 2) el victimismo nacionalista exige más que nunca echarle la culpa de “nuestros males” a Madrid. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

En primer lugar, ganando la batalla dentro y fuera de Cataluña a unos adversarios que prefirieron no plantar cara. Y, ya se sabe, las batallas que no se dan siempre se pierden. Además, cuando alguien no encuentra oposición a sus ideas acaba desbarrando. Por otro lado, los nacionalistas jamás hablan de las complicaciones jurídicas y tampoco de los riesgos que para ellos conlleva el viaje a ese Eldorado de la independencia. Para los nacionalistas, Cataluña (representada exclusivamente por ellos) siempre estará por encima de la Ley.

Si te opones a las ideas nacionalistas serás tachado de “centralista” y hasta de “fascista”

El desistimiento de “la otra parte” ha permitido a los independentistas convertir en mozárabes a los catalanes no nacionalistas, especialmente a aquellos que provienen de la inmigración (conviene saber a este respecto que la mayor parte de los catalanes tiene como lengua materna el castellano). En este proceso de asimilación a martillazos el gran responsable político ha sido el PSC. Basta para demostrarlo con ver las actitudes de quien ha sido el paradigma del mozárabe, José Montilla. Un hombre nacido en Córdoba, que no solo ha apoyado con entusiasmo la “inmersión lingüística” sino que le montó un pollo al Tribunal Constitucional por atreverse a “tocar” el famoso Estatuto. En verdad, si hoy te opones a las ideas y sentires de los nacionalistas serás tachado de “centralista”, “nacionalista español” y hasta de “fascista”.

También ha existido la complicidad de los grandes partidos de ámbito nacional, debida —en buena parte— al papel en que la ley electoral coloca a los nacionalistas: el de bisagra para la gobernabilidad. “No critiquemos a los nacionalistas, pues los necesitamos para gobernar (o podremos necesitarlos en el futuro)” ha sido la consigna y como consecuencia los nacionalistas han ignorado, sin más trámite, entre otras leyes, los artículos 1, 2 y 3 de la Constitución (“La soberanía nacional reside en el pueblo español”; “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española”; “Todos los españoles tienen la obligación de conocerla [la lengua común] y el derecho a usarla”). Y así, el bilingüismo que consagra la Constitución en los territorios con “lengua propia” ha sido combatido, y no solo con la “normalización lingüística”. Imposiciones que han producido discriminación contra las personas a causa de su lengua materna.

Los nacionalistas también se han olvidado de que la Constitución es el producto de una voluntad común de convivencia y de un pacto político en el que todos renunciaron a sus aspiraciones máximas (los nacionalistas también).

Para acabar con el fuego, Rodríguez Zapatero —a impulsos de Maragall— echó sobre la hoguera unos cuantos bidones de gasolina en forma de nuevo Estatuto (voraz Saturno que acabó comiéndose a todos sus hijos) que, tras un delirante proceso legislativo y un referéndum fallido (la proporción de catalanes que votó a favor del Estatuto rayó con el ridículo) acabó recortado por el Tribunal Constitucional, es decir, otra vez la frustración, esa que tanto ama el victimismo nacionalista.

Pues bien, de todos aquellos polvos han venido estos pesados lodos sobre los cuales se pretende ahora poner en marcha el proceso de divorcio entre Cataluña y el resto de España. En otras palabras: se quiere recorrer un camino hacia una disgregación “a la yugoslava” que el resto de los españoles no podemos contemplar como quien oye llover y no se moja… Y sin embargo, de la boca de muchos de los políticos que representan a los ciudadanos no nacionalistas, dentro y fuera de Cataluña, salen de nuevo palabras melifluas tales como “calma”, “racionalidad”, “diálogo”, “pacto”… Volvemos, pues, como la burra, al trigo. Es decir, a la confusión… y mientras, ellos, tan dialogantes, siguen con la matraca de “España nos roba”.

¿Una negociación? ¿Sobre qué parte del salchichón? ¿Sobre la que sigue en manos del Estado o sobre la que se han tomado, legal o ilegalmente, los nacionalistas? Porque si solo se va a negociar acerca de las ya escasas competencias que mantiene el Estado, mejor apaga y vámonos.

Lo que se ha vuelto urgente para quienes no somos nacionalistas es apelar con vigor a un “patriotismo constitucional” y activo, derivado de la tradición liberal y democrática. No se trata de enfrentar un nacionalismo (el español) con otro (el catalán) sino de dejar las cosas claras: que España es una nación —la única en este territorio, eso nos dice la Constitución— y todos los líderes políticos han jurado o prometido defender esa Constitución.

