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Entradas etiquetadas como ‘banqueros’

Carta a Rosario, la madre cuyo hijo, Alejandro, no ha sido indultado

Por Natalia

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Alejandro consuela a su madre durante la concentración celebrada en su apoyo (Pepe Torres/EFE).

Querida Rosario, he leído su desgarradora carta en la que solicita el indulto para su hijo. Ojalá tenga usted suerte y si sirve de algo, sepa que tiene todo mi apoyo.

Me siento muy identificada con usted, porque mi marido firmó un cheque de 250€ hace seis años, en 2011, y está cumpliendo 21 meses de cárcel. Solicité igual que usted el indulto, y después de 15 meses siguen sin contestarme.

La justicia, ¿usted cree que esto es justicia, con cuatro hijos y mi madre enferma a mi cargo, el destruir la unidad familiar como me la han destruido? ¿A quién le importa?

Se asombraría al ver la cantidad de casos que hay como el de mi marido y el de su hijo, pero, ¿a quién le importa? No somos hijos de nadie importante, ni banqueros, ni políticos.

Solo deseo que usted tenga más suerte que yo y consiga que le hagan caso. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad, y más cuando ya ha rehecho su vida.

Reciba un cordial saludo y todo nuestro apoyo. Mucha suerte.

SOS: Quiero seguir luchando

Por A. M.

Si mañana me quitara la vida por desesperación, todos mis vecinos y allegados se echarían las manos a la cabeza, llorarían por mí, por mis hijas, dirían que no sabían lo mal que estaba, que no sabían que mi situación “era para tanto”. Que aunque soy una mujer divorciada, tenía la ayuda de mi familia.

—Pobrecilla—, dirían. —Cuánto ha debido sufrir—.

Varios desempleados esperando la apertura de la oficina de empleo (Jorge París).

Varios desempleados esperando la apertura de la oficina de empleo (Jorge París).

Pues el caso es que sí lo saben, porque yo no me callo. Cuando me preguntan cómo estoy, digo que mal, que no tengo trabajo y no hay vistas de tenerlo. Y todos dicen lo mismo: es que la cosa está muy mal, pero va a empezar a mejorar, mi hermano también está así, o mi primo, o mi amiga. Por eso ya nadie me habla apenas, y a eso se une la poca o nula vida social que tengo porque no puedo pagar ni una cerveza.

—Vente el domingo a echar un rato a la plaza del Salvador, unas cervecitas—.
—Claro, digo, igual me paso—. Mentira, ni siquiera puedo coger el autobús que me lleva al centro.
Otros me dicen que me reinvente, que haga otras cosas. Si no puedo a veces ni comprar huevos para hacer tortillas para cenar, ¿cómo voy a pagar una matrícula o curso o taller?

No, la gente no sabe, no quiere saber. Algunos familiares hasta creen que la culpa es mía, —algo tendrás que hacer, tienes que empezar a moverte—.
—Mi hijo ha encontrado trabajo en tal comercio—. Su hijo ha encontrado trabajo porque a alguien le dio pena. Pero ni siquiera he tenido esa suerte. Y no sé qué hacer. Quiero seguir luchando, me inscribo en miles de ofertas diarias, me descartan diariamente, he intentado cambiar de ciudad, he intentado vender lo que sea. Pero no. No salgo. ¿Qué le debo a la sociedad para que me hagan caso? Tengo 36 años, estoy desperdiciando mis mejores años laborales. ¿De verdad que no hay un trabajo para mí? ¿No lo hay?

He trabajado durante más de diez años, tengo estudios, he hecho todo lo que el país espera de un ciudadano, ¿qué es lo que les pasa a las empresas y empresarios? ¿Por qué mis vecinos y contactos no me ayudan? Luego dirán: si lo hubiese sabido podría haber hablado con este u otro amigo. Mentira. Lo digo en vida: por favor, ayúdenme, quiero trabajar, volver a sonreír, tener la nevera llena y pagar al banco a tiempo sin que me llamen diez veces al día. Quiero poder pagar las excursiones de mis hijas y llevarlas al cine de vez en cuando. Comprar ropa cuando se les queda pequeña. Quiero vivir.
S.O.S.

