Justifiquemos lo injustificable en esta provocación, o ironía, o puede que audaz declaración dadaísta: ¿Es Donald Trump, constructor jefe del muro, un artista conceptual? ¿Son sus votantes artistas involuntarios? ¿Es el muro, la valla anti-inmigración, una escultura colectiva? ¿Puede ser considerada Land Art?
En la frontera con México abrió sus puerta una exposición que aglutina extrañas figuras. Prototipos, ocho bloques de hormigón reforzado con acero. Han sido levantados cual muestra de qué materiales podría soportar el famoso muro de Trump.
Lo cierto es que si uno observa estos prototipos que han levantado y presentado conjuntamente en Otay Mesa (San Diego) los seis contratistas privados que pujan en su construcción, se genera una rareza en el paisaje, una especie de muestra minimalista compuesta por estas piezas austeras que buscan comprador, solitarias, espinosas y enigmáticas como los cactus en el desierto. Nuevos menhires de un culto cerrado. La pureza del nativismo americano tiene sus propios moáis.