Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Archivo de mayo, 2014

El espíritu de Fargo

Adaptar a la ficción por capítulos la que ya se lanzó en un largometraje se está convirtiendo en algo peligrosamente habitual. Dado que lo que funciona ahora mismo son las series, en un contexto en el que se se están acabando las ideas tanto en las cadenas como entre los círculos de creadores importantes, coger grandes éxitos del cine e intentar ofrecerlos en varios episodios o incluso varias temporadas es un recurso sobre el que aún tengo mis dudas. Más que nada porque me aburre un poco volver a ver lo mismo en otro formato.4

A Bryan Fuller le salió bien con Hannibal, al optar por secuencias completamente distintas a las de los libros o las películas, y logrando que los personajes y sus vivencias fuesen aún más truculentos. Que se acierte una vez puede ser excepcional. Por eso con Fargo tenía mis dudas. ¿Qué iban a hacer? ¿Readaptar por capítulos la magnífica película de los hermanos Coen? ¿Emplear a los personajes que sobrevivieron para buscar nuevas situaciones que contar? ¿O simplemente usar el nombre y el espíritu, ese ambiente desangelado y de crímenes en silencio, como fondo de unas tramas que nada tienen que ver con el filme?

3La cadena FX y Noah Hawley eligieron la tercera opción, y el resultado no ha podido ser más satisfactorio. Tanto que me atrevo a decir que Fargo es el mejor estreno de 2014. A mí las tramas dramáticas cargadas de humor negro y personajes tan singulares me enamoran al instante, y ésta solo necesitó un capítulo para atraparte. El resto que se ha emitido hasta el momento no ha hecho más que reforzar ese sentimiento.

La serie se ha basado en supuestos hechos reales acontecidos en el año 2006 en Minnesota, y nos traslada el desastre y las muertes que generaron unos presuntos malentendidos o torpezas. Todo se resume en «estar en el lugar inadecuado en el momento inadecuado». Tanto para que te peguen un tiro, te secuestren o te den una paliza. Y es que la historia propiamente dicha arranca en un reencuentro nada agradable, como el que se produce entre el acosador del colegio y el que era víctima de sus perrerías, para que posteriormente este último se vea con alguien que puede poner fin a tantos años de golpes y bajezas.

Si habéis visto la película de los Coen reconoceréis en la serie casi todos los elementos que la hicieron única. No falta nada: policías torpes, oficinistas que juegan a ser malos, empresarios locales que se creen mafiosos, y criminales flemáticos que dan miedo con una media sonrisa. Unos perfiles que solo pueden conseguir los buenos actores. Y Fargo los tiene.1

Por ejemplo, Billy Bob Thornton (como Lorne Malvo), que supera la excelencia en su papel de sicario tranquilo al que con una frase y una mirada le basta para acojonar a todo el que de primeras no le hace caso. Martin Freeman, en su rol del pringado y cobarde Lester Nygaard, que un día decide probar el lado oscuro, también está estupendo; sí, esos papeles de inútil integral a él le vienen como anillo al dedo. Pero el que más sorprende es Colin Hanks. Tras su penoso paso por Dexter, este personaje de Gus Grimly, un policía joven precavido y que entra en un mundo desconocido, le va muy bien. Parece otro, pero es él, lo prometo. El resto también está a un alto nivel. Mueran o sobrevivan.

2¿Por qué hay que ver Fargo? Porque es divertida, entretenida, capaz de sumergernos en su ambiente de invierno sempiterno, cuenta con unos personajes inigualables, y ha sido tan hábil como para controlar sus tiempos sin perder acción o interés. Algo muy difícil, ya que en el primer episodio pasaron 40 cosas distintas, mientras que en los siguiente no ocurre casi nada que resulte relevante en apariencia pero te mantiene intrigado. Aunque la razón perentoria para verla es que nos estamos quedando sin productos televisivos de un nivel tan alto como ésta, y cuya excelencia es indiscutible. Al menos es lo que yo necesito que me dé una serie.

El previsible final de esa broma llamada ‘El Príncipe’

SPOILERS: Si no has visto el final de la primera temporada y pretendes hacerlo, no leas

 

De todos los estrenos españoles de los últimos años, que con la excepción de Crematorio y alguna más han destacado por su inexistente calidad, la que más éxito ha tenido ha sido El Príncipe. Los números de su primera temporada han sido de vértigo, llegando a sentar delante del sofá a 5 millones de personas en un tiempo televisivo tan fragmentado y con tantos canales (aunque desde hace un par de días nos hayamos quedado sin unos cuantos que hacían mucho por la pluralidad de contenidos).11

El Príncipe acabó ayer su larga temporada de presentación. Y a mí no me gustó. Me pareció previsible. Como consecuencia de ésto, también me resulta lamentable cerrar una etapa de una serie de la forma más fácil y que va a provocar las consecuencias más esperadas por todos.

No es por ir contracorriente, dado que ya sé que los comentarios en Twitter fueron casi unánimes, que la audiencia ha respaldado uno de los finales de temporada más esperados y comentados que se recuerdan o que la serie en general ha aglutinado a una masa de audiencia muy importante. Simplemente el final de ayer, como los retazos que he ido viendo en estos cuatro meses de la ficción de Telecinco, me han parecido una broma. Y lo de anoche solo ha acentuado mi desencanto con una de las que sí podía provocar un giro en la producción española.

