Archivo de julio, 2015

El himno de EE UU como ópera bufa

Cubierta de la partitura para piano de 'The Star-Spangled Banner' - Filadelfia, 1862 (Project Gutenberg)

Cubierta de la partitura para piano de ‘The Star-Spangled Banner’ – Filadelfia, 1862 (Project Gutenberg)

En 2014 cumplió doscientos años y hace unos días fue escuchado de nuevo con reverencia en muchos rincones de los EE UU para celebrar el 4 de julio, el Día de la Independencia. Al Star-Spangled Banner (La bandera tachonada de estrellas), el himno oficial del país desde 1931 —la letra es de mucho antes, de 1814, y fue adaptada a una melodía popular inglesa—, nos han obligado a reconocerlo por imperialismo cultural y dictadura audiovisual. Identificamos la canción nacional de un país ajeno como si se tratara de un éxito de hit parade.

Nos la han enseñado a la fuerza en miles de actos públicos, deportivos o políticos, esos en que los estadounidenses se redimen de sus pecados para colocar la mano en el corazón y enternecerse mientras corean:

Nuestra causa es el bien, y por eso triunfamos
Siempre fue nuestro lema: «En Dios Confiamos»
¡Y desplegará así su hermosura estrellada
Sobre tierra de libres la bandera sagrada!

Quizá por la repetición y sus riesgos añadidos, la canción patria se ha convertido en una especie de comedia abierta, una ópera bufa durante la cual todo es posible y la frontera entre la gloria y el ridículo se estrecha y resulta peligrosa.

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El arte asirio que destruyó el Estado Islámico, impreso en 3D

'Material Speculation: ISIS' - 'Lamassu' - Morehshin Allahyari

‘Material Speculation: ISIS’ – ‘Lamassu’ – Morehshin Allahyari

Aquellos vídeos de febrero de 2015 enseñaron al mundo cómo un grupo terrorista borraba el patrimonio histórico iraquí, destrozando a martillazos tesoros arqueológicos y artísticos de la cultura asiria. El Estado Islámico terminó con la colección del Museo de Mosul —uno de los más grandes de Irak—, que contaba con un extenso catálogo de piezas de la provincia de Nínive. También reducía a pedazos un toro alado con cabeza humana que formaba parte de las Puertas de Nínive.

Con las grabaciones que propaga el Estado Islámico nunca se tiene la seguridad de estar viendo algo real, nada se desmiente ni se verifica: los destrozos y las ejecuciones más feroces se traducen al final en un silencio desconcertante. La atrocidad debe cubrirse de cierta incredulidad para poder digerirla mejor.

Cuando la artista iraní residente en los EE UU Morehshin Allahyari vio las imágenes del museo (de las que ni siquiera se tiene la certeza de que sean verdaderas al 100%), se activó en su interior la urgencia de reaccionar de alguna manera a la pérdida. Rebelándose contra la destrucción, creó un proyecto para perpetuar la memoria del arte que el Estado Islámico se ha llevado por delante con la consigna delirante de «eliminar a los falsos ídolos».

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El Harry Ransom Center, un archivo para morirse dentro

Sede del Harry Ransom Center - Foto: Harry Ransom Center

Sede del Harry Ransom Center – Foto: Harry Ransom Center

Nunca te preguntan dónde quieres morir. No lo hacen por razones grotescas —piensan quizá que nombrar la muerte es acortar en un paso la distancia de un encuentro inevitable—, formales —al igual que no se debe hablar del dinero que ganas por ser esclavo, tampoco debes hacerlo de los gusanos que te esperan— o de puro método neoliberal —¿para qué preguntar algo que a nadie beneficia?—.

Para que quede constancia, anoto el lugar en el que, de ser posible el aplazamiento con métodos, digamos, químicos, y siempre que alguien pague mi último viaje —no tengo en las alforjas ningún fondo para imprevistos—, deseo morir.

Esta es la dirección:

Harry Ransom Center
The University of Texas at Austin
300 West 21st Street
Austin, Texas 78712
Estados Unidos

Para quien no sepa andar por el mundo sin un guía electrónico, el lugar está aquí.

Para quien considere que esto es una broma, una cita del único Dios en el que todavía creo, Bob Dylan:

La muerte no llama a la puerta. Está ahí, presente en la mañana cuando te despiertas. ¿Te has cortado alguna vez las uñas o el pelo? Entonces ya tienes la experiencia de la muerte.

Nota necesaria: si me duele más allá del aullido, si no soy capaz de valerme, si araño la indignidad de ser una vergüenza biológica, me importa un bledo el Harry Ransom Center. En ese caso, opten por la eutanasia. Es el último favor que reclamo, lo juro.
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Dibujando la adolescencia con boli Bic

'Laughing Daisies' - Helena Hauss

‘Laughing Daisies’ – Helena Hauss

Es un bolígrafo corriente que puede deslumbrar como un estilógrafo y su diseño (sin apenas cambios desde que se comenzó a vender en 1950) trae recuerdos escolares de libretas cuadriculadas. El boli Bic, el más vendido del mundo, sirve además como inesperada herramienta para el arte, sobre todo cuando se trata de hiperrealismo. Autores actuales —empezando por el asombroso Juan Francisco Casas (Jaén, 1976)— han demostrado que no hay límites técnicos para lograr la precisión.

A estas alturas, ya no sorprenden las ilustraciones hechas a boli Bic, pero las de Helena Hauss tienen el poder de transmitir la frescura adolescente de los años de instituto que muchos asociamos a la tinta azul de los apuntes. La artista afincada en París dibuja a chicas fumando a escondidas en la biblioteca o perforándose las orejas con alfileres, a amores de instituto besándose apasionadamente en un cementerio o carcajeándose del mundo tirados en el suelo.

'The Bet' - Helena Hauss

‘The Bet’ – Helena Hauss

Las latas y los botellines de cerveza, las revistas teen y las camisetas con leyenda son imprescindibles en el universo de Hauss. No racanea detalles y, además de confesar una «gran atracción por el color azul» se declara una fetichista de «los patrones y la tipografía»: en el lomo de cada libro de la biblioteca se puede leer el título, las etiquetas de las bebidas alcohólicas son fieles a la realidad, el papel de pared es un ejemplo de paciencia…

Justifica el uso de bolígrafos vulgares recordando sus dúas en el instituto, cuando dibujaba en los cuadernos y durante las clases, a escondidas de los profesores. «Era una buena manera de que no te pillaran cuando te miraban desde lejos», cuenta en su página web. Con el tiempo, se animó con otros materiales, pero siempre se sintió cómoda sujetando el tubo hexagonal del bic, poniendo a prueba la bola de tungsteno que libera poco a poco la tinta. «Al principio, sentía algo de vergüenza por usar bolígrafos, como que no me sentía una artista real, pero en los últimos años me he dado cuenta de que se ha vuelto una especie de moda y lo he aceptado, ya que siento que este es el momento y el lugar adecuado para hacer esto».

Helena Celdrán

'Midnight Lust' - Helena Hauss

‘Midnight Lust’ – Helena Hauss

'Cover Girl' - Helena Hauss

‘Cover Girl’ – Helena Hauss

Sin título - Helena Hauss

Sin título – Helena Hauss

'The Piercing' - Helena Hauss

‘The Piercing’ – Helena Hauss