Una de las series que más expectativas ha generado en el mundillo seriéfilo ha sido The Romanoffs, la nueva y esperada ficción del creador de Mad Men Matthew Weiner.
Como suele ocurrir con series que vienen firmadas por nombres célebres —como sucedió con la fallida Here and Now de Alan Ball, padre de ‘A dos metros bajo tierra‘—, si no constituyen obras maestras parecen destinadas a que un aluvión de violentas críticas caigan sobre ellas.
En mi opinión,The Romanoffs, como toda serie antológica, ha tenido mejores y peores episodios, aunque no ha llegado a poseer el nivel de sutilidad narrativa e inteligencia de Mad Men, y las historias, en general, se han quedado a medio camino, sin acabar de ser redondas.
Entre los mejores se encuentra The Violet Hour (S01E01), que posee unos magníficos diálogos llenos de ironía, donde Weiner presenta un personaje que bien podría haber sido Betty Draper en la vejez, pese a que el final sea demasiado increíble y edulcorado.
También es notable End of the Line, una reflexión repleta de contradicciones sobre el proceso de adopción o, incluso, The Royal We, donde el creador juega con los estereotipos de género negro para ofrecernos un divertimento muy personal rematado por un memorable final que me hizo lanzar una carcajada.
Sin embargo, otros episodios como House of the Special Purpose, pese a tener como aliciente a Christina Hendricks e Isabelle Huppert, han ofrecido una narración demasiado obvia y repleta de clichés.
Pese a esta irregularidad, The Romanoffs otorga al espectador algo que no suele encontrar en televisión: historias teatrales sobre la comedia de la vida donde, a pesar de sus imperfecciones, los amantes de la televisión más autoral encontramos grandes alicientes, ya sea a nivel interpretativo o estético.
Sembrar la duda sobre el acoso
E, incluso, The Romanoffs ha conseguido que nos sintamos incómodos al ver cómo Weiner se ¿lavaba las manos?, ¿defendía?, ¿justificaba? ante las acusaciones de acoso sexual que presentó contra él la guionista de Mad Men Kater Gordon, que denunció que el autor le había dicho que «le debía» verla desnuda durante una noche de escritura.
Gordon alegó que, tras la incómoda situación, se sintió minusvalorada y, al poco tiempo, fue despedida pese a haber ganado un Emmy por uno de los episodios de Mad Men. Por su parte, Weiner afirma no acordarse de nada.
El episodio en cuestión es Bright and High Circle (S01E05), donde la duda sobre presuntos abusos sexuales a menores recae sobre un entregado profesor de piano homosexual. El capítulo gira en torno a cómo las sospechas (ya sean ciertas o no) pueden hacer que se tambalee la vida del afectado.
Este episodio me pareció una manera diabólica y, a la par, inteligente de sembrar la duda en el espectador sobre su propia conducta, y muy poco elegante viniendo precisamente de él porque, aunque la reflexión sea válida y estemos de acuerdo con ella, la intención en este caso resulta manipuladora.
Pese a todo, con sus luces y sus sombras, y aunque no haya efectuado una antología sobresaliente, The Romanoffs contiene los suficientes atractivos para verla y disfrutarla: los actores, la puesta en escena, los suntuosos escenarios y algunos personajes constituyen televisión de una calidad más que notable y, para mí, merece figurar entre las obras más interesantes y controvertidas (que no excepcionales) del año.
pues yo no creo que este tratando de sembrar duda. Lo que esta tratando de decirnos es que es muy fácil acusar a una persona de acoso o abuso, y que sin ninguna prueba, al acusado se le estigmatice.
05 diciembre 2018 | 08:47
que es una de las cosas que han ocurrido con el movimiento #metoo. Han salido muchísimas mujeres (en su mayoría), acusando a infinidad de hombres de acoso o abusos, sin aportar ninguna prueba, solo su palabra; y en la mayoría de los casos refiriéndose a hechos ocurridos hace 20 años o mas….En el caso de esta guionista también podemos pensar que se inventa todo esto después de que la despidieran.
05 diciembre 2018 | 08:51