Las vacaciones son una época perfecta para ponernos al día de series que no hemos visto o para maratonear títulos pendientes. Os propongo cinco títulos no demasiado conocidos y que, para mí, son excepcionales. Espero que os animéis a ver alguna y que después vengáis a contármelo.
1. Halt and Catch Fire, la idea que cambió el mundo
Concluyó este año dejándonos con el corazón en un puño y la sensación de conocer y amar a los personajes como si fueran amigos. Halt and Catch Fire comenzó como una aproximación a la revolución que supuso la creación del ordenador personal en los 80, emulando la relación entre Steve Wozniak y Steve Jobs.
Pero fue con la historia personal de sus protagonistas (sobre todo de los personajes femeninos Cameron Howe y Donna Clark) levantando una empresa tecnológica en un mundo de hombres, lo que hizo que la serie despegara.
Sin embargo, su grandeza radicó en convertir una historia de esfuerzo y amistad en una tragedia de traiciones y desencuentros que nos conmovió con su sutilidad narrativa y con personajes imposibles de olvidar. Tiene cuatro temporadas.
2. Hatufim, el origen de Homeland
Como muchos de vosotros sabéis, Homeland es el remake de la serie israelí Hatufim (Prisioners of War), creada por Gideon Raff. Aunque Homeland es una de mis series favoritas, considero que Hatufim es una obra maestra del drama psicológico, capaz de indagar como pocas en la mente humana.
A diferencia de su homóloga americana, Hatufim cuenta la historia de tres soldados israelíes capturados mientras realizaban una misión secreta en el Líbano y que regresan al cabo de 17 años.
La serie profundiza en la reintegración de los soldados, cuya vida personal ha quedado interrumpida, y en las secuelas psicológicas que supone haberse convertido en iconos nacionales.
Cuenta con dos temporadas. La tercera se proyectó pero todavía estamos esperando.
3. Lights Out (El declive de Patrick Leary)
Reúne todas las cualidades de las mejores historias de boxeo y ninguno de sus defectos: la épica de la superación personal; adversarios terribles que nos hacen temer por la integridad física del héroe; una relación de amistad y conocimiento mutuo entre entrenador y púgil; una problemática familiar y emocional de trasfondo que hace que nos duela cada uno de los puñetazos que recibe el protagonista y una carencia de sensiblería lacrimógena.
A pesar de abrazar los clichés del género, Lights Out consigue eso tan difícil de llegar a nuestras vísceras y lograr que el tiempo vuele frente a la pantalla. Los trece episodios, aunque plantean temas que no se pudieron desarrollar debido a la cancelación, funcionan casi a la perfección como miniserie.
4. Nit i Dia
Una auténtica joya. Esta serie catalana, creada por Lluís Arcarazo y Jordi Galceran, es uno de los mejores thrillers policiales que he visto en mi vida, y que cuenta con dos magníficas temporadas.
Con un formato de antología, la primera entrega gira en torno a la caza de un asesino en serie, pero su punto fuerte son los personajes escritos de manera formidable y un ritmo trepidante.
La segunda temporada crece en calidad y profundidad para indagar en un caso con ramificaciones políticas y secretos que recuerdan a las mejores series inglesas intriga, y que poseen sobresalientes actuaciones de actores como Josep Maria Pou (inmenso el personaje de Benet Muntada) y Ramon Fontseré. Indispensable. Está disponible en la web de TV3 y doblada en Movistar.
5. ‘Vientos de agua’
Vientos de agua es una coproducción hispano-argentina, dirigida por Juan José Campanella, que pasó sin pena ni gloria por Telecinco y fue relegada a horario de teletienda hasta desaparecer en la nada, y que es (agarraos) una absoluta maravilla que me emocionó hasta la médula.
La serie cuenta una doble historia de emigrantes: la de José Olaya (Ernesto Alterio), un asturiano que en 1934 abandona España para marchar a Argentina, y la de su hijo, Ernesto Olaya (Eduardo Blanco), un arquitecto que acuciado por la crisis argentina de 2001 abandona su país para venir a España.
Este doble viaje de ida y vuelta separado por más de sesenta años nos hace reflexionar sobre nuestra propia historia y la de nuestros abuelos, transmitiéndonos relatos de superación personal, de sufrimiento, pero también de vínculos de amistad indestructibles.
Es en esta capacidad para mostrar lo que une y separa a las historias de emigrantes donde Vientos de agua es grande. El montaje en paralelo de las dos tramas evidencia temas como la soledad del emigrante, la dura lucha por abrirse camino en un lugar desconocido, los nuevos amores o los que se dejan atrás, la muerte y la capacidad para seguir adelante y ser feliz. Absoluta masterpiece de 13 episodios.