En esta ocasión me voy a hacer un Boyero sobre lo que sufrimos los críticos televisivos al tener que tragarnos ciertos bodrios por el bien común.
Y esta idea (la de hacer el bien) es lo único que me salva del terrible aburrimiento que he sentido viendo el piloto de ‘La orden’, creada por Dennis Heaton y Shelley Eriksen y estrenada en Netflix, una nueva visitación del tópico de iniciación a la Universidad con peña encapuchada y enmascarada y cierto aire místico-mágico.
La serie, enfocado a un público juvenil que no tenga nada mejor que hacer, presenta al guapito (pobre) de turno Jack Morton que desea ingresar en la Orden de la Rosa Azul para lograr poderes ilimitados y codearse con la jet set del campus.
Entre bostezo y bostezo, los lugares comunes se suceden uno tras otro: la carta al acceso que cambia misteriosamente su contenido, la rubia esbelta de la que se enamora al guapito rebelde, los susodichos encapuchados con malas intenciones y las pruebas para ser admitidos.
De fondo, una serie de asesinatos que no logran despertar ni el más mínimo interés ni dotan a la narración de brío, con un profesor de Ética que seguramente estará metido en el ajo o será algún tipo de ser sobrenatural (hay hombres lobo, por lo visto).
Si no queréis perder el tiempo, lo mejor es que huyáis de este engendro. Y, si os gusta la premisa pero bien desarrollada, os aconsejo la lectura de ‘El secreto’, la primera novela de la gran Donna Tartt, que sí posee los alicientes de los que esta serie carece.
En resumen:
Pues yo ví el primer capítulo y me pareció muy malo, pero así a lo tonto seguí viendo los siguientes y al final he visto toda la serie…mala de narices, y tan surrealista que al final te ríes un montón¡¡
19 marzo 2019 | 09:09
Te doy la razón porque ni fuí capaz de terminar el primer capitulo, menudo bodrio…
19 marzo 2019 | 10:14