Archivo de julio, 2015

Nuestros niños con autismo dependen de su suerte, pero también de nuestra fuerza

jaimeleyendoMuchos necesitamos escribir, lo necesitamos para ordenar nuestras ideas, para desahogarnos, para comunicarnos con otros, para ayudar en lo que esté a nuestro alcance… Por eso los blogs han tenido tal éxito, probablemente parte del éxito de las redes sociales también tenga algo que ver.

Escribir para mí es algo tan necesario como respirar, es mi oficio y un instrumento para interpretar el mundo y disfrutarlo.

Cuando supimos que Jaime tenía autismo, en el arranque de 2009, ya tenía este blog desde hacía tiempo, pero aún así abrí otro sólo para mí. Uno en el que contaba lo que sentía, lo que pensaba y, sobre todo, las pequeñas evoluciones de Jaime, lo que iba habiendo, qué tal había sido su día… intentaba agarrarme sobre todo a los aspectos más positivos.

Durante un tiempo fue de gran ayuda, aunque sólo lo viera yo y unas pocas personas a las que decidí dar acceso. Luego dejó de ser necesario y lo abandoné, pero a veces he recomendado escribir a algunas personas como vehículo para asimilar y aceptar esos vuelcos de timón que nos da la vida y que nos dejan buscando el norte.
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‘Chiquitina’, un cuento para enseñar a los niños a quererse tal y como son

Chiquitina es un cuento que quería recomendados desde hace tiempo, un cuento que encierra valor por diferentes motivos.

'Chiquitina' en la Feria del Libro de Madrid,

‘Chiquitina’ en la Feria del Libro de Madrid,

Por un lado porque es un proyecto personal, la consecución en papel y tinta de un sueño nacido del amor por sus hijos de una madre reciente de inteligencia emocional y despierta, una de esas personas que nacen buscando diferentes maneras de ayudar al otro en lo que esté a su alcance. Sé bien de lo que hablo, tengo la suerte de conocer a María José Rodríguez personalmente.

Tiene también valor por la calidad de este cuento autoeditado. Tanto la historia como las ilustraciones, de Clara Luna, son una delicia con un acabado que nada tiene que envidiar a los libros infantiles de las mejores editoriales.

A Julia, que a sus seis años ya empieza a ver cómo muchos de estos cuentos se le quedan pequeños y con ojo muy crítico, le gustó mucho. Además de entretenerla cogió perfectamente la idea que trasmite.
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La respuesta de una madre de un niño con autismo a una invitación de cumpleaños

En noviembre de 2011, hace casi cuatro años, Jaime llevaba tres años en clase con compañeros que no tenían autismo, en un colegio público con aula TGD, y escribí lo siguiente respecto a los cumpleaños:

A Jaime no le han invitado nunca. Algo que no me preocupa ni molesta, me parece lo más normal. Probablemente yo tampoco hubiera invitado a los cinco años a un niño de mi clase con autismo. Los hay más divertidos, no vamos a engañarnos. Además, como no vamos a llevarle ni a recogerle tampoco tengo una relación especialmente íntima con los padres de los niños que van co Jaime al cole. Y nosotros, dado que su cumpleaños es en agosto nunca hemos invitado a ningún compañero.

Pero siempre recuerdo un foro en el que participaba y eran varios los padres y madres de niños con autismo que llevaban fatal que a sus hijos jamás les invitasen, sobre todo si ellos estaban invitando a niños del cole. Me acuerdo de alguno que celebró la primera invitación recibida con una ilusión enorme.

Tengo curiosidad, sin perder el sueño por ello, por saber qué sucederá con Julia cuando comience en el cole al año que viene. Y lo que pasará con Jaime cuando pase a estar escolarizado en un centro específico para niños con autismo.

Pues lo que ha pasado es que Julia es invitada con frecuencia a cumpleaños, he perdido la cuenta de a los que ha acudido en estos tres años de Infantil. De hecho me han hecho reflexionar sobre la locura que suponen. Jaime sigue acudiendo únicamente a los cumpleaños de familiares y amigos íntimos. Nada ha cambiado.  Y sigo entendiéndolo, os aseguro que sí. No me hago mala sangre en absoluto (por la cuenta que me trae).

La semana pasada, gracias a la página TheMighty encontré la carta que Tricia, la madre de un niño con autismo llamado Timothy, publicó en su blog con el título ‘Hagámoslo funcionar’. He pedido su permiso para traducirla (aunque si manejáis el inglés os invito a leerla en su versión original) y mostrarla aquí.

Hagamos que funcione la inclusión. Solemos quejarnos de la falta de medios en los centros de enseñanza, de los diagnósticos tardíos, de las pocas plazas, de una Administración que apenas lo prioriza… Todo eso es cierto y hay que pelearlo, pero también es verdad que hay mucho que podemos hacer todos para hacer que funcione.

A veces cosas tan tontas como una nota acompañando una invitación de cumpleaños.
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¿Es una matanza (de un cerdo) espectáculo para los niños?

No voy a entrar en si se deben celebrar o no matanzas de animales, que no es blog para ello, sino en si debe ser algo que presencien los niños. Ya sabéis a que me refiero con matanza, a esa fiesta (sí, fiesta de la matanza se la llama) en la que se degüella a un cerdo (tradicionalmente criado en casa, aunque ahora con frecuencia un pobre animal traído de una granja) en plan espectáculo popular, entre chanzas y expectativas de devorarlo.

Alguna vez he explicado lo que era a algún amigo guiri, que me ha mirado como si le estuviera narrando una versión pueblerina de Holocausto Caníbal y no algo que se utiliza a veces como reclamo turístico. Y hablo de personas que disfrutan comiendo carne, pero no entienden que haya que oír chillar al cerdo y verle morir desangrado como si fuera algo para disfrutar. Yo tampoco, entiendo que fuera una fiesta antaño, cuando había muchas privaciones y pocas alternativas de espectáculo, pero no veo la necesidad de pasar por eso ahora. En el siglo XXI hay tal sobreabundancia de carne, demasiada para nuestra salud, que no veo motivos para celebrar que haya más. Y en el siglo XXI deberíamos ser más respetuosos con el sufrimiento animal. Y no os habla alguien con el estómago especialmente sensible para la sangre y la casquería (aunque sí cada vez más sensible con el sufrimiento ajeno).

Pero volvamos a los niños, que no quiero irme del tema. Reflexiono sobre ello tras leer el último párrafo del post La matanza del cerdo, publicado en el blog de El diario El caballo de Nietszche y que recoge un documental elaborado por Tras los Muros, un proyecto fotográfico y audiovisual de Liberación Animal.
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