Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

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Cosas que han pasado en el mundo durante este verano y que afectarán a Europa

Es imposible ya eso de ‘estar desconectado’. Quien dice «me voy de vacaciones para desconectar» no está siendo sincero… o nunca ha estado realmente conectado. Otra cosa es que posiblemente observemos la realidad a través de un velo de indiferencia más grueso, donde los sucesos nos sacuden menos: la distancia es mayor, más soportable, pero enterarnos nos enteramos, vaya que sí.

Aclarado esto, y sin voluntad de ser nada puntilloso, os presento cinco acontecimientos esos que ahora el bueno de Slavo Zizek dice que ya no importan por no sé qué del capitalismo que han sido noticia este verano (noticia de verdad, no pasatiempo estival) y que más han afectado o pueden llegar a afectar a Europa.

1. La amenaza de Estado Islámico y los roces con los aliados

En el mes de julio, el IE en esta entrada del blog de Pablo Suanzes tenéis toda la información y el análisis que necesitáis para entenderlos empezó a trepar por las portadas de los medios digitales. Este grupo terrorista ultrafanatizado, exhibicionista, radicalmente antimoderno arrasa el norte de Irak. Su naturaleza, una pesadillesca evolución de Al Qaeda, y sus métodos, una cierta pose posmoderna con la que hacen branded content del terror, inquieta a las cancillerías occidentales, con EE UU a la cabeza. ¿Y Europa? Pues precisamente sucede que a raíz de los ataques de IS se ha puesto en evidencia la distinta política que llevan a cabo los países europeos y EE UU cuando hay secuestros de por medio. Una política que básicamente se caracteriza porque unos (los países de la UE) pagan por rescatar a sus nacionales y otros (EE UU y también Reino Unido) no transigen con el chantaje (en este artículo del New York Times están las cifras), lo que conduce a desenlaces trágicos, como los de los periodistas recientemente ajusticiados James Foley y Steven Sotloff. Los 28 ya firmaron un protocolo que condena que los estados aflojen dinero a los terroristas, pero parece que no ha surgido mucho efecto por el momento. ¿Se tomará más en serio la UE su posición? ¿Cómo actuará la nueva jefa de la diplomacia exterior? ¿Habrá unanimidad, se actuará como bloque o divididos? ¿Debería Europa dejar de pagar radicalmente?

2. La guerra en Gaza y el alto el fuego

Cincuenta días de bombardeos y un alto el fuego frágil que, pese a la propaganda, no parece ser ninguna bicoca ni para Israel ni para Palestina. Durante más de un mes este verano, el foco de los medios de comunicación y de la comunidad internacional estuvo puesto en la pequeña franja de tierra bombardeada por el Ejército israelí. Una operación militar que ha causado más de 2.000 muertos entre la población de Gaza y una nueva escisión entre partidarios y detractores de Israel, así como de Hamás.  El último episodio sangriento de un conflicto enquistado, que además ha sido, por la parte europea, una postrera oportunidad para Catherine Ashton de redimirse al frente de la política exterior de la UE. Su actuación durante y después de la crisis ha sido la condenar la violencia, pedir la reanudación del proceso de paz y vagas promesas de asumir un mayor papel en Gaza. Un desempeño escaso, al decir de muchos, que esperaban esta vez una UE más enérgica en sus críticas a la guerra y una diplomacia menos contemplativa. Así pues, lejos de servir, al menos, para comprobar si los modos de la política exterior europea estaban cambiando (a mejor), la guerra en Gaza ha vuelto a demostrar que Europa reacciona tarde y sin vigor cuando se trata de liderar la opinión internacional.

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3. El desplome de la economía brasileña

La UE es el destino principal de las exportaciones e importaciones de Brasil. Además, las empresas europeas son las que más tecnología transfieren a Brasil y América Latina. Con esta relación de dependencia mutua, y a pesar de que entre ambos no existe un tratado de libre comercio, el bache económico que experimenta Brasil salvo el último dato de crecimiento, que ha sido positivo, los dos anteriores situaban al país en recesión técnica puede suponer un hándicap para Europa, inmersa en una guerra comercial con Rusia de consecuencias imprevisibles. En uno de sus últimos servicios como presidente de la Comisión, Barroso visitó Brasilia el pasado mes de julio (cuando los datos macro de Brasil ya estaban en cuestión) para acelerar las conversaciones entre ambos para alumbrar un TLC. ¿Ralentizará o por el contrario acelerará este acuerdo la actual situación de incertidumbre del gigante latinoamericano?

