El otro día mi hijo mayor y yo compartimos una de esas noches de insomnio injustificado, y quiso la casualidad que estuvieran echando por la tele una película que en su día me encantó: Intocable.
Me había quedado yo pensando si el protagonista, Omar Sy, habría hecho más cosas interesantes después de aquello. Y quiso la casualidad que hace un par de días viera su cara en uno de los estrenos que mejor está funcionando en Netflix. Pero vayamos por partes:
Intocable es una película de 2012 dirigida por Olivier Nakache y Éric Toledano, segunda más taquillera de la historia en Francia, que tiene la particularidad de ser de las pocas producciones francesas que han sido un éxito comercial en España (tímido, pero éxito). Y no es de extrañar que funcionara, porque cuenta la historia de Philippe, un hombre muy adinerado con tetraplejia, que contrata por casualidad a Driss, un inmigrante recién salido de la cárcel que vive en uno de los barrios más marginales de París. Ambos acaban desarrollando una profunda amistad, y suma calor a la historia el hecho de que está inspirada en un hecho real, y que aún siguen siendo amigos muchos años después.
No en vano, de esta película se han hecho versiones en formato cine en otros países, incluyendo Hollywoodland con su versión protagonizada por Bryan Cranston (el prota de Breaking Bad y Malcolm) y también adaptaciones a teatro en otros tantos, incluida España.
Yo doy por hecho que todo el mundo, más o menos, la ha visto, pero si no es así: corred. Vedla.
Lo que tiene en nuestros lares el cine franco es que, por muy cerca que nos pille, lo desconocemos mucho. Es por ello probable que, a pesar de que desde Intocable ha hecho muchísimo cine y además muy bueno, no lo tengáis muy ubicado en películas francesas, entre las que se hace necesario destacar Chocolat, de 2016, que es de esas cintas que tienen una belleza singular y necesaria.
Mientras que sí se hace probable que lo hayáis visto como el Obispo en X-Men: Días del futuro pasado, como Barry (el colega de Chris Pratt) en Jurassic World (saldrá por cierto también en la tercera entrega) o que os haga gracia saber que fue la voz de Hot Rod en Transformers: El último caballero.
Pero ahora sí tenemos oportunidad de verlo otra vez de cerca y en un genial papel protagonista gracias a una producción propia que Netflix estrenó el pasado día 8: Lupin.
Quien más quien menos, yo creo que todos recordamos a Arsène Lupin, la versión francesa y criminal de Sherlock Holmes. En nuestros tiempos teníamos unos dibujos estupendos inspirados en los libros de Maurice Leblanc.
La serie de Netflix no es una versión de aquel Lupin (del de los libros), sino que Asanne (Omar Sy) es un hombre que en su infancia creció inspirado por el personaje, después de que su padre le regalara su primer libro.
Y el resto, bueno, mejor lo veis vosotros. La serie no defrauda, y baste deciros que, con 70 millones de espectadores acumulados en 12 días, va camino de convertirse en el mejor estreno de Netflix de todos los tiempos.