En este asunto, el PSOE y, sobre todo, el PSC son víctimas de varios malentendidos que tienen su origen en el franquismo. Una primera confusión proviene de pensar que todos los que estaban contra Franco eran “de los nuestros”. Pues no. Los nacionalistas nunca han sido “de los nuestros” ni en su concepción del Estado ni en sus ideas sociales. La segunda y más grave confusión se deriva del añoso prejuicio según el cual los conceptos de “patria” o de “España” son un invento del franquismo. Bajo tales prejuicios es fácil llegar a creer, por ejemplo, que hablar o escribir en español dentro de Cataluña es el producto de una imposición de “la lengua del imperio” por parte de Franco y no una tradición muy anterior a Prat de la Riba.

El PP ha sido a menudo tan consentidor como el PSOE. Baste para demostrarlo con recordar la negativa del Gobierno de Aznar a recurrir (forzó también al Defensor del Pueblo para que no lo hiciera) la ley lingüística aprobada en tiempos de Pujol (esa que permite poner multas a los establecimientos que no rotulen en catalán). Pero, hoy por hoy, son los socialistas —que tienen en Cataluña más votos que el PP— quienes han de cargar con mayor responsabilidad a la hora de defender allí las ideas y los intereses de los catalanes no nacionalistas —que son millones—, a los cuales se les está reduciendo —ya se ha dicho— a la condición de mozárabes. Y esa es una tarea que el PSOE (con o sin el PSC) no puede obviar y para ello y en primer lugar es preciso olvidar ese estúpido “horror al lerrouxismo” que se impuso durante la Transición. Por lo tanto, ha de clarificarse cuanto antes la relación del PSOE con el PSC y aclarar también si este último quiere jugar a “la puta” o a “la Ramoneta”. Se precisa claridad; por ejemplo, acerca del federalismo (¿y qué otra cosa es el Estado de las Autonomías en su desarrollo actual?). Convendría saber de qué federalismo habla el PSC, no vaya a ser que estemos ante esa ensoñación impracticable y contradictoria en sus términos que algunos llaman “federalismo asimétrico”.

Lo que no puede hacer el PSOE en este asunto es el papel de don Tancredo, pues en tan incómoda postura va a ser el primero a quien el toro se lleve por delante.

Joaquín Leguina es economista y fue presidente de la Comunidad de Madrid.

«Batasuna reclama», en El Mundo. «El Gobierno responde», en El País

Para El Mundo, el sujeto principal del día es Batasuna , a quien presta su altavoz a cuatro columnas:

Batasuna reclama en un mitin lo que ETA exige exhibiendo las armas

Este gran titular va adornado con una enorme foto, a tres por tres, de dos tenebrosos encapuchados portando metralletas. La foto procede de la portada de octubre de “Zutabe”, el boletín interno de ETA.

Junto a la foto de los terroristas va este otro titular en recuadro, de la Cumbre de Uruguay, muy del gusto de George Bush:

Uribe advierte a Zapatero que no se combate el terrorismo con “apaciguamiento”

El País manda con esta primera noticia:

Ceuta y Melilla se convierten en un objetivo de la “yihad “ islámica

Dedica la columna de salida a ETA, pero lleva al Gobierno como sujeto:

El Gobierno responde a ETA que ningún “chantaje” alterará el proceso de paz

La noticia de Batasuna la da a una columnita escondida, en página par, y con este titular que emplea el verbo “pide” en lugar de “reclama”:

Batasuna pide a Zapatero que dé pasos y afronte la negociación

Sobre la cumbre iberoamericana de Uruguay, El País da la foto centrada del Rey con Zapatero (sonrientes) con este titular:

Iberoamérica pide a Europa que deje abiertas sus puertas

En al faldón, El Mundo destaca a tres columnas:

Mas ofrece a Carod encabezar su gobierno y llevar la “política exterior”

Del próximo gobierno catalán, El País no da ya ni una línea en su portada.

En su lugar, lleva este otro titular de interés (y casi de terror) humano:

Relato de una víctima del acoso escolar

“Dicen que si vuelo al instituto me voy a enterar”

El menor de mis hijos todavía va al instituto y, leyendo estas historias, me echo a temblar.

Menos mal que la adolescencia es un mal que se cura con el tiempo…

Jornada de reflexión (infantil) en Cataluña
Zapatero, alegre; Montilla, triste

A medida que me voy haciendo mayor -y se va consolidando la democracia en España- me sorprende más la llamada «jornada de reflexión» previa a las elecciones. Mi mujer -que es yanqui, la pobre- y otros amigos extranjeros se parten de la risa. ¿A qué viene eso de la «jornada de reflexión? ¿Acaso no hemos tenido tiempo de reflexionar desde las últimas elecciones?

¿Puede alguien cambiar su voto por un día de reflexión sin influencias externas de los candidatos? ¿Tan poca confianza tenemos en la mayoría de edad de los ciudadanos españoles?