77Porque claro, ¿quién iba a pensar que Abdu iba a ser un islamista radical cuando en el segundo capítulo ya dieron TODAS LAS PISTAS de que había elegido ese destino? También resultó muy sorprendente ver cómo su hermano no es capaz de convencerle de que deje en paz a toda la gente que tiene secuestrada, cuando su hermana sí logra hacerle entrar en razón aunque sea por un momento. Por supuesto, nadie se imaginaba que el primo-novio-cornudo de Fátima estaba detrás de todo, o que el único policía musulmán de todos era el infiltrado en la comisaría. Desde los tiempos de Isabel Gemio no me encontraba con tantas sorpresas de golpe.

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Volviendo al final, ¿por qué hacerlo todo tan dramático? ¿Por qué han ido a lo fácil? El disparo de Javier Morey a Abdu podría haber sido en cualquier otro lugar para evitar que activase la bomba del autobús. Pero no, qué casualidad que le pega un tiro limpio en la cabeza, haciendo saltar a la vez por los aires los sesos del terrorista y el futuro de su relación con la hermana del muerto. Claro hombre, había que cargarse a toda costa el lío de los protagonistas. Y un fallecimiento traumático es la mejor fórmula.

Sobre las interpretaciones repetiré de forma telegráfica lo que dije hace unos meses: Alex González e Hiba Abouk son los dos peores actores que me he encontrado en una pantalla. En serio. Y anda que no he tenido que aguantar interpretaciones pésimas en estos años de vicio a las series. Por cierto, no sé qué se habían tomado en ese ‘programa’ llamado Hable con ellas para decir que la historia entre estos dos es «la historia de amor más importante de la historia de la televisión en los últimos meses» (sic). 

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En el otro extremo está José Coronado, que siempre cumple y más aún si el papel es de policía. El despropósito de esta serie es que el mejor actor que ha tenido (junto a Rubén Cortada) es el que se han cepillado en el último episodio de un headshot. Del resto del elenco no tengo nada que decir: sus actuaciones hablan por sí solas.

El Príncipe me parece una broma. No me gusta. Si a vosotros sí, genial. Mi papel es ofrecer una visión al respecto, la cual puedes aceptar e incluso compartir, o rechazar y criticar. Pero no pretendo convencer a nadie, y nadie va a lograr que yo cambie de parecer sobre esta serie. Y sí, tiene mucha audiencia, pero solo recordaré que el programa más visto de España es otro de Telecinco que se emite desde las 16.00 horas.

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Igual es que soy difícil de impresionar, o que tengo el paladar seriéfilo más desarrollado gracias a las maravillas que he podido disfrutar, pero es que me pongo a pensar en lo que se hace en otros países con respecto a lo de aquí y me dan ganas de llorar. Y El Príncipe no tiene la excusa de los medios limitados que otras sí pueden poner sobre la mesa: detrás de esta ficción había mucha pasta.

Quizá mi problema haya sido haber visto Bron Broen y luego toparme con El Príncipe. Porque la primera sí es una serie de verdad en la que nada se puede anticipar. En la segunda, nuestra española que iza todas las banderas del chauvinismo, solo faltaban las señales luminosas para indicar cómo iba a acabar.

Mejor me callo ya y resumo mi parecer con el siguiente tuit.

 

A Young Doctor’s Notebook, la (desagradable) serie de Daniel Radcliffe y Jon Hamm

Todos los actores que cuentan con presencia mediática, ya sea por su faceta profesional o por su facilidad para aparecer en la prensa por otras razones, son capaces de arrastrar hacia sus series o películas a una masa considerable de audiencia. Si estos intérpretes son muy buenos, la expectación está más que justificada. Aunque eso no exima de que el producto final resulte una decepción.3

Desde 2012, Jon Hamm y Daniel Radcliffe, dos actores encasillados por sus papeles en Mad Men Harry Potter respectivamente, se embarcaron en una serie llamada A Young Doctor’s Notebook. La serie, estrenada en 2012 y con dos temporadas de cuatro episodios cada una hasta el momento, está basada en historias cuasi biográficas del escritor Mikhail Bulgakov que cuentan la vida de un doctor recién licenciado destinado a un pueblo de la Rusia profunda durante la guerra civil del país.

Hamm y Radcliffe son tan buenos actores que logran desembarazarse de esos roles sempiternos de galán inseguro y niño mago al sustituirlos por la juventud y la madurez de un doctor enganchado a la morfina. Y ahí se acaban las buenas noticias, porque la serie no es ninguna maravilla; de hecho, es más bien todo lo contrario.

2A Young Doctor’s Notebook tiene un buen argumento, pero sus personajes son absurdos. La idea de una comedia negra en la que te tienes que reír de la estupidez y las desgracias de los que ves en la pantalla no está lograda por ninguna parte. No hace gracia, y lo que es peor, resulta desagradable en varios momentos. De esto último tiene culpa la excesiva dosis de gore y sangre que encaja por la temática de médicos y operaciones con medios limitados. Y si una de tus bazas es percibida como gratuita por el espectador algo estás haciendo mal. Y los responsables de la serie han metido la pata en varios aspectos.

A su favor: dos temporadas cortitas con episodios de una duración asumible. El problema es que hasta éstos, con menos de 25 minutos de metraje, se hacen un poco largos. Tampoco tiene mucho sentido mostrar el futuro del doctor sin ponerlo en un contexto más adecuado, ya que en la primera temporada está en un sitio sin explicarnos por qué, y en la segunda va dando tumbos sin sentido.A YOUNG DOCTORS NOTEBOOK

Que A Young Doctor’s Notebook sea mala desluce mucho el buen hacer de Daniel Radcliffe y Jon Hamm. Pero no todo van a ser éxitos para ellos.

Dadle una oportunidad si os apetece, pero yo apostaría por otras.