Era 1997, y Roberto Benigni quiso regalarle al mundo una cinta destinada a convertirse en un clásico del mejor cine: La vida es bella. la historia de un hombre, Guido, que desafía los convencionalismos para conquistar al amor de su vida, Dora (Nicoletta Braschi) y que más tarde, ya convertido en padre del hijo de ambos, Giosuè (Giorgio Cantarini, nuestro prota de hoy) va más allá y convierte un campo de concentración en una zona de juego para su hijo, hasta sus últimas consecuencias.
Empezabas la película partiéndote de risa con el humor hilarante de Guido (Roberto Benigni) y terminabas sin pañuelos ni whisky que pudieran darte consuelo.
El pequeño Giorgio, nacido en 1992, tenía cinco años cuando conquistó al mundo al grito de «¡Buenos días, Princesa!». Lo que sucede cuando alguien se convierte en una estrella a tan temprana edad es que nunca se sabe si tendrá una carrera fulgurante en la industria o si seguirá con su vida como si nada, dejándose caer delante de una cámara de vez en cuando. Giorgio ha sido de los segundos. Lee el resto de la entrada »