Por María Olga Santisteban Otegui
Se dice que se puede vivir en «jauja» en un país soberbio e imaginario donde fluye la felicidad, donde todos y cada uno de nosotros viviríamos sin miedo a enfrentarnos a nuestras obligaciones y preocupaciones de cada día. Esto parece ser que sucedería si se cumpliesen todas y cada una de las promesas que escuchamos decir estos días a los políticos, ya sean «viejos» o «nuevos», en esta interminable pelea electoral.
Imagen del debate a cuatro el pasado 7 de diciembre (GTRES).
Tenemos tanto donde escoger como en un mercado del alfombras persa, desde las ya repetidas hasta la saciedad promesas de creación masiva de empleo, de un futuro maravilloso para nuestra juventud, mejor educación y sanidad pública y de calidad, lucha contra las desigualdades y un larguísimo e interminable etcétera.
Sería interesante que ya por ley u otro mecanismo oficial, los partidos políticos se viesen obligados a cumplir mínimamente sus programas electorales, y que los ciudadanos no nos sintiésemos estafados después de éstas o aquellas elecciones. No nos olvidemos también de que tenemos ahí siempre a la vieja Europa vigilante, así que, que nadie se pase de la raya prometiendo, porque luego hay que rendirle cuentas.
A partir del día 21 de diciembre, ¿seguirá habiendo el mismo número de parados? ¿Podrán regresar los miles de emigrantes que se fueron en busca de un porvenir que aquí no tenían? ¿Se resolverán acaso todos y cada uno de los grandes retos que han prometido solucionar? En definitiva, ¿viviremos en ese ‘país de jauja’ maravilloso y feliz? ¿O nos daremos de nuevo de bruces con la dura y para algunos triste realidad?
NECESITAMOS MÁS PARTICIPACIÓN CIUDADANA
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…Usted lo ha dicho, Mari Olga. Estos politicuchos del tres al cuarto nos han tomado por tontos. Y cuando hablo de politicuchos pienso, como usted, en la vieja y nueva ‘casta’. PP, PSOE, C’s, Potemos, Unidad Popular y los que siguen. Todos ellos saben que no tenemos empleo, que somos más de 4’5 millones de personas sin expectativas de futuro (jóvenes, universitarios egresados, amas de casa, mayores de 45 años…). ¿Y qué hacen estos sinvergüenzas? En lugar de crear un pacto de Estado –como han hecho con el terrorismo– para sacarnos de esta situación, nos utilizan en sus campañas electorales para ganar la presidencia del Gobierno.
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…Esto significa que: 1) Sólo llegan pactos de Estado o acuerdos entre partidos en aquellos temas que de verdad les afecta: como los atentados terroristas. Nunca sobre problemas ciudadanos como la sanidad, la educación o el empleo; 2) La nueva ‘casta’ miente igual que la vieja: las mismas promesas, las misma utopías, los mismos enfrentamientos; 3) Ni a unos ni a otros les interesa que los ciudadanos hablen, participen directamente. La nueva y vieja ‘casta’ limitan nuestra participación a votar una vez cada 4 años. Y eso no es suficiente. Necesitamos una democracia más participativa con:
a) Referendos sobre temas importantes
b) Voto por internet (aumentaría la participación de los jóvenes)
c) Aparición de nuevas figuras representativas en el Congreso: como, por ejemplo, escaños libres para la representación ciudadana
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…Y aquí hago un breve paréntesis. Esta idea viene a propósito de lo que estamos viendo estos días en nuestros municipios. Candidatos al Congreso que nunca hemos visto y que ahora precisamente nos abordan por la calle con un pasquín y un chupón o globito del partido político al que representan. Nadie los conoce. Ellos tampoco quieren demasiada conversación con ningún parado. Sólo desean nuestro voto. Lo ansían desesperadamente para seguir viviendo de lo lindo en Madrid. Tenga en cuenta, amiga Olga, que un escaño en el Congreso supone ganar más de 2.800 euros al mes de base, sin contar complementos ni dietas (Blackberry, ADSL y transportes gratis…). Algunos llegan a 4.700 euros al mes; otros a 8.500.
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…Y mientras ellos se llevan crudo todo ese montante, nosotros –usted, yo, 4’5 millones de personas– en paro, con empleos precarios y sueldos de hambre. ¿Es eso justo? Claro que no. Pues esos que ganan esa pasta son los que dicen representarnos en la capital de España, en el Congreso. Personas a las que no conocemos de nada. Ni nosotros a ellos ni ellos a nosotros. Y sólo vemos en vísperas de unas Generales cuando nos abordan por la calle, pidiéndonos el voto.
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…Y cuando al fin los voten la gente, ¿sabe usted lo que harán? Se irán muy lindamente de vacaciones de Navidad, sabedores de que volverán a estar otros 4 años chupando de nuestros impuestos. Hablamos de más de 300 escaños. Sueldos de 4.000 euros al mes o más.
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…Los escaños libres para la representación ciudadana estarían ocupados por 1 representante de cada provincia española (50 más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla). En total, 52 diputados. Lo que supondría rebajar el número de miembros ideologizados actuales de 350 a 298. Estos representantes apolíticos, escogidos electoralmente por cada provincia, ocuparían un escaño en el Congreso y tendrían la misión de estar en contacto con los problemas reales de sus municipios para luego llevarlos al Congreso. Algo que no están haciendo nuestros actuales diputados.
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…Podría presentarse a diputado ciudadano tod@ aquel que: 1) Sea mayor de 18 años; 2) No esté afiliad@ a ningún partido político; 3) Tenga libre disposición geográfica para viajar por su provincia los fines de semana. Percibiría un sueldo de 1500 euros al mes y su elección sería trimestral.
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…Esa medida y otras muchas (bajada de sueldo a los políticos; autonomía económica de los sindicatos; promesas electorales firmadas ante notario y, de no cumplirse, fuertes sanciones al partidos del Gobierno y elecciones anticipadas; prohibición de los amiguismos por interés y los pactos, etc.) servirían para acabar de una vez con esta democracia falsa e injusta.
14 diciembre 2015 | 0:09
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18 diciembre 2015 | 9:30