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Entradas etiquetadas como ‘programas’

Viviríamos en ‘jauja’ si se cumplieran todas las promesas electorales

Por María Olga Santisteban Otegui

Se dice que se puede vivir en «jauja» en un país soberbio e imaginario donde fluye la felicidad, donde todos y cada uno de nosotros viviríamos sin miedo a enfrentarnos a nuestras obligaciones y preocupaciones de cada día. Esto parece ser que sucedería si se cumpliesen todas y cada una de las promesas que escuchamos decir estos días a los políticos, ya sean «viejos» o «nuevos», en esta interminable pelea electoral.

Imagen del debate a cuatro el pasado 7 de diciembre (GTRES).

Tenemos tanto donde escoger como en un mercado del alfombras persa, desde las ya repetidas hasta la saciedad promesas de creación masiva de empleo, de un futuro maravilloso para nuestra juventud, mejor educación y sanidad pública y de calidad, lucha contra las desigualdades y un larguísimo e interminable etcétera.

Sería interesante que ya por ley u otro mecanismo oficial, los partidos políticos se viesen obligados a cumplir mínimamente sus programas electorales, y que los ciudadanos no nos sintiésemos estafados después de éstas o aquellas elecciones. No nos olvidemos también de que tenemos ahí siempre a la vieja Europa vigilante, así que, que nadie se pase de la raya prometiendo,  porque luego hay que rendirle cuentas.

A partir del día 21 de diciembre,  ¿seguirá habiendo el mismo número de parados? ¿Podrán regresar los miles de emigrantes que se fueron en busca de un porvenir que aquí no tenían? ¿Se resolverán acaso todos y cada uno de los grandes retos que han prometido solucionar? En definitiva, ¿viviremos en ese ‘país de jauja’ maravilloso y feliz? ¿O nos daremos de nuevo de bruces con la dura y para algunos triste realidad?

Crisis y casas en la televisión

Por José Ramón Monge Hernández

Llama la atención que, desde hace unos años, casi desde el comienzo de la crisis en nuestro país, hayan empezado a surgir programas de televisión en los que la gente enseña sus viviendas a los demás. Es curioso porque, en la mayoría de los casos, se exhiben casas especialmente grandes y lujosas, con unos llamativos estilos decorativos y arquitectónicos, alojadas en formidables terrenos de ensoñación. Incluso los famosos se están uniendo a la moda.

Casa de lujo (ARCHIVO)

Casa de lujo (ARCHIVO)

Esta es la “realidad” que se muestra en una época en la que, cada día, cientos de personas son desalojadas forzosamente de sus casas y obligadas a vivir en la calle, en un país donde aumentan las familias que sólo pueden dar de comer a sus hijos una vez al día y donde casi seis millones de personas están sin empleo. Quizá los medios televisivos deberían empezar a reflexionar sobre la pertinencia de los programas que nos ofrecen e intentar crear otros formatos que fomenten la educación, honestidad o el respeto a los más necesitados.

‘Entre Todos’, un programa mezquino y cruel

Por Enrique Rivas Díaz (*)

Cuando un programa de televisión se basa en ayudar a la sociedad, ya sea denunciando casos que nos afectan a todos o solicitando ayuda para personas que lo necesitan, podemos pensar que está realizando una gran labor y, por supuesto, esto es así siempre y cuando se actúe de forma íntegra y moral.

Sin embargo, cuando esta solidaridad pasa por la indignidad de pedir caridad cuando hay derechos establecidos por ley, y que están ahí para que no haga falta recurrir a la buena voluntad de las personas, esto nos refleja claramente hasta donde llega el cáncer institucional en este país.

A estas alturas todos sabemos, al menos presuntamente, que la televisión pública, aunque no debería ser así, es un instrumento propagandista y del gobierno de turno. Donde suelen utilizarse más cortinas de humo e ideológicas que cámaras de televisión. Y, curiosamente, un instrumento que pagamos entre todos y que se usa en interés de unos pocos.entre todos

El nuevo programa de RTVE «Entre todos», un espacio cuyo formato está basado en solicitar caridad, nos ha hecho retroceder, al menos en algunos casos, a épocas donde solo les ha faltado poner antes de la emisión del programa….»el nodo».

Es reprochable, más bien indigno e inmoral, que nuestro dinero se dedique a programas como este donde, por ejemplo, se pide caridad para personas que deberían estar protegidas por ley, como son niños con enfermedades degenerativas, es decir, personas en situación de dependencia, y cuyos derechos pagamos entre todos a través de la Ley de Dependencia. Dinero, por cierto, muy bien invertido, porque no podemos ni debemos olvidar que cualquiera, incluyendo nuestros propios hijos, pueden pasar a una situación de dependencia de la noche a la mañana.

No sé si los responsables de este programa, incluyendo a su presentadora y profesionales de distintos sectores que en él colaboran, saben que vivimos en un país llamado España donde existen derechos protegidos por ley y que pagamos gustosamente entre todos. No sé si sabrán el significado de la expresión «dignidad de las personas».  No sé si se habrán planteado que, al menos en algunos casos en los que piden caridad, habría que exigir que se cumpla la ley. No sé si es que son nostálgicos de personajes como el ya fallecido fundador de AP y presidente honorífico del PP, Manuel Fraga, y donde su caridad era el decir que los españoles deberían ir en alpargatas. Cuestión que el actual gobierno, en memoria del ya fallecido Fraga, quizás consiga. Desde luego empeño no les falta.

