Sabéis cuando veis vuestras fotos del instituto y pensáis… ¿Pero cómo podía ir yo por ahí con esta cara de perdonavidas? Pues eso es un poco lo que le pasa a Gary con sus papeles.
Gary Leonard Oldman, galardonado recientemente con una estatuilla en los premios del Sindicato de Actores, es un señor actorazo que, a puntito de cumplir 60 primaveras (concretamente, el primer día de primavera), lleva treinta y seis años en la industria del cine, no solo como actor, sino también como director, productor, guionista y hasta músico.
Entre sus últimos trabajos donde lo encontramos reconocible está, por ejemplo, El otro guardaespaldas (que os recomiendo, si no habéis visto, porque es de lo más entretenido que se ha hecho últimamente), en la que hace de malo malísimo y comparte protagonismo con Ryan Reynolds, Salma Hayek y, claro, Samuel L. Jackson, que está en todas partes (aunque no siempre fue así).
Y digo que está aquí reconocible porque Oldman es camaleónico como pocos. Que ya sé que me diréis que es cuestión de aguantar horas de maquillaje, y no os quitaré la razón, pero el maquillaje sin talento no sirve de nada, you know, además de que Gary es famoso por su capacidad para modificar y modular su propia voz. Y para muestra un botón: no hay más que verlo en su papel de Winston Churchill en El instante más oscuro, también de 2017.
Si buscamos entre sus títulos más rimbombantes, seguro que no tardamos en llegar a encontrarlo interpretando al comisario Gordon en El caballero oscuro, a Dreyfus en El amanecer del Planeta de los Simios, a Sirius Black en qué-sé-yo-cuántas de Harry Potter y, evidentemente, al temible Dracula en Dracula, de Bram Stoker.
Aunque también puede presumir de currículum con otras tantas como El topo (que le valió una nominación al Oscar), El quinto elemento, León, JFK: Caso abierto, El poder del dinero, Amor a quemarropa o La letra escarlata,(que sí que ya sé que faltan, que si las pongo todas esto parece el rosario de la Aurora), que fueron bombas de taquilla y público. Y si en todas ellas tiene algo en común, aparte de que en su estado natural se da un siniestro aire a Bryan Cranston en Malcolm, es que sus ojillos azules se reconocen detrás de cualquier caracterización posible (siempre que no le pongan lentillas).
Pero esto no siempre fue así, amigos. Porque cuando este londinense empezó a actuar tenía veinticuatro añitos y, ni de lejos, ni con todos los ojillos azules del mundo, se le reconocía como lo podemos hacer ahora.
Gary saltó a la fama con su interpretación de Sid Vicious en Sid & Nancy, en el ’86, que se considera una de las mejores interpretaciones de la historia del cine.
Normalmente se le atribuye como primer papel en cine su actuación junto a Tim Roth (a quien sí que se le reconocía) poco antes de Sid & Nancy, en el ’83, interpretando a un skinhead en Meantime…
Pero lo cierto es que ese no fue su primer papel. El primero había sido justo un año antes, en algunas escenas de la película de Colin Gregg Remembrance en la que, como os prometí al principio, sale con la misma pinta que tú en esas fotos de instituto en las que no te reconoces:
Porque, en serio, ¿quién es capaz de encontrar, a golpe de vista, al Señor Oldman en estas instantáneas?
Hace muy poquito le concedió una entrevista al canal Film4 en la que, entre otras cosas, habló concretamente sobre este papel. La entrevista es en inglés, pero se ven algunas secuencias completas, y no tiene desperdicio. A él no se le reconocía, pero había que estar muy ciego para no ver que ahí había talento 🙂
También ha colaborado en videojuegos, como el próximo Star Citizen demostrando que es capaz de adaptarse a las nuevas tecnologías. Todo un actorazo.
29 enero 2018 | 12:24 pm