Se me ocurren multitud de preguntas para cuestionar esta «jornada de reflexión» , que debe ser reflejo (excepto en el País Vasco, sin verdadero Estado de Derecho) de otras épocas de violencia política callejera y amedrentamiento público del votante.

Creo que hoy no tiene ningún sentido esta jornada tan paternalista que menosprecia la madurez del votante. Puede resultar incluso una pizca ofensiva.

Como corresponsal de Prisa o de Televisión Española, he cubierto varias campañas electorales en Estados Unidos.

La propaganda, por tierra, mar y aire, llega hasta la puerta del colegio electoral en el último minuto antes de emitir el voto. ¿Por que no?

Además, en Estados Unidos o en Rusia, con diferentes usos horarios, tendrían que establecer varias jornadas de reflexión o una jornada corrida o flácida, siguiendo el movimiento del sol.

Cuando voté, en junio del 77, por primera vez en mi vida -¡qué sensación!; créanme: fue como la primera comunión democrática- me pareció útil y necesaria aquella primera jornada de reflexión. Y más que nada, fuera de la Dictadura franquista, la aceptaba por miedo a los eventuales altercados de la extrema derecha o de la extrema izquierda. Pero no pasó nada.

Desde entonces, las elecciones libres -y ya llevamos cientos de ellas- han sido pacíficas en España. ¿Para qué conservamos, entonces, este vestigio pueril, de los tiempos del miedo al enfrentamiento callejero entre los españoles?

Creo que deberíamos quitar esa jornada de reflexión y dejar que los ciudadanos libres y mayores de edad reflexionen cuando les de la gana, y no sólo en ese día de reflexión. Parece que los catalanes deben hacerlo hoy -y sólo hoy- casi por obligación. Ya somos mayorcitos, oiga.

Y otra cosa: ¿por qué los diarios no piden directamente el voto a sus lectores?

En otros países, con más tradición democrática que el nuestro, lo hacen sin ningún pudor ni disimulo. ¿Acaso no lo están haciendo veladamente -y no tan veladamente-, cada día, con sus titulares de portada? Basta con repasar el archivo de este blog.

Con este comentario editorial, El Mundo es hoy un pionero que puede marcar tendencia. Con razón o sin ella, Pedro Jota Ramírez pide sin tapujos el voto «útil» para el PP y el voto «de los audaces» para Ciutadans. No conoceremos sus efectos, pero ahí queda eso.

Claro que, con esta portada de hoy, El Mundo no necesitaba hacer ningún editorial pidiendo el voto: La foto buscada de Zapatero y de su esposa Sonsoles, riendo a carcajada limpia, junto a un serio y austero Montilla, conjuba muy bien con su titular de portada:

Zapatero y Sonsoles tratan de compensar «in extremis» la triste campaña de Montilla

Cuando alguien «trata de» utilizar este verbo, está implicando una intención muy clara. Al «tratan de compensar» le falta un «sin éxito» (aunque subyace en la frase). «In extremis» recuerda la extremaunción de los curas en el lecho de muerte y la «triste campaña» no parece un adjetivo muy neutro que digamos.

En la foto, Zapatero aparece alegre y risueño, mientras Montilla va serio y parece que camina hacia otro lado, con el paso cambiado.

El País no publica editorial pidiendo el voto para nadie. Tampoco le hace falta. Para eso tiene este titular en su primera con Zapatero como sujeto:

Zapatero afirma en el cierre de campaña que CiU merece ocho años más en la oposición

¿Para quien pide el voto El País?

Y ¿por qué no?

¡Fuera máscaras!

Otro titular curioso es éste de El Mundo, en recuadro a una columna, relativo a su gran titular de ayer sobre las traducciones de los islamistas que no se hicieron cuando Acebes era ministro del Interior de Aznar:

El PSOE culpa a Acebes de que no se tradujeran las cintas del 11-M que grabó Garzón

Pero el gran titular de primera de El Mundo, a cuatro columnas, sigue dedicado al ácido bórico o «matacucarachas», según se mire:

Santano niega ahora ante la juez que avalara eliminar las referencias a ETA

El País ni lo lleva a su portada. Pero en página interior lleva la presunta misma información, que no se parece ni en pintura, con estos titualres, a tres columnas:

El jefe de Policía Científica acusa a tres peritos de hacer elucubraciones

Sumario:

Santano niega valor al nexo entre ETA y el 11-M por el ácido bórico

Segundo titular, a tres, abajo:

Los policías no respetaron los manuales en el informe que vincula a ETA y el 11-M

Después de ver el sesgo de estas informaciones, no me extraña nada el tono angustioso de la carta de esta lectora -víctima del 11-M- que publica hoy El País, que reproduzco en el blog y cuya lectura recomiendo vivamente.