Keltis, un cinquillo elevado a juego de mesa que funciona muy bien con niños

Cuando era pequeña jugaba mucho al cinquillo con mis abuelos y mis padres, sobre todo con los primeros. También con primos y amigos. Era un juego de cartas rápido, fácil de explicar, me parecía divertido ir construyendo una escalera de cada palo.

Keltis, el juego de mesa que os recomiendo hoy, es un cinquillo que ha ido a la universidad y se ha sacado el doctorado. Comparte con él la facilidad en entender las reglas y la agilidad. Es inevitable que cada vez que lo juguemos recuerde las partidas con mis abuelos, por eso tal vez le tenga especial cariño.

Pese a ser ganador de bastantes premios cuando salió a la venta hace una década (entre ellos el de mejor juego en Alemania), pese a tener como autor a uno de los creadores de juegos más afamados, Reiner Knizia, sé que a muchos adultos que han probado este juego les parece algo soso, creen que le falta enjundia. De hecho la puntuación que tiene en Boardgamegeek.com no es muy alta, 6,4 de 10. Y probablemente tengan razón; fue un juego hijo de su tiempo cuya mecánica está menos de moda hoy día e incluso pueda parecer superada, pero creo sinceramente que a día de hoy se ha convertido en un juego familiar muy recomendable.

Su sencillez y el hecho de que las partidas apenas duren menos de media hora, lo hacen muy apropiado con niños. Es cierto que la inspiración celta, les puede saber a poco comparada con la belleza de otros buenos juegos que he asomado por aquí como el Kanagawa, el Drum Roll o el Takenoko, que les entran por los ojos antes incluso de abrir la caja, algo que es importante con los niños. Pero siempre es posible añadirle magia. Por ejemplo, contándoles que somos druidas que tienen que aprender a manejar los cinco elementos y que las piedras que vamos encontrando secretos mágicos.

Lo recomiendan a partir de diez años, pero por mi experiencia niños de seis años ya pueden jugar sin problemas con él, a poco que pongan interés y sean capaces de quedarse sentados media hora.

Primo hermano de Lost Cities, tiene un tablero en el que hay cinco caminos de diferentes colores a escalar. En ese camino hay piedras que el primero que las alcance, se quedará. Algunas permiten seguir avanzando, otras dan puntos, también las hay que esconden unas piedras verdes que nos darán puntos (o nos los quitarán si no conseguimos los suficientes).

A cada jugador (el juego admite cuatro) se le reparten ocho cartas en las que aparecen representados los mismos colores que en el tablero y numeradas del cero al nueve. Para mover nuestras fichas tenemos que ir bajando ante nosotros la escalera de ese color, que puede ser ascendente o descendente, saltar números o repetirlos. Cuando soltamos una carta, recogemos otra del mazo o de los descartes.

Podemos intentar escalar todos los palos o centrarnos en unos pocos. Una de nuestras fichas, la más grande, puntúa doble. Para bien y para mal, porque empezar una ruta y quedarse demasiado abajo supone perder puntos.

De verdad, más sencillo imposible y matemáticamente bien pensado. Es muy dependiente de la suerte, de las cartas que lleguen a nuestras manos, pero también requiere planificación y la capacidad de tomar ciertas decisiones estratégicas.

Se puede encontrar por menos de 30 euros, aunque puede costar un poco dar con él. Y hay una versión de viaje a menos de diez que tengo pendiente de probar.

1 comentario

  1. Dice ser Alex Aguiar

    Este juego de mesa está genial y además, por el precio, es bastante barato: https://www.ludonauta.es

    10 agosto 2018 | 14:23

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