4. ‘Gatopardismo’ en Turquía

Con el proceso de adhesión a la UE en vía muerta, y tras un año complicado donde la conflictividad social ha sido la norma, Turquía ha llevado a cabo un cambio de cromos en su jefatura de Estado (un poco a la manera de Rusia). El hasta ahora primer ministro Erdogan ha sido elegido nuevo presidente. Se establece así una continuidad con lo que ha sido el último decenio de la vida política turca, si bien la figura del presidente en la forma de gobierno del país es muy secundaria respecto a la del primer ministro (una naturaleza que según la oposición Erdogan quiere pervetir para hacerse con mayor poder efectivo). Aunque la desdeña, todo lo que sucede en Turquía importa a Europa. Prueba de ello fue la pronta felicitación de Van Rompuy a Erdogan, que vino acompañada de una suave recomendación: la de mantener «el papel conciliador» (lo que suena un tanto melifluo, visto lo visto) al frente de una nación con evidentes problemas de convivencia. Con estos antecedentes, habrá que seguir de cerca cómo reacciona la UE, con su renovada diplomacia, a los envites de Erdogan y las posibles inestabilidades que se puedan producir.

5. La catástrofe humanitaria en Siria

Mientras los temas de actualidad se solapan, la guerra en Siria continúa implacable, entre cierta indiferencia y dejación por parte de todos (periodistas incluidos). Cuestiones de RR II aparte, la guerra siria ha provocado ya la huida de 3 millones de refugiados (según los datos que publicó ACNUR a finales de agosto). Una cifra brutal, que se une a otras igualmente dramáticas, como el número de niños o cooperantes fallecidos a causa directa del conflicto. Una situación humanitaria sobre la que la UE debe cuanto antes hacer caso a las denuncias de ONG y otros colectivos y consensuar una posición clara, ya que nuestro continente ha sido y sigue siendo un muro para los refugiados: solo un pequeñísimo porcentaje de ellos son acogidos.

Imagen: Restos de una casa destruida en Mosul, norte de Irak, el 3 de septiembre del 2014, (EFE).

 

¡Europa, otra vez en segundo plano! Del muy efímero interés por ‘la cosa europea’

La preocupación por eso que llaman ‘la actualidad’ atiende a ciclos caprichosos, inescrutables, dolorosos. Lo importante no es siempre lo último, para mí braudeliano nunca lo es. Pero ahí está, la montaña rusa del periodismo, con esa agenda caprichosa que no siempre, o mejor, casi nunca responde a parámetros razonados… y menos aún razonables. Así, la resaca del interés de las elecciones europeas de mayo se despeña por este gráfico de Google Trends apenas un mes después (ver gráfica).

Las noticias sobre la UE vuelven a su madriguera, al fondo de saco de las webs noticiosas o a los breves de los periódicos todavía de papel. Está el tema, importantísimo, de quién será el próximo presidente de la Comisión, en el que la Unión se juega una buena tajada de su credibilidad política. Pero es un asunto de alta política (o baja, depende), sustituido por la urgencia de la proclamación real y la muy posible decepción mundialista. Están muchos otros temas (entre ellos las cuitas en ALDE, con la incorporación de UPyD y C’s), pero pese a esto… ¡otra vez la UE en un segundo, tercero o cuarto plano!

Lo digo entre exclamaciones porque considero que es algo bueno. Europa no está preparada para la sobreexposición mediática: la discreción es su virtud. Su naturaleza, al menos la realmente existente hoy, sigue siendo tan embrionaria que la opinión pública se muestra reacia a introducir el ‘debate europeo’ en su horizonte. Lo que queda hoy, casi un mes después de los comicios, son los rescoldos y la vuelta a las informaciones plúmbeas, frías y recubiertas de una capa de tecnicidad. Es decir, al feliz y provechoso debate sin urgencias ni superficialidades. Espero tener tiempo, ahora que llega el verano y todo languidece, para volver a los temas atemporales, ojalá que alguno, aunque sea una línea, intemporales.