Cobros abusivos a las personas mayores

Por Charo Díaz Romero

Mi padre ha fallecido recientemente a los 87 años. Mi madre de 81 años de edad, bajo nivel cultural y escasos conocimientos de lectoescritura, necesita ayuda para enfrentarse a todo el maremágnum de facturas, papeles del banco, etc.

En unos días he tenido conocimiento de su situación:

Un grupo de jubilados (Archivo)

Un grupo de jubilados (Archivo)

En Bankia, donde tenían la cuenta con sus ahorros y domiciliadas sus pensiones, les estaban cobrando anualmente 40€ por una tarjeta Visa que he anulado. Posteriormente le han emitido una con las mismas utilidades y que resulta totalmente gratuita para los pensionistas.
El teléfono lo tenían contratado con Telefónica y pagaban cerca de 50€ al mes y sólo disponían de tarifa plana a números fijos nacionales. Les he gestionado con otra operadora una tarifa por la que abonan 12€ al mes con los mismos servicios.
Asimismo, reembolsaban todos los meses 3€ en concepto de alquiler por el aparato de teléfono, desde hacía más de 20 años. Cuando he preguntado a Telefónica por este aparato me han informado que su coste es de 9.95€. ¡Y ellos han pagado más de 500€ por él!

Y respecto a los suministros de luz y gas, tienen varios contratos firmados, en los que apenas se encuentran rellenas las casillas con los datos, difícilmente legibles por estar en papel autocopiativo, por lo que es imposible deducir qué tienen contratado. Preguntándole a mi madre a este respecto, sólo sabe que se han presentado en varias ocasiones de la compañía y les decían que era necesario que firmaran para actualizar su situación.
Del gas he podido conocer llamando a la compañía que tienen contratado un servicio de mantenimiento de la caldera por el que le cobran 18€ en cada factura, cuando el total de la misma ronda los 37€. Su caldera tiene un valor de aproximadamente 100€ y abonan anualmente 108€ por este servicio de mantenimiento, que también he anulado.

Además, he cancelado un servicio de «cuota fija mensual», que tenían contratado y por el cual pagaban de gas cada dos meses 60€, aunque su consumo fuera menor (como he indicado, de unos 37€), anualmente les devolvían el resto cobrado y no consumido.
Ahora estoy con el suministro de electricidad, ya que tienen contratada una potencia fija, que creo resulta innecesaria para satisfacer sus necesidades y por el que le cobran otra cantidad desorbitada.

Mi padre era un hombre muy honesto y como tal, creía que lo eran el resto de los mortales; este exceso de confianza en el prójimo y los desmanes que esta sociedad nuestra permite a bancos, operadores de telefónica, compañías eléctricas, y demás, generan en nuestros mayores una auténtica situación de indefensión, de la que muchos se aprovechan.

Todo esto me ha llevado a pensar en lo necesario que es acercarnos a nuestros padres con tacto y con cariño, y ofrecerles nuestra ayuda en todas aquellas cosas que pensamos que «aún controlan» y de las que están siendo objeto de engaño por tantos indeseables, con el beneplácito de la sociedad.

 

Las noticias superan a las series de ficción

Por Carlos García Muñóz

La realidad supera a la ficción. Cada día un nuevo caso, o varios, de corrupción, ya sabéis, siempre hay alguien que roba de mas.

Altos cargos directivos y políticos, que pese a contar con sueldos dobles, triples, viviendas, “Jaguars”; nunca tienen suficiente.

La noche anterior, después de ver un capítulo de mi serie favorita de ficción americana, sobre políticos corruptos y jueces a sueldo de los mismos, fui a cenar a casa de mi abuela.

Imagen ficcionada, que muestra a dos personas intercambiándose un maletín, simulando una práctica corrupta. (GTRES)

Imagen ficcionada, que muestra a dos personas intercambiándose un maletín, simulando una práctica corrupta. (GTRES)

Mientras le ayudaba a poner la mesa, de reojo, miraba la televisión y me sorprendí a mi mismo creyendo que lo que estaban echando era un capítulo de esa serie que tanto me gusta.

