Por Ángel Villegas Bravo
Queridos Reyes (Magos):
Nunca he creído mucho en los Reyes, pero dada la gravedad de todo lo que está pasando en mi país, se me ha ocurrido que quizá sea una buena idea dirigirme a vosotros porque, aunque ya sé que vuestro poder no es ilimitado, me imagino que sí es posible que algunas cosas de las que os quiero pedir estén a vuestro alcance.
Sé que, todavía, es un poco pronto para escribir la carta a los Reyes (Magos) pero quiero anticiparme, a ver si, con tiempo, podéis hacer algo de lo que necesitamos con urgencia.
Me gustaría que intercedierais para que en mi país (y si puede ser, en el mundo entero) se castigara a los mentirosos que prometen y no cumplen y se les apartara de la vida pública.
Quisiera, también, que se castigara debidamente a los corruptos que amasan fortunas con el dinero público, ese dinero que falta, entre otras cosas, para sanidad, educación y dependencia.
Quisiera que disminuyeran las grandísimas desigualdades que hay, y aunque ya sé que siempre ha habido ricos y pobres, que los ricos sean un poquito menos ricos para que los pobres puedan, al menos, comer y tener una vivienda en la que refugiarse, sin temor a que nadie venga a desahuciarlos.
Sería muy bueno que fuera posible seguir teniendo una sanidad pública eficiente y que no se permitiera a nadie privatizarla para hacer negocio con nuestra salud; y si los jóvenes pueden estudiar sin que ello suponga la ruina para sus familias, sería ya, el colmo de la felicidad.
Pediría algunas cosas más, queridos Reyes (Magos), pero no quiero cansaros, así que solo añadiré que os ruego hagáis saber a quienes puedan hacerlo, que tomen las medidas necesarias para que las gentes normales tengan un trabajo digno y un salario suficiente para cubrir las necesidades básicas; que nos conformamos con eso y con poder vivir sin la angustia de carecer de lo imprescindible.
En fin, queridos Reyes (Magos) recibid todo mi cariño y mi deseo de que gocéis de toda la felicidad, de la que los ciudadanos solo queremos una pequeñísima parte.