 


 

NB: No suelo estar muy pendiente de las visitas que va teniendo el blog. Afortunadamente, 20minutos.es no me exige un número imprudente de visitas para un blog tan minoritario y, en ocasiones, tan críptico y caprichoso. Pero el otro día pregunté a mi compañero Adrián, que se encarga de medir estas y otras muchas variables, cómo fue la cosa durante el mes de mayo. No fue el mejor mes, curiosamente. Y tampoco, curiosamente, los post más vistos fueron los relativos a las elecciones la coyuntura, sino los que referían a temas más de fondo, como el muy personal de las ciudades europeas.

 

 

 

 

¿De qué escribíamos antes de la crisis?

Es una conversación recurrente entre periodistas, como si una rara forma de amnesia afectara a su trabajo. ¿De qué escribíamos antes de que hubiera crisis? No hay una respuesta unívoca: cada uno escribiría de aquello que le obligaran a escribir, de lo que mejor supiera o de lo que felizmente siguiera de cerca, como un sabueso.

Yo no lo sé, porque empecé en esto casi con un pan negro bajo el brazo (Lehman Brothers), pero supongo que las historias pecaban de menos vicios circulares (‘x’ baja por que hay crisis; hay crisis porque ‘x’ baja) y por el contrario estarían algo más huérfanas de precisión y estadísticas (bienvenido sea el homo œconomicus, que dice @nicolasmsarries).

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¿Más frivolidad? No necesariamente. Los periódicos, como la Puerta del Sol y otros paisajes neomedievales, son un decamerón donde lo zafio convive con lo desgarrador, donde lo sublime y lo ridículo se rozan continuamente sin margen para la aflicción o el arrepentimiento.

He preguntado a varios compañeros. Nada sistemático. Simplemente les hice la misma pregunta que encabeza el post. Para @pelayogades, antes había más variedad de temas, ahora en cambio prima lo económico. Las historias que afectan a la clase trabajadora, para destacar la crudeza de la crisis, son ahora las más demandadas, me cuenta.

De una opinión similiar es @agrados, para quien todo o casi todo se lee en clave económica. En este punto, @rruiz, otro compañero, es el más incisivo. El 90% de los temas, me dice, actualidad, local, deportes e incluso cultura se enfocan desde la crisis. Además, cree que somos mucho más alarmistas ante cualquier problema; somos más dramáticos y menos literarios.

Así que es posible que los temas, después de todo, sean los mismos y lo que realmente haya cambiado sea la forma de escribirlos. El dichoso cómo, que obesionaba al gran Christopher Hitchens: lo importante no es lo que se piensa, sino cómo se piensa.

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Esta es la gráfica que se obtiene con Google Trends cuando introduces los términos ‘Europa’ y ‘crisis’. Quizá no sea el colmo de la exactitud estadística, pero sirve para hacerse una idea rápida de cuánto han aumentado las búsquedas relacionadas con la UE y su líos. Con elevados picos en 2008 —con el comienzo de los rescates bancarios— y 2010 —uno de los puntos de inflexión de la crisis comunitaria— esta sinuosa línea azul es la cronología de una gran preocupación.

Y en esta otra gráfica, obtenida de la hemeroteca de La Vanguardia, también se observa un fenómeno similar, pero ampliado. Europa es una etapa de montaña del Tour de Francia que llanea hasta los años sesenta y que poco a poco va empinándose hasta llegar a nuestros días convertida en puerto de categoría especial.

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Europa siempre fue crisis, pero desde hace unos años es una crisis sobrerevolucionada. Los lectores demandan más Europa, más historias continentales, y los medios de comunicaciones les devuelven titulares sobre cumbres políticas al borde del abismo, sobre cómo se extiende la inevitable la mancha negra del populismo o sobre las conclusiones de Basilea III.

Ha habido, en los últimos años, una invasión de nuevas siglas al tiempo que el foco dirigido sobre la UE se ha politizado (creo que para bien). Antes, las noticias reflejaban una rutina casi hegeliana:  todo era soberanamente aburrido, pero se progresaba. Hoy, eso ha cambiado. Los periódicos han introducido una variable nueva que hasta ahora no se tenía en cuenta: la duda. Y con ella la emoción. Las noticias sobre Europa se escriben con un fervor que antes no existía. Ahora faltaría por saber si se leen o no con la misma urgencia.