Desgraciadamente no era así, emitían el telediario y los protagonistas no eran actores, o sí, a su manera lo habían sido toda su vida, de manera que lo tenían que ser.

¿Cómo si no habían sido capaces de engañar a tanta gente? Me pregunté en voz alta como era posible que, aún teniendo dinero para cuarenta vidas, no dejaran nunca de robar.

Entonces la voz de mi abuela se escuchó desde la cocina sabia y cansada: “Quieren más, esta gente nunca tendrá suficiente, cuanto más dinero tienen más quieren”. Una contestación sencilla, simple, pero real. Apagué la televisión, demasiada realidad.

 

Siempre salen indemnes

Por Agustín Arroyo

BlesaEra esperable. La Audiencia de Madrid ha anulado las actuaciones del juez Silva en el asunto Blesa, expresidente de Caja Madrid. Es inconcebible que mientras países europeos como Islandia o el Reino Unido han redoblado y extremado la vigilancia judicial sobre las malas prácticas de sus banqueros, en España prácticamente se cierra el paso a que los jueces investiguen el expolio bancario por parte de varios de sus más altos responsables.

Si la ejemplaridad es un elemento fundamental para disuadir a los grandes y poderosos banqueros de realizar aventuras financieras temerarias con el dinero ajeno, la noticia de que Blesa y su caso quedan en agua de borrajas habla muy negativamente de nuestro sistema judicial, dispuesto a mirar para otro lado ante tamaños escándalos de prestidigitación financiera.

La argumentación simplista y fácil de que se pretende hacer una causa general contra los responsables de nuestra crisis bancaria demuestra la bochornosa connivencia entre los escualos del agio bancario y los sectores judiciales ultraconservadores, no dispuestos a poner límites razonables a cierta casta de hierofantes del latrocinio de diseño más repulsivo. No aprendemos.

Cuesta mucho ser banquero

Por Fermín Espinosa Romero

Los acabo de ver por televisión, saliendo de la Audiencia Nacional, uno tras otro. El juez había citado a los tres principales directores de banco porque se habían reunido dos días, uno de ellos domingo, con el ministro De Guindos, antes que estallara el caso Bankia, su competidor. banqueros250El juez los citó solo como testigos, para tomarles declaración, pero en la puerta del juzgado se agolpaban muchos ciudadanos, de una edad media muy superior a la que suele verse en las manifestaciones, reclamando el dinero de que habían perdido de sus pensiones, hipotecas, acciones preferentes y otros productos bancarios. Sus gritos e insultos son irreproducibles; el más suave sería “La banca, al banquillo”. ¡Pobres banqueros! Cuesta mucho serlo. Hace falta, digo yo, no ya sólo tener, sino también ser de una pasta especial para aguantar todo eso. Yo creo que no lo soportaría.

Banqueros y la Taula de Canvis

Por Genoveva

En el siglo XIII, Jaime el Conquistador dictó una nueva legislación para los banqueros que no eran acreedores de la confianza de sus clientes. Los banqueros tenían que operar sobre un mostrador con mantel, si les estaba vetado el uso del mantel en sus operaciones quería decir que era un banquero insolvente y su desprestigio era voceado por las calles. Incluso, en el siglo XIV fue decapitado el banquero Francesc Castelló sobre su propio mostrador. Afortunadamente para los banqueros del siglo XXI no hay pena de muerte en España, pero sí la inhabilitación mercantil y la obligación de responder de las operaciones fraudulentas y engañosas.

¿Entonces por qué se han permitido las hipotecas especulativas y se ha estafado a gente de bien con las acciones preferentes? A estos banqueros no sólo no se les aplica la ley sino que el Estado les sigue considerando el “gran poder” y se recapitalizan sus bancos con el dinero que, para mayor escarnio, pagamos los ciudadanos. Sólo hay una respuesta, los controladores son tan corruptos como ellos y el Estado mira hacia otro lado, porque forma parte del tinglado. Si no es así, que me demuestren lo contrario. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie? Vocear el desprestigio de los corruptos, malversadores y demás linaje de esta estirpe.