La primera vez que vi Carnivàle (HBO) me invadió una sensación de extrañeza e incredulidad, la misma que experimenté cuando, en mi juventud, me adentré en Twin Peaks o Exótica de Atom Egoyan. Más tarde he reflexionado sobre este sentimiento, una suerte de fascinación ante un relato misterioso, poco convencional, que te arrastra irremisiblemente hacia su universo para descifrar el enigma.
Cuando una serie es capaz de generar esta emoción, incluso la segunda vez que la ves, puedes pensar con bastante seguridad que estás ante una obra especial. Y esto es lo que me ha pasado con Carnivàle, la feria ambulante que transita los polvorientos caminos de la América de la Gran Depresión y que esconde entre viejos vagones y lonas misterios sobre el Bien y el Mal.
Con una ambientación impecable, llena de sugerentes detalles que construyen el mundo (baúles antiguos, faroles de cristal, fotos en blanco y negro, cartas de tarot), y una fotografía de gran belleza plástica, Carnivàle es una ficción que hoy en día no ha perdido un ápice su magia.
La primera temporada es una alucinación visual que alcanza sus mejores momentos en las escenas oníricas del padre Justin Crowe y cuando la feria reluce como una joya extraña por la noche, en mitad del desierto, mostrando los resquicios de sus secretos a los asombrados pueblerinos.
Esta historia coral —el despliegue de personajes y subtramas es uno de sus grandes aciertos— ofrece al espectador un continuo deleite con los freaks que pueblan Carnivàle: Lodz, un ciego clarividente. Lila, la sensual mujer barbuda. La catatónica Apollonia y su hija Sophie, la echadora de cartas de Tarot. Y el enano Samson, interpretado por Michael J. Anderson como capataz de la comitiva, cuya presencia consigue hacernos pensar en cortinas rojas y lechuzas en la noche.
Pese al abrupto cierre de la historia (debido a la cancelación de la serie por motivos presupuestarios y de audiencia), y una segunda temporada que no consiguió atar de manera certera las tramas presentadas, Carnivàle es una de esas series de culto irresistibles que el amante de las buenas historias paladeará como un manjar exquisito, sobre todo en su primera entrega.
Nota en Mis Puntuaciones
Ya sabéis que he escrito un par de libros que esperan ansiosos que les echéis un ojo. Las series de mi vida, donde hablo de series como The Wire, Los Soprano, Mad Men o Breaking Bad.
O, si lo preferís, fantasía oscura. Deseos, obsesiones, viajes en el tiempo y un lugar más allá del tiempo y del espacio llamado Araneida,
Gran serie, lastima que fuera cancelada, aunque su final se puede considerar cerrado, es una de esas series que no te deja indiferente.
24 noviembre 2017 | 14:27
Hola Hey! Es una auténtica pena que la cancelaran. Tenía una mitología tan rica y era tan original que si se hubiese extendido seis temporadas como estaba previsto podría haber sido una de las grandes. Saludos.
25 noviembre 2017 | 14:05