Tu blog Tu blog

Este es tu altavoz

Archivo de febrero, 2016

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo: igualdad

248204-944-531

Manifestación por los derechos de las mujeres. (Archivo)

Por Ramón Belmonte

Ni machismo, ni feminismo, ni hembrismo, ni radicalismo, ni nada. Como todos somos iguales, igualdad. Porque lo dice la palabra: iguales, igualdad. Deducción lógica. En feminismo aparece la palabra femenino. Y eso es igual que machismo, porque aparece la palabra macho, y claro, eso quiere decir que un género es superior. Pero en igualdad solo aparece igual, así que igualdad. Porque la igualdad, como de todos es sabido, se reproduce por esporas.

Recientemente he comenzado a ver una serie magnífica donde las haya, tanto por su reflejo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, consumista, capitalista y, curiosamente, represiva respecto a ciertas ideologías (vaya, vaya…), como por el tinte clásico del cine de los 60 o 70, con tanto humo y alcohol de por medio, que quién la haya visto entenderá por qué lo digo. Pero podemos exprimir esta serie algo más. Si observamos la serie desde una perspectiva de género y, como he comentado antes, una realidad social que de verdad ocurría, la mayoría de las personas nos quedamos atónitas y perplejas al ver el grado extremo de cosificación, paternalismo (en el sentido más negativo), menosprecio, marginación y desprecio al que se veían sometidas las mujeres. Y hasta no hace mucho.

Debemos entender, en primer lugar, que la tremenda desigualdad imperante que era visiblemente aceptada no ha desaparecido, únicamente se ha invisibilizado. Porque no nos engañemos, el machismo, al igual que el capitalismo, se transforma, varía y muta según la evolución cultural e histórica, adaptándose y perviviendo. Que tu atareado cerebro embotado por la parrilla televisiva de hoy en día no te permita verlo no significa que no esté. En segundo lugar, debemos entender que la espiral pauperizadora del machismo es histórica, en su primera raíz, más biológica que cultural; en su segunda, más cultural que biológica, consciente, construida, impuesta, basada en los roles reproductivos.

En tercero, comprender que el feminismo no es algo de “unas locas de ahora” que “no tienen nada que hacer” o que “solo saben quejarse” (por favor, eso es machismo…), sino un movimiento político. Sí, político, con una trayectoria histórica continua y de victorias sumativas considerable. En cuarto lugar, aprehender y aprender la diferencia entre el sexo que biológicamente desarrollamos al nacer (nuestro aparato reproductor, a grandes rasgos) y el género, el cual es una construcción cultural puesto que los roles que desempeñan y vienen asociados a cada uno de los dos, hombre y mujer o masculino y femenino (simplificándolos a dos), varían en función de la sociedad espacial en la que nos centremos, y también en el tiempo. Esto es, si existe la idea en el imaginario colectivo de que lo femenino es rosa, muñecas y pastel y lo masculino es rojo, coches y dureza, no es porque venga escrito en unas piedras mágicas entregadas a un barbudo o porque broten las ideas de las flores, sino por ser imposiciones sociales que percibimos y absorbemos desde el momento de la mínima consciencia.

En quinto lugar, y creo que uno de los aspectos más importantes que debe ser fuertemente reforzado, divulgado y comprendido por el grueso más amplio de la población, las conquistas sociales, económicas y políticas conseguidas en favor de la igualdad material, real y efectiva en el género, entre el hombre y la mujer, han sido, sin duda alguna, gracias al movimiento feminista, tanto el original, sufragista y natural, como al movimiento feminista radical. Ojo, radical, de su vertiente latina, radicalis – radix, raíz, que llega hasta la raíz- (no las que queman contenedores); gracias al cual se han conseguido los mayores avances socio-culturales modernos desde los años sesenta y setenta hasta nuestros días.

Por tanto, por tradición, por realidad, por conciencia, por inteligencia y, por favor, por respeto, ya basta. Dejemos de asumir la igualdad como si hablásemos de la polinización de una flor o del crecimiento de una seta. La igualdad no se desarrolla por ósmosis ni crece debajo de las piedras. La igualdad de género, es, ha sido, y será gracias al feminismo, a la fuerza incesante e inamovible de muchas mujeres que, como la marea, han conseguido desgastar un sistema fuerte como las rocas y alcanzar objetivos inimaginables hasta, como decíamos arriba, hace apenas unas décadas.