Lo que si sé es que en un país los derechos fundamentales de las personas -como la sanidad, educación, Ley de Dependencia y servicios sociales, entre otros, y que pagamos entre todos y no para que se lo lleven en sobres, ERES, Palaus, etc.-, están siendo aniquilados. Y es una lastima que hayamos invertido en educación para que algunos profesionales en lugar de exigir derechos y que se cumpla la ley se dediquen a transportarnos a épocas franquistas donde el único derecho era la caridad.

La única duda que me queda es si el dinero recaudado se recoge en cuentas bancarias españolas o suizas, o, como marca la moda, en sobres.

(*) Portavoz de la Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia en Castilla la Mancha.

¿Para cuándo programas que estimulen la capacidad crítica y reflexiva del espectador?

Por Agustín Arroyo Carro

Primero fue Gran Hermano, luego Operación Triunfo, Mira quién baila, Supernani, Tú sí que vales, ahora MasterChef; incluso se especula con un MásterChef infantil. En fín, una locura, en la deshuesada y horadada realidad de la televisión en España. Está muy bien que, a través de programas de masas y entretenimiento en “prime time” se busque a personas jóvenes y no tanto con atributos de genialidad o valía aún no descubiertos y debidamente valorados.

¿Para cuándo algún programa que reflexione en profundidad con especialistas de distintas tendencias políticas e ideologías, y no ‘todólogos’ y gente de la calle, sobre los verdaderos problemas que atañen al 98% de los ciudadanos? TelevisorPor ejemplo las verdaderas causas del paro estructural que nos golpea, la pérdida de valores y logros o derechos que habíamos adquirido después de décadas de lucha, los retos inaplazables de la sociedad global, la degradación medioambiental que se maquilla en aras de un hiperproductivismo enajenado, ciego y ramplón, los efectos del sectario fanatismo religioso que enfrenta a gentes de la misma religión o de distintas confesiones, el regreso o permanencia de la explotación de millones de trabajadores en condiciones penosas y sin derechos sindicales reconocidos, las penalidades sordas y sangrantes de millones de inmigrantes y refugiados transterrados.

¿Para cuándo programas que estimulen la capacidad crítica y reflexiva del espectador medio y de nuestros adolescentes y jóvenes? Programas que estimulen el saber científico y/o humanístico en equipo, de forma colaborativa. Un poquito de nivel cognitivo y de buen gusto está reñido con la sola y pura estrategia de diversión pasiva y de rebaño pesebrero autosatisfecho.

Da vergüenza ver que aceptamos sin más algunos contenidos televisivos

Por María Caparrós Gelabert

Hace años que la calidad de los programas de televisión están en caída libre. No puedo evitar, aun así, preocuparme ante los nuevos programas que están plagando nuestras parrillas últimamente. ¿Quién quiere casarse con mi hijo? en Cuatro, Pesadilla en la cocina en la Sexta o Gandía Shore – la nueva sensación entre jóvenes y no tan jóvenes – en MTV. Madres pijas que no quieren que su hijo que no ha trabajado en su vida salga con una chica afroamericana o pobre, restaurantes con ratones muertos en el lavavajillas desde hace más de un año o tatas y tetes que se emborrachan, se pelean y practican sexo como única ocupación.

No voy a negar que entiendo el componente de entretenimiento y morbo que provoca inmiscuirse en la vida de otras personas. Una sensación de aventura desde la seguridad del voyeur que no se mueve de su sofá. Aun así, me da vergüenza aceptar que la mayoría de personas de nuestro país prefiramos este tipo de contenidos. Y, claro, las cadenas no apostaran por otro tipo de programación mientras el público sea fiel a estos formatos. La televisión es un negocio, el negocio busca dinero, el dinero se consigue con publicidad y los beneficios en publicidad se subordinan a las audiencias.

Así que nos encontramos ante el cuento de nunca acabar. Entiendo que la televisión, tristemente, funciona de este modo. Pero el caso es que confiaba en que la multiplicación de canales que permitió la TDT sirviera para diversificar las alternativas y no para multiplicar este tipo de productos. Desencanto aparte, tendremos que aceptar que la televisión es la que es pero, sobre todo, la televisión no es cultura.

¿Alguien propone algún contenido audiovisual para darle vida a nuestros cerebros?

Por Sarah Tabraue

Enciendo todos los días el televisor mientras almuerzo o ceno. ¿Quién quiere casarse con mi hijo? ¿La Voz? ¿Sálvame Deluxe? ¿De Buena Ley? ¿Gandía Shore?… Ante tal panorama a mi dignidad cultural no le queda otra que ver algún contenido digno de cinéfilos en Internet. Que necesite entretenerme, que me sorprendan o estimular mi imaginación no quiere decir que suspenda mis estímulos cerebrales. Sí, deben existir programas con poco argumento que atraigan a la masa y unan a familias felices. Pero esta corriente no debe extenderse de manera monopolística entre los canales generalistas. ¿Alguien propone algún contenido audiovisual para darle vida a nuestros cerebros? ¿Son los guionistas los que tienen la creatividad yerta? ¿O quieren hacernos creer que sólo somos válidos para productos televisivos planos?

Como siempre, el espectador sale malparado

Por Sergio Castillo Herrero

El lunes pasado las cadenas emitieron sus grandes apuestas de la temporada al mismo tiempo. Quería expresar mi descontento por hacer coincidir La que se avecina, Tu cara me suena e Isabel, además de Titanic y El partido de la Liga, pues de esta estúpida «guerra» que mantienen las grandes cadenas por imponerse las unas sobre las otras solo sale malparado el espectador, como siempre. Y es así como se crean críticas a las producciones españolas y sobre todo un fomento de la piratería que también les perjudica a ellos. Por favor, hagamos buena televisión de la que todos podamos disfrutar, ya que sobran días de la semana para ver buenos programas sin tener que perder el hilo de otros de igual calidad.