Gracias a mujeres y a hombres feministas podemos hablar hoy de igualdad y equidad de género. Gracias a personas, que deconstruyen y construyen las identidades sociales y las construcciones culturales para generar un cambio político y personal. Así que no, por si aun cabía duda, el machismo no es igual que feminismo, ni la igualdad es diferente al feminismo, ni el feminismo radical es una vaginodictadura ni cualquier historia que podáis escuchar en los vídeos de Álvaro Ojeda.

Si creéis en la igualdad, creéis en el feminismo; difundir la errónea idea de que el machismo es igual que el feminismo es minar el camino que tan difícil ha sido construir y que solo está a la mitad de alcanzar la verdadera igualdad real.

PD: El hembrismo no existe.

La industria del automóvil presiona para que nos obliguen a consumir hasta morir

Por Carlos Carretero Legrand

Varios vehículos esperando para pasar la ITV en el centro de inspección de Villaverde (Jorge París).

Varios vehículos esperando para pasar la ITV en el centro de inspección de Villaverde (Jorge París).

Nuestras autoridades nos repiten cada vez más a menudo que el parque automovilístico en España está muy envejecido, lo que hace que haya peligro en las carreteras; que los coches con ciertos años contribuyen al calentamiento global y a la contaminación atmosférica.

Resulta que a todos los vehículos, cumplidos ciertos años, les obligan a pasar lo que se llama la ITV. En algunos casos, como en el de los vehículos industriales, hasta dos veces al año, donde se mira exhaustivamente todo aquello que pueda suponer un peligro en carretera: frenos, dirección, neumáticos… y por supuesto se revisa el escape de gases para que estos no rebasen los límites permitidos.

No obstante, nuestros políticos nos quieren imponer que todo vehículo que tenga más de siete años, aunque esté en perfectas condiciones de uso y circulación, se mande al desguace. No hay que ser muy agudo para darse cuenta de que por detrás de estas «campañas de renovación”, están las grandes industrias del automóvil, presionando para que nos obliguen a consumir hasta morir.

 

Llanto por la Comunidad Valenciana: donde antes había huerta hoy hay ladrillo

Por Ángel Villegas Bravo

La ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá (Atlas).

La ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá (Atlas).

Todos los años, durante casi veinte, he pasado mis vacaciones de verano entre Valencia y Alicante; he recorrido, antes y después, toda la costa desde Castellón a Jávea. He pasado días estupendos en Gandía, Cullera, Benidorm, Torrevieja… He visto, verano tras verano, desde la playa de Las Devesas, entre Oliva y Denia, cómo ardía el monte y, después, cómo se sembraba de casas el terreno que antes se había calcinado. He visto desaparecer grandes campos de naranjos y he podido contemplar la costa enladrillada.

 Ciudades, o pueblos que no quiero nombrar se han convertido en abigarrados bloques de apartamentos, con torres de dudoso gusto e inhabitables por la cantidad excesiva de turismo. Donde antes había huerta, por la que era una delicia caminar, hoy hay ladrillo, y ni siquiera se han respetado lugares que deberían haber sido protegidos.
Luego ha estallado lo que ha estallado; ha salido este estercolero de corrupción, esta banda de maleantes que han saqueado esta tierra maravillosa. Pero no son ellos solos los culpables; para tamaño expolio hacen falta muchos cómplices, muchos enchufados, muchos arrimados al pesebre. Y muchos que se han beneficiado de recalificaciones y de negocios de dudosa legalidad. Y ahora pagamos las consecuencias. Todos.

El peligroso uso del móvil en conductores, motoristas, ciclistas y hasta peatones

Por Jordi S. Berenguer

Dos chicas mirando sus respectivos móviles (Gtres).

Dos chicas mirando sus respectivos móviles (Gtres).

Tráfico ya alertó en su momento del evidente peligro que supone manejar el móvil mientras se está conduciendo. Se tiene constancia de la facilidad de provocar un accidente por una distracción atendiendo llamadas o, lo que es peor, intentando marcar cifras o letras sin atender a la conducción, lo que puede resultar letal.

Los datos son alarmantes, como demuestra el incremento de siniestros en los últimos tiempos. Yo he llegado a presenciar cómo un motorista en plena carrera se dedicaba a teclear su móvil sin levantar la vista durante los segundos que empleaba en marcar un número o escribir un mensaje. También en algunos ciclistas es frecuente ese abuso, manejando el móvil mientras usan el espacio peatonal sin detener la marcha.

Mención aparte merece la falta de atención al tránsito rodado de muchos peatones que, absortos con el invento, incluso cruzan el semáforo en rojo sin apartar la vista de la pantallita, o deambulando por las calles sin detener su trayectoria en detrimento de los demás viandantes a los que obliga a ir sorteando a tanto urbanita con escasa urbanidad… y en plan zombi.